Archivo del blog

domingo, 15 de agosto de 2021

EN EL SEMANAL DEL DIARIO . EL GANDUL DE ALCALÁ.

 JAÉN. CUANDO GANDUL SE HACE NOBLE

De todo es sabido que la palabra gandul  alude a  aquel sujeto  que no se destaca por doblar la rabadilla, en modo alguno le gusta trabajar,  y se caracteriza por que suele holgazanear, dormir hasta muy avanzada la mañana y no dar un palo al agua.

A primera vista, Gandul es un despoblado situado en el término municipal de la sevillana Alcalá de Guadaíra, a 6 km del casco urbano en dirección a la vecina localidad de Arahal. Pero, para encontrar el origen etimológico de este término debemos ir hasta árabe clásico ‘ḡundar’ (mimadocuidado), en concreto se refiere a un joven mimado y elegante cuyo cometido era el de ser el acompañante de mujeres adineradas y vivir a expensas de éstas, otros lo relacionan con milicias jóvenes musulmanas. Del árabe clásico, es evidente que    gandur aludía a un joven de clase modesta.

 Según se manifiesta, esta persona no era un holgazán en sus primeros momentos de su existencia, pero algunos acabaron viviendo del cuento. Aprovecharon la posibilidad de vivir a todo confort sin tener que trabajar, de modo que se convirtieron en auténticos trúhanes, No es de extrañar que esta palabra se quedara con la acepción peyorativa, motivo por el que esa fuera la acepción cuando el término pasó al árabe hispánico ‘gandúr’ (truhan, pícaro, rufián) y de ahí al castellano gandul (vago, holgazán), según conocemos y utilizamos en la actualidad y de acuerdo con su definición en el Diccionario de la Real Academia.

La dignidad del término no fue óbice para que adquiriera un grado aristocrático en la cadena cortesana. Se enroló en el cursus honorum de esta clase privilegiada y dio nombre a un personaje sevillano al que rey Carlos II le dio el título del marqués en 1698. Miguel de Jauregui, Leiva y Guzmán, Carvajal y Valdés fue el primer Marqués de Gandul, y estuvo relacionado con las tierras jiennenses. Además de Señor de Marchenilla, era caballero Veinticuatro, decano de los de Sevilla, alcaide del Castillo de Constantina, y Gentilhombre de Su Majestad Felipe V. Y entre el memorial de sus cargos fue nombrado 1708 corregidor de Alcalá la Real, Loja y Alhama de Granada, desde donde nombraba el acalde mayor de sus territorios sevillanos representado por el fraile del convento hispalense de San Benito Benito de Castro ante Pedro Monte, (14 de marzo de 1708). Y no lo hacía solo de aquellos territorios, sino también en las ciudades granadinas del corregimiento. Le tocaron tiempos difíciles en Alcalá la Real, la guerra sucesoria entre Felipe V y el archiduque Carlos. Tuvo que emplearse a fondo e implicó a la ciudad con sus bienes y tropas preparando una compañía de soldados. En la fortaleza de la Mota, no era el raro el día que se derrumbara un edificio público o privado.  Nació el siglo con una nueva ciudad que había abandonado la fortaleza de la Mota en el aspecto civil y administrativo, conservándose el poder religioso en la Iglesia Mayor Abacial con un aspecto más testimonial que real. Este corregidor impartió la justicia en casas alquiladas del Llanillo, el ayuntamiento trasladó sus órganos gubernativos y  administrativos en otras casas alquiladas de la calle Real. Y la mayoría de los servicios religiosos de la parroquia de santa María la Mayor se celebraban en la iglesia de san Juan. Incluso, la cárcel no ofrecía seguridad en los altozanos de la Mota y era lo primero que se traslada a la  calle Tejuela. Muchos servicios económicos como el Pósito se mantuvieron, pero pronto se pidió que se construyeran otros nuevos. Las carnicerías eran ya una realidad en la calle Real. Lejana estaba la época de varios hornos en la acrópolis de la Mota y se extienden a lo largo de la ciudad. La vida comercial se había trasladado paulatinamente y por completo desde la calle Real hasta el Llanillo, donde predominaban las tiendas de comestibles, paños, posadas, mesones, barberías, quinquillerías, escribanías y toda clase de servicios de papel y tabaco.

