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domingo, 23 de septiembre de 2012

LA FERIA DE ALCALÁ LA REAL


 
 

 

En el calendario del ocio, la feria de Alcalá la Real juega  un último eslabón de la estación estival, por cierto a caballo con el inicio del otoño alcalaíno. Nos encontramos que  este evento, como acostumbran a llamarle los nuevos académicos, ofrece al público un aspecto de tinte variopinto entre las  diversas programaciones  culturales y festivas  desde hace unos años atrás. Me encanta, sin embargo, el origen de las ferias y su versión anglosajona, porque se desenvuelven en la  afananza saludable de los vecinos del lugar  y se presenta con un semblante más rentable que el que se  han convertido en  la geografía nacional las distintas versiones  de las ferias españolas, y, sobre todo, andaluzas. Ante una proliferación de casetas de manzanilla y de exceso de colesterol, se  han quedado exhaustos los campos del ruedo de las ciudades sin la presencia de ganadería y , solo, en algunos casos, suelen acompañarse con algunas ferias de muestras o de exhibición de maquinaria agropecuaria. Atrás, quedaron las famosas ferias de ganado de Guadajoz, Noalejo, Alcalá… Es lógico que aconteciera este debacle económico de transacciones comerciales agroganaderas, desde que,  obnubilándolo todo, se abandonaron las fechas de los  santos  de la advocación ferial  y  los fines de su creación, pues se cayó en las redes de una sociedad consumista que nos invade por todos los  rincones de nuestra comunidad andaluza. Tampoco nos extraña que se pase  de ubicar los días feriales en  fechas que no tienen nada que ver con el santoral. Aquellas ferias eran racionales: se comerciaba de mañana y tarde; y al atardecer, comenzaba los aspectos culturales y festivos: las corridas de novillos, cintas,  las cucañas; y al  anochecer, comenzaba las veladas, verbenas, el teatro popular y, a la entrada de la profunda noche, el descanso del guerrero, es decir del feriante y el feriado. 

Por eso, comprendemos  que nuestra feria de san Agustín se trasladase a la de San Mateo- el evangelista financiero-pasando por las fechas de la Natividad de la Virgen. Y está  claro que, en aquellos momentos de cambio, este fuese  motivado  más bien por  fomentar la concordia de los pueblos y por el  desarrollo armónico de la economía comarcal de acuerdo con los nuevos sistemas que iban surgiendo De ahí que me haya referido a la feria de Alcalá la Real, y no la de san Mateo, porque el día de este santo es simplemente un paripé de la alcancía caballeresca del siglo XIX. Este nombre  es simplemente  un nombre oportunista  que se le dio cuando comenzaron a invadir la esencia agroganadera con las nuevas modas de la sociedad de servicios: Ahora, que no encontramos en el fatídico momento cuando se cuestiona profundamente la sociedad del bienestar, creemos que sería más interesante que se llamara la Fiesta de Alcalá antes que acudir al santoral Razones haberlas,   haylas:  cuando no se puede respetar el santoral sino más bien  hay que obedecer obligatoriamente  las  medidas racionales de las reformas laborales de turno . Por cierto, me baso en que se hace con el cuento del conflicto  estéril de  querer congraciar los fines de semana  con  los días festivos. Sin acritud, lo digo: las ferias eran y ahora son ya otra cosa diferentes a lo que Carlos II aprobó majestuosamente.

 

 

 

 

 

 

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