Alcalá la Real vive las mismas circunstancias sociales, económicas y políticas del reinado de Felipe II. En cuanto a su término municipal era más bien escaso, tal como referían a la Corona continuamente a la hora de peticiones económicas o en el conflicto entre la ganadería y la agricultura:
“Vien
constava y era notorio que el término de la dicha ciudad era muy corto, que por
lo más largo tenía legua y media”([1]).
A
comienzos del siglo XVI, sólo estaba cultivado el 12 % de las tierras de
Alcalá, en tiempos de Carlos V, se llevó a cabo una profunda labor roturadora que afectó a diez
mil fanegas, pero todavía quedaron por repartir unas 50.000 fanegas, dedicadas
a la ganadería en el monte. De ahí que
en la segunda mitad del siglo XVI,
coincidimos con el profesor Rodríguez Molina, cuando afirma:
“Estos
espacios dispersos aquí y allá contaban aún con una extensa superficie de
aprovechamiento comunal, uno de cuyos trozos arrojaba la medida de una legua”([2] ).
Era
un término áspero, de relieve accidentado, que se presentaba poco apto para el
cultivo básico del cereal.
En
esa segunda mitad del siglo XVI Alcalá la Real era una ciudad en plena
expansión, a donde un gran flujo de inmigrantes había acudido a expensas de la
buena situación geográfica para adentrarse en otros mercados. En este periodo,
gran número los mercaderes portugueses y moriscos, y algunos franceses,
controlaban el comercio y frecuentaban la zona en un constante trasiego, en el
que los productos básicos- el trigo, el
aceite y el vino-, las prendas de vestir
y otros productos alimenticios pasaban por la ciudad desde la Campiña hasta
Granada, desde Málaga al Alto Guadalquivir
y desde Murcia a las tierras
cordobesas, sin olvidar otros mercados
más internos de ferias locales, como la de Guadajoz o la de Noalejo, famosas
por aquel tiempo. La agricultura en los tiempos de cosechas y de la vendimia
necesitaba de mano de obra ajena de los pueblos comarcanos. No obstante, su
hacienda municipal apenas puede mantener los servicios básicos como el pago de las autoridades y oficiales del
cabildo, algunas obras básicas y
caminos, y las fiestas principales. Ante cualquier nueva obra de envergadura,
hay que acudir al endeudamiento por medio de censos, que se pagan por el
sistema de arbitrios roturados. Si a esto añadimos los servicios
extraordinarios a la Corona en forma de
proporcionar efectivos o recursos
militares y otras formas, como donativos, repartimientos,
millones, sisas, alcabalas, la situación se complica en demasía y da lugar a
angostar los recursos naturales ganaderos que en palabras de los regidores de
su tiempo era la principal granjería ([3]) a
favor de la agricultura mediante la roturación de los campos. Simplemente, de los servicios militares destaquemos la cooperación intensa en la guerra de las
Alpujarras, el abastecimiento de recursos en la campaña de Portugal, el envío de las compañías militares a la
Costa en un periodo que no dejaba
tranquilos a los vecinos, ni siquiera un año, ante cualquier incursión turca o
musulmana. En cuanto a lo segundo, el muelle de Málaga por los años ochenta o
el puente de Madrid. A pesar de la táctica dilatoria y exculpatoria del cabildo alcalaíno para
evitarlos, al final la ciudad debe afrontar la parte proporcional otorgada.
Alcalá
es una ciudad no sólo en expansión económica, sino urbanística, donde el flujo de habitantes se estaba desplazando
desde la fortaleza de la Mota hacia el Llano y los altozanos del cerro del
Calvario, en medio de una oposición municipal, que se sentía amenazada por las
pérdidas de otros los privilegios, mercedes, franquezas y toda clase de dádivas concedidos por los
reyes antepasados.
Ocupaba
su zona urbana la fortaleza de la Mota y otra serie de barrios, tal como se
describen en 1569:
-
El de la Mota se expandía desde la Puerta de la Plaza cara arriba con
el Bahondillo.
-
Arrabal Viejo, san Bartolomé y Entrepuertas.
