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jueves, 7 de marzo de 2024

EL MÉDICO GASPAR DE REYES Y MEJÍA y nuevos datos por si biografía






LA OBRA

Adela Tarifa resumía que " El contenido del pequeño tratado, redactado en prosa bastante farragosa, nos ha permitido adentrarnos en diversos aspectos interesantes de la época: el contexto histórico en el que se publica, la formación académica del autor, la consideración de las ciencias experimentales en época barroca, la relación entre ciencia, religión y actitudes frente a la muerte, los problemas de censura editorial, diversos aspectos sobre la vida cotidiana e, indirectamente, la climatología padecida por el Santo Reino en los años centrales del siglo XVII. El análisis, las apreciaciones y consejos que sobre el consumo de la garapiña nos ofrece Don Gaspar, nos introducen en los usos y costumbres sociales de los alcalaínos en la Edad Moderna.
Con Ricardo San Martín tuvimos la fortuna de compartir un artículo en el programa de la Virgen de las Mercedes de Alcalá la Real sobre este médico, el uso medicinal de la nieve, el pozo de nieve de la ciudad fortificada de la Mota y los años de nieve, así como el resumen de la obra. No vamos a caer en estos detalles que vamos a resumir en especificaciones de estas conclusiones anteriores: 

Primera conclusión:
 «En esto convienen todos autores, así antiguos, como modernos, Hipócrates (…) Que es decir, lo frío como nieve engendra convulsiones, livores, rigores, es enemigo de los huesos de los dientes, nervios, cerebro, y del pecho mueve toses y flujos de sangre: luego no conviene beber agua helada, hecha carámbanos ni otras garapiñas aunque sean de chocolate, agua de canela y limonadas porque aunque el agua de canela y chocolate sean calientes no osta, porque se beben heladas con que llevan consigo como excedente la frialdad y esta es la que obra y impide al calor natural las reduzca a benigno y como son más densas harán más daño 336 adela tarifa fernández / antonio ceballos guerrero que el agua helada y por ser de más crasa sustancia como el hierro aún no hecho fuego quema más que la estopa con todos grados necesarios para forma de fuego.»

 La segunda se refiere a  tomar el agua caliente.

No es buena la caliente, como galeno, pues
: el agua caliente relaja el estómago, y fuerzas del vientre, (…) Que el agua caliente corrompe la digestión, comentarios al tratado médico dedicado a alcalá la real por el dr. gaspar de los reyes mexías (1658) 339 no deja asentar la comida, no quita la sed, causa hidropesía, calentura hetica, y consume el cuerpo (…)» Por si quedan dudas se pregunta: «Luego el uso della debe reprobar?» y sentencia que sí, porque: «(…) el agua caliente da hastío, quita la gana de comer, entristece las partes nutrimentales, quita y relaja la virtud del estómago, hígado y bazo, afemina los nervios, hace rudo el entendimiento, en llenándose de vapores crudos, crasos y nibulosos, causa desmayo y flujos de sangre, en mayor cantidad, enfría menos y es en causa de que se beba mucho; y que males no hará bebiéndola en particular en tiempo de Estío: luego con toda razón se debe reprobar». 
                                
                                La tercera conclusión que las aguas de hielos, o la derretida, es «perniciosísima: (…) lo dice Hipócrates… que todas cuantas se derriten de nieves o hielos son malas no necesita otra prueba»

                           La cuarta conclusión, 
    Se refiere al agua fría, pero «con nieve» buenísima, y lo explica en detalle: 

«(…) porque robora el calor natural, quitándole el causado del Estío, fortifica las parte nutrimentales, hace más robustas las tresacciones, vitales, animales y naturales, prohíbe que no se exalten los espíritus vitales, por lo que quita desmayos, sícopes y otras graves enfermedades, despierta el apetito de comer. Prohíbe que no se pegue la comida por calor al estómago, refresca todo el cuerpo, es eficaz remedio contra tabardillos y todas calenturas, en particular continentes, a quienes dice analogía esta maligna y semipestilente calidad del tabardillo; refiérelo elegantemente Galeno (…) que la calentura contiene solo dos remedios grandes, sangría y cuando está en todo su vigor, beber frío hasta que se satisfaga el enfermo» 





