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sábado, 3 de junio de 2017

PARA TIEMPOS DE REVOLUCIÓN POPULAR EL CORREGIDOR DON FRANCISCO BASTARDO DE CISNEROS Y MONDRAGÓN




Está ligado con la  familia malagueña de los Bastardos de los Cisneros y, sobre, todo Hernán González  Bastardo y Escandón  uno de los capitanes que tomaron Málaga en 1487 y recibió una imagen de Nuestra Señora de los Remedios que ligó  fue depositada en la ermita de la Vorgen de la Victoria,  Posteriormente en  1536, el bachiller Hernando Bastardo, nieto del anterior, trasladó a la imagen hasta su hacienda de Tabicos, pasando con posterioridad a la Parroquia de los Santos Mártires, en donde recibió culto definitivamente en la capilla familiar inmediata a la puerta principal del templo.. En este sentido, la capilla y la sagrada imagen en sí misma quedaron agregadas al mayorazgo fundado por Rodrigo Bastardo de Cisneros y su mujer, María Delgadillo y Calderón, en 1623. Este mayorazgo habría subsistido, por lo menos, hasta 1840. Los Bastardo de Cisneros, regidores perpetuos de la Ciudad de Málaga y titulares de la Casa de Escandón, se erigieron, además, en promotores de la devoción a este icono mariano. Los padres de este corregidor Baltasar Bastardo de Cisneros, y su esposa, María Mondragón y Pacheco en 1674 costearon un trono para la imagen, probablemente de entalladura y   el mismo siguió la tradición costeando la reforma de la arquitectura del recinto, en 1735, siendo  Corregidor de Córdoba, obras que pusieron la base que habría de culminar, a finales del siglo XVIII, con la remodelación integral de este espacio de culto.
FRANCISCO BASTARDO DE LOS CISNEROS Y MONDRAGÓN FUE regidor perpetuo de Málaga desde 1697,  y estuvo al frente del regimiento de Málaga, por lo que fue nombrado edecán  en la Guerra de Sucesión. También participó como capitán en la ciudad de Torremolinos costeando una compañías. Fue de corregidor de Alcalá y sus  buenas muestras de servicio a la Corona lo llevaron a otros corregimientos importantes. Tomó posesión del corregimiento alcalaíno el 11 de enero de 1709, cuando ya poseía los títulos de Gentil hombre de Su Majestad. Además se le nombró capitán de guerra y era capitán de caballo. Por estos cargos ejercía las funciones de control de la yeguada, alojamiento de tropas y reclutamiento de soldados. Le cupo la obligación de apoyar al rey Felipe V frente al bando coaligado con el emperador austriaco  y entre 1709 y 1710 adoptó las medias para reclutar una compañía de infantería, mandada por el capitán alcalaíno Lorenzo de Valenzuela, que se incorporó a las órdenes del brigadier granadino Antonio de Figueroa en la barrera táctica que se colocó en Sierra Morena. Además otros treinta caballeros y sus correspondientes caballos fueron adecuadamente equipados en el transcurso de estos años, y se enviaron al inspector de los Ejércitos don Francisco Gutiérrez de Medinilla, lo que obligó a emplear las creces del trigo, además de la venta del trigo de doscientas fanegas del Pósito y las ayudas de voluntarios alcalaínos. Esto, por lo que se refería al alistamiento de tropas, pues en el alojamiento de soldados hubo que mantener durante cierto tiempo 150 soldados del capitán Mateo Montújar y el regimiento de la Capitania General de Granada en 1709. 


Su relación con la Corte le llegó a enfrentarse con el recaudador Juan del Mármol  en el cobro de los tributos del cuatro por ciento y del fruto de la bellota. Pero, el asunto más grave tuvo lugar con la revuelta popular del año 1709, en la que participó gran parte del pueblo llano y contó con el apoyo de un numeroso grupo de regidores, que llegaron a ser apresados por corregidor. Venía precedida de una situación de calamidad pública, en la que las clases populares estaban sumidas en la miseria, ya que el abastecimiento de la ciudad no se había podido mantenerse con lo recolectado en la comarca hasta tal punto que la  mayoría de la población tenía que alimentarse con pan de garbanzos, habas y otras legumbres. Las condiciones climatologías no permitían unas buenas cosechas por las nieves de enero de principio de año y las aguas del invierno. Además, eran ya cinco años de corta cosecha y , en el mes de mayo del 1709, no quedaba trigo alguno en las casas de los seglares, y, por otra parte, los acreedores de los préstamos contraídos en años anteriores habían enviado varios receptores para cobrar los réditos con mandato de la Real Chancillería de Granada. Por citar un ejemplo, Sebastián Fernández de Saavedra, uno de los recaudadores El motivo del levantamiento no fue otro sino el alojamiento del pago por un apremio militar, ejecutado por una tropa de 150 hombres al frente de un coronel que alegaba que eran miembros de la Santa Cruzada. Los primeros en desobedecer al pago de las cargas militares fueron diversos oficios- mesoneros, zapateros y cordoneros. El cabildo no sabía cómo atajar aquella situación e informaba con tácticas dilatorias, proponiendo medidas a los representantes de los oficios que resultaban pintorescas, invitándolos a pagar o, en su caso, abandonar los oficios. Una ciudad que no se había levantado en anteriores situaciones manifiesta que la población ya no podía soportar mayores cargos como el de esta última tropa tan numerosa. También, la ciudad de Granada solicitaba trigo para impedir el levantamiento que se había ocasionado con motivo de la falta de abastecimiento y que había sido promovido por algunos sectores comerciales y religiosos.
El punto álgido del conflicto tuvo lugar con el consumo de todos los propios de la ciudad sin permitir ni siquiera como en otras ocasiones, en el que se reservaban los más antiguos y privilegiados. Y, para colmo de males, el anterior ejecutor obligó violentamente a los arrendadores de los arbitrios de tierras a pagar incluso con sus salarios. El exceso de celo de sus ministros provocó que los vecinos se levantaran movidos por el hambre pues por estos años se alimentaban con el pan de garbanzos, habas y legumbres. Ante la carestía de los granos, impidieron la salida de la parte correspondiente de los diezmos de la Capilla Real de Granada. En palabras del cabildo de aquella época:

