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EL ENTORNO DEL JUEGO PELOTA Y LA
CRUZ DEL ECCE-HOMO Y MARI ROSA

Siempre he comentado que el tramo que se
extendía desde el Llanillo hasta el oratorio del Ecce-Homo ha jugado un papel
fundamental dentro del urbanismo de la ciudad. Probablemente, diseñado “ a lo
romano” a finales del siglo XV o principios del XVI, coincidía con el principio
la antigua red vial de la “decumana” de la ciudad llana y renacentista de
Alcalá la Real, donde el convento de Consolación jugó un núcleo vertebrador muy
importante, como intersección de esta calle con las del Llanillo, Real y
Tejuela. Por eso, es un lugar único, un foco de atracción de sitios por
descubrir. Y, ese es el encanto de este entorno, que vamos a comentar en su
pasado y presente.
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-CORRAL DEL CONCEJO. Antes del siglo XVIII, formaba,
al final de la calle Rosa, un espacio público, en el que se adentraba a un
recinto donde se guardaban los ganados hasta ser llevados al Matadero y
Carnicerías. Son muchas referencias sobre un gran portón desde donde se
adentraba a su interior, marcado por una cerca de mampostería. Hoy día, no se
encuentra nada de este recinto, que debió corresponder a la parte de
intersección de la calle RosA y Pilar de las Tórtolas.
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-ORATORIO DEL SEÑOR DEL ECCE-HOMO. Era una costumbre
muy cristiana que el pueblo llevara a cabo la práctica pietista del Vía Crucis
(recorrido de las estaciones de la Pasión y Muerte de Jesucristo); en Alcalá,
el primer vía crucis se construyó en la Cuesta del Cambrón, del que nada se
encuentra. El Vía crucis del barrio del Calvario o de las Cruces fue obra de
unos devotos alcalaínos a mediados del siglo XVI se mantuvo hasta principios
del siglo XX, que renovó todo su mobiliario y fue bendecido en la visita
pastoral del primer quinquenio de nuestro siglo pasado. Pues, estaba compuesto
de catorce cruces (con su peana y basa marcadas por el número de la estación y
su leyenda correspondiente) y por unas pequeñas ermitas, oratorios u hornacinas
donde se albergaban, en forma de cuadros, bajorrelieves o imágenes, las distintas
escenas de la Pasión. Afortunadamente, quedan varias cruces en la calle de la
Subida a Fátima y restos de los oratorios de la Verónica y del Santo Sepulcro
(que era la última estación); y , sobre todo, el oratorio del Señor del
Ecce-Homo y la cruz de la Rosa, que nos hace imaginar cómo sería ese entorno
paisajístico. Un cerro, con unas veredas que ascendían al paraje de los Llanos;
y, de trecho en trecho cruz y oratorio, parada obligada y estacional; sin
viviendas, entre flora de monte bajo, oliendo a tomillo y romero, y envuelto
entre rezos de padrenuestros y meditaciones sobre la muerte de Jesús. Es un
lujo y un tesoro que el grupo de hermanos del Ecce-Homo haya embellecido el
lugar de su oratorio y cruz, se recuperó su parte arquitectónica, tan sencilla
y tan andaluza; se renovó su iconografía con el cambio del antiguo cuadro con
una bella imagen del Señor del Ecce-Homo, que se entronca en la Escuela
Granadina de principios del siglo XVII, única imagen entroncada con nuestros
ilustres imagineros, porque su autor debió beber de las fuentes de Pablo de
Rojas. Obra, que recientemente la restauraron los hermanos de la cruz y le
dieron el valor patrimonial que todos podemos contemplar. Nuevos datos nos remontan esta práctica del Viacrucis
y la colocación de Cruces, que dan lugar al Calvario en los años finales del
siglo XVI cuando se está culminando la extensión urbana de la ciudad del valle
y comienza el abandono de la ciudad fortificada de la Mota. Por una dote
matrimonial entre Teresa Rodríguez , hija de Pedro Fernández Mocete y Leonor
Rodríguez de Arrabal, Juan Sánchez de Sosa, labrador del cortijo de la
Cañada Ámbar, se recoge una referencia de este lugar, al citar entre los bienes
que aportaba como dote:
"Primeramente, unas casas que de presente vive la dicha Leonor
Rodríguez que son junto a las cruces del Calvario, que se entiende desde la
puerta principal de lo edificado y frontero a la del corral de esta hasta la
parte baja que alinda con Antón Ruiz de Rivilla"
Ante Juan Ramírez de Burgos, 17 de enero de 1601.
