Hay personajes
alcalaínos, que se merecerían una novela, y no de simple ficción, sino de realismo puro y duro.
Paso, pues, por alto la ingratitud de
cierto crítico espontáneo y analfabeto
que identificó con los reality show la vida de algunas de estas personas comentándolas a la
ligera y tachando su historia de novela de ficción
urbana, simplemente para denigrar al adversario, y así
evadir su sentimiento de culpa. En Alcalá la Real, abundaron estos personajes
de vida intensa y novelesca, como Pepe Ibáñez, Manuel y Agustín Linares, Francisco Vela León, Adolfo
Díaz o Pedro Gálvez. Son personas que aprendieron las primeras letras en las
escuelas de los maestros garroteros de las aldeas o del casco urbano de Alcalá
la Real, se forjaron en lides guerreras( primero los hicieron en tierras
africanas, con el desastre de Anual, y,
luego en las filas de la Guerra Civil); a
pesar de su entrega en la lozana juventud, dieron, en muchos casos, sus carnes en cárceles y en campos de concentración;
purgaron sus presuntas culpas de luchar por la República en los batallones de
trabajo; y, curtidos con un bagaje
cultural de introducción básica a profesiones artesanas o administrativas,
ejercieron puestos de trabajo y cargos
administrativos desde peón hasta llegar
a las más altas cotas que podía aspirar un proscrito por el régimen.
Eran y fueron autodidactas en su formación, en su aprendizaje profesional y en
el ejercicio de sus relaciones laborales, Pero, aprovecharon los más oscuros
rincones recónditos para adquirir la cultura básica del álgebra, el dominio de
la gramática castellana y las bases teóricas de la contabilidad: unos lo
hicieron en las celdas de cárceles; otros en las literas de las amplias salas
frías de los campos de concentración; los hubo que aprovecharon las teóricas
del horario de milicia. Estos personajes
habían nacido en el ambiente rural, pero venían marcados con un sino artístico;
por eso, abundan poetas populares (incluso los hay que hacen pinitos de atrevidos quintetos y algún que otro
soneto), pintores ( he encontrado muchos dibujos inspirados en personajes de tebeos)
y , sobre todo, abundan los músicos aficionados. Era la música como su tubo de
escape a la presión que se veían sometidos. Si tuviéramos que concretizar todo
esto en una persona; no hay duda de que Doroteo Hidalgo Pérez es el soldado que
encuadra en tierras republicanas, sufre
el duro trabajo de los batallones franquistas de Málaga y adquirió un dominio musical del violín que lo
distinguió hasta los años setenta del siglo XX por muchos rincones de la
comarca alcalaína. Nacido en Jamilena, residió durante muchos años en Charilla, su
radio de acción se extendió en todo su derredor aldeano
y se hizo célebre por su acompañamiento orquestal en los bailes del
candil formando parte de las Orquestas de Ferreira, que fue quien le enseñó el
arte del violín, Isabelita la Ciega
y José
“El Molinero” en su aldea y la
del alcalaíno Andrés el Ciego ( con las
que los alcalaínos iniciaban, en
invierno, el rito del enamoramiento
dentro de las plantas bajas de los
cortijos; o en las eras al descubierto ,
por la primavera y estío); tras la guerra, con Revelles. En 1946, con eso de
que “pasas más hambr
e que un músico”, se
dedicó a la agricultura y ser recovero
de muchos rincones de la Alcalá rural. Pero
aquella inquietud y dotes de mando que había adquirido en las contiendas,
reverdeció, siendo ya maduro, en
experiencias empresariales cuando entró
en las filas laborales de la Cooperativa San José Artesano o en la
metalística Demansa. Pero, entre números y contabilidades, nunca Doroteo
olvidaba el violín, pues aprovechaba los
momentos de convivencia familiar y las fiestas de sus nietos para llenar el
ambiente con el viento agradable de las
notas musicales de un instrumento de cuerda que dominaba como nadie. Ya, en sus últimos años, Doroteo se hizo
conferenciante , no ocultó su pasado ni sus conocimientos artísticos a nadie, expandió
su callada cultura con la edición de un disco musical de los cantes y bailes que se remontaban a las
crónicas de María del Pilar Contreras. Estaba orgulloso de haber compuesto su
vals “Alba”. Parecía como si la sangre le hirviera en su cuerpo como en su
juventud primera; se le veía como un adolescente
de noventa años, de aspecto quijotesco, mirada profunda y viva, facciones propias
de un espíritu inteligente y pleno de la paciencia a la manera de un músico de orquesta que quiere armonizar
las notas de la composición con el resto de la toupe. Se sentía orgulloso del
reconocimiento oficial de sus años como
soldado en las filas republicanas, creía que no habían sido en balde, porque su
prole había alcanzado lo que a él le costó tanto tiempo llegar. Tenía voz de
convocatoria y de escucha, compostura de un caballero del
pueblo haciendo honor a su apellido sin el don
por privilegio real, ganado a fuerza de los duros palos que le había la
vida. Que la tierra le sea leve y su
espíritu sea granjeado con coronas de
laurel por la musa Erato, que de
seguro le prestará, en la otra vida, la
viola para amansar los cisnes del descanso eterno.
"la historia local contribuye a fundamentar la base del conocimiento global de los pueblos desde el estudio de los acontecimientos de las ciudades"
Archivo del blog
-
►
2024
(319)
- ► septiembre (51)
-
►
2023
(174)
- ► septiembre (6)
-
►
2022
(84)
- ► septiembre (2)
-
►
2021
(244)
- ► septiembre (19)
-
►
2020
(381)
- ► septiembre (29)
-
►
2019
(313)
- ► septiembre (32)
-
►
2018
(422)
- ► septiembre (42)
-
►
2017
(450)
- ► septiembre (25)
-
►
2016
(607)
- ► septiembre (50)
-
►
2015
(416)
- ► septiembre (33)
-
►
2014
(429)
- ► septiembre (38)
-
▼
2013
(110)
- ► septiembre (6)
-
►
2012
(38)
- ► septiembre (3)
No hay comentarios:
Publicar un comentario