EL AUTOR 

La profesora Adela Tarifa y  el bibliotecario Antonio Ceballos  resumían en un artículo sobre la obra de Gaspar de Reyes Mejía   el uso del agua helada, la garapiña, publicada en 1658. Afirmaban que  este  médico era  de origen portugués y formado en la Universidad de Alcalá de Henares Ejerció su profesión en la importante ciudad de Alcalá la Real a mediados del siglo XVII. Hemos tenido la fortuna de encontrar su inventario de bienes, testamento y codicilo ante Francisco de Velasco en 31 de octubre de 1661, que, aunque deteriorado, nos aporta datos muy interesantes sobre este médico (LEGAJO 5194,    IPC). El fraile Pêdro de Novella procurador del convento de Nuestra Señora de Alcalá la Real, declaraba   que el testamento era un traslado del realizado por el médico, en este año ya difunto, ante el escribano Juan Díaz de la Bella, que también hemos descubierto a dos de julio de de 1561 (AHPJ LEGAJO 5088). Este fraile alcalaino aparecía como procurador de sus hijos frailes; Juan en el convento franciscano de Nuestra Señora de Consolación, y Felipe en el franciscano  de san Antón Abad de Granada. Otro hijo, de nombre Tomás también fue fraile franciscano. A pesar de que hay una laguna del sitio de enterramiento por deterioro del documento, confirmamos que tuvo que ser enterrado en la capilla de don Alonso de Paredes de la iglesia de Consolación por este testamento ( se la tenía ofrecida y allí había enterrado a su hija doña Mencía),  con el hábito de estos frailes, acompañamiento de beneficiados, capellanes, clérigos, frailes de los conventos del Rosario y San Francisco  y  con la música por la calle y cruz, cera y pendón de la cofradía de san Pedro. No se olvidaba  de la imosna de cera para el Santísiomo Sacramento, redención de los cautivos y Lugares Santos de Jerusalén.   La dedicatoria de mil misas por su alma manifiesta su estado reconocido y privilegiado, como sus albaceas, sus hijos y los hidalgos don Andrés de Valenzuela, caballerizo de la Reina, y Manuel de Alarcón y Mendoza canallero de la Orden de Calatrava,  reitera una gran celebración de número de ellas en la parroquia de Santo Domingo (250) y   los tres conventos franciscanos y dominico (600), aunque su confesor era el dominico Baltasar del Castillo  al que le otoga unas cincuenta.
Además de ser médico de la ciudad atendía los servicios del Hospital del Dulce Nombre de Jesús, situado en el Llanillo y calle Caridad, a la que le donó el ajuste de cuentas que le debían para la obra que se estaba realizando por este tiempo y ponía como cobrador a don Luís de Pineda Valenzuela.  
Con buen criterio decían los estudiosos que era de Portugal, pues en sus mandas  le dedica varias misas  y cita como lugar de nacimiento  de sus padres Campomayor, y se llamaban Blas López Mexía y Mencía López Pinto. Campomayor​ (en portugués Campo Maior) es una villa portuguesa del distrito de Portalegre, región Alentejo y actual comunidad intermunicipal del Alto Alentejo. Su economía se basa principalmente en la agricultura (cereales y olivos) y en la industria del café El municipio limita al norte y al este con los municipios de Alburquerque y Badajoz, de España; al sureste, con el municipio de Elvas; y al oeste, con Arronches. Asentamiento romano y ocupada por los árabes casi 500 años, en 1219 es conquistada para Castilla por los caballeros cristianos de la familia Pérez de Badajoz, quienes posteriormente ofrecieron la villa, perteneciente al municipio de Badajoz, a la Iglesia de Santa María del Castillo (Olivenza)Desde finales del siglo xv, se incrementó sustancialmente su población por la llegada de castellanos perseguidos por la Inquisición en Castilla. Fue tan  numerosa en el siglo xvi, que fueron muchos los residentes en Campomayor sometidos a Autos de fe realizados en Évora por la Inquisición portuguesa, acusados de judaismo.
Ya se había marchado de esta villa Gaspar de Reyes en La guerra de independencia contra Castilla, a partir de 1640, produjo importantes transformaciones. Durante los últimos tres siglos se había desarrollado ampliamente fuera de la cerca medieval sui recinto fortificado, en este tiempo se levantó  un nuevo cinturón amurallado para defender a los vecinos de la nueva villa de los ataques de los ejércitos castellanos, de modo que  obligaron al rey portugués a invertir grandes sumas de dinero, enviar ingenieros militares, trabajadores calificados y mucho personal no calificado. Se asienta un gran contingente militar, estimándose que en la segunda mitad del siglo xvii, de cada cuatro personas que residían en el pueblo, una era militar. Ejerciendo de médico en otros lugares, Campomayor fue el principal cuartel general de las tropas mercenarias holandesas desplegadas en el Alentejo y el pueblo se convirtió en el centro militar más importante del Alentejo, después de Elvas. 
Su  mujer era Catalina Delgado, con la que se casó en Valverde  el 27 de julio de 1626  ante su tío el cura licenciado Diego Martínez Moreno y debio estar relacionado con este, que la declaró heredera de  una dehesa, casas principales, varias hazas y huertos valorados en 10. 000 ducados, ( grabados con dos censos  uno de ocho mil reales y otro de 500  ducados) y allí era hija de Diego Fernández de la Calle y Mencía Gómez, con la obligación de fundar obra pía. Eran naturales de Montánchez, municipio cacereño en el extremo sur de la provincia, dando su mismo nombre a su sierra la, relativamente próximo al centro geográfico de Extremadura. Alli poseía un molino  su madre y lo heredó Asentado junto a un castillo romano, tras  la invasión musulmana y la conquista leonesa, se le dio título de villa con un término que abarcaba 14 municipios actuales, formando la Tierra de Montánchez, vinculada históricamente a la Orden de Santiago. Gaspar de los Reyes ejercía de médico en la ciudad extremeña de Llerena. Debió estar muy enamorado, pues son muchas las referencias en el libro a las mujeres: Cuando era viejo  tenía  «calor de mozo y era ejercitado», y cuando todavía se deleitaba con buenos granizados. De lo que estamos seguros es que gozó de la vida y del amor de esta  mujer: se aprecia en lo que escribe. Durante los siglos XV y XVI esta fortaleza fue habilitada como residencia de comendadores y autoridades de la Orden de Santiago, por lo que perdieron su carácter militar y se transformó en edificio de uso doméstico y residencial. Curiosamente en 1619 el Castillo sirvió de cárcel a Rodrigo Calderón, protegido del Duque de Lerma, que fue confinado en Montánchez para alejarlo de la Corte mientras se instruía el proceso que acabó con él en el patíbulo. Como consecuencia de la guerra con Portugal, en 1653 el Castillo quedó inhabitable y sin alcaide.

Como dice Adela Tarifa, sobre su relación con la mujer, y algo tenía que ver su eposa "Encantador y cándido mensaje lanza en los párrafos siguientes sobre lo mal que le sienta a los estómagos débiles, particularmente los de la mujer, beber la maldita garrapiña, aprovechando tan oportuna ocasión para lanzar algunos piropos al sexo débil, que a juicio del galeno es mejor nacido que el rústico varón, de la que ella procede mediante la costilla de Adán. Y con sus palabras de doctor, confundiendo turios con troyanos: «Lastímame la miseria de nuestros tiempos, pues veo, que la peste epicúrea destruyó primero los de Alemania, Flamencos y Franceses y ahora a España tienen tiranizada, sepultada su antigua continencia, habla del agua fría como nieve, que dicen garapiña, aunque sean de chocolate, de agua de canela, de leche, limonadas y otros licores, como queda probado con las autoridades citadas, y perdóneseme referir tantas, y de tan graves Autores, pues el principal asunto deste discurso es desterrar tan perverso abuso, de cuyo uso se seguirá varias y diversas enfermedades de presente, y en la vejez, principalmente señoras, en quienes está más recibido este estragado apetito en sus visitas, en que, hacen reputación de dar garapiñas, y no recibirlas, siendo así que les harán más daño que a los hombres, pues es doctrina de Valles, y de otros muchos, ser la mujer más cálida, más fría que el hombre más frío, entiéndase en el principio de su generación, que después por accidente puede ser más cálida, sea la que fuere; sucédeles en tal ocasión estar con el mes, no estar digestas, haber comido poco y aún de mala sustancia, por su estragado gusto, preñada o de poco parida, con purgaciones blancas, o gálicas etc. que sería largo detalle referir sus enfermedades, pues son un retablo de duelos. Los hombres son más robustos y nature potente nihil est difficile, se valen en su comida de lo mejor, y así viven más, y con mejor salud. Quedo, que la mujer es más bien nacida que el hombre, pues este nació en el campo, y quizá en las malvas de la tierra inanimada, y la mujer nació en el Parayso de una costilla animada y fue el complemento de la creación, excede al hombre en mansedumbre, en honestidad, en vergüenza, en paciencia, tolerancia en los trabajos y se les debe toda cortesía y en los Proverbios dice el Espíritu Santo, será bendito el hombre que tiene mujer buena, y el Eclesiástico I dice que por la mujer tendrá el hombre doblada vida, numerus annorum dúplex. Y dice más, ser la mujer gracia sobre todas las gracias, y corona de su marido: Sutor ne ultra corrigia pergas, dijo Apeles a un zapatero que quiso censurar mas que la correa del zapato de una imagen que sacó a la censura de todos. Buélvome al agua.». Fue un gran esposo y prolífica familia: fueron sus herederos sus hijas Mencía y María Bautista con su nieta María Esteban; sus hijos Juan, Tomás y Felipe, los que declaró herederos con el usufructo de los bienes en vida que luego pasaban a las casas religiosas. Doña María Bautista fue monja de la Encarnación y había casado con el aobogado Juan de Moya y Vargas y recibió mil ducados de dote (ochocientos de dote y de propinas y vestidos 200). Este tan solo trajo unos librpos que np bastaron con su venta (800 reales) para el entierro que tuvo que sufragar su padre médico.


