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martes, 9 de septiembre de 2025

LA LEYENDA DEL CORREGIDOR SANTA CRUZ

 

EL CORREGIDOR SANTACRUZ









            PLAZA ALTA DE LA MOTA

            Descripción del siglo XV y de finales  del siglo XVI

            -Ahora entramos por estas escaleruelas,  donde se levantaba una importante  tienda. Pero, les aseguro que existían más entradas. Desde el arrabal  Viejo  a través del Cañuto,  bajo el Gabán, se entraba por un pasadizo rodeado de tiendas;  por detrás de la casa del corregidor o Leonor Méndez  tenían su entrada los vecinos de la parte alta  de la fortaleza a través de la calle del Preceptor que se unía con la Calancha y el Bahondillo y con la de la propia Iglesia..

            -  Siguiendo con el cañuto y el gabán, ¿ En qué consistía esta parte de la muralla?

            - No era sino un corredor pendiente y empedrado, como si se tratara de una calle cubierta, que bajaba a través de varias rampas a la puerta de Zaíde y acortaba el camino a los vecinos que venían del barrio de san Bartolomé a través de la Puerta Zayde  o de Santo Domingo. En su trayecto final, situadas  junto a la entrada a la plaza, se encontraban  algunas tiendas que fueron levantadas en tiempos del corregidor licenciado Cabezas. Otro acceso de la plaza para los que vivían en el Bahondillo o en la antigua medina era por la calle de Sancho de Aranda y  un último  a través de la iglesia.

En la plaza alta, a mano izquierda, desde las casas de Cabildo, se levantaban nueve tiendas bajo unos soportales, empedrados con guija menuda,  que simulaban a la actual plaza de Almagro, y, encima de ellos , diez escritorios ocupaban los corredores,  unos altos adintelados, con unos vanos y ventanales , protegidos por unos  buenos balcones de forja de la saga de los Oliva, y cubiertos de teja; por su parte trasera, se abrían  unas ventanas que miraban al Sur, a Sierra Nevada.  Generalmente, la parte baja eran escritorios y la de arriba se componía del corredor y recámara. Se sentaban  sobre veinte columnas de estilo dórico, muy equilibradas pues sus veinte basas y capitales que mantenían las mismas dimensiones, encima de las cuales estaban las tarjas, los bolsores, los veinticutaro garabatos con sus escances en los ángulos, que servían de portada;  y unas cornisas de piedra abrían el paso a  un antepecho en donde estaban asentados  los ventanales., Pertenecían a lo que llaman propios de la ciudad, y, unas veces se alquilaban a los comerciantes cambistas,  otras a tenderos  de pequeñas mercadurías y de paños, también a los escribanos, que llegaron a superar la docena, donde colocaban sus oficinas, sin embargo, a mediados del siglo XVII,  quedaron desiertas, pues no había postores que las remataran  en la subasta municipal. Delante de todos los escritorio y tiendas, había un empedrado  con ronzales de piedra de cantería  para delimitar el empedrad, que se colocó el año 1571.

 

                        LAS CASAS DE LA JUSTICIA

Como en la plaza manchega, incluso, en ciertos tiempos, alguna de estas tiendas sirvieron de Casa de Justicia, donde vivía el corregidor y en cuya fachada  estaban colocadas las armas reales y el escudo de la ciudad. En 1574  se le adosaron un cuarto con una danza de arcos, todo ello obra del famoso arquitecto  Juan de Riaño. Esta casa ocupaba tres tiendas escritorios, que era lo que solía habilitarse en su parte baja,  por la parte trasera daba al gabán.

No obstante,  las casas de Justicia no se ubicaron siempre en un sitio fijo, pues tenemos noticias que se alquilaron casas de la Mota con caballerizas en 1557 y esta torre--la de los corredores y casa de Justicia- sirvió de vivienda y botica del físico Tauste, que murió en ese año en la ciudad,, hasta que en  ese año  el corregidor  Pero Ponce de León las cambió por las que anteriormente vivía. Y las que él vivía se transformaron en Cárcel Real. El licenciado Bernuy también habitó por casa de la justicia estas casas que estaban en la  torre del Gabán, y, como era tan estrechas,  y no se podía vivir en ellas,  para ensancharlas y adorno de la plaza, los regidores convinieron tomar dos tiendas de los propios de la ciudad bajo de los portales de la plaza pública, que estaban junto a la torre  Incluso se llamó en 1580 a Juan Macías para que informara del reparo de la torre de la Cárcel de Justicia, las murallas del Gabán y la torre del Pendón. La obra consistió en  cerrar de piedra y arena las cavernas y bóvedas que habían hechos los vecinos. Pero, en 1584, salieron  en arrendamiento como tiendas, pues no eran usadas por el  corregidor.

 Siguiendo por los escritorios,  el último, alrededor del año 1594, y en sus dos ventanas se colocó una capilla, dedicada a Nuestra Señora del Socorro, con una imagen comprada en Granada, cuya hermandad  fundaron los abogados y escribanos. Esta capilla comunicaba por medio de una reja con la cárcel para que pudieran oír misa todos los presos en los días de fiesta, y se abría a la plaza para que pudiera ser vista por los vecinos de la ciudad fortificada.

- Me interesa el estamento judicial. Pero nos parece de poca prestancia esta mansión del cargo más significativo de la ciudad y representativo de la Corona- interrumpió el señor alcalde.

-                           Evidentemente. Por eso,  a finales del siglo XVI, cambiaron de criterio y edificaron una nueva, y ya no utilizaron las antiguas torres.

-                           -¿Cómo?

-                           -Veamos. Al final de la última tienda, donde estaba adosada la Cárcel Pública de la ciudad, una tienda gozaba de un buen arriendo para el fisco de la ciudad. Junto a ella la casa del Toril y las caballerizas de la cárcel. Años más tarde, en torno al 1580 en dicho lugar al comprarse la casa de Leonor Méndez de Sotomayor, se construyó la Casa de la Justicia, lindando por la otra parte con la  cárcel mencionada, las murallas y una calle que se dirigía a la plaza . Al principio intervinieron Alonso Martínez Izquierdo , pero, en los últimos años, Ginés Martínez de Aranda y Miguel de Bolívar tuvieron una gran participación, pues la obra duró hasta 1593. Su fachada con  dos balcones y una baranda, flanqueados por los escudos reales y el de Alcalá.. Se sabe que era de dos pisos y, en su parte superior, tenía unos corredores y unos marmolillos. Tuvo, al principio, las dependencias básicas ( cuartos de dormitorio en la parte superior, escalera importante, miradores, una cocina, ) y hubo que adosarles una cochera y unas caballerizas  con sus pesebres de la misma forma que todavía podéis contemplar en los cimientos de algunas casas ya muy avanzado el siglo XVII..