-
Cuesta del Cambrón y la Cava, descendiendo por la calle de Marinieves
daba a la esquina de las casas de Pedro Martos, descendía por la calle Pozuelo
hasta las hazas a mano derecha
-
Arrabal Nuevo desde la casa de Marinieves abajo hasta salir a la Fuente
Nueva de la Veracruz por la mano izquierda y por la acera mano izquierda de
calle Real desde el mesón de Luis
Martínez hasta la casa de Peña Redonda
-
Arrabal de san Sebastián por la acera de la calle Real abajo hasta el
Llanillo y hasta las hazas y la vuelta hasta la Peña Horadada y vuelta hasta la
casa de Miguel Muñoz herrero.
Los
barrios de la Mota ofrecían un aspecto desolador, como manifiestan el primer libro de capellanías correspondiente a
estos años, en los que muchas casas estaban abandonadas en el Bahondillo([4]); por
otra parte, en el barrio antiguo de
Santo Domingo se encontraba la misma desolación con solares y casas vacías, donde vivía la
gente pobre([5])
De ahí que, hasta el 1582, no se
llegara a realizar un padrón fiable
de población, y los vecinos
se computaran entre los 3.500 vecinos hasta los 1.800, pasando por 3000
o 2.500. Por otro lado, se sobrevaloraba
el recinto fortificado como centro comercial, político, religioso y judicial en
detrimento de la nueva ciudad floreciente, dando lugar a un enquistamiento
de su desarrollo, pues impedía que los
centros de servicios básicos se trasladaran a nuevos barrios en detrimento de la economía local y de la estética de la
ciudad, aduciendo que estaban formados por gente advenediza que no sabían
defender los valores de sus antepasados.. Esto se manifestó claramente con
motivo del intento de creación de una nueva parroquia en el año 1586 en el
arrabal de la Veracruz. Ni dio tiempo al corregidor a que llevara a cabo una
exhaustiva información para construir
una carnicería y un matadero, con el fin de agilizar las compras matutinas y
los inconvenientes que suponía el desplazamiento de la población de los barrios
bajos ([6]). A
pesar de esta tendencia natural, que corresponde a un periodo de mayor influencia urbana que militar, en el
recinto se restauraron las murallas del Trabuquete, de Santiago, del Rastro, y el propio Gabán.
Esto, sin olvidar la propia fortaleza o castillo, donde Ginés Martínez de
Aranda llevó a cabo unas trazas que se
mantendrán hasta el presente siglo con leves remodelaciones. En su entramado
urbano, se remodeló su centro básico con una nueva plaza, más amplia y de
mayor perfección estética, rodeada de las Casas de Justicia, de nuevos
corredores, una gran parte de la nueva Iglesia Mayor y la demolición de edificios que hicieron
perder la simetría de la Plaza Baja. Se corrigieron las calles angostas de la
Calancha, la de Góngora, o la del Taller y se ubicaron en su recinto el
convento del a Encarnación, la Casa de la Mancebía, las Carnicerías y el
Palacio Abacial. Sin embargo, cuatro
años antes de que acabara el siglo,
habían pasado el barrio de la Mota, con
el que se denominaba n los de Santo Domingo,
Bahondillo y Despeñacaballos, de 1600 vecinos a cuatrocientos ([7]).
Pero, por otro lado, en este tiempo, los edificios religiosos se extendieron
por la nueva ciudad y, frente a la oficialidad del cabildo, el clero secular y
regular ofrecía unos servicios cercanos a los vecinos que no podían ofrecerlos el cabildo abacial. Así, desde
1550, se levantaron las iglesias y ermitas de la Veracruz y de la
Magdalena, los conventos franciscanos de
los Mínimos y de la Orden Tercera en los conventos de San Francisco y
Consolación, y más tarde el monasterio de los dominicos del Rosario ([8]), en
el centro de los nuevos barrios, lo que van a dar nombre a ellos. Esto, sin
olvidar, el traslado y nueva obra del hospital del Dulce Nombre de Jesús ([9]) y el
de la Veracruz, la apertura de dos nuevas puertas, la de la Tejuela y los
Álamos, y, en un terreno más particular,
la gran cantidad de posadas y mesones
que a lo largo del Llanillo jalonaban el
camino de la Corte. Por citar un ejemplo de oficios fuera del recinto, había
algún que otro mercero, lencero, y
especiero
Junto a la expansión de la ciudad, hay que
relacionar el asentamiento y dispersión
de un gran número de viviendas rurales, referidas a la ganadería y a la
agricultura. En su mayor parte de estructura efímera, como chozones, cuevas, o
corralones, y, otros, estables como los cortijos de los grandes labradores, que
provenían de antiguas alquerías y villas romanas. Incluso, surgieron o se
desarrollaron núcleos rurales procedentes de varios cortijos de la zona en
terrenos baldíos, a los que se les permitieron edificar ermitas como en
Frailes, dedicada a santa Lucía, y en Charilla
a san Miguel en 1590 ([10]).
