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lunes, 22 de septiembre de 2025

CAMA DE LAS IMÁGENES/EN LA SEMANA DEL JAÉN

  La etimología  de la palabra cama suele dilucidarse entre dos lenguas indoeuropeas el latín y el celta. La entrada "CAMA" en los diccionarios históricos de la RAE, como el Tesoro de los diccionarios históricos de la lengua española (TDHE), registra el significado de mueble para yacer, yace o para que duerma el ganado; también ha figurado como una barrita o pieza curva de un carro, entre otras acepciones. Y relaciona la palabra con la plabra del latín vulgar camba o del celtolatína camba, que significaba "curva", "juntura", o la parte del animal entre el pie y la rodilla.  Pero de este signficado presenta algunas variantes  de signficado.  Nos hemos encontrado un nuevo significado histórico de la palabra "cama", en este caso  atendiendo a la figura literaria sinecdoque  y dentro del campo semiótico religioso. Este recurso retórico o tropo en el que una parte de algo se utiliza para representar el todo (o viceversa, donde el todo representa a una parte). Es una forma figurada de expresar algo refiriéndose a uno de sus elementos o sea dentro de los tipos más comunes de sinécdoque son: Parte por el todo.



Es verdad que este aspecto significativo se refiere a un periodo anterior a nuestro tiempo en la Edad Moderna, sobre todo en los siglos XVII y XVIII, en los que se frecuentaban las donaciones de los devotos a sus imágenes preferidas, por las que se otorgaban mantos, dalmáticas, vestidos, manteles, frontales y otros objetos de tela a las cofradías, iglesias y conventos.  En estos tiempos, solían donar camas a las imágenes de sus devociones  y como es lógico, y teniendo en cuenta que una de las representaciones  marianas más frentes estaban relacionadas con la Dormición de la Virgen en el momento de la Muerte y su momento anterior a la Ascensión, en su primer momento podíamos caer en la tentación de considerar que hacía referencia a este mueble de lecho para dormir. Incluso, podíamos caer en el sentido de la Virgen de la Cama, sabiendo que estas dona unciones se concedían a imágenes sedentes y, en la mayoría de los casos en las posiciones frontales y de pie como las teotokos o las reinas del cielo. 


En este caso, nos hemos encontrado, entre otras muchas mandas testamentarias, que María Fernández de la Blanca, una madre de un hijo que había muerto en Potosí y se había beneficiado en el segundo decenio del siglo XVII, de un envío de pesos de plata, y en su testamento, otorgaba otra manda de una cama para la Señora Nuestra Abuela Santa Ana , patrona de Alcalá la Real.  Es claro que no podía regalar en el sentido literal  una sola cama, sino más de una cama y una cuna, para aquella Santa Ana Triple, con María y el Niño. Y, por otro lado, la cama se refería a la parte de elementos ornamentales y colgadura del techo , compuesta de cielo, cenefas, cortinas y cubierta correspondiente que solía revestir a las imágenes en los altares. De ahí que se refieran, sobre todo, a las ricas telas  paños de plata y tafetan, muchos de damasco, bordados, y algunos elementos decorativos que solian complementarla en forma de doseles  y pabellones que solían ser bordados. 

Esta cama se trasladó a las andas,  tronos  y otros elementos de portarlas al exterior con otros nombres como canastillas, palios o baldaquinos, las antiguas camas de dentro de las iglesias.


 EN LA SEMANA DEL JAÉN


UN NUEVO REGISTRO DE LA PALABRA CAMA

·        En la semiótica, se encuentra una muestra clara del mundo de los signos, pero nunca podemos establecer un conocimiento sincrónico para establecer su funcionalidad. Pues, lo que en un momento dado pudo significar una cosa; en otros momentos de su desarrollo histórico pudo cambiar de su significado, hasta incluso pudo significar lo que contrario. el lenguaje, Hoy día, la inteligencia artificial puede solucionarnos muchos problemas, pero ante la falta de fuentes de documentación ya venimos percibiendo la presencia de muchos errores. Sobre todo, el lenguaje como sistema de signos ofrece varios registros a lo largo de la diacronía de su sistema en los documentos, y fosilizados en los diccionarios que permiten comprobar esta variabilidad en este caso de las palabras. Si se hace un viaje ficticio al siglo XVII a través de la máquina del tiempo, cualquier hispanohablante debería acudir a los diccionarios para reconocer algunos registros significativos de las palabras de modo que no podría imaginarse algo muy diferente a lo que considera como uso normal y casi con seguridad no entendería muchos términos de aquella época. En este vuelo empleamos la palabra “avión” y como como compañera de viaje hacemos uso de la actual   azafata. Está claro que en esta época no existía la industria aerocomercial. Y, por lo tanto, estas dos palabras no responden a estos significados. Y consultando los registros de estos momentos comprobamos que “avión" significaba "pájaro conocido" y que "azafata" era la asistente que "guardaba las alhajas y vestidos de la reina". Estos cambios semánticos o adhesiones de significado a una palabra acontecen por distintos motivos. Desde el descubrimiento de algo nuevo hasta el ejercicio de figuras literarias que trasplantaron el significado original.  Como decía Fernando Lara “No voy a tener ningún éxito, Lo que tengo a mi disposición es un acervo de palabras muy grande con sus significados establecidos tradicionalmente. Pero los seres humanos disponemos de la maravillosa capacidad de metaforizar", De ahí que es comprensible que las palabras comentadas se reutilizaran pasando de su uso tradicional a la adaptación al mundo aeronáutico, porque la capacidad de crear metáforas no es exclusiva de escritores y poeta, sino que también otros hablantes también las emplean. En este sentido de empleo estilístico, se encuentra la palabra “retrete” que DRAE define como un lugar privado al que acudimos a hacer nuestras necesidades como "orinar y evacuar de vientre". Sin embargo, esta es la entrada “retrete" en el diccionario de 1611 del "Nuevo tesoro lexicográfico de la lengua española aposento pequeño y recogido en la parte más secreta de la casa, y más apartada". En este caso, la figura literaria está manifiesta a la hora del cambio semántico.