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- Habló de  la justicia,,  y del corregdidor ¿ Nos gustaría que me aclarara en qué consistía ese personaje, que ha mencionado en varias ocasiones?

-Personaje clave para la ciudad, tanto  o más  que el abad. Pues, el primero está relacionado con  el estamento civil y el segundo con el religioso. Pero, aún más, este había sido creado para ser  el nudo umbilical de las ciudades  con  la Corona. Su papel fue fundamental, pues las ciudades ejercían una  función importante en el engranaje de poder , y Alcalá por ser fronteriza, mucho más. Teniendo en cuenta que, con los Reyes Católicos,  decayó el poder del alcaíde, por cierto, en manos de familias nobiliarias, ellos jugaron el papel moderador y de conexión con el poder del Estado.

-          Pero¿ Debieron surgir conflictos y muchos con los vecinos ?

-          Claro que sí. Pues, Alcalá estaba gobernada por varios bandos que ocupaban la mayoría de los cargos de la ciudad. Sentémonos, aquí, donde estaba colocada la audiencia, escuchadme el relato del corregidor Santa  Cruz, un ejemplo claro de lo que podía acontecer. .

- Cuente, cuente. Pues , en los primeros tiempos debían hacerle pasar malos ratos los caballeros. Estos no se contentarían  con su autoridad, y , si les recortaban sus privilegios o les impondrían nuevas leyes ...

-Claro que sí, Pues la ciudad estaba completamente controlada por varias familias , las de los Arandas, las de los Monteses, las de los Gadeas, las de los Ar







jonas, las de ....

-Sí, la de los descendientes de los conquistadores de la ciudad en tiempos de Alfonso XI.

-Esto es un decir, porque en tiempos de los Reyes Católicos, a través de los parentescos ya no se veían sino Arandas en el cabildo, Arandas, en la iglesia, Arandas en los puestos de administradores de  los impuestos... Y como es de suponer...

-Difícil trance, para aquel personaje. Verdaderamente hace honor a su apellido de Santa Cruz, que le habían puesto sus padres. Pues no sería extraño que lo crucificaran estos Aranda.

                    --Pues, crucificarlo como crucificarlo es exagerado, pero que le hacían la vida imposible, era la cruda realidad.  Y eso que era un hombre preparado, porque no se había ganado en balde el título de bachiller, sino que lo había reforzado con la experiencia transmitida de su padre Juan del Campo, regidor de Ciudad Real y también corregidor en varias ciudades. Además en 1478, con su  padre, fue alcalde mayor en Ávila, siendo investigado por Juan de Flores por algunos cohechos y robos, pero se salvó. Allí, vivió en momentos difíciles  con los vecinos en materia de pechos o impuestos, y delimitación de términos y pastos. También, llegó a conocer algo de Alcalá, pues su padre, siendo pesquisidor, le contó algunos litigios que  Díaz Sánchez de Carvajal, señor de Jódar tuvo con algunos vecinos de Alcalá, luego alcanzó el grado de pesquisidor, y no le fue muy buen en Medina del Campo, el año 1480, pues tuvo que vender las prendas tomadas en Ledesma y entregarlas a la Cortes. .Algo mejor le fue en 1485 la pesquisa que se le encomendó  de los portazgos en Cantillana, Lora, Tocina, Alcalá del Río y Carmona, ciudades de los reinos de Castilla. En el Norte, unos meses después, también llevó a cabo una pesquisa contra el conde de Lemos y la abadía benedictina de san Payo, cargo que repitió n 1485, sobre términos en Vitoria. En 1488, se trasladó a Jorquera e Iniesta. En 1489, intervino en un litigio en el que estaban implicados el obispo de Segovia y los montes de la ciudad. En lo criminal,  por el mes de febrero, intervino averiguando la muerte de un tal Juan Parra en Villanueva de Serena. En el mes de mayo, se acercó al reino de Córdoba para hacer la investigación  del corregidor Francisco de Bobadilla sobre los litigios entre el conde de Cabra y el señor de Aguilar acerca de una disputa  sobre los términos entre ellos No le quedaba sino conocer la actuación de un corregidor anterior, y fue enviado a hacerle la residencia a Diego Mudarra en Molina de Segura en junio de 1489. Y, acumuló posteriormente mucha más experiencia en Mérida y Prado.

  Por eso, a principios de enero  de 1490, los Reyes Católicos debieron confiar en él para nombrarlo corregidor de la ciudad de Alcalá y la de Alhama.

-Ya lo tenemos aquí, ¿ Como le fueron los acontecimientos?

                    -No le fue bien del todo, pues se habían acumulado los pleitos con el corregidor anterior el licenciado López del Castillo,  que no era buen gestor para resolver los asuntos.. Que si  todavía  quedaban flecos sobre el levantamiento y los alborotos que los caballeros de Alcalá hicieron contra el alcaide, el conde de Cabra, en años anteriores al 1489, ya que privó de los oficios de regidores a todos los miembros del cabildo municipal. Que si habían ganado un pleito los Aranda sobre este asunto en el embrollado mundo de la justicia. Que si no estaba claro el asunto fiscal, pues se habían embargado a varios vecinos por la ciudad de Jaén, estando exentos . Que si  andaban por sus anchas los caballeros de la ciudad, violando a sus criadas y castigando caprichosamente a quienes no le hacían caso . Incluso un tal Fernando de Aranda, casi a su antojo, mandó a  dos criados para que rajaran la  cara de una tendera de la plaza. Y, con toda impunidad,  no  le pasó nada. Que si los moros granadinos todavía tenían fuerzas para atacar las tierras de la frontera alcalaína  con el reino de Granada. Que si se los alcalaínos llevaban bien con los moros, pero no había día que se quejaran los vecinos de que no se pagaban los rescates tal como estaban comprometidos Que si los Arandas,  Gadeas, y Monteses habían sido condenados por el alcalde mayor sobre una investigación que  les habían hecho y, como muchos de ellos, hacían buenos servicios a la Corona, al final salían libres sin culpa alguna Que los caballeros no guardaban los pactos de concordia entre ellos y proseguían sus  debates y porfías, llegando a las manos ocasionando altercados donde Juan de Aranda y sus parientes fueron agredidos por un tal Juan de Sillo. 