Con Adela Tarifa, estamos de acuerdo que  amaba su profesión, y que era un hombre bueno. Tenía una esclava de nombre María, que la dejó para su hija, que al hacerse monja, la liberó y la dejó al sevicio del vicario Juan Vázquez Mesía, Para su casamiento con el esclavo de este vicario de nombre Alonso, le dio la cama, el colchón, la barandilla y la declaración  de libertad.  Nos valen los consejos finales de don Gaspar, los de su cuarta conclusión, porque no tienen desperdicio: «Beban poco agua y menos de la de nieve y poco fría los flemáticos, los de poco calor en el estómago, los que padecen ventosedades, flemas, crudezas, los que regüeldan azedo, los ociosos que viven a lo poltrón, porque si beben mucho y muy frío, intespestivamente se ocasionan morir de repente, no los que tienen obstrucciones, no los que tienen apretado el pecho y les suenan pitos y flautas, como asmáticos, no los que escupen sangre, no los que tienen destilaciones y tose, no las mujeres que padecen fluxos albos, no los sujetos a dolores por ventosedad, como cólica y ijada, no la beban los niños, porque sus ordinarias crudezas se harán mayores como se sofocarán, criarán lombrices y les darán alferecía, no los muy viejos, salvo si tienen calor de mozos y son ejercitados, no la beban luego después de haberse ejercitado mucho, no les acontezca lo que cuenta Hipócrates sucedió  La garapiña se consideró golosina: he aquí algunos ejemplos: «Venus. También fe gastan bobas por golofina que fon Damas, que faben a garapiña» o a Esteneo, que murió dentro de tercero día con graves accidentes, por haber bebido frío luego después de haberse ejercitado. Por lo que Caballero mozo, si juegas a la pelota o eres desposado y has tratado de parecer muy galán a la novia con que te habrás encendido, no bebas luego después del ejercicio, no te suceda mal, antes gocen todos de salud.









 En un codicilo del dia once, se acordó de darle a su nieta otros doscientos ducados . Había contratado un vestido al criado del abad Jorge, que salió en subasta. Dejó tres candiotas de vino añejo  trasiego a 60 arrobas cada una y a trece reales arroba( una apilada y de hoja del año pasado) no tenían trasiego en las soleras (13.280 mrs) y su valor en 6.000 reales.  
Murió el médico Gaspar de Reyes en 22 de  octubre de  1661, de muerte natural.   Para hacer el inventario de su casa de la calle  Veracruz, lindera con Corral de Comedias  y casas del barbero Juan de Sevilla , donde se hallaba  muerto el médico y valorada en mil ducados por el cantero Juan de Robles, acudió el frailes de Consolación y Alcalde Mayor  licenciado Pedro Velosos Armenta. Vamos a ilustrar su casa con los bienes que se encontraban en sus dependencias.  De animales, una mula negra ensillada gallega y enfrenada; un esclavo de nombre Pedro, de color membrillo, llamado Isidro;  otra esclava, del mismo color,  de nombre ,,,,;  dos bufetes; una salvadera con su tapa de bronce; un cuadro de Nuestra Señora; dos esteras de esparto, una jaima y aaprejo para la mula con su ensancha y albarda, una cantimplora de cobre, 7 orzas, tres tinajuelas pequeñas; otra tinajuela de agua con su tapadera de palo; cuatro cuatro suelas de baqueta demoscobia, dos leones de barro pequeños,  una cama de campo con su herraje,  la colgadura de la cama de pañuela verde con alamares y flocaduras de seda verde, un rodapiés de paño verde, bordado con plumas; tres colchones listados, llenos de lana, un paño de camavar con fleques, un encerado; tres escabelillos de nogal; una arquilla de pino vieja; ; un colchíon con lana, una artesa, una barandilla de  y lámpara cerner y un cedazo ; una tabla de horno; una cnasta de mkimbre con diez platos medianos; una sartén pequeña; otra sarten grande, una caldera vieja mediana; una escalera vieja de palo; un pichel; una jarra vidriada de Géjoba; ; 4 fanegas de cebada;  un hierro de herrar  y un poco hierro viejo; una tinajuela para aceite, una arca de pino sin cerradura, un banco largo; una jeringa de azofar; un calentador;  dos morillos de azofar; un velador de palo; tintero y salvadera de piedra; una almirez con su mano; una olla grande, una arca pequeña,  unos estribos de palo, un candado frande, unas parrillas, un espertero, unas tenazas, una espuerta, un cañón de candiotas, una albacia de Talavera; la madera de una cama con su barandilla deherraje y cablas, una moda pies de tercio pelo carmesí;  un cántaro de cobre; un velón de azófar, un cuadro de la Epifanía; otro cuadro de Santa Catalina,. ambos grandes con sus marcos; otro cuadro del Bautismo de Cristo; otros cuatro cuadros de diferentes pinturas, otros dos cuadros medianos, un banco con cerradura y llave  y dentro  lo siguiene ; calzón y ropilla de chamelo re negro, una ropilla y calzones de sarga negr, un ferreruelo de burato,  unas tablas de mantel les finas , un lienzo de sobremesa de tercioñpe,o,  pies de rasillo  3 fanegas de suelo de trigo; la madera una cama, dos tinajuela pequeñas con vinagre,  un telar para candiotasm tres candiotas con ceños de hierro de cabida de 40 arrobas,m ,las dos casi llenas  y otra poco más de vino añejo; cinco paños decorte de figuras grandes  que dijeron estar prestados a don Francisco de Narváez y Ludeña,;  dos almohadas de lanas.De todos ellos se bhicieron depósito para su hijos frailes. En primer día de noviembtre ante el alcalde y los frailes Pedro Muñoz  y Pedro del Salto , uno de Consolaciión y el otro de San Antón, se llevo a cabo el remate en varias personmas que pagaron en almoneda. 