ACTA DE FUNDACIÓN DE LA CRUZ DEL SEÑOR DEL ECCE-HOMO.
13
DE ABRIL DE 1649
"El licenciado Juan de Cuartas, presbítero,
Francisco Hernández, tejero, Pedro
Álvarez Baeza y su hijo Pedro Álvarez,,
piden licencia a la ciudad para hacer Humilladero y Oratorio junto a la
primera cruz , donde empieza el Clavario , donde signifique donde
a nuestro Salvador y Redentor Jesucristo sentenciaron a muerte y le
pusieron la cruz y, por lo visto, dan licencia a los susodichos que
hagan el dicho oratorio , como lo ofrecen, no mudando ni quitando ninguna
cruz ni paso que hoy está edificado en el dicho Calvario"

En 1705, la Cárcel Real se trasladó desde la Plaza Alta a la calle Tejuela ( lugar, donde estuvo la Cámara Agraria, albergó el sindicato único franquista y actualmente se encuentra la sede de los sindicatos UGT, UPA y CCOO), hasta unos años después se mantuvo como prisión del Partido Judicial de Alcalá la Real. Tenía fachada de piedra de cantería con una gran reja y vanos pequeños exteriores y, en su interior, se distribuía la vivienda del alcaide de la cárcel o las celdas y calabozo. Si sus antiguas paredes hablaran, este edificio, sería uno de los testimonios más vivos de la historia social y política de Alcalá la Real: con liberales y conservadores, republicanos y monárquicos y con pobres y excluidos.
-LA CASA DEL PESO DE LA HARINA
A finales del siglo XVII, la Casa del Peso de la Harina se ubicó en el recinto de Juego Pelota tras cambiar de ubicación desde el recinto fortificado de la Mota (una de las casas cercanas a la Plaza Baja y, en otras ocasiones, junto al Nuevo Pósito del Arrabal Nuevo); esta casa fue construida por el cabildo alcalaíno y diseñada por los buenos maestros de cantería de aquel tiempo, entre ellos Alonso Tudela. Se conservan planos de la fachada de la casa en el archivo municipal; también, se sabe que la casa solía albergar las pesas de la ciudad y unos armarios donde se controlaban las cargas de trigo en el trasiego de su conversión en harina en los molinos de la Ribera. Esta calle le dio cierto tiempo nombre al Juego de Pelota(o calle de Santo Domingo de Silos) Posteriormente, debió albergar, ampliarse y transformarse en CASA DE LA TERCIA, lugar que servía para guardar el trigo del pago del diezmo de los vecinos de Alcalá. Esta casa se mantuvo hasta el siglo XX desgraciadamente fue una de las más importantes pérdidas patrimoniales, convertida en un edificio de pisos propio del desarrollismo de los años setenta del siglo XX
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-JUEGO PELOTA
Se puso de moda, a mediados del siglo XVII, este juego que practicaban tanto niños como adolescentes y mozalbetes, muy similar a lo que hoy día es la “pelota vasca” y en muchos sitios de España se denomina frontón. A los principios estuvo por la calle Cava, tenemos noticias de que se mantuvo muchos años junto a la Posada de San Antón y era practicado por los militares que se albergaban estacionalmente para forrajear sus caballos; finalmente, antes que se construyera en el siglo XVIII la torre de la iglesia de Consolación, se reservó su rincón para la práctica de este juego, que le dio nombre a la calle.
-COMPÁS DE CONSOLACIÓN Y FUENTE LA MORA
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En la parte final del recinto, se encuentra la fuente de la Mora, por cierto, la Mora Nueva, porque la Vieja se encontraba en los primeros tramos de la conducción de agua del venero del Camino de San Marcos. Fuente, que nunca tuvo que relacionarse con la leyenda de la Mora, porque hacía alusión a un moral que estaba junta a ella, el frontis del pilar recibió la huella de Luís de Machuca, fontanero de la Alhambra en el siglo XVI e hijo del famoso Machuca; unos leones y un escudo eran de las manos de la familia de los Sardos. En este lugar, se extendía una gran plaza, donde hubo corrida toros, ya que el ayuntamiento estuvo en una casa alquilada en la calle Real, de Ana de Tapia a principios del siglo XVIII. Otro espacio que ha vivido momentos muy importantes y festivos de la vida de la ciudad.
CALLE ROSA ENTRE LA
LEYENDA Y LA HISTORIA.
