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domingo, 3 de junio de 2012

PEDRO FRÍAS IGLESIAS, UN SAXO DE LUJO ALCALAÍNO







            El día 26 del pasado abril de este año tuvimos la noticia de la muerte de un músico de Alcalá la Real. No era de conservatorio ni labrado en las novedosas agrupaciones musicales semanasanteras;  era algo más,  un músico alcalaíno que entroncaba  con la tradición de los grupos musicales de la comarca, (los que alegraban las verbenas de las fiestas locales, aquellos profesionales autodidactas que recogieron los vientos de la Orquesta Florida)  pero se enraizaron en el mundo de las baladas de los Beatles, del rock en rock de Elvis Presley, de la música de los Pekenikes , de las canciones de Juan Pardo.... allá por los años setenta, años de niños de melenas largas y patillas de bandoleros. Este músico era mi amigo Pedro Frías Iglesias.

            Para todos, por su estatura le llamábamos cariñosamente Pedrito. Alma mater de ese conjunto musical de la comarca de la Sierra Sur, que eran los Came Ros¨s, los que alegraban las tarde de los guateques en el Hotel de los Tres Amigos o Salones Peñalver, los que sembraron alfombras con hilos del eros en las veladas de la feria alcalaína o los días de la Cruz de la calle Rosa , los que  hicieron más solemne el banquete nupcial de muchas parejas.....Los que reclamábamos, ya cincuentones, para   que acudieran a la renovada feria septembrina compitiendo con las orquestas valencianas.

            De físico y estatura Pedro era pequeño , pero de corazón era tan grande como la campana María de la Mota; siempre recordaré una foto de mi niñez cuando fue mi pareja de acompañamiento de la cruz-guía del Cristo Sanjuanero en la tarde del Viernes Santo; compartimos vivencias de hermandad en el barrio de San Juan con nuestros padres en el patín del parral verde que cubría con la sombra de la amistad a su padre y el mío (Pedro, el zapatero de las manitas de oro, y Antonio, el pegujarero de la calle Veracruz, ambos unidos por aquella cofradía de raíces campesinas y de artesanos de barrio y en casa de vecindad); disfruté de su sonrisa y simpatía en muchas conversaciones y siempre que le solicitaba sus servicios musicales en mi gestión como edil no me fracasaba, me abría un hueco en su agenda musical y completaba el programa festivo sacándome de apuros. Palpaba que era un compañero de los que sabían construir la unidad frente al protagonismo de los divos.  

            Luego, marchó a otros puntos de España y en la Costa del Sol, nunca abandonó su saxofón ni su grupo, me contaba miles de anécdotas cuando me comunicaba con él, y me ponía al día de las novedades musicales, era un artista artesano de la música. Allí cariñosamente lo rebautizaron con el cariñoso "Tiu", con lo que marcaba la huella de la tendencia alcalaína por trasformar los fonemas vocálicos en cerrados para hacernos más íntimos. Como Pedro era, una persona muy entrañable a la manera de su tiu. Y, de él y su grupo, se podría esperar esa afabilidad, que la demostraban en los apadrinamientos de otros grupos musicales: En la Costa, lo hicieron con el grupo de Gato Negro que ha sentido mucho su pérdida. Pues su relación de amistad rayaba la de familiaridad  entrañable y han sentido la pérdida no sólo como un buen músico sino  también como una gran persona hasta el punto  que clamaban en el día de su muerte, tras una larga enfermedad, la  que no pudo superar, con estas palabras " Pedrito, allá donde tú estés, no dejes de sonar tu saxo".

            No sé donde habrá quedado tu instrumento, lo que estoy seguro que siempre recordaré las notas dulces de  tus monodios musicales, cuando llegue la víspera del primer domingo de septiembre y la víspera de san Juan. Ya no están los garbanzos tostados ni el ponche lo aliña Paco Gámez, pero mi mente me lleva a  los compases de un músico que  alegró muchos corazones de parejas alcalaínas, y el mío en particular. 

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