Recientemente,
Manuel Peñalver Castillo ha publicado una bellísima obra titulada “Castillo de
Locubín en su diversidad” que recoge literariamente un elenco de reflexiones, sentimientos y propuestas
sobre su tierra castillera. Este profesor universitario, afincado en Almería,
no olvida nunca el vínculo que le une
con la provincia de Jaén, y menos aún, con la comarca de la Sierra Sur
centrándose con esta obra en su pueblo
que lo vio nacer. Manuel Peñalver profundiza en el alma castillera y en el
paisaje de las ricas tierras que baña el río San Juan dando muestras de que domina completamente toda su geografía, su
economía, su historia, su lengua y sus gentes. Y lo hace lleno de una
empathía especial que persuade al lector
para cantar en forma épica y con
denotaciones líricas, a la manera el elegíaco Tibulo, su admiración por su
tierra y el anhelo de transmitir la utopía de un proyecto común de futuro en defensa de
estas tierras privilegiadas . Y, a lo largo de sus letras increpa al lector ” En este paraíso terrenal –bello como la
nieve recién caída en sus calles los días invernales-de cuyas robustas raíces
brotan chorros de aromas eternos y las pupilas se llenan con el más rico
colorido, siempre surge del atento observador
la misma pregunta, ¡ cómo es posible tanta belleza natural? Piropea
a su ciudad: “Locubín refugio de
hermosura, prodigio de la naturaleza, fulgente andaluz del Nacimiento del Río, m
del Caz., del Caño, del salado, del Chorrillo, el Salado, heraldo de las
divinas cerezas y cestas e mimbres llenas de frutas” o , elevándose a lo
mitológico “Atlas de la Acamuña., del
Puerto, de la Campana, de los Peñoncillos , de la Coronilla...” y divinizándola en el reino del Olimpo :
”Castillo de Locubín, el dios de la primavera, el como “ edén que tanto queremos y al que siempre
volvemos” para caer en ricos ritmos
de prosa poética “ Señero octosílabo del
blanco mar de los cerezos y almendros en flor, del verde océano de los olivos;
pintura cubista de los barrancos,
caminos y cañadas; lienzo de las tonalidades , más prodigiosas, espejo donde se miran las puestas de sol…”. Nadie como este
profesor eminente ha defendido la peculiar habla de su tierra ( su ceceo, su
sintaxis, su léxico...) entroncándola con los
estudios de los mejores lingüistas como el profesor Alvar y teniendo en
cuenta que es un magnífico docente universitario de la Lengua y Literatura
Castellanas ( primero profesor de
enseñanza secundaria y , posteriormente, universitario preparadísimo en sus
conocimientos y por sus méritos de expediente, sin olvidar la defensa
de los profesionales de la enseñanza ). Además, su obra no cae en un simple prurito
literario y chovinista, sino es fruto de una vasta erudición, en la que se
acumulan como estudioso y conocedor de su
entorno, la vida y obra de muchos personajes, escritores, historiadores (y por qué no
decirlo estando al día de las
publicaciones más recientes de la comarca y de las investigaciones más punteras).
Manuel Peñalver se siente en su obra miembro de un elenco de personas
estudiosas de este rincón provincial, a
veces olvidado y obnubilado por otros rincones que brillaron por la hidalguía cortesana o por su preeminencia
serrana. El escritor castillero no se sonroja
por apostar por su tierra , a la que considera que es puntera y excelente- término muy de moda en el
mundo turístico y empresarial- tratando
de presentar una tierra providencial gracias a su rico aceite, la singularidad de su cereza,
su potencialidad del turismo
rural , su privilegiado entorno y sus gentes.
La comarca de
la Sierra Sur debe estar en deuda con Manuel Peñalver Castillo, profesor que siempre
ha acudido a todas las citas culturales y acontecimientos, aportando con su
presencia el sello indeleble del sabio, del honrado y preparado docente, del
trabajador por su tierra en el campo literario. Peñalver, poeta lírico y
épico, pregonero y heraldo, embajador
y amigo,
hospitalario y apologético en la laicidad, afectuoso y sincero. En suma, Manuel Peñalver
es un hombre de compromiso con su tierra
como lo fueron Juan de Aranda Salazar, Ginés Martínez de Aranda, y otros más contemporáneos a los que no
olvida, cita y los siente como coralistas del círculo defensor la tierra meridional del reino de Jaén.
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