En los primeros años del reinado, disfrutó la
ciudad de una situación económica
bastante holgada, pues todavía no se vio obligada a entregar las dos partes de
las tercias del diezmo a la Capilla Real, pues se había producido una demora o
aplazamiento en la persona del abad Juan
de Ávila hasta su muerte. Sirvan de ejemplo que en el año 1570 se evaluaban por
un término medio todos los frutos,
pertenecientes al abad, de los cinco novenos en la cantidad de 8.000 o 9000
ducados e, incluso hubo años que llegaron a los 15.000 ducados. Pero, a partir
del advenimiento del abad don Diego de
Ávila, cada año, seis mil ducados debían
entregarse de la parte que le pertenecía a la Capilla Real Las consecuencias que se percibieron en este
reinado son claras y notorias. El emperador parece que se ha desembarazado
de la abadía y parece que se le ha
quitado, además de las rentas, y los clérigos naturales, que en ella viven o
forasteros están muy pobres e se van los hijos de los nobles, porque no hay
prebendas y los hay nobles, virtuosos y letrados. Ante la dificultad que se
impidiera sacar diezmos para la Capilla Real, al menos se pretendía que fueran
nombrados algunos capellanes de las
ciudades de la abadía.
Juegan un gran papel los años de escasez y carencia de trigo, en una comarca, en la que, en gran parte, era autárquica e, incluso los particulares podían permitirse la posibilidad de vender excedentes de sus producciones a las ciudades comarcanas, como Granada, o, más alejadas, como Vélez, con un intercambio de los arrieros, trayendo el pescado de la ciudad malagueña y cambiando a la vuelta por venta de trigo. Entre 1568-1570, 1584 - 1585, 1590-1, 1598 y 1599, años de extrema sequía, junto con otros de muchas lluvias como el 1596, y de algún que otro terremoto como el 1580, que derrumbó el Gabán, en los que hubo que comprar, además de las circunstancias que hubo que afrontar con las guerras contra los moriscos, se agravó la situación con endeudamiento de su hacienda municipal para hacer frente a los años de esterilidad, el arreglo de su recinto amurallado, gravemente afectado por el terremoto, la contribución a los servicios y repartimientos de la Corona, principalmente en los años ochenta, uno para la navegación del río Tajo y otro para el muelle de Málaga.. De ahí que hubiera necesidad de realizar varios censos. Si detalláramos más explícitamente, nos encontraríamos, uno de 20.000 maravedíes con el fin de comprar trigo para repartirlo por los cuarteles o barrios de la ciudad y varios de 5.000 y 10.000 ducados ([11]). En cuanto a las obras emprendidas, el nuevo Pósito, La Casa de la Escuela de Niños, la de Mujeres o Mancebía, la restauración del Gabán, el arreglo del derrumbamiento de la Torre del Homenaje y de la Imagen, las nuevas Carnicerías, el Peso de la Harina obligaron a asumir, en parte, la ayuda de las penas de Cámara, siempre que el rey se las aprobara por una provisión real y las prorrogara, o con la rotura de algunas tierras comunales y concejiles y el arrendamiento de la bellota ([12]).