UN LIBRO ALCALAÍNO SOBRE “EL AGUA ELADA” (1658)

Francisco Martín Rosales y Ricardo San Martín Vadillo

A raíz de una visita a la Biblioteca del Hospital Real de Granada tuvimos la suerte de encontrar el libro titulado Discurso contra el mal uso de beber agua elada hecha carámbano, a que dizen  garapiña, aunque sea de chocolate, de leche, de agua de canela, limonada, y otros licores: contiene excelencias de beber a su tiempo agua fría de nieue, y unas reglas saludables de Hipocrates, Galeno, y Auizena, vueltas del latin en refrancillos[1]

Está dedicado a “la muy noble, y siempre leal ciudad de Alcalá la Real, llave, guarda, y defendimiento de los Reynos de Castilla”.

Se trata de un libro editado en Granada, en casa de Francisco Sánchez[2], en 1658. Son doce hojas en cuarto con una ilustración en la portada.

El autor es Gaspar de los Reyes Mexía, médico en la ciudad de Alcalá la Real. En el padrón de 1606[3], hemos encontrado (hoja 8v) cumplida referencia a nuestro personaje: vivía en la calle San Blas, como otros ciento treinta y tres vecinos[4], con su mujer, un hijo y dos criados.  Si el padrón se realizó en 1606 y don Gaspar ya estaba casado y con un hijo, cabe pensar que tendría entre veintitantos y  treinta años, lo cual nos lleva a conjeturar que en el momento de la edición de su libro (1658) éste tuviese cerca de ochenta años, edad avanzada para mediados del s. XVII.

La ilustración de la portada está firmada por el licenciado Pet (Petrus) Gutiérrez[5]. Se trata de un bello grabado calcográfico del escudo de la ciudad de Alcalá.

          En Cean Bermúdez (1800:252), se nos dice de él: “El licenciado Pedro Gutiérrez, grabador de láminas a buril. Vivía en Granada a mediados del siglo XVII donde fue uno de los mejores grabadores de su tiempo por la firmeza e igualdad de su buril y por la corrección en el dibuxo. Es de su mano la muy linda portada del libro titulado Vida y martirio de San Eufrasio, obispo y patrón de la ciudad de Andúxar, escrito por Don Antonio Terrones de Robles en 1657”.

 

 

Nada sabemos del autor del soneto, Antonio de Lucena y de Christoval Castro Gallegos, autor de la espinela o décima[6].

El Doctor Gerónimo de Prado Verastegui[7], fue canónigo de la Santa iglesia metropolitana de la ciudad (Granada), provisor y vicario.  Se menciona también a Joseph Argayz, arzobispo de Granada

Fue Manuel de Morales y Noroña, médico de Granada, el encargado por el anterior de dar la aprobación médica al libro. Lo hace con palabras de encomio[8].

Gabriel Guerrero y Sandoval[9], caballero de la orden de Santiago, maestro de campo, corregidor de Alcalá la Real, Loja y Alhama, es el destinatario de la dedicatoria del libro[10]. Consultadas las Actas de Cabildo de 1658[11] hemos encontrado la sesión del día 26 de diciembre de ese año en la que toma posesión del cargo de corregidor de Alcalá y se copia la carta de nombramiento real.

Un análisis del contenido médico del libro nos lleva a las siguientes consideraciones:

1)    El lenguaje usado para redactar es farragoso, difícil de entender a veces, lleno de citas médicas[12], muchas de ellas en latín; se utilizan a modo de apoyo en sus aseveraciones y consejos médicos. Está en la línea de las ideas científicas que podemos leer en otros tratados médicos de ese siglo.

2)    La tesis principal, repetida y reiterada a lo largo de las 12 hojas, es el perjuicio causado por la ingesta de agua de nieve, “llamado garapiña o carámbano” y las excelencias del agua fría con nieve.

3)    Especifica cuáles son, en su opinión y la de médicos de la antigüedad, las mejores aguas (f. 2). Enumera los cinco provechos del agua para el estómago (f. 2): quita la sed, desata y mezcla el alimento, “para que mejor saque naturaleza el quilo”[13], “porque no se pegue”, “para que sirva de vehículo al quilo”.

 El autor se hace una serie de preguntas, con Aristóteles, que él mismo responde: ¿por qué es malo cambiar de agua?, ¿se ha de comenzar las comidas con agua? (f. 3), ¿por qué empezar las comidas con lechuga, si los antiguos acababan con ella (f. 4)?

Tres son las conclusiones del tratado: 1) “de ninguna manera conviene beber agua elada[14] hecha carámbanos, que dizen garapiña[15] (f. 5-8)”; 2) tampoco es bueno beber agua caliente (f. 9); 3) es saludable beber agua fría con nieve (f. 9-11).

Acaba el libro con una serie de diez “refranillos” en latín y castellano: “Comerás para ser sano, / sin hartarte todo el año”; “Exercicio, y el comer, / con templança deber ser”; “Bebida, sueño y amor, / si moderas, es mejor”; “Si comiste con excesso, / no deves cenar por esso”; “Come más, y cena poco, / serás más cuerdo que loco”; “Si estás de tragar ahito, / no cenes, anda poquito”; “Variedad de comidas, / son de Galeno aborrecidas”; “Una vez en la semana, / no cenes, aunque aya gana”; “Entre comida, y cena, / ni comer, ni beber, dize Avizena”; “Extremos, frío, y caliente, / te harán siempre doliente”.

          Otros tratados sobre el uso médico de del agua fría y la nieve son: Nicolás Monardes: Libro que trata de la nieve y de sus propiedades y del modo que se ha de tener, Sevilla (1574).

Alonso Díez de Daza, Libros de los provechos y daños que provienen con la sola bebida del agua: como se deba escoger la mejor y rectificar lo que no es tal, y como se ha de beber frío en tiempo de calor sin que haga daño, Sevilla (1576).

Francesc Micó Micón, Alivio de los sedientos, en el qual se trata la necesidad que tenemos de bever, frío, y refrescado con nieve, y las condiciones que para esto son menester, y quales cuerpos lo pueden libremente suportar. Barcelona: Diego Galván, (1576).

Alonso González, Carta al doctor Pedro de Párraga Palomino, médico en la ciudad de Granada; en que se trata del arte y orden para conservar la salud, y dilatar nuestra vida y buen uso del beber frío con nieve, Granada (1612).

Jiménez de Carmona, F. Tratado de la grande excelencia del agua y de sus maravillas, virtudes, calidades y elección, y del buen modo de enfriar con la nieve, Sevilla (1616)

Matías de Porres, Breves advertencias para beber frío con nieve, (1621)

Isaac Cardoso, F. Utilidades del agua y de la nieve, del beber frio y caliente, (1637)

Alonso de Burgos, Méthodo curativo y uso de la nieve. Córdoba: Andrés Carrillo. (1640).

