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domingo, 26 de agosto de 2012

EL RESCATE


 

 

            Tal vez me encuentro deformado profesionalmente e influido en demasía por  la investigación histórica y el término rescate me sugiere una situación bastante penosa. Por un lado, siempre he encontrado que las víctimas de un rescate eran unas personas normales, que caían bajo las garras del enemigo  y se veían sometidos bajo el dominio del nuevo patrón  a la categoría más ínfima que puede caer el ser humano: la esclavitud.  Por  otro lado,  el motivo desencadenante  de esta usurpación de la dignidad humana consistía en  un acto de violencia, ya sea una guerra programada, ya un  acto  de guerrilla o terrorismo,  en el que los más poderosos se imponían a otros  por medio de la  victoria  en una batalla o  por actividades de pillaje. La mayoría de los hombres, por lo tanto, caían, y se convertían en esclavos, por las ansias de poder en una disputa programada, pero también,  hasta los seres  más pacíficos del mundo quedaron enjaulados como presa de botín, mientras laboraban sus campos en tierras de paz o  de nadie( e, incluso, los hubo muy alejados del frente de batalla). En muchas ocasiones, durante la esclavitud indeseada e impuesta por la violencia,  vivieron en mazmorras insalubres, apenas les dieron comida,  los sometieron al trabajo sin recompensa y con los grilletes en sus manos y pies, los torturaron al antojo y capricho de los nuevos amos, no encontraron luz alguna par salir de aquel túnel totalmente oscurecido por el  destino de una adversidad, no buscada por ellos, sino impuesta por  sus gobernantes. Aquellos hombres no encontraron otra salida que renunciar  de su patria, sus creencias  y sus ideas,  y hacerse vasallos del nuevo destino si querían conseguir alguna esperanza de vida; los menos se encontraban favorecidos por la tómbola de la suerte, que se llamaba el rescate ( por eso se lo suplicaban a la divinidad y a la corte celestial) y, fueron  también machismos menos los que  consiguieron una fuerte suma de dinero para pagar la vuelta a su anterior situación de vecinos libres, porque en aquel tiempo no había ciudadanos, sino vasallos.

            La historia nos puede ilustrar, en nuestra comarca de la Sierra Sur, de muchos esclavos cristianos en el reino musulmán de Granada y a la inversa musulmanes en los reinos castellanos; podemos sacar a la luz algunos actos de rescate y de personas que asumían el riesgo de rescatar o de aportar los fondos para el rescate ( por cierto, estos eran los menos; a lo más, algunos  conciertos, constituciones y tratados de paz entre los pueblos lograban mayores éxitos de liberación  que los particulares por su cuenta).

            Y, sin darnos cuenta con el relato histórico, hemos comprendido lo que significa el rescate. Pues, vivimos una guerra económica y financiera que se ha desorbitado y se ha lanzado inmisericordemente contra toda la humanidad, una guerrilla de continuos asaltadores de los bolsillos ajenos  por medio de las bombas de mano de las primas de riego y unos terroristas de la usura sin límite alguno y sin compasión ni solidaridad alguna. Además, han creado un nuevo tipo de esclavitud, sin grillete ni mazmorras, que ha convertido al hombre en partículas insignificantes de los agujeros negros, sin capacidad de decisión ni libertad y a un paso de vivir de las migajas del festín de las manos poderosas. En esta situación tan  trágica,  y habiendo perdido todo lo que nos ha aportado el estado de bienestar, no es imposible imaginarnos cómo poder conseguir el rescate en forma del maná del cielo que se nos presenta en los medios de comunicación. En  la antigüedad, se encomendaban a la divinidad, por nuestras tierras a Santa María y a Santo Domingo; pero ahora, imbuidos en una gran carga de agnosticismo y de increencia, será difícil abrir una puerta de rescate sin  monjes redentoristas, a no ser que los Estados firmen auténticos tratados de paz y de solidaridad para no dejar caer a sus ciudadanos en la esclavitud y en el duro trago del rescate.       

 

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