En cuanto a sus componentes sociales de la ciudad alcalaína,
podemos afirmar “el conocimiento de la población no ofrece tantas dificultades,
ya que durante esta centuria se elaboraron censos y padrones, aunque, a
menudos, muy separados en el tiempo, fragmentarios e impregnados de cierta
heterogeneidad” ([13]). Es una ciudad, que, a lo largo del siglo XVI,
experimentó un gran incremento de población junto con su villa del Castillo de
Locubín. Concluyendo con Rodríguez Molina.
“Alcalá la Real, sin embargo, cuando todas las poblaciones
merman su vecindad de forma tan clara y se estancan en un deterioro sin
remedio, aumenta notablemente su población, de manara que, en 1591
proporcionaba el censo, junto con Locubín, la cifra de 11.056 personas, que crecen incesantemente, hasta
conseguir, en 178¡7, la cifra altamente significativa de 14.487 personas,
caracterizadas por vivo dinamismo y panorama lleno de ricas iniciativas”([14]).
Se percibe un
conflicto entre la población de la ciudad fortificada, que había recibido, por su carácter
fronterizo, una serie de privilegios y mercedes, y el asentamiento de nuevas
capas sociales, que residían en los
nuevos barrios surgidos tras las mercedes concedidas por los Reyes, donde habían
acudido nuevos vecinos al aire de iniciar negocios, establecer tiendas y
ejercer oficios artesanales. Hasta ahora, se había podido mantener que la
ciudad fortificada fuera el recinto
donde las familias hidalgas mantuvieran sus mansiones, el mercado tuviera como
centro la Plaza Alta de la Mota y los representantes de los poderes-
religiosos, políticos, judiciales y
económicos- se establecieran dentro de los muros y arrabal viejo de Santo Domingo. En el reinado de Felipe II,
los nuevos vecinos comenzaron a abrir los negocios en los nuevos
arrabales, el comercio deriva en muchas
ocasiones a las afueras de los recintos fortificados, en el rastro, alhóndiga y
casas particulares, y la Iglesia intentó abrir nuevas parroquias como la de
la Veracruz en 1582, apoyada por un
amplio sector de la población, y, el corregidor y los escribanos, incluso, llegaron a establecer en
algunos periodos sus dependencias fuera de la
Mota. Sin embargo, en este periodo será un preludio de lo que acontecerá
el siglo siguiente con las realizaciones no
permitidas. Se denegará la apertura de establecimientos públicos como el
matadero o la carnicería, se vetará la nueva parroquia de la Veracruz y, eso
que razones de honor primaron a principios
económicos, pues subir al recinto fortificado no era sino un
inconveniente para la mayor parte de la
población que perdía mucho tiempo en realizar los negocios burocráticos y
abastecimiento por la lejanía de sus domicilios..
No sólo se añaden a estas nuevas circunstancias el aumento de
la población y los nuevos campos de producción que comienzan
a ser rentables, sino también que el recinto fortificado comienza a sufrir las
consecuencias derivadas de los fenómenos naturales, del abandono de sus casas y
de su transformación de ser una posición militar en un espacio civil y eclesiástico, quedando su
funcionalidad primera en un testigo
histórico, cuyo personaje más representativo era la figura honorífica del
alcaide de la fortaleza. En los años ochenta, además de lo anterior, la ruina
del flanco suroriental de la fortaleza
causó una pérdida irremediable con la caída del Gabán, Cañuto, muralla y dos
torres muy importantes, como las del Pendón y del Farol, a pesar de que se
hicieron los mayores esfuerzos con la llegada de maestros de cantería como
Ambrosio de Vico, maestro mayor de la Iglesia de Granada, y del
cordobés Navarrete. Sin embargo, no se pudo sino reconstruir un antepecho para
sujetar aquella mole, en la que estaban adosados los corredores, escribanías y
algunos edificios de la plaza. En los ochenta del siglo XVI, fue el golpe
mortal para el Gabán, que ya no podrá recuperarse y marcará el cenit del
recinto fortificado.