Hay muchos casos curiosos y sorprendentes. Nos referimos a un descubrimiento que no hemos recogido en registros oficiales, sino en documentos notariales referidos a la palabra cama. Un objeto cuya historia de su significado abarca desde su etimología latina que se refiere a "lecho", hasta su evolución como mueble para el descanso, símbolo de estatus social en la antigüedad y, metafóricamente, lugar de intimidad y placer en la modernidad. También existen otros significados en diferentes contextos, como el apellido "Cama" y el concepto de "kama" en la filosofía india, que alude al deseo y al placer. Esta palabra “cama”” suele dilucidarse entre dos lenguas indoeuropeas el latín y el celta. La entrada "CAMA" en los diccionarios históricos de la RAE, como el Tesoro de los diccionarios históricos de la lengua española (TDHE), registra el significado de mueble para yacer, yace o para que duerma el ganado; también ha figurado como una barrita o pieza curva de un carro, entre otras acepciones. Y relaciona la palabra con la palabra del latín vulgar camba o del celtolatína camba, que significaba "curva", "juntura", o la parte del animal entre el pie y la rodilla.  Pero de este significado presenta algunas variantes de significado.  Nos hemos encontrado un nuevo significado histórico de la palabra "cama", en este caso atendiendo a la figura literaria sinécdoque y dentro del campo semiótico religioso. Este recurso retórico o tropo en el que una parte de algo se utiliza para representar el todo (o viceversa, donde el todo representa a una parte). Es una forma figurada de expresar algo refiriéndose a uno de sus elementos o sea dentro de los tipos más comunes de sinécdoque son: la parte por el todo.

 


Es verdad que este aspecto significativo se refiere a un periodo anterior a nuestro tiempo en la Edad Moderna, sobre todo en los siglos XVII y XVIII, en los que se frecuentaban las donaciones de los devotos a sus imágenes preferidas, por las que se otorgaban mantos, dalmáticas, vestidos, manteles, frontales y otros objetos de tela a las cofradías, iglesias y conventos.  En estos tiempos, solían donar camas a las imágenes de sus devociones y como es lógico, y teniendo en cuenta que una de las representaciones marianas más frentes estaban relacionadas con la Dormición de la Virgen en el momento de la Muerte y su momento anterior a la Ascensión, en su primer momento podíamos caer en la tentación de considerar que hacía referencia a este mueble de lecho para dormir. Incluso, podíamos caer en el sentido de la Virgen de la Cama, sabiendo que estas donaciones se concedían a imágenes sedentes y, en la mayoría de los casos en las posiciones frontales y de pie como las teotokos o las reinas del cielo. En este caso, nos hemos encontrado, entre otras muchas mandas testamentarias, la que María Fernández de la Blanca, una madre de un hijo aventurero Pedro Sánchez de la Hinojosa que había muerto en Potosí y se había beneficiado en el segundo decenio del siglo XVII, de un envío de pesos de plata, y en su testamento, otorgaba una manda de una cama para la Señora Nuestra Abuela Santa Ana, patrona de Alcalá la Real.  Estaba claro que no podía regalar en el sentido literal una sola cama, sino más de una cama y una cuna, para aquella Santa Ana Triple, con María y el Niño. Y, por otro lado, esta cama se refería a la parte de elementos ornamentales y colgaduras del techo, compuesta de cielo, cenefas, cortinas y cubierta correspondiente que solía revestir a las imágenes en los altares. De ahí que se referían, sobre todo, a las ricas telas paños de plata, seda y tafetán, muchos de damasco, bordados, y algunos elementos decorativos que solían complementarla en forma de doseles y pabellones bordados. 

Este significado de cama se trasladó a las andas, tronos y otros elementos de portarlas al exterior con otros nombres como canastillas, palios o baldaquinos, las antiguas camas de dentro de las iglesias. 

En estas próximas fechas con motivo de la Magna de Jaén se podrán presenciar algunas camas de esta índole, pero en las iglesias todavía conservan en los camarines algunos elementos de estas camas, fruto de donaciones anteriores.

 

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