          A través del artículo de Rincón González (1958:120)[16] sabemos qué otros médicos ejercieron en Jaén en el siglo XVII: Benito del Campo (1544), Cristóbsal Méndez (1553), Juan Huarte de San Juan (1575), Alfonso Freylas (1577), Miguel Franco (1601), Juan de Viana (1637) o Isidro Pérez Merino (1641),

          Asimismo, hemos localizado otros médicos alcalaínos de los siglos XVII y XVIII:

Benito del Campo[17], fue médico de Alcalá en la primera mitad del s. XVI. En 1544 publica su obra Comemmetarium de luminy et specie ex Philosophia (se trata, entre otras cuestiones, del uso médico del culantrillo).

Juan Gutiérrez Godoy[18], debió residir en Alcalá hasta 1624; gozó de gran prestigio; fue llamado al servicio del rey Felipe IV. Tuvo una notable producción de escritos médicos.

          Si bien el médico Diego Mateo Zapata no ejerció como tal en nuestra ciudad, sí tiene una curiosa relación con Alcalá[19].

          Don Antonio Mendal y Villalba, médico de Alcalá la Real en 1764 y 1765[20].

          La nieve y el agua helada debieron tener varios usos: terapéuticos para curar enfermedades con motivo de las grandes epidemias, peste y fiebres de todo tipo que alcanzaban a la población (son muchos las ocasiones en que con motivo de la  peste de epidemias febriles que se cita su uso); en segundo lugar, la nieve se convierte en un objeto gastronómico esencia a la hora de  las invitaciones de los frecuentes convites y banquetes que acontecían con motivo del recibimiento de personajes famosos (reyes, condes, duques, como el de Sesa) y autoridades (corregidores y abades, sobre todo al principio de su mandato) y en las fiestas extraordinarias de proclamación de reyes y acción de gracias, por un parto regio, tratado de paz o victoria nacional. Pero, antes de tratar de su importancia, la nieve y las heladas jugaron con frecuencia malas pasadas en siglos pasados  a los vecinos de Alcalá.

          Hay muchas referencias a la nieve y las heladas en las actas municipales. Si nos remontamos al siglo XVI, con motivo de la fiesta patronal de San Sebastián de 1598, la nieve y sus efectos atmosféricos impidieron su celebración a pesar de que se había llegado a un acuerdo entre diversos estamentos que mantenían un conflicto entre los caballeros hijosdalgo y los representantes de la ciudad, como se manifiesta en ésta a la que habían sido invitados por el abad, y  llegaron a renunciar su asistencia a pesar de ser una fiesta patronal y en aquel año con más razón por ser año de nieves y aguas.[21]

          En el cabildo, 24 de marzo  de 1600, se cita explícitamente que "se lleve la nieve de la plaza, porque  está mal y ocupa la plaza de la Mota". 

Incluso, se constatan sus efectos nocivos y perjudiciales en la población, viviendas y edificios públicos. Así, por la Navidades de 1600, esta es tan fría y hace un tiempo tan áspero de agua y nieves […] se arreglen los corredores de la ciudad, que están las tiendas y escritorios pues hay hoyos y barrancos y está en la Plaza Pública

          Esto dio lugar al despoblamiento de la Mota a partir del siglo XVII. Los edificios municipales, renovados a principio de siglo en la fortaleza de la Mota, son objeto de continuas reconstrucciones, como en los corredores de la Plaza y Casas de Cabildo, casas de la Justicia (escalera y corredor) que ardieron en el año 1662, carnicería, matadero, las fuentes de Peñuelas, Granada y principal. Muchos de ellos, sobre todo las tiendas, poco a poco son abandonadas. Lo mismo sucede con algunas familias hidalgas de la ciudad como Francisco Méndez de Aranda, beneficiado de la Iglesia Mayor, que abandonó las casas traseras de la casa de Justicia y otras de María Ramírez, situadas en el Bahondillo empleando los materiales para reedificar sus casas en las casas de la Placeta de la Trinidad (cfr. 22.8.1662). El traslado de la ciudad al llano obligaba al mantenimiento de las calles y de los edificios colindantes sin poner ningún tipo de obstáculo como sucedió en los primeros años del reinado anterior.  Entre los muchos testimonios, sirva de ejemplo este del cinco de marzo de 1663, en las casas de la Mota ay muchas murallas que están amenaçando ruyna y que avitualmente en la calle por donde pasa la procesión del Corpus se cayó una pared y derribó la casa de enfrente.

Lo mismo sucedía con la casa de la Nieve donde estaba el pozo y todo el recinto fortificado en sus murallas, cercas y puertas, a pesar de que todavía se destacaba su importancia militar. El último cinturón de murallas, junto a la Puerta de Martín Ruiz, se encontraba prácticamente arruinado en 1664 y amenazaba las casas colindantes. Sin embargo, todavía lograron mantenerse los edificios  públicos como las carnicerías, las tiendas de escribanos, las casas capitulares y abacales  y de la justicia a pesar de los intentos de traslado en 1653 y 1658. A todo ello habían contribuido diversas provisiones reales que habían permitido el traslado del comercio y algunos oficios desde la fortaleza de la Mota hacia el Llanillo, más abajo del arrabal de santo Domingo, sobre todo hasta la esquina del Rosario. La falta de agua, el abandono de solares, la distancia del abasto de carnes que hacía que los trabajadores no acudiesen por no retardarse en el trabajo, y la proliferación de muchas tiendas particulares que ocasionaban fraudes.

          Predominaban los  años de sequía. Así ocurrió en 1631, 1632, 1637, 1638, 1639[22], 1651, 1653, 1656,1661, y 1665, que  provocaron un agravamiento de la difícil situación económica que dio lugar a unas cosechas poco productivas. Hay noticias de que en 1625, el mes de febrero fue de intensas nieves; y en 1658 hubo  una intensa nevada  al principio de año. Y raro era el año de intensas lluvias y nieves, como el 1663, que también ocasionó una corta cosecha a la que hubo que registrar para el abasto común de la población a través de la compra de trigo de los labradores, la mayor parte de las rentas y diezmos de los eclesiásticos.

Pero la nieve no acontecía esporádicamente, sino que, a veces, se encadenaba en una serie prolongada de años. En tiempos de la minoría real de  Carlos II, se inició su reinado gobernando la Reina   con un periodo de cortas cosechas a causa de los fuertes temporales  durante  los años 1665 y 1666, que se repite  por motivos distintos en los años 1673, con un largo periodo de nieves durante todo el mes de mayo y una plaga de gusanos por todo los encinares, y 1679, bastante seco,  y a mediados de su reinado en el 1685 y 1689 y 1690. Si los años de sequía provocaban algunos problemas , en los de abundantes lluvias y nieves, como 1672, 1674 y 1675 y en las estaciones invernales como el 1684 y 1677, se acumulaban los problemas de arreglo de caminos, puentes  y calzadas, sobre todo, en el camino del Castillo hacia Valdepeñas, en los puntos del Palancares, Guadalcotón y los Loberones, que impedía trajinar en los campos y el comercio con el reino de Córdoba y otros lugares del campo y, lo que era más grave, de arreglo de los arruinados edificios públicos y abasto de la ciudad a la que se obligaba a registros de trigo, acuartelamiento y distribución de mantenimientos.