En cuanto a la composición de la sociedad, los estudios
posteriores demuestran un alto componente superior al ochenta por ciento de
clase jornalera y labradores frente un grupo reducido de oficios,
administración y clero. A finales de los ochenta, constituyen cierto
grupo los moriscos dedicados al comercio y arrieros ( los gaçis), los
franceses y la minoría portuguesa,
dedicada también al comercio y las
tiendas de la Mota a través de una red que partía de Sanlúcar donde tenían su
centro de compra al por mayor de lencería y mercancías ([15]). En cuanto los gitanos
citamos varias conclusiones de la historiadora y archivera Carmen Juan Lovera. Y
así hasta dieciocho bautizos de hijos de gitanos, entre 1539 y 1599, lo que da
una proporción superior al uno por mil,
en la parroquia, y que durante este tiempo tuvo un total de 16.708
bautizaos...Como suponemos que en la otra parroquia la de Santa María la cifra
es semejante, se pude decir que, en la sociedad alcalaína del siglo XVI, había
una importante representación de la raza gitana...([16]). Al mismo tiempo, son
numerosos los nuevos vecinos, que aparecen en los libros de actas desde el año
1570. Pero, poco a poco tratan de evadir el control municipal que establecía
la ubicación comercial en las plazas alta y baja de la Mota,
instalándose en otros barrios de la ciudad en perjuicio de los tradicionales
comercios y oficios y abusando del privilegio de vecindad que les permita
entrar en otros mercados beneficiándose
de las exenciones de la ciudad ([17]).
En cuanto a las
relaciones de los estamentos civiles y eclesiásticos, no se perciben en este periodo un enfrentamiento, sino que, en
la mayoría de las ocasiones, la colaboración entre ambas instituciones es la norma común de comportamiento, teniendo
en cuenta que, salvo la autonomía municipal, el corregidor y el abad son
nombrados o propuestos por la Corona.
Aún más, coinciden en reivindicar ante
el rey dos cuestiones fundamentales para la abadía de Alcalá: su conversión en Obispado y
la reserva de dos capellanes de la Capilla Real de Granada para los vecinos de
Alcalá. En cuanto al primer asunto, el principal defensor fue el abad Maximiliano de Austria,
emparentado con Carlos V, que usó de todas sus artes de influencia para ello,
pero tuvo el impedimento de los obispos cercanos a Felipe II, y probablemente,
los obispados del entorno, sobre todo, el de Jaén. Y eso que se enviaron
comisarios a la Corte, se contó con el apoyo del Duque de Sesa y de otras
personas influyentes en ella ([18]. En cuanto a la
participación en el nombramiento de
capellanes, habrá que esperar un
siglo, más o menos, para que, con el abad San Martín, consiguiera que se reservase dicho nombramiento a sacerdotes
de la abadía de Alcalá la Real.
El grupo noble y de caballeros del regimiento se confundía
entre ellos y muchos de ellos participaban de las preeminencias y
protocolos sin necesidad de ser miembros del cabildo, hasta el punto que no
llegó a fundamentarse una división o
excepcionalidades hasta finales del reinado por el simple hecho de ser
munícipe, tal como ocurría en las celebraciones de san
Sebastián o en las procesiones fijadas en la tabla del cabildo, donde no había
distinción. Además, se percibió cierta
apertura en este círculo cerrado, fruto de la reproducción de enlaces continuos
entre los miembros de las mismas familia y la endogamia familiar,
por medio de la incorporación de
nuevas familias a través de la compra de oficios y la venta de ellos por parte
dela Corona, creando otros nuevos, con lo que llegaron a acrecentarse a
veintisiete regidores y a ocho jurados mediante
un mercadeo, en el que el precio oficial de ochocientos y quinientos ducados se
había sobrevalorado en los contratos de los escribanos en mil y ochocientos
ducados. Claro ejemplo de ello es la protesta de los antiguos regidores cuando manifestaban en
1593 ([19]): No se creen más
regimientos ni jurados que ay veintisiete regidores y ocho jurados por dos mil
vecinos
A imitación de otras ciudades, surgieron compañías de
caballeros como la de san Sebastián, se reguló el protocolo de ciudad en el
Corpus y otros elementos de los
regidores y jurados, anunciando un nuevo periodo más fastuoso y de oropel más
que de entrega a los servicios de la Corona.
