Archivo del blog

sábado, 13 de agosto de 2011

LAS RA NAS QUE PIDIERON UN REY

FÁBULAS DE UN LIBERTO
(Las ranas que pidieron a un liberto)

Corren tiempos de fábulas, de momentos impredecibles y de situaciones inesperadas tras un largo tiempo de pax augusta. Es el momento de reflexionar, de buscar enseñanzas en la historia y en la crónica de las costumbres; de sacar enseñanzas morales-individuales, grupales y colectivas- para afrontar el momento presente. Hubo un personaje literario, casi desconocido, pero real como su obra. Se llamaba Julio Fedro; fue un esclavo que alcanzó la libertad en los inicios del Imperio Romano, y, con la libertad conseguida, miró a su alrededor y la pintó en forma de fábula: a modo de las antiguas cantigas o las aleluyas (su secuencia histórica y su moraleja) o de las viñetas de muchas tiras de los humoristas actuales. Nos viene como anillo al dedo y lo sacamos a cuento con esta serie que inauguramos con la fábula “Las ranas que pidieron un rey”.
Resumiendo esta fábula, la historieta cuenta que unas ranas pidieron, metidas en medio de una charca, un rey al dios Júpiter; este les envió una viga para gobernarla, y, a consecuencia del golpe que causó en el estanque, las ranas se asustaron y se escondieron en el fondo del lodo del estanque. Cuando pasó un poco de tiempo, al aviso de una de las ranas, salieron a flote; agrupadas en torna a ella, se subieron encima del madero y se quedaron flotando; al rey lo maltrataron, y le llenaron de injurias e infamias, y, finalmente, no lo quisieron por rey y pidieron otro, porque consideraban que era un inútil el que Júpiter les había enviado. Mala fue la solución: el dios soberano les envió una serpiente de agua que se comía a toda rana que le salía al encuentro.
Lo fundamental de las fábulas de Fedro consistía en que estaban relacionadas con algún hecho real, y, en este caso, fue el momento floreciente de la democracia de Atenas y el paso a la tiranía de Pisistrato. Es curioso que los autores clásicos tengan la sabiduría de plasmar una foto perfecta de situaciones semejantes que se repiten a lo largo de la historia. Fedro lo hace de esta manera: era un tiempo que florecía la ciudad por sus justas leyes; la libertad desvergonzada y el libertinaje trastornaron las estructuras de la ciudad y el respeto hacia los demás; la conspiración y crispación de los partidos dio lugar a la llegada de la tiranía; al caer en la tiranía, los ciudadanos se lamentaron de la nueva situación por no estar acostumbrados y añoraron anteriores tiempos y mejores.
Es verdad que el mundo actual no se ve reflejado totalmente en esta fábula, pues al menos existe la democracia representativa y la tiranía (a pesar del sentido optimista de los griegos, como dictador bueno) no existe sensu stricto, a no ser la de los mercados. Sin embargo, la enseñanza de Fedro, recogiendo la máxima moral de Esopo, es una lección magistral para todas las generaciones. “Porque no quisisteis seguir vuestro bien, sufrid el mal. A vosotros, ciudadanos, también dice Esopo: soportad el mal, no sea que venga otro mayor”. Lo bueno que tienen las fábulas, es que el nombre del rey es genérico, los personajes son de la naturaleza, en este caso las ranas en general, y los mecanismos del poder son la viga y la serpiente de modo figurado. Pero, su universalidad y temporalidad consisten en que puedes cambiar los nombres ficticios por personajes actuales, y así te enriquecerás con sus enseñanzas, a la hora de reflexionar en el momento delicado de una sociedad consumista y mercantilizada, en la que ya no tenemos ni a donde acudir para recibir la salvación. Por eso, nos quedamos, con la democracia de oro, que fue la ateniense, al menos la ciudad florecía por sus leyes justas. EL LIBERTO


No hay comentarios:

Publicar un comentario