Por estos años, por otra parte,  se creó una Junta de Guerra, presidida por este corregidor y compuesta por eclesiásticos, regidores y caballeros de órdenes, que trataba de  cumplir los nuevos planes de la Corona sobre un cuerpo de milicia nacional y otras funciones relacionadas con los acontecimientos bélicos. Relacionada con la de Granada, agilizaba la incorporación de los soldados a los regimientos de la Capitanía General de la Costa, ubicados en Vélez Málaga. Toda su adhesión a la causa real le fue recompensada por títulos de gentil hombre, de la Cámara del Rey y secretario de su Majestad tanto a los regidores como al corregidor y al cabildo, que le fueron solicitados en 1708 y algunos fueron concedidos posteriormente en  1711, siendo el marqués de Gandul corregidor en Granada. 

Los asuntos nacionales repercutían tanto en lo religioso como en lo militar, lo mismo se acudía a la campaña de Oran en 1706  o las de Denia y Barcelona con una compañía de soldados, que se celebraban los buenos sucesos de las batallas contra las tropas enemigas Almansa en 1707.  Por eso se celebraron misas de acción de gracias, imitando a las de Granada y Córdoba y desagravios en la iglesia mayor en la que se oficiaron con ministriles, predicador y música, descubriéndose el retrato de Felipe V en medio de ruedas de artificio. Estos gastos extraordinarios obligaban a buscar nuevas fuentes de recursos, provisiones reales y al intercambio de cuentas de las distintas partidas.

La ciudad, que nunca dependió de intereses aristocrácticos, sino, directamente del Rey, apoyó la causa de Felipe V y en 1709 y  1710 ya habiéndose marchado el marqués  del corregimiento , contribuyó a la barrera táctica del cordón de Sierra Morena en las luchas contra el emperador austríaco con una compañía de infantería al frente de la cual estaba el capitán alcalaíno Lorenzo de Valenzuela, y  de todas las compañías el brigarider de Granada era Antonio de Figueroa y el mantenimiento y equipamiento de treinta caballos y sus caballeros( botas, sillas y bridas ), enviadas a don Francisco Gutiérrez de Medinilla, inspector de los Ejércitos. No obstante, era difícil soportar todas esta carga que debió sacar de las creces del producto del trigo, doscientas fanegas del pósito y de las aportaciones voluntarias de los vecinos. Todo ello alcanzó la suma de 1.550 fanegas que importaban 35.558 reales. En este clima no era de extrañar que el abastecimiento de la ciudad no se surtiera de las recolecciones de las tierras de la comarca alcalaína y la población tuviera que alimentarse, incluso de garbanzos, habas y otras legumbres en 1708. Aún más, en 1709, se ocasionó una revuelta significativamente popular, en la que participaron el pueblo llano y contó el apoyo de la mayor parte de los regidores, que llegaron a ser apresados por el corregidor.

No fue una simple reacción ante el hambre que afectaba a la ciudad. Vino precedido de una insubordinación por parte los que ejercían oficios mecánicos  como mesoneros, zapateros y cordoneros a pagar un apremio militar, que se llevó a cabo por una tropa de 150 hombres al frente de un coronel, alegando que eran miembros de la Santa Cruzada. Aunque la respuesta del cabildo no fue  la más acertada, invitando a pagar o renunciar de sus oficios, nos muestra una población que ya no podía soportar mayores cargos como el alojamiento de estos soldados con su coronel.