No obstante, estaba muy enraizado el sentido caballeresco de los
regidores, pues llegó a impedirse prerrogativas como las de la alcaldía del
Castillo de Locubín a los nuevos regidores, de origen distinto a la
descendencia y más al progreso económico. Sobre todo, nos referimos a unas
familias denominadas los Zamoranos, que emprendieron en este periodo una serie
de pleitos contra los hidalgos del cabildo por razones de linaje, inventándose,
como era frecuente en aquella época, falsas genealogías que se remontaban familias de origen castellano y leonés ([20]. Pero, esto no impidió
que, incluso, entre los nuevos regidores algunos extranjeros como la familia de
los genoveses alcanzara un regimiento de
Alcalá la Real con el nombramiento de
Pedro Veneroso en 1598 ([21].
La ciudad se
organizaba institucionalmente por medio del cabildo, bajo la presidencia del corregidor. Éste, a su vez,
ejercía como voz de los ciudadanos en
forma de acuerdos, propuestas y
ejecución de órdenes, y, al mismo tiempo comisionaba a sus miembros en
distintos apartados y asuntos. Entre ellos, nombraba comisiones de abastecimiento,
aguas, o milicias y alcaldes de oficios,
entre los que destacaban los sastres, zapateros, caldereros, jubeteros,
herreros, curtidores, sederos, tundidores, aguadores, albañiles, carpinteros,
odreros, fieles del peso de la harina, de la carnecería y padres de menores. Un
ejemplo de los diputados- sus funciones, su composición y su temporalidad- lo
presentamos con el cabildo de suertes del año 1582, pues posteriormente breves
matizaciones se llevará a cabo:
NOMBRE DE DIPUTACIÓN |
COMPOSICIÓN |
TEMPORALIDAD |
Cuentas de Propios y rentas |
Dos regidores y un jurado Presente el corregidor Se nombraba un mayordomo por la ciudad. |
Anual. |
Cuentas del Pósito |
Ídem |
Anual |
Fiestas del Corpus Christi |
Dos regidores y un jurado |
Anual |
Visita de Términos |
Dos regidores y un jurado. La obligación es del corregidor. |
Anual. Pero se suele hacer una por corregimiento. |
Diputación o contaduría de pleitos |
Un regidor |
Anual |
Alferazgo |
Un regidor. En años posteriores lo nombra el rey por
merced. |
Anual |
Juzgado y Ordenanzas |
Dos regidores y un jurado |
Bimensual y por rueda |
Visita de Cárcel |
Ídem |
Ídem |
Bastimentos, licencias y ordenes |
Dos regidores |
Anual |
Juzgados de pleitos por apelación |
Dos regidores |
Mensual por rueda |
Alcaides del Castillo |
Un regidor |
Anual |
Plantación y riego de Álamos |
Dos regidores y un jurado |
Anual |
Fuentes y aguas |
Ídem |
Anual |
Empedrados |
Ídem |
Anual |
Calzadas, puentes y malos pasos |
Ídem |
Ídem |
Cuarteles o barrios -Mota, Santo Domingo, Cuesta del Cambrón. San Sebastián,
san Juan, Llanillo |
Ídem |
Anual |
INGRESOS DEL AYUNTAMIENTO
Bienes muebles e inmuebles |
|
Casilla cabo Santo Domingo |
|
Tierras del Majalcorón |
Renta de tres / dos |
Solar a espaldas de Alhorí |
7 reales |
Cortijo de la Primera Cañada del Pinillo |
180 fanegas pan terciado |
Solar de Cristóbal Muñoz Herrero |
|
Cortijo de la Fuente el Piojo |
100 |
Dos Huertas del río del Castillo |
|
Haza de Frailes, que es bajo la senda de Navasequilla |
4 |
Censo sobre molino y tierras y batanes en el río del Castillo de Locubín |
