entre rejas |
Hace
unos meses, por los medios locales se
anunciaba que la techumbre de la iglesia
de San José de la Rábita se había derrumbado y se exhibía una fotografía de su
estrago con la imagen de un Cristo deteriorado levemente. De seguro que, si
esta triste noticia hubiese acaecido en
una urbe cosmopolita, se hubieran levantado muchas voces clamando en favor del
mantenimiento del patrimonio artístico; pero, como esta iglesia se encuentra
ubicada en un núcleo rural dentro del partido
de campo de la Rábita, ha pasado el tiempo y el templo se yergue en son
lastimero reclamando una intervención y ayuda urgente. Es verdad que se vive
tiempos laicos y acofensionales basados
en los principios de la Constitución Española, mas no puede olvidarse que el
caserío de San José de la Rábita fue uno de los primeros asentamientos de la
comarca de Alcalá la Real, pues, en su territorio, se encontró la lápida del
primer cristiano, un tal Potencio, cuya lápida paleocristiana data
su morada por estos lares alrededor de los siglo VI y VII. Y, no
sólo este lugar religioso ejerció
un núcleo significativo en las historia de la cristiandad sino que,
en tiempos de la invasión musulmana de
España, debió sustituirse por un ribat, una rábita , es decir una
especie cuartel y monasterio( por así expresarlo para
entendernos) que formaba guerreros para defender las tierras andalusíes. Tras
la llegada de Alfonso XI y su posterior
conquista, el morabito desapareció y se transformó
en una venta que controlaba el flujo de pasajeros que venían de tierras cordobesas
y de la campiña jiennense. Finalmente, una vez que los campos fértiles a las
faldas de la Sierra de San Pedro se
roturaron y acudieron algunos colonos a repoblar la parte norte del partido municipal
de Alcalá formando los dos núcleos de la Rabita y San José, se levantó esta iglesia que ha perdurado hasta
el momento presente con muchas funciones religiosas, cívicas e, incluso
económicas: pues la ermita prestó
sus servicios religiosos a aquella población rural,
pero fue también símbolo de unión
de los campesinos de aquellos parajes, lugar
de reunión, información y de fiesta para
sus vecinos al tañer y al son de su campana. Hoy, cuando la campana se
queda muda y el lamento recorre el cielo del cajón de sus paredes, viene a la memoria de muchas personas aquel cristiano
de nombre Potencio, que significa y alienta a la labor reconstructora por
su significado etimológico "el
que puede", en este caso, " es capaz de" volver a hacer renacer ese rincón tan entrañable de
Alcalá que no puede dejarlo perder.
Ayudémosle, porque nos jugamos desanillarse un eslabón de la historia local entre sus
ruinas y la despoblación de su entorno. No dejemos que nos diga su último adiós
este paraje del patrimonio etnológico y religioso, testigo de muchos ideales y sentimientos compartidos, y,
hospicio de culturas diversas.
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