Años de torrenciales lluvias como en el invierno de 1680 y 1684 obligaron al arreglo de puentes de la Ribera y, curiosamente, se vieron afectados por la carestía del pan, fruto de la sequía de otros años, y, además, temblores de tierra, que en la noche del nueve de octubre del primer año afectó a muchos edificios religiosos, entre los que destacó la torre del Convento de san Francisco, y a todo el sistema de cañerías, arquillas y acueductos de abastecimiento de aguas. La buena administración del Pósito, la adecuada cosecha para una pequeña población y los propios recursos de los labradores no acusaban unos efectos tan trágicos en la ciudad como sucedía en otras grandes capitales. De ahí que en el año 1666, por el mes de noviembre, la Chancillería de Granada solicitó una nueva saca de trigo para abastecer la población. Se hizo un registro que consiguió del casco 1666 fanegas sin tener en cuenta lo que había en el campo y en la villa del Castillo de Locubín. Junto con el abastecimiento de trigo comenzó a decaer el de la carne, obligando a que se registrara el ganado vacuno, caprino y lanar y se cumplieran las ordenanzas que no permitían que un cuarto de las reses registradas se enviaran a otros lugares, sobre todo, la feria de Noalejo, para su venta y se quedaran para el consumo de la ciudad. Dos conflictos se recrudecen desde los años setenta de este siglo, el conflicto de la villa del Castillo de Locubín y la separación de Loja y Alhama del corregimiento alcalaíno. A esto había que añadir la crisis jornalera, provocada por las intensas lluvias y nieves y propagación de la langosta en muchos campos andaluces que en el año 1772 obligan a una gran parte de la población a mendigar y a provocar situaciones cercanas a la violencia para poder mantener la vida de sus hijos y familia. Para ello, se tomarán todas las medidas extraordinarias de abastecimiento de la ciudad y de los servicios del abad cardenal de la Cerda en la Corte para poder emplear los trigos del Pósito en favor de los pobres necesitados. Hubo momentos en los que hasta de tres días de desabastecimiento de pan. De nuevo, se distribuye el pan en tiendas prefijadas que abastecer a los vecinos.

Hubo fuertes temporales  durante  los años 1665 y 1666. No sólo era la sequía la que producía dificultades de abastecimiento, sino que los inviernos de nieve, helada y lluvia ocasionaban otros males a la ciudad. En el año 1695, es un claro ejemplo, de la unión de los tres males: falta de abasto de alimentos, en este caso, la carne, paro y hambre, que incide también sobre la ganadería: la rigurosidad del invierno con tan excesivas nieves y yelos se a muerto todo lo más del ganado de lana y lo que a quedado está muy flaco y sin que  sea de gusto ni sustento para enfermos y en caso de que algunos tengan algunas carnes capadas  y de bastante carne no las pueden comer ...se traigan carnes de calidad a veinte y diecineve cuartos la libra.....atendiendo a la calamidad de los tiempos y que esta ciudad  se compone de mucha gente pobre trabajadores del campo que por el rigor de los yelos, niebes y aguas a más de dos meses que no pueden valerse de su trabajo (cfr. 19.2. y 1.3. 1695) 

El siglo XVIII se inicia con un año como 1709 muy nevoso y con un conflicto que se agravó por la nieve. Su relación con la Corte le llegó a enfrentarse con el recaudador Juan del Mármol  en el cobro de los tributos del cuatro por ciento y del fruto de la bellota. Pero, el asunto más grave tuvo lugar con la revuelta popular de este año, en la que participó gran parte del pueblo llano y contó con el apoyo de un numeroso grupo de regidores, que llegaron a ser apresados por el corregidor. Venía precedida de una situación de calamidad pública, en la que las clases populares estaban sumidas en la miseria, ya que el abastecimiento de la ciudad no se había podido mantener con lo recolectado en la comarca hasta tal punto que la  mayoría de la población tenía que alimentarse con pan de garbanzos, habas y otras legumbres. Las condiciones climatológicas no permitían unas buenas cosechas por las nieves de enero de principio de año y las aguas del invierno.

Se constatan pocas nieves, dos conflictos se recrudecen desde los años setenta de este siglo, el conflicto de la villa del Castillo de Locubín y la separación de Loja y Alhama del corregimiento alcalaíno. A esto había que añadir la crisis jornalera, provocada por las intensas lluvias y nieves y propagación de la langosta en muchos campos andaluces  que en el año 1772 obligan a una gran parte de la población a mendigar y a provocar situaciones cercanas a la  violencia para poder mantener la vida de sus hijos y familia. Para ello, se tomarán  todas las medidas extraordinarias de abastecimiento de la ciudad y de los servicios del abad cardenal de la Cerda en la Corte para poder emplear los trigos del Pósito  en favor de los pobres necesitados. Hubo momentos en los que hasta de tres días de desabastecimiento. Pero los últimos años del reinado de Carlos III (1784-1786), sobre todo, en el año 1785, hubo grandes temporales que afectaron a las clases populares y  a los jornaleros, dando lugar a que los campos no se pudieran labrar y aquellos no pudieran trabajar. El recurso siempre era  el mismo: el ayuntamiento contribuía con el repartimiento de pan entre las clases más desfavorecidas y las rogativas a la Virgen de las Mercedes para implorar el cese de las lluvias. Para ello se contribuía con limosnas que compartían en la misma cantidad los dos cabildos: el municipal y el eclesiástico- que en este año superaron lo cuatro mil cuatrocientos reales. El año 1784 se define perfectamente característico de los ciclos calamitosos: lluvias torrenciales, fríos y lluvias en los primeros meses del año, primavera lluviosa, tormentas, incluso en agosto, y nieve, hielos y lluvias en diciembre. A la masa de jornaleros que eran abundantes en el casco urbano cogía desasistidos de frutos y sin posibilidad de ganar el jornal diario, provocando la miseria y pobreza de sus casas, la formación de cuadrillas que acudían a las casas de las personas pudientes, y la amenaza de la alteración del orden público. Aunque el cabildo palió con medidas de abastecimiento del pan del Pósito y la ayuda del abad; no eran suficientes, sino que hubo que administrar medidas  de racionamiento y racionalización por cuarteles como en otras ocasiones. Éstos eran repartidos por dos comisarios regidores de la ciudad y otros del cabildo eclesiástico.