                    Desde el principio, pues,  se movió por arenas movidizas. Acostumbrado a recibir el sueldo de sus investigaciones, lo que le compensaba la estancia y le facultaba a preparación para escalar en el complicado mundo de la Corte, a los pocos meses, los regidores le pusieron dificultades para cobrar su sueldo y le  negaron  que tomara más de la mitad del presupuesto municipal, de lo que llamaban de propios, porque la ciudad todo lo tenía empeñado en las guerras pasadas contra los moros. Por eso,  atendiendo a sus peticiones,  los reyes obligaron a Alcalá a que les pagaran cada día doscientos maravedíes y le permitieron  hacer el remate de la venta de bienes de aquellos regidores que le impedían un salario justo. Sin embargo esto inventaron miles de evasivas, y, se veía negro en cobrar su salario. No obstante, con la ayuda real poco a poco consiguió un sueldo digno para subsistir.. Le ofrecieron, ante la pobreza dela ciudad,  alternativas como el cobro de parte de un impuesto sobre  los productos de comer

-     Claro que los caballeros y regidores alegaban que costaban mucho las dos compañías de soldados, las armaduras de los caballeros, las armas de los peones, escuderos y lanceros, la dieta de las campañas y proveerlos de abastecimiento

-     Sigamos, sigamos...el primer año de su mandato regio no pudo ser más  fascinante, Por  mayo, tuvo cercanos a los reyes, en Córdoba, y al capitán general en Jaén. Visitó la ciudad el cardenal Mendoza, el conde de  Tendilla y los reyes visitaron la Mota. Su relación con la Corte, ¡ya la quisieran los mejores corifeos de la corte! Y , en una de sus estancias de este último, dio testimonio de que los restos de don Alonso de Pacheco, hijo del primer marqués de Villena se habían depositado en la iglesia de Santa María la Mayor. De este marques, que era capitán general, recibió una carta para que vigilaran la sierra mediante los guardas que vigilaran el paso de comerciantes y ganaderos.. De asuntos particulares, le sobrevino un extraño envenenamiento de  la esposa de Luis Valderas.  Le vio las orejas al lobo, cuando recibió una carta concediéndole  perdón por parte del rey  a un tal Alonso Ortiz, regidor , que había matado a un alguacil. Y este, tipo de perdones no fue el único, sino que acostumbraban sus majestades a perdonar a muchos caballeros por méritos de guerra de tiempos atrás

- He escuchado en otras ocasiones, que eran los homicianos, los que hacía servicios en la frontera para expiar penas anteriormente cometidas..

-   Con estas medidas, ya, miraba con recelo a todos los caballeros. Pues se ufanaban de que frecuentaban el mundo de la Corte, recibían mercedes, y, sobre todo,  Fernando de Aranda, le traía de cabeza. Este se creía un  príncipe, a pesar de sus achaques, hacía lo que venía en gana. Con sus siervos, sus esclavos, sus clientes, y también lo quería hacer con el corregidor. No faltaba más que mesarle las barbas a la máxima autoridad.

                    Esta presidió, por el mes de agosto,  un juicio complicado, donde falló varias sentencias  contra Juan de Sillo que había herido en una reyerta al   díscolo regidor Juan de Aranda ,y eso que ambos eran parientes de su mujer y marchaban en socorro de Alhendín.

No era extraño este tipo de incursiones, pues aunque faltaba poco para la conquista del Granada, los caballeros alcalaínos campaban por sus anchas. Un día, invadían las tierras de Granada, otro, sin licencia alguna, se vengaban de alguna fechoría de los moros de Moclín,  otras veces actuaban con los pueblos cristianos, no le importan los pactos e invadían los términos de Alcaudete o Priego. Pero donde las aguas estaban muy revueltas era  en el abuso de ocupar los terrenos comunales- los ejidos y las cañadas- y  Santa Cruz no permitía que ningún ganadero corriera por la dehesa de los bueyes de labranza.  Por eso, el jurado Diego de Padilla le pidió para que interviniera tajantemente y cortase los abusos de aquellos señores. Por otro lado,  cada vez más le apretaba la Corona en defensa de lo que era suyo. En el mes de diciembre, los caballeros no le hicieron  caso, se levantaron contra él en las puertas de la posada. Fue el primer aviso. Pero los reyes no le decepcionaron y ordenaron que prendiera a los promotores de aquella tropelía.

                    - Negro panorama para una autoridad tan trascendental y que comenzaba a poner orden en un mundo de bandos entre familias y entre las familias entre sí. . Debió tener muchas agallas para afrontar una sociedad que andaba a su antojo y ahora quería meterla en cintura.

-          Además, sin pagarle  lo suficiente. No tenía recursos ni para la posada ni dinero para vestir. En octubre los reyes obligaron a la ciudad , que le dieran posada, en  diciembre, obligaron a revisar las cuentas de siete años atrás,  con el fin de sacar algo de aquella parca despensa y poder pagarle. Vano intento, tuvieron que obtenerlos mediante un impuesto, con el que se  gravaban las cosas de beber y comer.  Pero, a continuación la respuesta fue otra asonada en la plaza, y  la marcha de regidores a la Corte,  con la consiguiente revisión de cuentas, y nuevos prestamistas para que adelantaran dinero  para poder pagarle. En medio de este berejenal  ¿Quién se atrevía con esta perita en dulce? 

-          - Nadie, en estos tiempos. Pero, el rey es el rey, y su autoridad procedía de Dios. Era intocable, y sus subordinados comenzaban a equiparse de estos argumentos para ejercer el cargo. Por su parte, el rey les correspondía en su fidelidad con la prórroga de un mandato de un nuevo año Y, con esas armas, Santa Cruz atacó de nuevo.  Por eso,  no le importó la afrenta vecinal y trató .de imponer la nueva sisa. Hizo caso omiso a los vecinos,  y , los persiguió, investigándolos con su alguacil Andrés de Palacios, cuando le protestaron a principios del año 1491.

-          -Y, en este año ¿ Tuvo igual panorama que el anterior?

-          -No, tanto. Acabó de resolver el asunto de los caballeros con Juan de Sillo. Dictó buenas sentencias en  algún caso de amancebamiento Recibió la presencia del licenciado Molina para llevarle a cabo la pesquisa de su mandato. Pero la interrumpió y tuvo que marcharse . Y, de nuevo,  por abril se sometió a la investigación de su mandato anual, pues lo reyes le enviaron al bachiller Juan Burgos.

