No
soy yo el que me rasgue las vestiduras y despotrique de los políticos, como se frecuenta en el ruedo
nacional. Creo en la POLITICA con letras
mayúsculas, y más todavía en estos
especiales momentos y circunstancias muy difíciles para salir de la crisis. Líbreme
Dios en caer en análisis sencillos y sin
fundamento que desembocarían en reclamar una dictadura
o en propagar la simplona demagogia
de muchas personas, a las que estamos acostumbrados a escuchar, incluso
atendiendo las palabras de algunos miembros de partidos políticos. Tampoco, voy
a levantar un mausoleo a la representación política única por medio
de los partidos, pues considero que toda
persona o grupo tienen y han tenido la oportunidad de constituirse
en otras formas, que, al final, defraudan
más que las formaciones políticas. Esto, sin obviar que los partidos políticos
necesitan una renovación total en muchos campos para ejercer la democracia y
compartir sus vivencias con las personas que las sustentan y a las que
gobiernan. Pues la democracia, como decía Churchill es el sistema menos malo. Y
lo mismo pensaban los antiguos tratadistas romanos al comparar la monarquía y tiranía,
la aristocracia con la oligarquía y la democracia con la demagogia, pues hubo escritores
como Polibio que llegaron a
convertir la democracia
republicana esclavista ( en términos de Kovaliov) en el mejor sistema de la
Antigüedad y modelo para siglos venideros . El problema radica en lo que
entendamos por política y por los políticos. Entiendo que políticos somos todos
miembros de la ciudad ( y de ahí remontémonos a los ciudadanos de la provincia,
comunidad autónoma y Estado) en la que
vivimos y debemos compartir y trabajar
por todas las cosas en las que nos vemos implicados para hacer una sociedad
mejor. La política no es sino el arte, el ars en sentido grecolatino, mezcla de
experiencia, oficio, naturaleza, intuición y sabiduría, de gestionar lo mejor posible la ciudad. O lo que es lo mismo, la polis, de donde
viene la palabra política. El problema radica cuando convertimos a la política
en banderín de enganche de estrategias electorales, de difamaciones del
contrario, de cinismo puro y duro, de propagar esperanzas incumplibles, de
poner zancadillas al adversario y palos a las ruedas del carro del gobierno, de prometer lo que no puede realizarse o de entusiasmar con lo
ilusorio e inalcanzable teniendo conocimiento de causa. Más aún, no se creen a los políticos cuando
transforman la ingenuidad y la bondad de los ciudadanos en moneda de cambio
para sus fines políticos, o cuando dicen
una cosa en un sitio y en otro lugar
saltan con la distinta. Siempre he
aplaudido a las personas que han representado a nuestro pueblo con alturas de
miras, defendiendo lo colectivo frente a los intereses particulares o puramente
clientelares; he presenciado a muchas personas que nos han representado que se
han bajado de sus siglas y han compartido objetivos comunes a favor de la comunidad.
Lo que no parece ético ni político es defender en un sitio una postura y en
otro ahogar a una comunidad o cortar el grifo de las inversiones.
Eso es
simplemente hacer lo que decían los antiguos,
no es democracia; se puede llamar cinismo, hipocresía, piruetas electorales,
campañas políticas de marketing …en suma es simplemente demagogia, irritar al
pueblo, Por cierto el patio no está para muchos embates ni más crispaciones. Pongamos el nombre de esta nefasta política y
malos políticos en la sanidad,
educación, carreteras, trabajo …. Y para
qué contar más.
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