1.000 mrs. |
Haza de la Peña del Yeso |
4 |
Cortijo del Puerto Locubín |
180 fanegas terciadas |
Cabeza Carnero |
160 |
Huertas del río del Castillo |
1500 mrs. |
Acequia Alta |
160 |
Penas de Cámara |
Parte de las condenas. 11.330 en 1571, 37.400 mrs. en 1573 |
Acequia Baja |
270 |
Tierra de las Carboneras |
6 |
Mesa de Juan
Carnicero |
130 |
Venta de Acequia y
tierras que le rodean |
20.000 mrs por años |
Villar del Juanil |
100 |
Fuente del Adoradero |
25 |
Medianil o Juntas |
46 |
Abasto de jabón |
15.000 mrs. |
La Atalaya |
|
Abasto de la cera |
7.500 mrs. |
Fuente la Piedra |
220 |
Oficio de pastelero |
6 ducados |
Cerro de la Madriguera |
160 |
Salinas de Filique |
60.000 mrs. |
Cortijo de la Horca
y Fuente el Piojo |
100 |
Alhorí bajo |
1.000 mrs. |
Allozarejo |
|
Horno de la Plaza |
Dos ducados |
Llano de la Señora Santa Ana |
36 |
Botica |
6 ducados |
Tierras de la Hortichuela |
36 |
Tienda del rincón de la Plaza |
6 ducados |
Hazas del Salobrar |
12 |
Escritorio junto a la cárcel |
5 ducados por 4 años |
Tierra de las Juntas |
46 |
Tienda de mazmorra |
9.000 mrs. por 4 años |
Tienda del Contraste |
42.000 por 4 años |
Tienda grande de la plazuela |
4.687 |
Tienda de la Cárcel Vieja |
2.000 por 4 años |
Tienda del escritorio |
2.250 por cuatro años |
Tienda junto a la caballeriza de la Justicia |
3.000 mrs por cuatro años |
Tienda del capítulo |
54 reales |
Tienda del Pendón |
10 ducados por cuatro años |
Tienda del Argamasón de del Adarve |
Dos ducados por cuatro años |
Almotacenazgo |
24 ducados por un año |
Escritorio 6 ducados por cuatro años |
|
Tienda de la Plaza Alta |
170 mrs. |
Casilla del Castillo |
100 mrs. |
Solar junto a Ermita de san Juan |
360 mrs |
Adarve junto a la Torre del Pozo |
66 mrs. |
Torre de Alonso Hernández de Villareal |
8 reales |
Torre de Fuente Álamo |
31 mrs. |
Casa junto a Juan de Córdoba |
12 mrs |
Tienda de la Plaza del Castillo |
500 mrs. |
Tienda de la Carnicería del Castillo 4 mrs. |
|
Adarve de la Puerta de Santiago |
20 mrs. |
Escritorio |
6 ducados |
Casa de las Mancebías |
10.500 mrs. |
Escritorio |
Ídem |
Renta de la fieldad |
25.000 mrs. |
Entrada de Alhorí Alto |
Dos ducados |
Tienda bajo la Escaleruela |
10 ducados por cuatro años |
Tienda bajo la Escaleruela |
10 ducados |
Negocio del vino |
40.000 mrs. |
Tiendas de encima de la plaza y solar |
782
mrs |
Tienda
del Peso de la Harina |
|
Casa de la mazmorra |
|
Torre
de Charilla |
|
GASTOS |
Concepto |
Cantidad |
|
Ordinarios |
Limosna Pobres y cárcel Pago del corregidor Alcalde Mayor Pago de regidores Alcaide del Castillo Guarda de Alameda Escribanos
del cabildo. Mayordomo
de Propios Síndico-Procurador Portero Dos
abogados ( uno de la Audiencia y otro de Granada) Dos
procuradores Preceptor
de Gramática Sillero Pregonero Alcaldes
de la corambre Fiel
del contraste y fiel de la carnicería Fiestas |
680 mrs. 53.200 mrs 6.000 mrs. 1.500 mrs. (cada uno) 2.000 mrs. 3.000 mrs
( dos) 4.000 mrs. 1.500 mrs. 2.000 mrs 4.000 mrs. 3.000 mrs. 5.000 mrs 4.000 mrs tres
ducados dos ducados 4.500
mrs. |
|
Extraordinarios |
Obras Camino Limpieza Guerra Fiestas extraordinarias |
Variable |
|
.
