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sábado, 9 de enero de 2010

LA CONTEMPORANIEDAD DE CATULO

LA CONTEMPORANEIDAD DE CATULO, POETA DEL AMOR.



Si hay un poeta en el mundo clásico que refleja, por excelencia, el canto del amor, este es Gayo Valerio Catulo que vivió en los últimos años del siglo I antes de Cristo. Sus poemas, “Cármina”, es un itinerario amoroso de un poeta espontáneo y desenfadado, que nos descubre líricamente todos los recovecos del alma de un apasionado amante atraído por una mujer libertaria del mundo romano. De sus versos, saltan sentimientos de intenso amor a movimientos de odios viscerales pasando por cantos a los caprichos de su amada.
De su famoso poema nos hemos atrevido a esta traducción libre que respira el apogeo amoroso:

Vivamos, Lesbia mía, et amémonos
Y un céntimo, nada más, nos importen
De los trasnochados sus palabras banales:
la luz pura del sol, un día, muere,
y, con fulgor, día después, renace.
Si la llama declina brevemente,
Durmamos, pues, una eterna noche,
Mil besos, ven a darme, pronta,
Mil besos, luego, ven a doblarme,
Mil besos más, cien mil hasta saciarme
Luego, otros cien mil, un millón más
Hasta hacer la cifra interminable.
Que sea cadena de ósculos infinita
Sin correcta cuenta, y al libre socaire,
Envidia del cornudo que nos acecha,
En tanto nuestras bocas se eternizan.

Hasta las vacilaciones y dudas que le conlleva el amor de Lesbia, su sentimiento del amante herido, reflejado en el poema 85, los versos más cortos y más intensos de la lírica amorosa, alargados por la versión poética :

Te odio y te amo, cara pura de Jano
¿acaso real, o, en verdad, posible?
pregunta para ti desconcertante,
entraña rota en la cruel tortura
de sentimientos duales de un amante.

Pasando en estos versos que hastiado de la vida política del siglo I antes de Cristo, exclama:

¿Que te pasa, Catulo, que Caronte
Te espera, en la laguna, a embarcarte?
Si ya Nonio tu enemigo escrofuloso
Se sienta sobre la silla justiciera,
E impaciente Vatinio profiriera
un pronto y de seguro consulado
¿Qué te pasa, Catulo, que Caronte
Te espera con la barca en la ribera
Y te tardas soñando en quimeras?.

A lo largo de sus poemas, Catulo se resiste a descubrir el nombre de su amada para revestirla con la sacralidad del mundo clásico y llamarla Lesbia ( la de la isla de Lesbos, la poetisa del amor)como hacen muchos poetas que se evaden, por medio del anonimato, de la carnalidad de su amor presente. Los versos de Catulo se reencarnan en muchos poetas posmodernos que cantan el amor en medio del ambiente desaliñado de los lugares bohemios e, incluso, alternativos a la sociedad convencional. Su escenario es trastiberino, lejos del ágora o del foro romano, sus versos resuman la alcoba de los cubícula de las domus romanas. Tan sólo, se congracia con la poesía amorosa griega en los poemas largos como el de Himeneo, las bodas de Tetis y Peleo. Pero, en sus versos se huele la atmósfera regada tras una lluvia fina o, se barrunta una tormenta con olor a pólvora mojada. A pesar del rechazo, en los momentos finales de su discurso amoroso, siempre deja encendida la lámpara de un renacimiento del eros:

Mil y una vez, Lesbia me maldice;
contra Catulo ahora despotrica,.
Que me muera, de amor, si no me incita.
Mil y ciento de señales me remite,
Y con el dedo, desvelarla puedo
Que m e muera de amor porque la quiero.,

Buen libro, este de Carmina, para la fiesta de San Valentín, tan impregnada de lo comercial y tan evasiva de la esencia del auténtico amor.

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