-          ¿Acaso no es  eso  lo que llaman juicio de residencia?

-          Eso, eso, un control muy interesante desgraciadamente perdido para los cargos, que se hacía al final de cada año y con el que podían los vecinos presentar  protestas de las actos lesivos que le había impuesto la autoridad ante un juez exterior...Y, de nuevo, recibió la residencia en 1492, en un clima que no se lo desearía a nadie.

-          ¿Cómo?

-          Otra vez volvieron al asunto del pago. Se había quedado en la  ciudad para ser investigado por el bachiller Medina. Este  no daba abasto  para recoger  en los libros los testimonios de  las visitas de vecinos y caballeros que le atosigaban con miles de protestas contra Santa Cruz. Una mañana estalló un fuerte movimiento vecinal, dando gritos desde la plaza mezclado con los alaridos de una persona moribunda. Han matado al corregidor. Un Fuenteovejuna desconocido en la fortaleza de la Mota. Aquello no había sido  una riña por cuestión de honor, era un plan perfectamente maquinado. Y, eligieron a los hijos de un hortelano, como ejecutores del crimen. Se juraron un  pacto eterno y secreto  para no desvelar la trama. Aquella  mañana de 26 de mayo  de 1492, urdieron la emboscada en la propia plaza, cuando se dirigía a su posada. Lo esperaron escondidos en los soportales de la torre del Pendón varias personas. Subía montado en una mula, sin saber lo que le esperaba. Junto a la plaza baja,  se le acercaron  dos jóvenes. Le rodearon y le asestaron varias puñaladas cayendo mortalmente herido al suelo. Los regidores desde  la Torre del Rey, por las rendijas contemplaban el espectáculo y dejaron escapar a los jóvenes. Ningún regidor o alguacil se acercó a prenderlos. Los dejaron esconderse por entre las callejas de las  calles de las Cuatro esquinas y la calle de la Casa de los Aljibes  en dirección hacia el Bahondillo. Tras un prudencial tiempo para la lograr la evasiva de los cómplices  del crimen, la gente, acudió al pesquisidor,  se acercaron al lugar y recogieron al corregidor herido  dando sus últimos alaridos. Herido de muerte, lo llevaron a la posada, avisaron al físico y  al cirujano, que le limpiaron la sangre, le vendaron con gasas. El pesquisidor Medina envió un correo a Córdoba , para que los reyes se enteraran de lo sucedido. Y les transmitió unas primera investigaciones. Habían sido Antón Hortelano y dos personas más.

-          ¿Tan sólo dos personas?,

-          Incomprensible. No debieron creerlo los Reyes.

-          Claro que no. Cuentan que los reyes enviaron inmediatamente tres días después nada menos que al ayo del Capitán general, el alguacil Álvaro de Acosta, que ejercía de alguacil de la Corte. En este intermedio de su llegada , no le valieron todos las curas, Santa Cruz con un fuerte esténtor  falleció. Al día siguiente, la ciudad se sentía liberada, pero sobre las cabezas de los vecinos se movían todo tipo de comentarios rencorosos que un ser humano pudiera comprender. Se juraron y se transmitían aquel dicho que no hay culpa alguna ante la muerte de los tiranos, sino que era una liberación del pueblo. Pues para ellos, morir y matar  les eran familiares, acostumbrados como estaban  con los moros en la frontera. Qué mas daba si lo hacían con una persona extraña, si incluso le estaba haciendo la pascua. Y Acosta se puso manos a la obra. Tuvo muchas dificultades. En sus primeros informes, tan sólo dedujo el ambiente y  las relaciones entre las familias de caballeros con el corregidor. Así se lo anotaba su escribano en los pliegos. Los Aranda con los Montesino y el personero  se oponían a todo tipo de investigaciones. Comenzaron a describir el ambiente  insoportable al que los sometía el corregidor aludiendo que ellos estaban exentos de cualquier carga. Después le dijeron que  les metió el dedo en la llaga, pues trató de poner orden a su  gente, cuando lo que en verdad era es  que se repartían a su antojo los bienes comunales, se adentraban en las tierras reales que limitaban con sus cortijos, arrendaban  y subarrendaban sus tierras en una trama clientelista que los protegía  ante cualquier osadía o ficticio atropello. Los Aranda no eran los Aranda, eran sus criados, sus gañanes, sus peones, sus lanceros, sus escuderos, sus labradores, sus familiares. Cada Aranda disponía de una compañía de personas para manipularla a su antojo. Para colmo de la desgracia,  en el cabildo usaban las miles de artimañas para que el corregidor  no se metiera con ellos. Unas veces no acudían, otras prorrogaban las decisiones, y, en más de una ocasión, pleiteaban y, hale , de inmediato a exponer sus quejas a la Corte.. Por otro lado, trataban de tener amarrada la autoridad  del corregidor convirtiéndole n un cliente más. No le daban ni para comer, pues ellos eran los que controlaban los gastos. Y, el corregidor con el sueldo del cabildo no podía afrontar los mínimos gastos de su casa. Por eso, el corregidor había enroscado la tuerca, e impuso una parte de la sisa para poder cobrar. Pues el sueldo del corregidor no le alcanzaba ni para mantenerse en la posada y pagar a los mesoneros De ahí que eran continuas las peticiones de subida que les reclamaba. Y aquellos regidores, la mayoría de los Aranda, algún Gadea y algún que otro Pineda le daban  por respuesta los aplazamientos, las demoras y las moratorias de los votos en el concejo Pero, el punto álgido aconteció cuando los reyes le permitieron que tomara el dinero de los propios y, si no daban el suficiente crédito, que lo hiciera de las sisas. Aquí, sí que se esforzó en sacar el máximo de impuestos en los productos de los nuevos ricos. Eso que tenía experiencia de cómo campear el temporal. Pero, de nada le valió. Aquellos caballeros testarudos, que traían en jaque hasta el rey, no podían soportar que este corregidor les obligara pagar, ellos que estaban exentos  por los servicios. Y, como dicen los textos, hicieron juntas, confederaciones y revueltas, se juntaron a cabildo abierto, otras veces simularon reuniones de amigos y familiares en las casas de los Aranda, de los Gadea, de los Montesino, todos para conjurarse contra su persona. Aún más, en una sociedad tan permisiva para el uso de las armas, se juraron pleitesía y lealtad  de guardar el secreto de acabar con aquel intruso. Y, aunque antes habían estado desunidos ahora, ya no eran los bandos de la ciudad, eran la confederación de caballeros contra el corregidor. Y, no sólo estos sino el pueblo llano juntamente con los poderosos en defensa de sus atribuidos derechos.  Lo prepararon todo, no podía ser uno de ellos, debían poner un  hombre de paja, alguien que no tuviera ningún encono o enfrentamiento anterior con el personaje regio. Los mentores fueron los cargos más afectados en el control de la ciudad. La propia reina decía de su fiel vasallo Fernando de Aranda que era un hombre escandaloso, que no obedecía ni cumplía sus mandamientos y estorbaba al corregidor en ejecutar la justicia contra los malhechores  En concreto, los regidores, en su mayoría Aranda habían estado conformes con las resoluciones,  pero quienes lo maquinaron fueron los alcaldes y el alguacil, los Montesino de la Isla y de Avila y los Gadea, los Aranda 

-          Me hablaba de leyendas de los Aranda. Otra vez, los Aranda, estos  son unos indomables.