Al mismo tiempo, eran ya cinco los años de corta cosecha, esto dio lugar a que no quedara por el mes de mayo ningún abastecimiento entre los seglares, y resultara imposible afrontar los gastos de los receptores de la Real Chancillería de Granada, que habían venido a cobrar los réditos de acreedores de préstamos. Uno de ellos Sebastián Fernández de Saavedra, llegó a consumir todos los propios de la administración de la ciudad sin permitir ni siquiera que se estableciera una orden en el que primaran a  los más antiguos y privilegiados.

Incluso, prevaleció en su ejecución el cobro de sus salarios a través de obligar a los labradores, que pagaban arbitrios, a que se los entregaran violentamente. Todo esto  motivó que, ante los continuos excesos de los ministros, los vecinos se levantaran, movidos por el hambre y carestía de granos y quitaran los granos que estaban reservados para la Real Capilla de Granada. Y en palabras de aquellas fechas fue un alboroto que sucedió en esta ciudad sobre embarazar el que se sacase trigo. Aunque el asunto simplemente trascendió a un pleito con la Capilla Real de Granada en la Audiencias, sin embargo nos manifiesta la oposición que esta medida provocaba en Alcalá[1].  

 

A ello  se añadía que los cobradores y receptores de impuestos no solían ser acompañados por comisarios locales que les facilitaban la moderación en el cobro de los impuestos, ocasionando, por ello, difíciles conflictos como levantamientos de  vecinos, ataques a corregidores o alcaldes mayores como el de Francisco Franquis Lasso de Castilla contra el alcalde Mayor Simón Pérez de Leyva en 1702, e, incluso, la muerte o reyertas con los alguaciles.

Por otra parte, a los anteriores impuestos de millones, medias annatas, la lanza del abad,  valimientos de oficios enajenados, arbitrios y milicias-pajas y utensilios- de los reinados anteriores, se añadieron otros nuevos y algunas medidas impopulares: el de la tercia parte de los montes y yeguas que gravaba a los ganaderos que pastaban en los montes del término y el crecido importe de la sal, que perjudicaba los ganaderos que no podían hacer frente para darla al ganado y abandonaron esta rama de riqueza que conllevaba la pérdida del abasto de la  carne en detrimento de los vecinos.

Tras el corregimiento en la ciudad de la Mota a finales de 1708., en Madrid, a 8 de marzo de 1712, se le despachó el título de Corregidor de la Ciudad de Granada. El monarca borbón se ligaba con la clase aristocrática enrolando en el mundo de la gobernación de los pueblos de España a estos miembros de la élite territorial con el título de corregidores de capa.  Tras su paso por Granada, no hay noticias de nuevos destinos. Y se mantuvo con el ejercicio de sus otros cargos y administrando los bienes de su Señorío de Gandul. No llegó a tener descendencia y surgieron algunos conflictos, al mismo tiempo que con sus herederos y descendientes se fueron eclipsando aquellos territorios. Actualmente, so lo quedan de la villa de Gandul, algunas edificaciones, una torre de la época Medieval, la iglesia San Juan Evangelista que data de los siglos XV a XVI, el palacio de los Marqueses de Gandul y la Casa del Consejo que pertenece al siglo XVIII. Sin embargo, llegó a ser un importante municipio hasta 1840. Pero actualmente solo se mantiene en pie y habitado el palacio de los marques, que otea todos los territorios del Señor.

Del marqués, en tierras alcalaínas, tan solo queda el recuerdo de la frase “Eres un Gandul”, Pero ni siquiera, conserva el sentido originario ni el que algunos aluden sobre la milicia musulmana que se afincó en este pueblo sevillano, hace referencia a la forma de desprecio a las personas, cuando este gentilhombre se gana este título con la campaña a favor del Rey en su guerra dinástica.



[1]Amar. Cabildo de 7 de junio de 1709. Se recoge la solicitud de la ciudad ante el corregidor para que intervenga solicitando piedad ante la Audiencia.


No hay comentarios:

Publicar un comentario