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jueves, 28 de junio de 2012

JOSÉ LOMAS MAYA








Ha muerto la semana pasada el sacerdote José Lomas Maya, natural de Campillo de arena y muy ligado a los pueblos de la Sierra Sur por nacimiento y apostolado. No obstante, se ha sentido su muerte en muchos rincones de la diócesis de Jaén.  También, muchos feligreses y amigos de Alcalá la Real han lamentado profundamente  su pérdida, porque anduvo entre caminantes del Señor durante sus primeros años del sacerdocio y en las primeras vivencias de su misión eclesiástica.

Con frecuencia hay instituciones que imprimen carácter y el título de la hidalguía ( el don)  le viene, en seguida, a la boca de los miembros de su colectivo. No me refiero  solamente a las instituciones religiosas., sino que lo expando en los estamentos  militares, judiciales y de altos cargos públicos. Menos mal que  la abreviatura del domine simplemente como fórmula de comunicación y respeto se globalizo en tiempos pasados y las misivas alcanzó tanto al villano como al privilegiado, al  hijo del basurero como al hijo del duque. Pero hubo un momento en el que se rompió el hielo, y para algunos hacer desaparecer del lenguaje el  título de don o reverendo  significaba que se había caído el universo, al menos social. Me viene esto a cuento, al referirme al sacerdote José Lomas, cuando  acudió a ejercer su sacerdocio por los pueblos de las tierras del Sur, eran momentos fundamentales en los que se intentaba hacer realidad  la puesta  al día del Concilio Vaticano II y, al mismo tiempo,  todavía se mantenía, en muchas personas, el prurito clerical de los últimos  aletazos de  la antigua abadía- ahora integrada  en la Diócesis de Jaén-. Corrían nuevos tiempos que la cercanía y la afabilidad  eran  valores de la sociedad  que anteriormente se  habían minusvalorado o no se les consideraba esenciales. Por eso, si nos referimos a este sacerdote  y amigo en este contexto, no podemos olvidar que no sólo no se bajó del trono de su cargo eclesial sino que siempre se puso a disposición de las preocupaciones de los más sencillos (la fe del carbonero de los aldeanos,  los inquietudes de la juventud y  la formación de muchos matrimonios jóvenes que hoy peinan canas). En palabras de María:” Magnificat: anima mea Dominum./Et exultavit spiritus meus: in Deo salutari meo./ Quia respexit humilitatem ancillae suae:/ecce enim ex hoc beatam me dicent omnes generationes.



 Siempre con la sonrisa en los labios, siempre con el consejo adecuado para quitar la tristeza al  sufriente, siempre con la oración sencilla, el, mensaje directo  y la obra salvadora del buen cristiano para animar a los de su alrededor en la lucha diaria.  No era hombre de insigne oratoria, ni escritor famoso, ni  leguleyo, pero era tan humilde y cercano  como los pescadores de Galilea elegidos como discípulos de Jesús. Sencillo divulgador de la bienaventuranzas entre los hombres humildes de la nueva Palestina andaluza. La huella quedó impresa en las familias  con las que compartía la religiosidad de la romería o el calor de sus hogares. En palabras de Pedro Frailes hacía suyas estas afirmaciones: “Lo religioso nunca es ajeno a lo humano. Es más: lo religioso, cuando no es humano, se pervierte. Un sentimiento religioso que aborrezca lo humano no puede construir persona; una razón religiosa que mancille la experiencia humana la hace irrelevante. El `pan y el vino, lo corporal y lo espiritual, están en el fondo y en la forma de toda experiencia vital y religiosa., El pan y el vino, por ser humano y religioso, nos llenan a las experiencias fundamentales de la vida: compartir, poder disfrutar, poder amar, en definitiva, poder vivir”.

Sabemos que José Lomas, años después, estuvo en otros arciprestazgos y divulgó  la buena nueva ocupando cargos importantes  de la diócesis como vicario; también estuvo como capellán  en el mundo de las cofradías y, finalmente, como párroco   en la parroquia del Cristo de la Expiración. Pero, sabíamos que,  siempre que acudíamos a Pepe Lomas, que era como simplemente lo llamábamos, te tendía puentes ( qué  es mucho decir)  y se comportaba  con nosotros, con la misma sonrisa de hombre de Campillo de Arenas, de paisano de la Sierra a Sur;  siempre con el corazón abierto a dar lo que más tenía : su persona por los demás , que es una manera de predicar  el Reino de Dios  a  todas las personas.

Por cierto, no imprimieron carácter tus títulos ni tus cargos,  tu huella quedó grabada  en la iglesia como Pueblo de Dios, al que tu prestaste tus mejores servicios y le ofreciste tu vida entera , con tu  palabra sagrada y tus vivencias entre todos los hombres con los que compartiste  tu gozosa amabilidad. Alguna razón profunda  y una  fe  fuerte te movían, como dice el libro de la Sabiduría: “Dios no hizo la muerte, ni se recrea en la destrucción de los vivientes; todo lo creó para que subsistiera, las criaturas del mundo son saludables,(…)porque la justicia es inmortal”.

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