Continuó durante los años 1797, 1798,  1799, 1800, 1801 y 1802 ( esta última con nieves intensas) el ciclo de inviernos duros, de restricción del pan, carestía de precios, lluvias y tormentas que provocaban la ausencia del trabajo y miseria de jornaleros, y obligando a medidas de repartos por cuarteles y en las casas capitulares y en los conventos de santo Domingo y Consolación a través de boletas, limosnas del corregidor, regidores, los pudientes hacendados, del Pósito y del Abad. Muchas veces se perdían incluso los nuevos productos como el aceite, como sucedió en el año 1800, en el que  se ve que comienza a incidir dicha labor agrícola en la clase jornalera para manumentarse y para el trabajo. Hallándose el fruto  del aceite que es uno de los primeros de necesidad casi perdido  por no poder recoger la aceituna.

Para el siglo XIX, nos quedamos con un triduo que se celebró en 1830 dedicado a la Patrona por ser una año de agua y nieves.

          Como uso industrial y doméstico se constatan dos elementos el Pozo de la Nieve y su casa. Del primero: en el acta de 15 de febrero de 1633 se habla del Pozo de la Nieve. Del segundo: en el acta de  29 de mayo de 1663, se alude que La Casa de la Nieve, donde está el pozo, está arruinada.

En el mismo año, más adelante, los señores don Pedro Muñoz de los Díez y don Matheo Serrano, regidores, dieron cuenta a la ciudad de cómo se acabó la nieve que había en el pozo y ayer veinticuatro de este mes concertaron con Diego Martínez Izquierdo "que traiga de Valdepeñas dándole tres reales por cada arroba  de nieve que entrare en esta ciudad y un real en cada carga y solicitan  que aya una persona para venderla bajándole el tercio y para que sea necesario venderla a ocho maravedíes en el interim “.  Por estas palabras se sacaron las siguientes consecuencias:

La nieve procedía de los ventisqueros de las Sierras de Valdepeñas[23], muy relacionadas con la comarca alcalaína y se mantuvieron hasta fechas recientes del siglo XIX y principios del XX.

En la obra de Miñano y Bedoya (1826:84), leemos sobre la nieve y su comercialización: “Las sierras que corren de mediodía a poniente […] La Pandera, en donde hay un pozo de nieve muy profundo, que aseguran antiguamente fue excavón de una mina de plata, el cual tiene una admirable desagüe por donde destila la nieve”.

Se controlaba su comercio a través de la municipalidad: nevero, precio, arrendatario y transportistas.

Las comunicaciones habían sido muy importantes en el siglo XVI y supusieron un nuevo impulso en los primeros años  del siglo XVII, en los que los carros se acrecentaban en número. Sobresalía  el camino de Granada a la Corte que pasaba por Alcalá y debía sortear gran cantidad de puntos embarazosos como barrancos y vados de ríos. Muchos de  ellos se salvaban mediante rudimentarios puentes de maderas que sufría las embestidas de los vendavales y había que renovarlos continuamente. De ahí que cada vez los vecinos consideraban que  había que emprender grandes obras de ingeniería. Este fue el intento de 1624 de construir  puente del Salado con motivo de la frustrada  venida del rey de tal manera que,  años más tarde en 1631, se le encargaron las trazas  al maestro de obras de la Catedral de Jaén Juan de Aranda Salazar y se hicieron posturas (cfr. 2.5. 1631), pero el camino de Valdepeñas, antiguo camino de Jaén, tenía importancia por ser medio de comunicación con los puntos de abastecimiento de la nieve que servía de medio terapéutico para las enfermedades estivales y para bebida refrescante: Estos se hallaban en la Sierra de Jaén y la fisonomía geográfica hacía este camino angosto y estrecho, que tenía un puente y se ensanchó en el año 1753.  Perdió importancia poco a poco, a pesar de ser el más famoso en el siglo XV, como denota la crónica del Condestable y  mientras la ganadería predominó sobre la agricultura,  fue uno de los que más  se frecuentaron.

          Para el comercio con la zona jiennense se recurría a los arrieros de Martos, Alcaudete y Alcalá; para los de Granada, los de Colomera, que eran moriscos; para el comercio con Córdoba, se trataba con los arrieros de Lucena. Curiosamente, se producía otro intercambio con estos pueblos que venían trayendo el vino cordobés y a veces se llevaba la nieve de Valdepeñas. Un momento clave para la caída de los vinos fue la entrada de los vinos cordobeses, que traían fingidamente sus vinos hacia Valdepeñas y aprovechaban sus cargas de regreso con nieve. Esto provocó una auténtica liga entre los comerciantes y productores alcalaínos en 1632.

Otros grupos menos numerosos eran los arrieros, que se dedicaban al transporte de los bastimentos. En el Castillo, destacaban cinco que llevaban la nieve desde Valdepeñas hasta Córdoba en el verano, desde mayo hasta octubre. Solían ganar cada arriero mil seiscientos aproximadamente. Muchos de ellos estaban ligados a los propietarios de yuntas de arreos que eran unos treinta y cuatro en toda la comarca. Solían transportar el trigo de la ciudad a otros lugares. Incluso en momentos extraordinarios llegaron a transportarlo a la corte de Madrid a través de los caminos de Jaén por Torredelcampo y Torredonjimeno o Córdoba y siempre para continuar a Ciudad Real.

En el siglo XVIII el abastecimiento de la nieve se acrecienta con la subasta de los helados y refrescos. Al principio, es curioso que los valencianos sean los primeros contratistas. Pero en el siglo XIX, son ya algunos comarcanos como los castilleros los que se quedan con la subasta. Así, Manuel de Mesa, vecino del Castillo, regentará los helados durante muchos años y su surtido se compondrá de helados mantecados y bebidas dobles, los cuartillos, los sencillos y el cuartillo de agua de cebada.[24] En el 1829, aparece un nuevo producto: la libra de nieve.

Con nuestro trabajo confiamos haber contribuido a un mejor conocimiento de la figura de aquel médico alcalaíno: Gaspar de los Reyes Mexía y su obra (1658), así como de la medicina de la época y los diferentes usos del hielo y la nieve.

Creemos que una reproducción de la portada de su Discurso contra el mal uso de beber agua elada… merecería ser reproducido en algún lugar cercano al nevero sito en la Mota.

BIBLIOGRAFÍA:

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-        Tarifa Fernández, A. y Ceballos Guerrero, A. 2014: “Comentarios al tratado médico dedicado a Alcalá la Real por el Dr. Gaspar de los Reyes Mexías (1658)”, BIEG,nº 210, pp. 313-344.

-        Valladares Reguero, A. 2012: Diccionario bibliográfico de la provincia de Jaén. Madrid: Copias Centro. 10 vols.



[1] Su signatura es: BHR/A-040-234(2).

[2] Importante editor del que se conservan más de cien libros en diferentes bibliotecas de Granada.

