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jueves, 28 de junio de 2012

ÉTICA Y ESTÉTICA







En un periódico regional, el pasado sábado leía un artículo del profesor López Calera sobre la poca valoración de la política en el mundo actual. Y lo razonaba certeramente con su magistral pluma y análisis crítico, al mismo tiempo que hacía una llamada  urgente  a todos para su renovación de modo que parecía que lanzaba un salvavidas moral  al mar para muchos naúfragos obligados por las circunstancias económicas y el mal momento que pasan las instituciones de los tres poderes del Estado.

 En medio de este contexto,  sin embargo, durante todas las semanas, me aferro  en  poner de manifiesto la importancia de la política en la vida local,  en defender a todos nuestros representantes- en el gobierno, en la oposición o en el espíritu del consenso- y apostar por una mayor implicación del ciudadano en la vida municipal.

 Lo hago y me sigo creyendo, porque lo considero que  es vital para la sociedad, y, además estimo que debemos colaborar todos para una revalorización de la política, porque con estas aguas, puede correr, en un mañana no efímero,  otros lodos mucho más peligrosos. Ya está bien de un criticismo exacerbado, en el que se manipula la noticia para ofrecer solo la cara del que nos interesa presentar en aspecto positivo o negativo ( pues se juzga a las personas por un simple dato, la mayoría de las veces acontextual y malintencionado; se denigra a las asociaciones por el comportamiento de un impresentable, y se autonombran como censores de cuentas a los que, incluso, dejan mucho que desear de su sentido e implicación democráticos, y meno aún, de su participación política). Ha llegado el momento de  apostar seriamente por el sistema menos malo  y de pedir  a nuestros representantes  que favorezcan  una ilusión entre toda la ciudadanía, y nos ofrezcan metas con las que se desechen el desánimo y la superación de la crisis; también es una tarea de todos compartir  vivencias colectivas ( no quedarnos con lo más  fácil  de afrontar como pueden ser el delirio patriótico por la roja o por un éxito pasajero)  que favorezcan quitar la exclusión que invade a muchas familias dentro de nuestra sociedad;  nos ha tocado vivir momentos en los que no podemos aislarnos  en nuestro nido calentito o en el solitario cobijo de nuestros ahorros  sin preocuparnos sobre lo que  pasa a nuestra derredor.  Ahora bien, me viene a la mente  algunos pensamientos de este catedrático granadino, que no podemos dejar en el olvido.

 Es el momento de la ética frente a la estética ( ya está bien de cuidar de las formas cuando el serón estaba hueco); no podemos dejar tirada la moral por los suelos, sino que ha llegado el momento de buscarla  con un fino olfato a través de recoger, con  fino sentido crítico,  los mensajes  que nos ofrece la sociedad actual ( hoy día son muchas las coordenadas que priman  entre nosotros, por ejemplo sería un osado a el que se lanzara a la fastuosidad frente a la austeridad,  la mesura frente a la desmesura, la insolidaridad frente a la generosidad compartida..) y todo ello  con la vista puesta en la  sensibilidad de que  la  participación y el compromiso sean asumidos por todos. Lo demás es ser francotiradores  que actúan a diario,  o convertirnos en hombres de paja del mundo  financiero que  no  ofrecen más perspectivas que la usura y el egoísmo de l capital o hacernos kamikazes contra la cerrazón de una realidad infranqueable. Por eso, ahora no valen juegos de artificios sobre la mujer del Cesar , ni del parecer sobre el ser, ahora debemos ser todos a una  defensores del compromiso democrático, sino queremos caer en las redes de los hombres de chaqueta negra o de l frac  y , tras ellos ,  yo me pregunto  quien puede ser el que los va a sustituir.            .  

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