La vida del
corregimiento vivió en un periodo de relajación y control durante los primeros
años del reinado de Felipe II, hasta la llegada de Zarco de Morales, juez de
cuentas por nombramiento real, que levantó, en 1584, un auto contra las
autoridades locales acusándolas de malversación de fondos públicos, defectuosa
administración, y partidas aprobadas sin consignación. Desde este momento, se endurecieron las
relaciones entre el poder local y el
representante de la Corona, con una serie de pleitos interpuestos contra los
corregidores en el salario.
[1]
AMAR. Libro Primero de Ejecutorias y Privilegios . Fols 98-99.
[2]
V.V.A.A. Alcalá la Real. Historia de una ciudad fronteriza y abacial.
Tomo I.Pág.52. Alcalá la Real. 1999..
[3]
AMAR. Acta del cabildo del 23 de marzo de 1593.
[4]
APSM. Primer libro de Actas de la Parroquia de Santa María la Mayor. Martín
Rosales, Francisco. “ Fuentes económicas de la abadía”. II Congreso de la
Abadía de Alcalá la Real. Alcalá la Real. I998.
[5]
AMAR. Acta del cabildo del 25 de noviembre de 1586. Declaraciones de los
regidores Gamboa, Clavijo y Pineda en esta sesión .
[6]
AMAR. Acta del 25 de noviembre de 1586.
[7]
AMAR. Acta del cabildo del 2 de agosto de 1595.
[8] AMAR, Acta del cabildo del
29 de noviembre de 1591. Ya estaba
fundado el convento en una casa de la calle Rela, su prior era el padre prior
Juan de Montoya, famoso por escribir un libro sobre el Santísimo Sacramento, dedicado a la ciudad
de Alcalá la Real.
[9] AMAR. Acta del cabildo uno
de febrero de 1597. Se recogen las obras de dicho hospital, que empezaron en
1594, y la petición de limosna al
ayuntamiento porque estaban en obras, tenían muchos gastos de botica, médicos de entierros, enfermos y
transeuntes, el salario de cuarrto hermanos de san Juan de Dios
[10]
AMAR,. Acta del cabildo del 21 de agosto de 1590.
[11]
AMAR. Acta de l 26 de junio, donde se recoge el traslado de la provisión real ,
escrita en San Lorenzo, a 12, de junio
de 1584.
[12] AMAR. Acta del 26 de
abril de 1585, en la que se señalan ls sitios de roturación y el corrspondiente arrendamiento de la bellota para hacer frente a la restauración
del Gaban. Los sitios marcados fueron
700 fanegas, situadas en el
arroyo de las Parras junto al límite con
provincia de Granada, las Juntas en la mojonera donde se unen los arroyuelos de Palancares y Velillos, los altos de Juan Garrido, Cañada Honda y
Alfábila.
[13]
V.V.A.A. Alcalá la Real. Historia de una ciudad fronteriza y abacial.
Tomo I.Pág.61. Alcalá la Real. 1999..
[14]
Ibidem. Pág. 67.
[15]
AMAR. Acta del cabildo del 3 de abril de 1576.
[16]
JUAN LOVERA, Carmen. Aportaciones documentales a la historia de los gitanos en
Andalucía. Boletín de Estudios Hiennenses. Diputación de Jaén. Cita que
muchos eran alabarderos y danzantes.
[17]
AMAR. Acta del cabildo del 10 de mayo de 1585.
[18]
AMAR. Acta de cabildo del 19 de agosto de 1586
[19]
AMAR. Acta del cabildo de l 20 de abril de 1593.
[20] AMAR. Acta del cabildo
del 10 de diciembre de 1596, que recoge el fallo de la Chancillería del 10 de
noviembre del mismo año. En el acta del cabildo del 2 de agosto de 1597, se
recoge un traslado de una provisión real, en la que se relata la historia de la familia, Pedro
Hernández de Jaén, había llegado a ser regidor, tras una vida próspera, por la que se había enriquecido con
el comercio. Ello dio lugar a que su yerno y dos hijos ( Juan y Cristóbal
Zamorano) alcanzaran nada menos que tres regidurías y la categoría de hidalgos
por medio de una serie de probanzas relacionadas con los montes de León.
Incluso un hijo se emparentó con la familia de Francisco de Pineda..
[21]
AMAR. Acta de cabildo del 24 de juliuo de 1598.
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