- Pero los reyes no estaban por pasar por alto  ni seguir por  estos derroteros, pues se habían propuesto meter en vereda a todos los insubordinados de todo lo que fuera indisciplina con su poder. Para este cometido, habían elegido a los corregidores. No les importaba tanto su capacidad de adquirir más recursos para su empresas militares, al tener de su parte a estos personajllos sino someter a todos los  jefezuelos de la piel de toro bajo su jurisdicción. Primero, lo hicieron con las grandes ciudades, y ya le había tocado a los últimos reductos de su vasto territorio: las ciudades en primera línea de frontera. No importaba que tuvieran que agrupar varias ciudades bajo un mismo corregidor. Sólo le interesaba que tuvieran sometidos a las personas indómitas. Y, en Alcalá los había, pues por que les prestaban servicios, se excedían en los abusos con los territorios regios y con la política emprendida. Y, con estos precedentes, se pusieron   manos al asunto, primero enviaron un pesquisidor especial  para investigar el crimen de lesa majestad:. Un representante suyo asesinado en presencia de todo el pueblo,  y sin ningún delator. El pesquisidor se las vio y las deseó, en primer lugar  pregonó un bando en la peña de la plaza obligando a todo el mundo a que declarara quienes habían sido los causantes o autores del crimen. El asunto resultó espinoso. Pues, nadie quería desvelar nada. Llamó a los regidores y escribanos para que le dijeran qué hacían  aquel día en el cabildo. Ninguno confesaba nada. Pero, entreveía que algo ocultaban. Pues no se sentían  autores, pero el pliego de descargos y  eximentes, eran amplio. Que el corregidor era un entrometido, no les dejaba relacionarse con sus clientes en el reparto de tierras, les impedía el trato, les atosigaban con nuevas sisas, les acumulaban cargos por invasión de tierras comunales....una sarta de falsas justificaciones, que querían justificar aquel magnicidio. Por ello, el pesquisidor los envió a la Corte para que se presentaran ante el rey y les castigara.  La ciudad quedó gobernada tan sólo por Pedro de Aranda y Escabias. Nada consiguieron, entonces envió un alguacil real para ejecutar y cortar de raíz , la situación. Hubo algunos tormentos en los vecinos y tenderos de la plaza, y lograron declarar todo al detalle. Habían sido los hijos de Antón Hortelano juntamente con el padre y otros vecinos. A los primeros les confiscaron los bienes, les derrumbaron las casas, y fueron  ajusticiados, sin embargo los otros acusados, en concreto, dos hermanos, lograron escapar de la cárcel. Se fueron a Granada, allí rehicieron sus vidas. La pista se perdió. Y, eso que  su madre Mari Sánchez, quería que se les devolviesen los solares donde tenía su casa para reconstruirla. Incluso,  años más tarde, antes de morir,  arrepentidos  los asesinos enviaron desde Granada una memoria para que le dijeran dos misas en la parroquia de Santo Domingo de Silos.

 – ¿Esto es cierto?.

- Sí, que es cierto. Hubo una capilla en la iglesia de Santo Domingo de Silos, que nadie sabía quien la había instituido, ni cuando se había creado, era un secreto de confesión. Lo había hecho  la madre de los dos hermanos que se habían ido a Granada por los años siguientes  a la entrega de la capital del reino nazarita por Boabdil a los Isabel y Fernando. Habían  combatido hasta el último momento  con los reyes y esperaban el momento de recibir mercedes, por eso vendieron sus bienes de Alcalá, se trasladaron a Granada, era n de la familia de los Gadea, de los Montesino, ¿ Quien sabe? Lo cierto que se arrepintieron de sus actos y mandaron en su testamento una gran cantidad de dinero para fundar una capilla en la primera de la iglesia  de Alcalá.

-          Está  claro que Alvaro de Acosta  descubrió toda la trama. Implicados los eran los Aranda, los Montesionos y, muy afectado un regidor Alonso Ortiz, que preparó el plan y no dejó que acabara la investigación. La culpa se la echaron al hortelano y los hijos de María Sánchez, una pechera cualquiera. Los condenaron , les quitaron los bienes a la familia, destruyeron sus casas.. Pero los asesinos huyeron de Alcalá. Sabemos que los Gadeas, los Montesinos, y Fernández de Alcaraz vivieron en la ciudad de los Cármenes. Algunos fueron muy influyentes, hubo familias de los Escavias que crearon hasta un convento como comentamos el año pasado en otra leyenda. Pero el hilo de la historia que creímos desvelado se nos quedo inconcluso al tener que investigar en los archivos granadinos

-Esto es leyenda. Sí, la segunda parte de la leyenda, pero me falta tiempo para ir a los archivos de Granda. De seguro que me dará alguna pista para desvelar aquel asesinato.

LA TORRE DEL CASCANTE

 Desde la Torre el Cascante,

 el niño mira a la Fuente,

 y la retama le sirve

  armaduras de juguete.

 Desde la Torre el Cascante,

/el alcaide ya presiente,

que los moros de Guadix

 traen un ataque inminente.

Desde la Torre el Csacante,

 un adalid se resiente

de una saeta clavada

del morisco de enfrente.

 Desde la Torre el Cascante,

 entre las Torres se siente

 avemarías rezadas

en la ermita oferente

 a la reina Coronada,

señora de nuestra Fuente.



