ZUMAQUES
FOTOS CEDIDAS POR FRANCISCO GARCÍA PÉREZ
Ya es una realidad y un atractivo turístico la
ruta de los Zumaques de Alcalá la Real que desde 2023 fue declarada el primer
sendero homologado por la federación nacional de Montaña. Esta ruta emblemática
y sita a las faldas de los Tajos de San Marcos, vieja aspiración de la
población local es visitada con todas las garantías por todos aquellos que
disfrutan del patrimonio natural de este rincón de la Sierra Sur
(anteriormente, lo hubo en otros lugares de Alcalá la Real y Castillo de
Locubin como Cañuelo, Charilla, Acamuña y las faldas de la Nava), El sendero
discurre, en parte, por algunos tramos del antiguo camino a Charilla. Y
pequeñas veredas que enlazaban la localidad con las parcelas agrícolas
cercanas. En su segunda parte por el paraje de los Llanos, coincide con el
Cordel de Córdoba Y con antiguos caminos que unían Alcalá con localidades como
Santa Ana y Frailes. Un lugar impactante para disfrutar del atardecer.
Sin duda una oportunidad para que nuestro destino sea objeto de interés para un
público que disfruta de su tiempo libre en el patrimonio natural. Sus datos
técnicos lo denominan Sendero SLA-253 LOS ZUMAQUES con un recorrido Lineal
en Longitud de 9,4 km, que se consigue
en un tiempo estimado de 3 horas, 10
minutos; se recomienda sobre todo en
otoño por el mes de noviembre y ofrece
un desnivel acumulado de ascenso de 195 metros, y se debe hacer a pie, aunque
se puede realizar en bicicleta y a caballo
DESCRIPCIÓN DE LA RUTA
Unos
lo hacen por el parque periurbano de los Llanos o Fátima; otros por el camino
de Aspadores; y los hay quienes llegan al antiguo paraje de la
Fuente de la Mora Vieja frente al edículo renacentista del repartidor de agua,
y por una vereda al pie de los Tajos de San Marcos, se dirigen al del Camino
de Charilla, por entre olivares que besaban los pies de los tajos alcalaínos. De frente, “Los
Tajos”, impresionantes cortados rocosos bajo los que la vegetación natural se
conserva como muestra de lo que en un tiempo eran los bosques mediterráneos del
sur de la Península Ibérica. A nuestras espaldas, unas maravillosas vistas se muestran
en el horizonte, teniendo como protagonista principal la Fortaleza de la Mota,
y con estupendas vistas de Sierra Nevada y del centro histórico de Alcalá la
Real. Se ofrece a breves explicaciones del Tajo Hacho-su sentido mágico
de sino trágico- y la luminaria de comunicación para las atalayas el Norte
(Navas, Mimbres, Charilla, Cogolla, Boca de Charilla, la propia de la aldea de
fandango, Moraleja, Cascante, y Dehesilla y la propia ciudad fortificada de la
Mota).
Es
un rincón y parada ineludible para
explicar el mar de Tetis y los efectos en las caras visibles de la roca con sus
cuevas subacuáticas fosilizadas y el enjambre pétreo de los pájaros en la roca
arenisca: algún que otro comentario sobre viviendas trogloditas de la familia
Regis y esculturas del camino, obra de Vicente Moreno, hasta llegar al cruce de
caminos entre los senderos altos que desembocan frente a la Mora Vieja y
antigua Casa de Pío.
En otros puntos del camino,
la parada es obligatoria para contemplar los montes que circundan: la Tiñosa,
sierra de Horconera, y Cabra, Jurada, Camuña, San Pedro, y Los Chopos. Se
adentra entre olivares a los pagos de los Zumacales, por una vereda pequeña
para transporte de burros, donde se conducía las cargas de uvas al Lagar del
Pincho y Portillo de los Aspadores. Pero, actualmente se puede prolongar el
camino de Charilla, y una nueva vereda entre olivar y parte colateral a los
Zumaques adentra en otra vereda que avanza por el chozón y desemboca cerca de
los Aspadores en un paraje encantador entre los tajos semicaídos.

Experiencia inolvidable, en este rincón se pisan los
pies las comitivas de ruteros locales con los grupos senderistas foráneos.
También se pudo topar de vez en cuando con algún que otro rutero individual o
en pareja, familias y extranjeros. Por entre piedras areniscas, matorrales,
zarzales, arbustos variados, escaramujos, acerolos, yedra por doquier, algún
que otro olivo, un pino, chozones y casas abandonadas, se llega al primer
rellano que sirve para explicar el origen de aquellas tierras de Monterrey,
donde vino el rey Alfonso XI cazar y se mantuvo como bienes de propios.
Entre escaleras, escalerillas, escaleruelas,
rampas, veredas, sendas, senderillas, pequeños espacios abiertos entre las
rocas y los arbustos, y, en medio de todo este bosque mediterráneo, el zumacal
asoma entre el rojo final y el amarillo de su secado de sus hojas; a veces los
gránulos secos y ennegrecidos contrastaban con el rojo de carmesí pasado de
color y pálido como el estandarte o pendón del rey Alfonso. Olor a fresco,
suelos rociados y piedras que rompen las pisadas del humus. Los chiquillos
disfrutan de caminar hacia lo alto del paso de los Aspadores como si vivieran
una aventura o simularan un personaje del cuento de la Caperucita cuando iba
por el bosque. Al llegar al Lagar, se ofrece como un mirador su antesala que
dirige la vista hacia Charilla en su altozano. Por una escalinata más ampliar, y quitándose
de encima las varetas de pincho y espinosos se sale al paraje del antiguo
basurero convertido en una excelente atalaya o mirador, muy bien adecentada,
desde donde se contempla in situ los restos del hundimiento del Tajo con sus
movimientos de desprendimiento de enormes rocas en diversas posiciones.
Interroga el zumacal como planta de
arbusto, su localización en otros (Cañuelo, Camuña.), su uso industrial, las
tintorerías, supervivencia hasta la fábrica de capachos de los años
XX, sus cualidades, su toxicidad...también no se olvida la tierra de
propios transformada en privada por desamortización de Madoz, las veredas y sendas
que la cruzan.
Desde este escarpe de los Tajos, el camino dirige hacia
el cerro de San Marcos, yacimiento arqueológico argarico del Cobre y la ciudad
más antigua de los alcalaínos con sus testigos murales, cerámica, necrópolis y
hacia la ermita del mismo santo. Otro
lugar misterioso por su origen como yacimiento argárico, paso a cenobio, luego
monasterio franciscano, y la ermita (XVI), sede de la Virgen de la Cabeza con
su retablo renacentista de la familia de Pablo de Rojas, los corredores, la sala
del refectorio, la imagen, el Niño, y el sepulcro de la joven enterrada. Su
torre recoge el legado anterior, porque la espadaña culmina en un mirador con
su corredor renacentista y adosado a la ermita del santo evangelista. Esta
torre siempre rezuma una espiritualidad profunda, porque se remonta a una
sociedad alcalaína anterior a la historia de Alcalá. Tiene sangre ganadera
porque a sus espaladas se asentaron los pueblos argáricos, los de la época de
los Metales, los más antiguos de Alcalá. A sus pies, el mirador hacia la Mota y
el testimonio del legado de Batmala con el levantamiento dadivoso de viviendas
para la gente humilde, un vagón de un tren para la vida.

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