AMÉRICA
Y ALCALÁ LA REAL EN JUAN MARTÍNEZ MONTAÑÉS
LA comarca
de Alcalá la Real ha sido cuna y sede de muchos artistas y escritores a lo
largo de la historia. Pero la huella, a veces, no ha quedado en la tierra que
les vio nacer, compartir vivencia o vecindad. Por eso, es frecuente que muchos
se pregunten por si hubiera quedado algo de la presencia. Este, sin embargo, es
el caso de la familia de los Aranda, en la que Ginés y su sobrino Juan de
Aranda Salazar que dejaron su huella en monumentos arquitectónicos del Castillo
de Locubín y Alcalá. Pero no es el caso de la familia de los sardos Raxis que
se afincaron en Alcalá la Real y pocas huellas nos dejaron tras el paso de la
historia, salvo las tablas del retablo de la iglesia de Santo Domingo de Silos.
Su máximo exponente Pablo de Rojas dejó muestras en otros pueblos de la abadía,
como en Priego, pero su ciudad natal está huérfana de su producción artística.
Y no digamos de su famoso discípulo Juan Martínez Montañés, que principalmente
desarrolló su obra en tierras sevillanas y no queda solo más que su pila y
partida de bautizo.
Entre los documentos recogidos en el
Archivo Provincial de Jaén, se encuentra un poder de Juan Martínez Montañés ante
el escribano Juan de Rotaesta, que procede del escribano sevillano Mateo Díaz,
firmado 1620. En la nota marginal el escultor viene con el nombre de
Juan Martín Montañés, frente en el texto de escritura y traslado de poder que
aparece como nombre, apellidos y títulos Juan Martínez Montañés, maestro escultor
y arquitecto, vecino de la ciudad de Sevilla en la colación de la
Magdalena. Le concedió todo el poder al presbítero don Pedro de Frías y
Valderas, que por aquel tiempo era "estante en la ciudad de Sevilla".
El objetivo del poder no era otro que lo representara en la ciudad de Alcalá la
Real o en otro cualquier lugar ante las Justicias y otras personas para hacer las probanzas e informaciones de su
limpieza de sangre e nobleza e como soy hijo legítimo de Juan Martínez Montañés y
Marta González, mis padres difuntos, que Dios guarde, que fueron vecinos de la
ciudad de Alcalá la Real, y de cómo la dicha Marta González fue hija
legitima de Francisco González Moreno y Elvira Jiménez, su
mujer, mis abuelos asimismo difuntos, vecinos de la ciudad de Alcalá la Real, y
asimismo de los demás ascendientes y descendientes, y de cómo todos ellos fueron cristianos y de
limpia generación . En el archivo provincial aparece vacío de
documentos el legajo de la limpieza de sangre y todas las probanzas, que
aparecieron en Argentina conservadas en forma de traslado por un médico
descendiente suyo, que se las envió fotocopiadas a Carmen Juan.
También sabíamos que Juan Martínez
Montañés era embajador en la Casa de la Contratación de Sevilla, sobre todo de
los bienes de los alcalaínos que se habían marchado a América y enviaban sus
herencias a sus familiares, entre ellos los Sánchez de la Hinojosa. Un nuevo
documento nos confirma que su presencia como el escultor Juan Martínez
Montañés era nombrado para esta tarea que compartía en la capital del
Guadalquivir a la hora de recoger los bienes del licenciado presbítero
Miguel de Artiaga. Este alcalaíno era hijo de Salvador Diego de Huéscar y
Artiaga e Inés de Meneses, y hermano del licenciado Alonso de Arteaga
Lences, relacionado con el capitán Martín de Arteaga, fundador del Hospital de
la Madre de Dios del Castillo de Locubín, murió en Zaragoza de la provincia de
la Nueva España de las Indias en 1607; y en 1625 su hermano Alonso
daba poderes a varias personas para rescatar sus herencias. Los poderes se los
otorgaba al que había sido nombrado canónigo don Matías Suárez de Melo en
Cartagena de Indias y que se encontraba en Madrid y era presbítero en Zaragoza,
para todos los bienes y cuentas de venta; y también debía tomar las
cuentas de lo vendido y dinero, al alguacil mayor Domingo de Alçate y al
vecino Rafael de Alfayarre como tenedores y albaceas ; y unas vez hechas,
se las debía enviar a Juan Martínez Montañés, y Gaspar de Guerra, en
Sevilla, lo que demostraba que se mantenía la relación y el conocimiento por
las élites alcalaínas con este famoso artista alcalaíno.
Si
Juan Martínez Montañés(1568-1655), el
famoso escultor o imaginero natural de Alcalá la Real y afincado en
Sevilla, fue el embajador de muchos vecinos de la ciudad de la Mota, que
acudieron a tierras americanas y regresaron o enviaron sus herencias a estas
tierras, pasando por el buen hombre que se hacía cargo de todas estas
mercancías y misivas de sus paisanos, el "dios de la madera" o el
"Lisipo español" no perdió el
vínculo con los vecinos de su tierra natal en tierras americanas, porque su
obra se extendió , en la que muchos indianos de la ciudad de la Mota acabaron
sus vidas. Desde Méjico hasta la Nueva España pasando por tierras bolivianas
hay huellas alcalaínas. De la época que Hernández Díaz califica de periodo
formativo que va de 1588-1605, hizo una serie de imágenes con destino a Perú,
entre ellas el Crucificado del Auxilio de la iglesia de la Merced de
Lima, precedente del famoso Cristo de los Cálices de la catedral de Sevilla, semejante
a los que hacía su maestro también alcalaíno Pablo de Rojas. De su época
magistral, la catedral de Lima conserva el retablo de San Juan Bautista
(1607-1622), que procede del convento de monjas de la Concepción: Fue
concertado con Francisco Galiano, ejecutado por Diego López Bueno, y
recompuesto recientemente por Teófilo Salazar. Preside el Cristo Crucificado,
con un amplio sudario de tela. Montañés hizo las imágenes, pero el dorado
y estofado es obra de otro alcalaíno afincado en Sevilla Gaspar de Regis,
sobrino del maestro de Montañés Pablo de Rojas, también alcalaíno. En la predela
están los Santos Doctores y los Evangelistas, y, en su centro, o banco, el
cuerpo yacente y degollado del Bautista; en las calle laterales se
describe la vida del santo: la aparición del ángel a Zacarías, la visitación de
su prima santa Isabel, la natividad del Bautista, la despedida de
este de sus padres, la predicación en el desierto, el bautismo de Jesús,
la comparecencia ante Herodes para recriminarle sus amores con Herodías,
el Bautismo de Jesús, el encarcelamiento y la degollación del
Bautista. Herodías y Salomé entregando la cabeza de la degollación.
Del decenio crítico (1620-1630), entre
1624 y 1625 Montañés el capitán Fernando de Santa Cruz y Padilla, le
contrató sin pintar la imagen de Santa Apolonia por la cantidad de 100 pesos y
actualmente se conserva en la catedral limeña. También de esta etapa son unos
ángeles músicos del Convento de la Concepción de Lima tocando una
corneta.
Y, por último, en la etapa del barroquismo final, (1630.1643). se le
atribuyen san Francisco Javier y san Francisco de Borja. Ambas fueron
enviadas e 1648 para la iglesia de san Pedro de Lima.
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