CON GAMA, LOS RUTEROS,  pasearemos por el camino del Portichuelo, transformado en vía de bicicletas, hasta llegar a la viña de la ladera del Cascante, desde donde contemplaremos el valle de la Fuente del Rey, rememoraremos el hecho histórico del campamento del rey Alfonso, la tienda capitana con la imagen de la Coronada, sus vicisitudes e historia hasta la ermita neogótica actual, el lavadero (desde Martín de Bolívar hasta las reformas de Mendoza y Gatica) el reparto de huertas a los caballeros y las nuevas urbanizaciones. Luego, nos dirigimos hacia la Lancha y explicamos la villa romana y su fuente.  Y recordaremos aquella visita "Viramos hacia Entretorres, mientras explicamos el Llano de Mazuelos y el chozón de la antigua dehesa; pasamos por la urbanización del Cascante, nos adentramos en el carril que se dirigía a la torre del Cascante, explicación de sus elementos góticos, su funcionalidad en la frontera, y el control de la vía hacia Iznalloz y Murcia. Al volver el camino de Entretorres, nos  subimos a un altozano del portillo del Cascante, y divisamos la Mota hundida y comentamos la leyenda de una escaramuza conseguida por un ascendiente de los Linares.

 
Tras llegar al Portichuelo, explicamos un antiguo pozo artesanal y llegamos a Alcalá, donde fuimos al museo y visitamos la sala del homo neaRdeNthal: su industria lítica, su hábitat, sus yacimientos y sus hombres.  No dimos de lado a la pieza del mes y el tesoro hispanoárabe".






O . CASCANTE

Nos viene del castellano antiguo. Es castellano con variación de forma.

Etimología:

Cascar en peraleo tiene el significado habitual de hablar, con el matiz de que siempre suele referirse a hablar de cosas sin importancia, a hablar por hablar, equivalente al estándar charlarCascante es el participio activo (o de presente) del verbo cascar, lexicalizado como adjetivo y tomando forma femenina (cascanta).

En la Edad Media cascar significaba golpear, como en cascar nueces . En peraleo sobrevive la forma cascante (que casca), perdida hace mucho en el estándar, pero asociada ya al nuevo significado de hablar. En el estándar cascar también puede significar charlar, pero se usa muy poco en ese sentido.

Cascar proviene del latín quasicare (golpear), asimilada luego al ruido que hace la persona al hablar con un golpeteo.



LA DE ALCALÁ LA REAL HACE REFERENCIA A LOS PROPIETARIOS DE LOS TERRENOS DE  PRINCIPIO SIGLOO XVII  QUE PROVENÍAN DEL PUEBLO NAVARRO  DE CASCANTE, QUE AÑADÍAN A SJU NOMBRE Y APELLIDOS COMO UN GENTILICIO SURGIDO DEL TOPÓNIMO. 

La ciudad de Cascante fue un antiguo poblado celtíbero (Caiscata), junto al río Queiles, que se convirtió en un importante enclave romano (Cascantum). Nombrada por Ptolomeo, Plinio, Antonino y Tito Livio, fue la 11ª mansión dentro del itinerario romano que comunicaba Tarragona con Astorga.


La ciudad de Cascante fue un antiguo poblado fortificado celtibérico (Kaiskata), siglos II-I a.C., que se convirtió en un importante enclave romano (Cascantum) en el siglo I a.C. Es citada por autores romanos como Ptolomeo, Plinio y Tito Livio, y en el Itinerario de Antonino aparece como una de las mansiones de la Vía de Italia in Hispania, calzada que comunicaba Tarraco (Tarragona) con Asturica Augusta (Astorga, León).

Kaiskataoppida celtibérico que acuñó moneda en el siglo II a.C., se convirtió en Cascantum en los últimos años del siglo I a.C. tras la concesión de la municipalidad (Cascantum  se convirtió en un municipio, ciudad, con derecho latino) por el emperador César Augusto. La concesión de este derecho hizo que durante el reinado del emperador Tiberio (14-37 d. C.)  Cascantum acuñase monedas de bronce (ases y semises).

La concesión de estos privilegios por parte de Roma sigue figurando en el actual escudo de la ciudad: “CIVITAS CASCANTUM MUNICIPIUM ROMANORUM”

El señorío de Cascante  tuvo diversos linajes a lo largo de su historia, Don Pedro Sánchez de Montagut o los Condes de Lerín y Castro. Los Barones de Beorlegui fueron dueños del castillo, horno y molino, hasta que en 1551 la villa les compró estas propiedades por 15.000 ducados. En 1633 adquirió el título de Ciudad del rey Felipe IV, recibiendo el derecho a asiento y voto junto con otras ciudades en las Cortes de Navarra, obtuvo su separación jurisdiccional de Tudela, la Vara de Justicia y el goce de hierbas en los montes de Cierzo y Arganzón. Estos privilegios costaron a los cascantinos más de 30.000 ducados, en donativos al rey.

Poco después de otorgarle Felipe IV  el título de Ciudad, este mismo monarca, en 1642, la titulaba «Noble y Leal ciudad de Cascante». Participó en la Guerra de Sucesión Española.
















II

  Dejando atrás la torre de Charilla, los Llanos son un paraje de una zona de antigua dehesa, que conducía a la aldea de Santa Ana en dirección sudoccidental. Y la huella gótica se percibe todavía  en la iglesia que albergaba una  imagen de su  mismo estilo.  Cercana se encuentra una ermita, románica en el Paraje de la Fuente del Rey, Y del paraje semidesértico se pasa a una zona de huertas, regadas por los manantiales de varias fuentes, entre las que destacan la Somera y Fuente del Rey, un paraje donde se comenta que acamparon las tropas de Alfonso XI en 1340. A partir de este lugar las torres se visten de arquitectura gótica. La zona denominada Entretorres, hace alusión a las torres del Cascante y Moraleja, abandonan la forma cilíndrica de la Boca de Charilla. Por eso, les puso una base troncónica, cuerpo de planta circular, y se levanta con mayores dimensiones con respecto a otras del entorno; el perímetro llega a alcanzar en la de Moraleja más de 25 metros; y unos pocos metros menos, la del Cascante; el vano de entrada y acceso a una habitación situada en la parte superior obligaban a una escalera artificial y efímera para evitar los ataques imprevistos. Se coronan con un cuerpo superior de azotea, sobre una orla o guirnalda apoyada en canecillos que se muestran en forma de balcón, y e aparecen en la de Cascante. Estas torres formaban parte de una red que comunicaba a los labradores de estas tierras expuestas a peligros e invasiones continuas. Como centro fundamental, desde estas torres se disparaban los mensajes de fuegos variopintos a la fortaleza de la Mota, pero no perdían las emisiones entre ellas, la Dehesilla de los Caballos. Charilla, Puerto, las Mimbres y la del Puerto. Ahora, estas torres controlan un tráfico fluido de las nuevas rotondas que guiñan con su dibujo la silueta de las torres. Y, sobre todo, tras estas torres, parece como si el tiempo hubieran cerrado s otros núcleos concéntricos u otras comunicaciones transversales del tiempo de frontera.

