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domingo, 16 de noviembre de 2025

EN LA SEMANA DEL JAÉN, ZUMAQUES

 





 

 

ZUMAQUES

 

 FOTOS CEDIDAS POR FRANCISCO GARCÍA PÉREZ 

 Ya es una realidad y un atractivo turístico la ruta de los Zumaques de Alcalá la Real que desde 2023 fue declarada el primer sendero homologado por la federación nacional de Montaña. Esta ruta emblemática y sita a las faldas de los Tajos de San Marcos, vieja aspiración de la población local es visitada con todas las garantías por todos aquellos que disfrutan del patrimonio natural de este rincón de la Sierra Sur (anteriormente, lo hubo en otros lugares de Alcalá la Real y Castillo de Locubin como Cañuelo, Charilla, Acamuña y las faldas de la Nava), El sendero discurre, en parte, por algunos tramos del antiguo camino a Charilla. Y pequeñas veredas que enlazaban la localidad con las parcelas agrícolas cercanas. En su segunda parte por el paraje de los Llanos, coincide con el Cordel de Córdoba Y con antiguos caminos que unían Alcalá con localidades como Santa Ana y Frailes. Un lugar impactante para disfrutar del atardecer.
Sin duda una oportunidad para que nuestro destino sea objeto de interés para un público que disfruta de su tiempo libre en el patrimonio natural. Sus datos técnicos lo denominan Sendero SLA-253 LOS ZUMAQUES con  un recorrido Lineal
en Longitud de  9,4 km, que se consigue en un tiempo estimado de  3 horas, 10 minutos; se recomienda  sobre todo en otoño por el mes de noviembre y ofrece  un desnivel acumulado de ascenso de 195 metros, y se debe hacer a pie, aunque se puede realizar en bicicleta y a caballo

 

DESCRIPCIÓN DE LA RUTA

 Unos lo hacen por el parque periurbano de los Llanos o Fátima; otros por el camino de Aspadores; y los hay quienes llegan al antiguo paraje de la Fuente de la Mora Vieja frente al edículo renacentista del repartidor de agua, y por una vereda al pie de los   Tajos de San Marcos, se dirigen al del Camino de Charilla, por entre olivares que besaban los pies de los tajos alcalaínos. De frente, “Los Tajos”, impresionantes cortados rocosos bajo los que la vegetación natural se conserva como muestra de lo que en un tiempo eran los bosques mediterráneos del sur de la Península Ibérica. A nuestras espaldas, unas maravillosas vistas se muestran en el horizonte, teniendo como protagonista principal la Fortaleza de la Mota, y con estupendas vistas de Sierra Nevada y del centro histórico de Alcalá la Real. Se ofrece a breves explicaciones del Tajo Hacho-su sentido mágico de sino trágico- y la luminaria de comunicación para las atalayas el Norte (Navas, Mimbres, Charilla, Cogolla, Boca de Charilla, la propia de la aldea de fandango, Moraleja, Cascante, y Dehesilla y la propia ciudad fortificada de la Mota).



Es un rincón y parada ineludible   para explicar el mar de Tetis y los efectos en las caras visibles de la roca con sus cuevas subacuáticas fosilizadas y el enjambre pétreo de los pájaros en la roca arenisca: algún que otro comentario sobre viviendas trogloditas de la familia Regis y esculturas del camino, obra de Vicente Moreno, hasta llegar al cruce de caminos entre los senderos altos que desembocan frente a la Mora Vieja y antigua Casa de Pío. 

 En otros puntos del camino, la parada es obligatoria para contemplar los montes que circundan: la Tiñosa, sierra de Horconera, y Cabra, Jurada, Camuña, San Pedro, y Los Chopos. Se adentra entre olivares a los pagos de los Zumacales, por una vereda pequeña para transporte de burros, donde se conducía las cargas de uvas al Lagar del Pincho y Portillo de los Aspadores. Pero, actualmente se puede prolongar el camino de Charilla, y una nueva vereda entre olivar y parte colateral a los Zumaques adentra en otra vereda que avanza por el chozón y desemboca cerca de los Aspadores en un paraje encantador entre los tajos semicaídos.







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Experiencia inolvidable, en este rincón se pisan los pies las comitivas de ruteros locales con los grupos senderistas foráneos. También se pudo topar de vez en cuando con algún que otro rutero individual o en pareja, familias y extranjeros. Por entre piedras areniscas, matorrales, zarzales, arbustos variados, escaramujos, acerolos, yedra por doquier, algún que otro olivo, un pino, chozones y casas abandonadas, se llega al primer rellano que sirve para explicar el origen de aquellas tierras de Monterrey, donde vino el rey Alfonso XI cazar y se mantuvo como bienes de propios.

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 Entre escaleras, escalerillas, escaleruelas, rampas, veredas, sendas, senderillas, pequeños espacios abiertos entre las rocas y los arbustos, y, en medio de todo este bosque mediterráneo, el zumacal asoma entre el rojo final y el amarillo de su secado de sus hojas; a veces los gránulos secos y ennegrecidos contrastaban con el rojo de carmesí pasado de color y pálido como el estandarte o pendón del rey Alfonso. Olor a fresco, suelos rociados y piedras que rompen las pisadas del humus. Los chiquillos disfrutan de caminar hacia lo alto del paso de los Aspadores como si vivieran una aventura o simularan un personaje del cuento de la Caperucita cuando iba por el bosque. Al llegar al Lagar, se ofrece como un mirador su antesala que dirige la vista hacia Charilla en su altozano. Por una escalinata más ampliar, y quitándose de encima las varetas de pincho y espinosos se sale al paraje del antiguo basurero convertido en una excelente atalaya o mirador, muy bien adecentada, desde donde se contempla in situ los restos del hundimiento del Tajo con sus movimientos de desprendimiento de enormes rocas en diversas posiciones.

Interroga el zumacal como planta de arbusto, su localización en otros (Cañuelo, Camuña.), su uso industrial, las tintorerías, supervivencia hasta la fábrica de capachos de los años XX, sus cualidades, su toxicidad...también no se olvida la tierra de propios transformada en privada por desamortización de Madoz, las veredas y sendas que la cruzan.

 

Desde este escarpe de los Tajos, el camino dirige hacia el cerro de San Marcos, yacimiento arqueológico argarico del Cobre y la ciudad más antigua de los alcalaínos con sus testigos murales, cerámica, necrópolis y hacia la ermita del mismo santo.  Otro lugar misterioso por su origen como yacimiento argárico, paso a cenobio, luego monasterio franciscano, y la ermita (XVI), sede de la Virgen de la Cabeza con su retablo renacentista de la familia de Pablo de Rojas, los corredores, la sala del refectorio, la imagen, el Niño, y el sepulcro de la joven enterrada. Su torre recoge el legado anterior, porque la espadaña culmina en un mirador con su corredor renacentista y adosado a la ermita del santo evangelista. Esta torre siempre rezuma una espiritualidad profunda, porque se remonta a una sociedad alcalaína anterior a la historia de Alcalá. Tiene sangre ganadera porque a sus espaladas se asentaron los pueblos argáricos, los de la época de los Metales, los más antiguos de Alcalá. A sus pies, el mirador hacia la Mota y el testimonio del legado de Batmala con el levantamiento dadivoso de viviendas para la gente humilde, un vagón de un tren para la vida.

 

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