Tal vez
me encuentro deformado profesionalmente e influido en demasía por la investigación histórica y el término
rescate me sugiere una situación bastante penosa. Por un lado, siempre he
encontrado que las víctimas de un rescate eran unas personas normales, que
caían bajo las garras del enemigo y se
veían sometidos bajo el dominio del nuevo patrón a la categoría más ínfima que puede caer el
ser humano: la esclavitud. Por otro lado,
el motivo desencadenante de esta
usurpación de la dignidad humana consistía en
un acto de violencia, ya sea una guerra programada, ya un acto
de guerrilla o terrorismo, en el
que los más poderosos se imponían a otros
por medio de la victoria en una batalla o por actividades de pillaje. La mayoría de los
hombres, por lo tanto, caían, y se convertían en esclavos, por las ansias de
poder en una disputa programada, pero también,
hasta los seres más pacíficos del
mundo quedaron enjaulados como presa de botín, mientras laboraban sus campos en
tierras de paz o de nadie( e, incluso,
los hubo muy alejados del frente de batalla). En muchas ocasiones, durante la
esclavitud indeseada e impuesta por la violencia, vivieron en mazmorras insalubres, apenas les
dieron comida, los sometieron al trabajo
sin recompensa y con los grilletes en sus manos y pies, los torturaron al
antojo y capricho de los nuevos amos, no encontraron luz alguna par salir de
aquel túnel totalmente oscurecido por el
destino de una adversidad, no buscada por ellos, sino impuesta por sus gobernantes. Aquellos hombres no encontraron
otra salida que renunciar de su patria,
sus creencias y sus ideas, y hacerse vasallos del nuevo destino si
querían conseguir alguna esperanza de vida; los menos se encontraban favorecidos
por la tómbola de la suerte, que se llamaba el rescate ( por eso se lo
suplicaban a la divinidad y a la corte celestial) y, fueron también machismos menos los que consiguieron una fuerte suma de dinero para
pagar la vuelta a su anterior situación de vecinos libres, porque en aquel
tiempo no había ciudadanos, sino vasallos.
La
historia nos puede ilustrar, en nuestra comarca de la Sierra Sur , de muchos esclavos
cristianos en el reino musulmán de Granada y a la inversa musulmanes en los
reinos castellanos; podemos sacar a la luz algunos actos de rescate y de
personas que asumían el riesgo de rescatar o de aportar los fondos para el
rescate ( por cierto, estos eran los menos; a lo más, algunos conciertos, constituciones y tratados de paz
entre los pueblos lograban mayores éxitos de liberación que los particulares por su cuenta).
Y,
sin darnos cuenta con el relato histórico, hemos comprendido lo que significa
el rescate. Pues, vivimos una guerra económica y financiera que se ha
desorbitado y se ha lanzado inmisericordemente contra toda la humanidad, una
guerrilla de continuos asaltadores de los bolsillos ajenos por medio de las bombas de mano de las primas
de riego y unos terroristas de la usura sin límite alguno y sin compasión ni
solidaridad alguna. Además, han creado un nuevo tipo de esclavitud, sin
grillete ni mazmorras, que ha convertido al hombre en partículas insignificantes
de los agujeros negros, sin capacidad de decisión ni libertad y a un paso de
vivir de las migajas del festín de las manos poderosas. En esta situación
tan trágica, y habiendo perdido todo lo que nos ha
aportado el estado de bienestar, no es imposible imaginarnos cómo poder conseguir
el rescate en forma del maná del cielo que se nos presenta en los medios de
comunicación. En la antigüedad, se
encomendaban a la divinidad, por nuestras tierras a Santa María y a Santo
Domingo; pero ahora, imbuidos en una gran carga de agnosticismo y de increencia,
será difícil abrir una puerta de rescate sin
monjes redentoristas, a no ser que los Estados firmen auténticos
tratados de paz y de solidaridad para no dejar caer a sus ciudadanos en la
esclavitud y en el duro trago del rescate.
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