III




Cercana a la ciudad fortificada de la Mota se encontraba la atalaya de la Dehesilla, la única que se conserva en pie por este flanco, sobre un cerro, cuyas laderas se reutilizaron en función agro ganadera. Bajando al ejido del Coto, se extendía la Dehesa de los Caballos, popularmente Dehesilla, una zona roturada desde el siglo XVII para el pago de los servicios a la Corona, en dirección a la Solana de Montefrío el olivar ha sustituido al viñedo, lo mismo que el Rosalejo donde abunda la sembradura y el olivar. Por los cuatro puntos cardinales hay veredas de acceso salvo por algunos lados que se interrumpe por estar recientemente roturados.  Esta torre gótica se asemeja a las torres de la Moraleda y Cascante, con las que se comunicaba en tiempos de frontera. De planta circular y un perímetro menor que las anteriores (14.70), muy cuidada por su aparejo y sillares regulares, sin base troncocónica y un balcón en la parte superior orlado y que circunda la parte superior con sus matacanes corridos, muy bien conservado. Un vano comunicaba con la habitación del alcaide, a través de una escalera de acceso de madera.






 Si avanzamos en dirección a Granada, se suceden una serie de torres, la mayoría de ellas destruidas o convertidas en muladares que ocultan las bases. Este es caso de la torre de la Peña del Yeso, que oteaba el recorrido de los viajeros del camino de Granada (actual N 432) y colocaba su punto de enlace con la de la Torre de Abril. Un poco más baja que la ciudad fortificada de la Mota, se encontraba sobre el cerro de las Esparteras de la casería Utrilla, y debe su nombre a la Peña del Yeso, sobre   un cerro cercano donde se ubicaba un  cortijo  abandonado. Con este nombre, solo queda metro y medio de esta torre,  y hace indefinible el perímetro y otros elementos de la torre aunque se distinguen la forma y planta circulares y la mampostería de piedras de su relleno.

 Siguiendo la carretera nacional esta torre debía comunicar con la fortificación iberorromana de la Gineta que se mantuvo en tiempos musulmanes. Este oppidum  jugó un papel fundamental en la ruta de acceso a Granada en dirección a las tierras de Moclín a través del valle del arroyo Velillos. Y su enclave estratégico dejó sus huellas incluso en la última Guerra Civil como puesto de vigilancia entre las dos zonas y algunas escaramuzas de desplazamiento de trincheras entre bandos por las zonas cercanas de Cerro Mulero y la Guzmana, No es de extrañar el asentamiento romana de su entorno e, incluso, los restos neardenthales próximos a este contorno. La Gineta se asemeja a una peineta y forma su escarpada subida, orientada hacia la fortaleza de la Mota,  un recinto adecuado para el control de  movimiento de tropas por esta entrada a los reinos de Granada. Desde la Gineta, pasando por el asentamiento romano y los restos del hombre de Neardenthal,  un camino en dirección hacia el Camello vira hacia el antiguo enclave de la Alcacieruela, actualmente deformada por Cariguela, donde una antigua fuente se viste de leyenda y de haber sido un recinto fortificado en dirección al final de los términos de Montefrio e Illora, por unos parajes marcados por torres, una desparecidas y recordadas en los Libros de Términos como la del Listán y otras  recogidas en libros de repartimientos y conectando las ciudades granadinas de los Montes orientales, como la de Matute.

Pero, volviendo al cerro de la Gineta, este controla una atalaya más baja situada en el cerro del Quejigal, le servía de aviso de todo tipo de incursiones enemigas. Esta recibe el nombre de Quejigal, pero en tiempos pasados los libros de términos  la denominaban de  Moclín,  y recientemente de Torre de Abril. A la derecha de la carretera de Granada, situada entre el Moralejo Alto, la Parrilla y la Guzmana, solo se conservan restos de las cuatro primeras hiladas, rellenadas de muladares del relleno interior cilíndrico, y se observa cierto enripiado de las juntas. Eslava en su estudios de los castillos y batallas la definía como la más avanzada de la zona cristiana. A partir del cortijo del Pleito y por los cerros de la Melera, si continuamos el camino del arroyo del Velillos, podemos distinguir las atalayas de tierras granadinas en un paraje romántico, Con la mirada dirigida al castillo de Moclín, una llanura bautizada con Malalmuerzo, todavía rezuma un acontecimiento bélico entre las tropas alcalaínas y del señor de Alcaudete, donde y se encuadra un circulo de atalayas, donde destacan la Porqueriza, Solana y Mingo Andrés entre un paisaje singular de golliznos, valles, picachos, campos llanos, arroyos y sendas empinadas.

Pero dirigiéndose desde la Gineta hacia los Montes de Trigo y el Paredón o dominos de  Noalejo, el río Velillos, se protegía por alquerías y villares, que ofrecían un flanco abierto  para la defensa de frontera. Subiendo a los cerros de la Hoya del Salobrar, este terreno debió estar protegido por las atalayas, la  alta y la baja, cercana a los partidos de campo de riberas y Mures, que comunicaban con la de Pedro Sánchez ya por tierras del Espinar y  Cerezo Gordo. Un oppidum iberorromano cercano a la Ribera Alta  defendía las tierras y riberas molineras  del  primer tramo del río Frailes, tal como se llama este por Frailes y se protegía por  otras torres. Pero estas últimas han quedado solamente reducidas a su denominación toponímica y a su comentario histórico. Pues se adentraba a una zona boscosa, sin apenas acceso humano, a lo más en cierto tiempo adehesado, donde el paisaje, la altura y la montaña era la mejor pantalla estratégia. A  cualquiera le vienen a la mente  estos versos de esta zona  de este romance fronterizos "Caballeros de Moclín, / peones de Colomera, /entrado había en acuerdo, / en su aconsejada negra,/ a los campos de Alcalá/ donde iría  a hacer la presa./  Continua con la escaramuza del cortijo de la Matanza, la fuente del Malarmuerzo".  Y se convierte en el adalid que quería ganar la batalla informativa para atraerse a los turistas, que le rodean mientras contempla desde estas sierras  el castillo de Moclín, Como si quisiera vengarse de aquellos caballeros que habían zurrado una buena paliza a los personajes del romance y de transforma  en virtual guía incitando  a la visita de  estos lugares de atalayas.


