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viernes, 8 de enero de 2010

Escudo Nazarí

En el mes de agosto, tan proclive a ofrecernos novedades en el mundo literario, se llevan a cabo desde la publicación de interesantes artículos en los programas festivos a la presentación de algún libro sobre un autor o tema alcalaínos. Los programas de fiestas de la Abuela Santa Ana, los de la Virgen de las Mercedes, Cristo de la Salud y el de la aldea de Mures salen a la luz por estos días. En el primero, destacan artículos del movimiento de su cofradía, concursos literarios y de dibujo infantiles y otros dos de carácter histórico e iconológico sobre la historia de la aldea de Santa Ana y la figura de San Joaquín, obra de Francisco Martín y Domingo Murcia. En el programa de las fiestas patronales, se divide su composición entre los temas de la vida e historia cofrade de la Virgen de las Mercedes (pregonero, actividades de la cofradía, efemérides, organización y nueva junta de la cofradía, caridad, historia, costumbrismo, y mundo del ayer) y la parte dedicada a la producción literaria sobre la ciudad de Alcalá (artículos históricos y artísticos de Carmen Juan y Domingo Murcia, Antonio Heredia, Mayte Murcia, Marino Aguilera, José Bolívar y F. Martín ; semblanzas; impresiones; crítica literaria sobre libros alcalaínos; poesía de Claudia Sánchez, María Teresa Afán, Tomás Hernández, y otros locales y de carácter costumbrista). Este año se ha inaugurado la ilustración con las acuarelas de Enrique Valverde para recoger este campo artístico de los pintores alcalaínos en próximas revistas. Un bello álbum de fotos y la bella portada basada en la representación de la Virgen sobre los campos, templos y aldeas, obra de Manuel Aguilera, recogen la historia anual de la cofradía y de la ciudad en sus páginas primera y central, sin olvidar la contraportada con una clara ruptura de matiz caritativo que apuesta por un mundo cofrade universal. El programa del Cristo de la Salud se presenta como un canto a un barrio, sus gentes y su historia que trasciende el mundo de la localidad por su profundidad religiosa y sus numerosas actividades.

EL ESCUDO NARZARÍ

Emilio Sánchez Sánchez, alcalaíno afincado en Melilla, al mismo que tiempo licenciado en Historia y comisario de policía, se ha adentrado en el mundo de una bella novela sobre un momento histórico fundamental para la historia de la ciudad alcalaína que ha titulado con de “El escudo nazarí”: en concreto, se contextualiza en los años de la conquista de Alcalá de Banu Said por el rey Alfonso XI. Bajo el hilo conductor del personaje Pascual Sánchez Adalid se desarrolla una intrigante trama que supera todo tipo de crónicas, publicaciones e historia anteriores, desde luego bajo la ficción novelesca que no tiene en modo alguno que sentir complejo alguno con otros famosos escritores de novela histórica. Conocedor de la zona y de la comarca alcalaína, dominador del tema, léxico y costumbres del mundo musulmán y de la historia medieval, no ha necesitado de ayuda alguna para adentrarse en una correcta ambientación que trasciende el localismo del tema para alcanzar una obra que, con una gran difusión y buen marketing, podría superar la venta y poca impronta de los libros locales.
Ha sabido desarrollar una perfecta intriga entre los personajes principales y secundarios de la obra en medio de una dualidad antagónica basada en el binomio cristiano/nazarí como espejo ejemplarizante de dos comportamientos diferentes ante un acontecimiento histórico. Por un lado, entre los históricos, el rey Alfonso XI y el sultán Yusuf I, se manifestarán dos comportamientos de moralidad diferentes: frente al primero teñido de sagacidad, prudencia y juventud; el nazarí se presentará como víctima del boato y de la falta de prevención; otras veces se invierten los papeles para complicar la trama, el maestre calatravo de Martos, Juan Núñez, será símbolo de la perfidia y ambición de poder; su mayordomo Pedro Fernández de Castro se presentará como vasallo fiel y dominador del conocimiento del tablero cortesano; el capitán Diego López de Haro, prototipo de la ejecución militar, frentes a sus respectivos cargos en la corte nazarita como el hayib Ridwan o el jovencísimo secretario Ibn Al Jatib que reflejan un modo confuso de actuaciones indecisas e inseguras en una atmósfera agresiva de unos reinos supervivientes entre la tregua, las guerras interminables y el desfondamiento de sus recursos; todo ello sin olvidar personajes secundarios como Bobadilla con sus conocimientos de la nueva armamentística de la pólvora, el capitán Antonio de Córdoba, el maestre Alfonso de Meléndez, Bocanegra, Centurione, el cardenal Gil de Albornoz, Alonso Ortiz , el alcalde musulmán de la fortaleza alcalaína Abu Mohamed , el cabrero Hafid ( estos dos supuestos nombres) y, sobre todo, la maestría en el dominio de la emboscada, la pesquisa y la avanzadilla del adalid Pascual Sánchez. Entre los ficticios, hay que destacar buena inserción histórica y de tramoya del judío Samuel Abenhucar, o la del antiguo cristiano Ibn Masana, morador de Frailes, o la de la ventera de Acequia Susana, o la de Zulema, que nos engarza la tradicional y conocida leyenda de la mora Cava,
El aparato documental, el diccionario sobre le vocabulario del mundo de fronteras, las notas exegéticas sobre los términos y lugares y sus propias vivencias acercan, de un modo muy adecuado y objetivo, a la interiorización de la obra.
Hay momentos muy interesantes en los que su conocimiento del paisaje lo lleva a conseguir muy excelentes descripciones cargadas de empatía que hacen muy atractiva la lectura de la obra y causan efecto un atrayente de comunicación con el lector. Todo ello se ha conseguido con un estilo, sobrio y, al mismo tiempo, evocador, propio de relato histórico que simula perfectamente la realidad de un momento, donde a veces es difícil distinguir si estamos ante una auténtica crónica o una novela llena de intrigas y pasiones personales. Pues ha sabido compaginar perfectamente las fuentes históricas con la recreación de las vivencias personales de las virtudes y vicios de las almas humanas de sus personajes, que, una veces, crean prototipos del honor, la lealtad, la amistad y el compañerismo y, otras veces, caen en las debilidades humanas de la envida, la ambición, la felonía o la traición.
Buena obra de lectura para los alcalaínos tan entusiasmados por este momento histórico de la ciudad de Alcalá la Real y, también, para los orgullosos de su Mota, símbolo transformado en escudo nazari; en suma, atrayente obra para los lectores de la universal novela histórica y una buena sorpresa para todos aquellos que les gusta adentrarse en el mundo de la ficción.


F.Martín.

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