Pero,
ante la barbarie sufrida a lo largo de muchas etapas de la historia, nunca se
sobrepasaron las coordenadas del sentido común. Pues, en el desarrollismo
vivido  por crecer, se hacían (y se hacen
viviendas) pensando no en vivir sino en el especular ( este era el insensato
sistema económico).  Esta es la pura
realidad y la lógica imperante, porque hemos pensado siempre en los
crecimientos, los superávit,  la avaricia
y la codicia. 
            Más
nos hubiera valido un poco de resignación y de sentido estoico y haber
utilizado la filosofía epicúrea en sus debidos  y certeros momentos. Además,  de seguro que, si nos hubiéramos puesto como
objetivo la Felicidad  Nacional 
Bruta, las cosas habría tomado otro cariz más positivo para todos los
colectivos. 
 
          Por eso, estoy de acuerdo
con esta frase de que "el bienestar personal  no aumenta con la prosperidad material: a
mayor PIB, no se sigue mayor FIB (que traduce José Laguna como Felicidad
Interior Bruta)" . Pues debemos construir ciudades con otros parámetros y
cambiar el cliché que nos invade diariamente a través del consumismo reinante.
Nuestra propuesta radica más en importarnos otros valores distintos al dinero y
al precio, como son el bienestar psicológico de los vecinos y ciudadanos,  el buen gobierno, la salud, la educación, la
vitalidad  de la comunidad y la diversión
ecológica.  Y eso , a veces, se consigue
con la cooperación, el voluntariado, el amor por la naturaleza, el culto por la
conservación de un  cuerpo  sano y la actividad deportiva, la soberanía
alimentaria, el consumo interno  y de los
`productos de los  propios pueblos, la
pedagogía del compartir, la prioridad de la ética sobre la estética,  el reconocimiento de los emprendedores que
centran su objetivo en el hombre   y el
cooperativismo como tarea colectiva. Puede ser que no haya tantas grúas, pero
tendrán trabajo los constructores del mantenimiento y de la rehabilitación, se
explotarán otros yacimientos y fábricas de riqueza con una visión más
humanizante,  Y lo que  nunca se nos olvidará que debemos cubrir- como
nos proclama la constitución española- la comida, el techo ...y , nosotros
añadimos, la ternura que es lo que nos falta en estos momentos a nuestros
habitáculos. porque son  más  antros cerrados que espacios de  aquella cultura de la calle, tan normal de
nuestras tierras andaluzas. Y esa cultura sufrió, y mucho, pero nunca se olvidó
de la felicidad nacional bruta, porque 
sabía que repercutía en  el
optimismo interior de cada uno de nosotros. Hay muchos lugares, ciudades y
pueblos, Alcalá la Real   se orienta a este nuevo FIB, si no,  fijémonos en su gama de servicios que tenemos
a nuestra deposición.    
Grandioso artículo Sr. Paco!!!
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