v

            Acaban el año 2015 la serie de las torres y atalayas alcaláinas. Hace años, a través de este medio de comunicación nos acercamos a nuestros  lectores con una diversidad temática que no se ajustaba a padrón alguno. Los meses fueron el siguiente  hilo conductor que  sirvió para la comprensión de la idiosincrasia alcalaína; luego, los doce miradores fueron las tribunas desde donde se  dibujó el contraste en la ciudad del pasado y la del futuro; durante este año, las torres, se han introducido en la trama urbana y han aportado  diversos ángulos de la sociedad de la ciudad de la  Mota, siempre partiendo de los fundamentos históricos.
            Como colofón de estos artículos, dedicamos el último a las Entretorres. Un término yuxtapuesto, original  y autóctono que  refleja una parte del  territorio municipal, antaño adehesado y hogaño tierra de olivos. Está comprendido entre dos ejes muy importantes del partido judicial de Alcalá la Real, las carreteras de Granada y la de Izanalloz: la primera fue siempre un camino real de comunicación de las tierras del Alto Guadalquivir a Granada y tierras de  su Costa; la segunda, un camino que conducía a los montes granadinos y las tierras de Guadix y Baza;  la primera, sufrió una transformación de ser camino carretero a carretera  desdoblada, e, incluso, autovía prometida para enlazar Badajoz con Granada; la segunda, antiguo subeje andaluz y suplantada por la autovía de Andalucía.
            Entretorres es un espacio definido y controlado  por las  dos torres, afortunadamente mejor conservadas e, incluso rehabilitadas: la del Moraleja y la del Cascante. Si hubiera de confrontarse el conocimiento  de este tipo de atalayas por parte de los vecinos , de seguro que ambas son las más conocidas por encontrarse cercanas a núcleos poblacionales más próximos a la capitalidad de la comarca alcalaína. Estas torres se cimentan en civilizaciones anteriores que se remontan a la prehistoria y los primeros pasos de la historia local. No es de extrañar que el mundo argárico y los íberos rondaran por estos lugares; tampoco no es atrevido proclamar que debieron ser un hito e, incluso, un jalón en la ruta de entrada  púnica desde la costa granadina a las tierras jiennenses del Alto Guadalquivir: algunos restos arqueológicos y el hallazgo de numismática cartaginesa  lo confirman  con rotundidad. Han sido las mejor rstauradas y conservadas; los vándalos no dejaron intactos la información ni su iluminación.
            Pero, sobre todo, Entretorres responde a un periodo histórico de mundo de frontera, donde los alcaides de las atalayas pasaban muchas jornadas con ojo avizor esperando invasiones de enemigos en tierras cristianas, fingiendo alguna que otra travesura para despistarlos como aconteció en las gestas de los Arjonas,  Linares o Arandas, o, simplemente viendo pasar las caravanas  de comerciantes en tiempos de paz.      
            Y este es el símbolo natural  de este lugar que transciende su ubicación territorial. Entretorres es la esencia viva de la historia del pueblo de Alcalá la Real. Es testimonio de  tiempos pasados y de  enfrentamientos superados por la sana convivencia; tiempos  de crisis  y subsistencia que dejaron paso a los ciclos de prosperidad y de paz. Muestra del esfuerzo humano para transformar la naturaleza de los amplios eriales y pastizales de ganados  en  tierra roturada  de cereal en los primeros años y,  a partir del siglo XIX, de olivos  serranos. Incluso, Entretorres ocupa un  lugar privilegiado  de ocio y asueto, donde han fijado la residencia muchos vecinos, con lo que se cierran los tres sectores productivos.
            Entretorres es una página de la historia que mira , por el paraje de Los Cipreses, a los  polígonos de la Fuente de Granada y Retamal, un importante paso  hacia la industrialización  de Alcalá, que  encendió y mantiene  la luminaria de la Escuela de Empresas, desde donde han surgido nuevos empresarios alejados al prototipo de generaciones de antaño y han logrado que las diversas crisis no se resintieran con tanta intensidad en la comarca alcalaína. Incluso, por este ángulo, las naves  se prolongan hasta la zona de  la Dehesilla y el Llano de las Aves Frías, pasando por  los márgenes de las carreteras de Villalobos y Granada. Sin embargo, desde el matacán del Cascante no queda anclada la vista en el monte bajo de los Llano y de los nuevos olivares sino que sus campos se han visto transformados en los dos grandes polígonos del Chaparral y de Llano de Mazuelos. Durante muchos años y siglos, estos últimos campos fueron dehesa para el ganado, rincones hortelanos junto a los arroyos  de la Pasailla y de la Lastra, roturaciones de cereales  hasta el siglo XX; ahora se le reclama que sus antiguas setas se conviertan en industrias a porrillo, como si pudieran  sembrarse  con la rapidez de las sementaras anuales. No obstante, por lo que respecta al  polígono de las  tierras de Biedma, se ha pasado  la página de la historia de aquellos terrenos que fueron  bienes de la beneficencia de Pedro de Moya y gestionó su sobrino Pedro de Biedma ( el que le dio el nombre  hasta muy recientemente), para convertirse en asentamiento completo de muchas industrias  con un claro programa de promoción empresarial ( desde el valor de los terrenos hasta   otro tipo de subvenciones). Nadie podría imaginar que lo que fueron canteras y pasto de ganado lanar se convertiría en zona industrial del plástico.    
            Entretorres, por tanto, se nos convierte en epítome de evolución territorial y  reflejo del año actual, un año convulso   y se han experimentado ( también, se  palpan)  importantes   cambios que atañen todos los espacios; desde lo local  a lo global;  desde lo individual a lo social  pasando por lo vecinal, asociacional y familiar. Sus torres contemplan la simbiosis en la que conviven lo rural y lo industrial, el progreso de las aldeas como Santa Ana y la mano tendida a nuevas perspectivas industriales de la ciudad de la Mota.

            Entretorres, ha sido y es síntesis de los puntos de mira de Alcalá la Real, de su zona aldeana y su capitalidad, de su agricultura y nueva industria, de su pasado y su progreso. Toca en la nueva serie bajarse  y pisar tierra firme, dejar los miradores y descender de las atalayas, para nuevos tiempos “ Entre tiros y altozanos”. Felices Navidades. Y un año 2016 que supere todas las crisis.