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martes, 22 de julio de 2025

CRÓNICAS DEL ESCRIBANO IV. EL COMEDIANTE PEDRO ORTEGÓN

 










Eran las ocho de la mañana y toda la gente de la compañía de Pedro Ortegón se encontraba a las puertas de la Casa de Comedias dispuesta a emprender el camino hacia a Jaén, donde iban a representar sus obras en los próximos días. Pedro alentaba a los más perezosos al caminar y se ponía al frente de la comitiva dando los primeros pasos por el Llanillo, mientras recogía de los mesones de Izquierdo, Ginés Martínez de Aranda y la Alcalaína a los otros comediantes. Al Llegar a la Puerta Villena, dudaron de subir hasta el Barrero, pero tomaron el camino del Castillo en dirección a la Nava. El arriero y jurado Diego Gómez había preparado caballerías, varias carretas y una veintena de asnos y se comprometió a llegar a Jaén al anochecer de este día de final de verano ( lo había pacto con la condición que el exceso de tiempo en el traslado lo debía pagar el autor.  Intercambiaba con Obregón conversaciones a lo largo del trayecto. Al llegar a Charilla le comentó   que los veía más perezosos que en el anterior traslado desde Granada. Pedro de Ortegón, estaba casado con Micaela López, que  hacía aplaudir como primera dama  de sus obras, le tuvo un trato especial montándola en la carreta. Y, comenzó Obregón a contarle historias.

-Te voy a referir los malos ratos que me han hecho pasar en mi vida.

-Ha estado en muchos lugares, muchos corrales de comedias, palacios y teatros.

-Muchos. Por ejemplo, en Sevilla hace tres años.

-Allí, debía cotizarse mucho su compañía.

-Fíjate. Recuerdo que fue por un asunto extraordinario. Había llegado a Sevilla Francis Cottington, el primer barón Cottington,y  fue alojado cinco días en los Reales Alcázares de Sevilla por mandato del  conde duque de Olivares. Era muy recordado porque había residido previamente en Sevilla, entre 1612 y 1613, encargado del consulado inglés en esta ciudad. Esta vez te puedo ser exacto, llegó a Sevilla el 20 de febrero de 1631, tras la firma del tratado de Madrid, y estuvo hasta el día 24, cuando partió para Sanlúcar de Barrameda. Le hicieron muchos agasajos. Entre los gastos ocasionados, al frente de un grupo  de ministriles  se encargaron de tocar a las horas de la comida y salidas de este  embajador. Los caballeros hidalgos celebraron también “fiestas de torneos” y representaciones teatrales que tuvieron lugar en uno de los salones del Alcázar, en las cuales también participó un grupo de ministriles. Como s autores de las comedias fuimos José de Salazar y yo.

Al pasar el puente del río San Juan, las aguas le recordaron otra ciudad andaluza regada por el Guadalquivir, 

-En este mismo año, actuamos en la corrala de Córdoba

-Sería insoportable los calores en el caminar durante el verano- le comentó el arriero.

-Dependía de la distancia, no es igual ir a Valencia como el año pasado, por el mes de mayo, tras varias jornadas, postas y estancias en posadas a lo largo del camino que desplazarse en los pueblos sevillanos.  

-¿Siempre mantenía  el mismo modelo de representaciones?

-Muy parecido, algunos ejercicios de música entremeses y la comedia que tanto atraía al publico

-Me han dicho que  en algunas ocasiones  introdujeron  novedades.

- Ah, sí, en 1632, estuvimos en otra Alcalá, la de Henares, y gustó mucho nuestra jácara, una especie de entremés cantado (normalmente por una actriz) o con alternancia de trozos cantados y representados (y a menudo bailables), con protagonistas rufianescos, que por lo general terminaba recibiendo su castigo. Pero la interpretamos de varios modos, a lo largo de las representaciones, la jácara, ya dialogada, ya entremeseada (representada), que describía el mundo marginal del hampa, dando entrada a s la germanía literaria. Pero había algunas jácaras de tema cortesano, muy pocas, y también otras a lo divino.

-Me cuentan que una gustaba muchísimo.

-Sí la Jácara de doña Isabel, la ladrona, que azotaron y cortaron las orejas en Madrid., 

Dejaron atrás a Alcaudete y comentaron la azarosa vida de los comediantes y las dificultades que se encontraban a la hora de cumplir todos los contratos entre la propia compañía y sus componentes y con los contratantes, los patronos de los corrales de comedias. Desde hospitales a duques pasando por cofradías y ayuntamientos municipales. 

En Martos se detuvieron a la hora de la comida Y, tuvieron varios momentos de descanso. 

    

                Llegaron a Jaén y en la Alhóndiga, pesó toda la ropa de las carretas y comprobaron que prácticamente las pesas guardaban equilibrio. Se dieron la mano, tras el pago de lo comprometido por peso de la carga y cada una de las caballerías. Era el cuatro de septiembre.

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    En 1635, el duque de Arcos, le pagó por una representación en Marchena. Con Alonso de Olmedo de vuelta en Sevilla desde Granada otra vez volvió a Sevilla á representar los autos.  Estuvo en Antequera y en tierras portuguesas, en Lisboa.  Ortegón llegó en este año a  tanta pobreza, que un día rompió el arca de los fondos de la Cofradía de Nuestra Señora de la Novena y se apoderó de las existencias. Era cómico muy mediano. Murió en Madrid en una casa de la calle de Cantarranas en 1636. Los autos que Olmedo y Ortegón representaron fueron debidos á la pluma de uno de los más ilustres poetas andaluces, á la de don Alvaro Cubillo de Aragón (Nació en Granada, y él mismo se retrató magistralmente en un romance inserto en el libro El enano de las Musas). 

Un año  después, la compañía de Obregón representó en Sevilla y  Madrid con la obra Porfiando vence amor de Lope de Vega.   Murió en medio de la más grande pobreza en 1636.

 

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