"fue un alboroto que sucedió en esta ziudad sobre embarazar el que se sacase trigo"[1]           

El conflicto quedó posteriormente reducido a un pleito con la Capilla Real ante la Chancillería de Granada, en la que el propio corregidor solicitó piedad con los subordinados para que atendieran las difíciles circunstancias en las que atravesaba la ciudad. De la trascendencia de todos los acontecimientos tuvo fiel informe el rey Felipe V. El año siguiente debió modificarse la situación, pues se llegaron a enviar 300 fanegas de trigo para el abastecimiento de Madrid.

Su preoupación como jefe de la administración le llevó a trasladar las Casas de Cabildo desde la fortaleza de la Mota hasta unas nuevas alquiladas en la plaza de la calle Real en 1710, propiedad de Ana de Terrones, porque prácticamente toda la población y la vida comercial se había trasladado hacia la nueva ciudad  que tenía su eje en el Llanillo. Para ello llevó a cabo una serie de obras de ornato consistentes en instalación de guardapolvos de las ventanas y pintura de las armas de la ciudad  y ade

centamiento de caballerizas. También realizó el arreglo del pilarejo de Caserías de San Isidro. En su tiempo(1710) se declaró patrona de Alcalá la Real a la imagen de la Virgen de las Mercedes.
 En 1712, la villa San clemente sustituyó a  don Bernardo Gómez Zorrilla, caballero de la orden de Santiago, como nuevo corregidor 45 al ser  nombrado corregidor de Cuenca 45, siendo sustituido por don Francisco Bastardo Cisneros y Mondragón, regidor perpetuo de la ciudad de Málaga, corregidor y justicia mayor de esa ciudad con las de Alcalá la Real,  Loja y Alhama y capitán de caballos Don Francisco fue  nombrado posteriormente corregidor de Huesca en 1721 y de Córdoba en 172447, constituyendo un auténtico “cursus honorum” dentro de la administración del primer Borbón. . El día de fin de año de 1712, la sesión del Ayuntamiento  clementino se celebra únicamente con la presencia de don Francisco Bastardo Cisneros y Mondragón, corregidor, y de dos regidores, por hallarse los demás capitulares presos por orden del Ilmo. Sr. Presidente de Hacienda, no haciendo más referencia a las causas de este encarcelamiento



Posteriormente debió ser corregidor de Huesca por los años veinte. En el 1724 ejerció el cargo del corregimiento de Córdoba y, anormalmente prolongó su empleo hasta el 1727, en la misma ciudad, al ser nombrado el siete de marzo del mismo año, jurar el cargo ante el Consejo de Su Majestad el día  17 de marzo y presentarse y jurar el cargo en Córdoba el día cinco de abril. Posteriormente prolongó la estancia en la ciudad hasta el 1745[2] contra la norma anual de duración del  cargo , tan sólo prorrogado  trienalmente  que, en este caso, alcanzó un periodo  de veinte años. Aunque en Córdoba era frecuente esta misma anormalidad del ordenamiento jurídico, en Alcalá no llegó a producirse salvo casos aislados y no más de seis años. En el tiempo del corregimiento cordobés, le correspondieron momentos importantes de la vida nacional con la proclamación y muerte de Luis I en 1725, la convocatoria de convocatoria de Cortes para jurar a Fernando VI, el casamiento del  príncipe de Asturias en 1725 y el tratado de paz entre los reinos españoles y el emperador en 1724. Tuvo un estricto cumplimiento de presidencia de los cabildos convocados donde en su mayor parte estuvo presente, ejerciéndola de una manera tajante e introduciendo la legalidad y el orden entre los miembros del cabildo que hasta su tiempo abandonaban los temas tratados en discusiones estériles, como sucedió en el caso del factor  de la romana Juan Alcalá Palomo.    






[1]AMAR. Acta del cabildo del 7 de junio de 1709.
[2]POZAS POVEDA, Lázaro. Hacienda municipal y administración local en la Córdoba del siglo XVIII. Publicaciones del Monte de Piedad y Cja de Ahorros de Córdoba. Córdoba. 1986.

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