Las calles son las arterias de la ciudad, la vida de sus vecinos y la
historia de su gente. La calle Rosa es un testimonio de
la ciudad de Alcalá la Real. El escribano Francisco de Velasco versaba en 1662
sobre la familia de la Rosa y con sus documentos se desmontaba la
leyenda de esta calle y se comprendía el cambio de su nombre
en su tiempo. En primer lugar, refería que se denominaba calle del
Peso Viejo que desembocaba junto al Pilarejo y el Corral del Consejo. Pero, por
los testamentos e inventarios de bienes, así como su reparto de los miembros de
la Rosa, confirmaba que María de la Rosa vivió hasta su muerte en una
casa de esta calle lindera con la Hernán Sánchez de Hinojosa y la de
Miguel de Valenzuela, en concreto " en lo alto de la calle que llaman de
María Rosa". Y de ahí el nombre de la calle de la Rosa y el de la
leyenda Mari Rosa. Murió ya viuda de Pedro Rodríguez de Castilla. Tuvo como
hijos a Francisco de la Rosa (1652), a Juan de la Rosa casado con doña Ana de
Ibáñez Valenzuela (1656) que tuvo por hijos a María, Lucia , Catalina y Pedro,
muerto antes que la abuela, al capellán Juan Francisco y a Ana Rodríguez de la
Rosa casada con Sebastián Frías , cuya hija era Catalina( 1627-1637) que murió
sin dejar hijo .
Como
antesala del barrio de las Cruces, y primera estación del Vía Crucis con
el oratorio del Ecce-Homo, siempre se ligaba la calle Rosa con la leyenda
de Mari Rosa y el capitán de los Blanquitos. En verdad que daba encanto y
emoción al entorno de la cruz, el cristo pasionario y el crimen del capitán.
Pero, muy lejano su nombre de calle a esa mujer de leyenda. Como intuyeron
Domingo Murcia y Antonio Heredia en el Callejero el nombre se debía a la
familia "de la Rosa". Era normal denominar una calle por un vecino
que le daba nombre o apellido. Andrés de Mesa le dio el apellido a la calle que
cierra la ciudad por el norte, Écija el gentilicio de Diego Martínez de
Écija a la calle que desemboca en la tejuela, Pedro de Alba dio nombre y
apellido a la diagonal entre la Tejuela y Real . Pocas calles se llamaron solo
por el nombre, como la desaparecida de los Vicente.
Todo era fruto de una segunda etapa de la urbanización alcalaína de la
parte llana, en la que en la primera etapa las parcelas o hazas
concedidas a los descendientes de los conquistadores, vendieron en forma de
censo perpetuo los solares, a los nuevos colonos de la ciudad que
abrieron calles y le dieron nombre, en este caso calle de Pedro de la
Rosa. Su nombre se remontaba a la familia de la Rosa, que ya
avecindaban en 1587, al espartero Juan de la Rosa y a su familiar Pedro de
la Rosa. Por el programa de la Virgen de 2018, Antonio Heredia cita
textualmente que, en un documento del legado de los Mora y Garrido, se
denominaba la calle de la Juan de Rosa en los últimos decenios del siglo XVII,
y en 1725, la familia de la Rosa avecindaba cuatro vecinas (las viudas pobres
Catalina de la Rosa, Francisca, Agustina e Isabel).
Y de ahí un
paso calle Rosa. En esta urbanización,
los vecinos cercaban el solar, abrían cuerpo de casa, muchas veces de retama o
de teja, y en ocasiones, palacios en torno al patio, y chozas
y caballerizas, y otras dependencias. Y unos años más tarde de Mari Rosa.
La calle Rosa ya rezumaba leyenda y pasión. El Ecce-Homo del
Oratorio, erigido en los años cuarenta del siglo XVII por unos
devotos para práctica de piedad. Culminaba con el Corral del Concejo, donde
quisieron levantar la colegiata o Iglesia Mayor de la Mota, y la iglesia de las
Angustias junto al pilarejo cercano a este lugar.
Esta calle fue siempre agroganadera por
excelencia y casi por unanimidad, de pegujareros y jornaleros. Hace de espaldas
del colegio de Cristo Rey; y de entrada de su internado. Hoy, conduce a la
ermita de San Marcos y se hace senderista en la ruta de los Zumaques. Se
transforma en vivienda turismo rural y mirador de la Mota, artesana de la
cerveza y testigo de un pueblo que se hizo ciudad. Es, en suma, una voz que
reclama la presencia humana de sus portones cerrados, requiriendo la
llave de los nuevos inquilinos del siglo XXI. Una nueva urbanización, más bien
una vuelta a su vecindario.
Martín
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