[3] Legajo 115; pieza 1.

[4] Es de señalar el elevado número de viudas, unas viviendo solas, otras con sus hijos y, en contadas ocasiones, con criados a su servicio.

               Vecinos suyos debieron ser: Juana de Martos, viuda y Antón González (con mujer y cinco hijos con bienes).

               En el mismo padrón hemos encontrado un tal Juan Bascones Mexía (con el mismo segundo apellido que nuestro médico).

[5] Al pie del grabado calcográfico se lee: L. Pet,. Gutierrez Alcalarregius  f. Granata.

[6] El libro tan sólo dice: “En alabanza del autor, por el Doctor Antonio de Lucena, soneto. En lauro del autor, por el Licenciado Christoval de Castro Gallego, espinela”.

[7] De él sabemos que era hijo de Francisco Guerrero y Córdoba, señor de Montemayor, y de Francisca Sandoval y Luna. Fue maestre de campo y caballero de la Orden de Santiago. Se conocen cuatro obras suyas, hemos encontrado dos de las cuatro obras suyas que se conservan: Hieronymi Pradi et Ioannis Baptistae Villalpandi ... In Ezechielem explanationes et apparatus vrbis ac templi Hierosolymitani : commentariis et imaginibus illustratus : opus tribus tomis distinctum ... (1596) y Memorial al Rey Nuestro Señor. Defensa canonica por la iurisdicion eclesiastica y justificacion de los Autos hechos por Don Ioseph Argaez, Arçobispo de Granada ... en la causa de Don Francisco de Peralta, y Caluillo ... respondiendo a los papeles de los licenciados D. Alonso de Llano y Valdés, y Don Sancho de Villegas ... , y ... Don Iuan Antonio Rozado (1656).

[8] Da su aprobación por “hallarse tanta erudición […] grandes estudios de su autor […} su experiencia”.

[9] Militar español nacido en Alcaraz en 1610 y muerto en Gibraltar (Venezuela) en 1666. Fue gobernador y capitán general de la provincia de Mérida. Murió defendiendo Gibraltar, atacada por los filibusteros.

Hijo de Gabriel Guerrero de Luna y de Catalina de Esquivel, abrazó la carrera de las armas. En 1641 fue nombrado caballero de la orden de Santiago. Fue maese de campo y gobernador de Sanlúcar de Barrameda. El 30 de agosto de 1664 fue elegido gobernador y capitán general de la provincia de Mérida. Se posesionó del cargo a fines de ese mismo año. En 1666 se produjo el ataque a San Antonio de Gibraltar (costa del lago Maracaibo) por los filibusteros Jean David Nau, conocido como “El Olonés” y Michel le Basque. Guerrero participó en la defensa de la plaza y murió en ella.

[10] En la dedicatoria se hace referencia a que ese año “se juntó gran cantidad de nieve”.

[11] A-34(1).

[12] Se toman textos de Aristóteles, Hipócrates, Galeno, Plinio, Actio, Trincavello, Avicena, Averroes, Fernelio, Christoval de Vega, y Vallés.

[13] Entendemos se refiere a la ayuda para ganar peso; quizás dando una equivalencia entre una cierta gordura y salud.

[14] Añade: “lo frio como nieve engendra convulsiones, livores, rigores, es enemigo de los huesos […] nervios, cerebro”.

[15] En este punto (f. 8), hace unas consideraciones curiosas: estima que ese “agua elada” hará en las mujeres más estragos que en los hombres, por “ser más frías” que éstos. Los hombres son “más robustos […]

  viven más”. Considera, sin embargo, que la mujer “excede al hombre en mansedumbre, en honestidad, en verguença, en paciencia, tolerancia en los trabajos”. Acaba sus ponderaciones con un cántico a la mujer, “corona de su marido”.

[16] Rincón González, M.D. (1997): “Humanismo giennense: médicos en Jaén durante los siglos XVI y XVII”. BIEG, nº 163, pp. 99-159.

[17] Ver Rincón González (1958:120)

[18] Gutiérrez Godoy, Juan. (Jaén, 1579 – Madrid, 1656). Doctorado en la Universidad de Alcalá. Médico del consejo del Alcalá la Real. En 1624, fue nombrado médico del Cabildo eclesiástico de Jaén, donde permaneció hasta 1645. A los sesenta y seis años de edad se trasladó a Madrid como médico de cámara de Felipe IV. Entre sus tratados se encuentra unas discusiones para probar que las madres están obligadas a criar sus hijos a sus pechos, cuando tienen buena salud, haciendo referencia al problema de dejación de este deber materno.

Escritos: Gutierrez, de Godoy, Juan. Disputationes philosophicae ac medicae super libros Aristotelis de memoria & reminiscentia physicis vtiles medicis necessariae duobus libris contentae. Sin datos, 1629.

Gutierrez, de Godoy, Juan. Tres discursos para prouar que estan obligadas a criar sus hiios a sus pechos todas las madres quando tienen buena salud, fuerças y buen temperamento, buena leche y suficiente para alimentarlos. Jaén: Pedro de la Cueña, 1629. (Tomado de la Tesis Doctoral de León Molina, 2013:112).

[19] “Zapata nació en Murcia, el 1 de octubre de 1664, en el seno de una familia judeoconversa oriunda de Portugal. Era hijo de Clara Mercado, nacida también en Murcia, y de Francisco Zapata, que ejercía como escribano en esa ciudad y era natural de Alcalá la Real. Siendo muy niño, tuvo que ver como el Santo Oficio apresaba a su abuelo materno” (En www.tiempoparalamemoria.blogspot.com.es)... 

[20] En su obra Tratados médicos (1793), escribe: “En el año de 1757 observé la primera vez esta enferme- dad en un vecino de la Ciudad de Valencia en donde yo residía y establecido después en la Villa de Mora, Reyno de Granada, empezaron a padecerla sus naturales epidémicamente en el de 60 y desde el de 62 en que fui electo por Médico Titular de Alcalá la Real duró en esta Ciudad basta el de 64 (1764)”.

[21]AMAR. Actas de Cabildo del veinticuatro de enero de 1598, donde se refleja el protocolo de asientos en los distintos lugares de la ermita, la derecha para los miembros del cabildo y el resto para los otros caballeros.

[22] Año de gran sequía.

[23] De los pozos de nieve de Valdepeñas dice Madoz (1830): "Como a una legua de distancia de la población y un poco inclinado hacia el Norte se encuentran dos grandes cerros divididos por una cañada, denominados la Pandera y los Ventisqueros, en los que muy cortas temporadas del año, deja de encontrarse alguna parte cubierta de nieve que se deposita en grandes pozos, y en la estación de calor, surten a varios pueblos de la provincia”.

 

[24] AMAR. Acta del cabildo del veintitrés de mayo de 1826.



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