La Rábita es un lugar que marca el final del antiguo territorio abacial y deslindaba sus tierras con el reino de Córdoba, y la demarcación de la frontera fernandina con el reino de Granada, donde acaba el territorio de los calatravos. Le atravesaba un importante camino que derivaba a tierras cordobesas, por el sur con el camino de Priego; y, por el norte se adentraba en tierras cordobesas de Baena. Fue un lugar de entrada de muchas civilizaciones, entre lo que destacó el camino de los playeros que desde tierras malagueñas adentraban el pescado a tierras del alto Guadalquivir. En Alcalá la Real siempre ha llamado la atención el Camino de los Playeros, citados por los Libros de Veredas. Camino que recorría la parte oriental del municipio alcalaíno, y adentrándose por el camino que conducía a Vélez Málaga y las costas malagueñas, servía también de marca de deslinde con las tierras granadinas de la ciudad de Granada, Montefrío y del marquesado de Priego. También es de sobra conocida la actividad de los playeros, que respondía al sector terciario, y solía estar copada por arrieros moriscos o comerciantes de este pueblo que ampliaron sus labores de la agricultura tras la conquista de Granada y su conversión al cristianismo abriéndose horizontes hacia las rutas mercantiles.
"la historia local contribuye a fundamentar la base del conocimiento global de los pueblos desde el estudio de los acontecimientos de las ciudades"
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domingo, 29 de mayo de 2022
LA ATALAYA DE LA RÁBITA EN EL JAÉN.
viernes, 27 de mayo de 2022
EL ADARVE DEL CASTILLO DE LOCUBÍN JUNTO A LAS CASAS DE RUIZ DÍAZ DE MENDOZA
lunes, 16 de mayo de 2022
EN EL JAÉN. OBITUARIO CASIANO NIETO DAZA
CASIANO NIETO DAZA
Hay familias que crean y crearon
generaciones significativaS del pueblo de Alcalá la Real. Este es el
caso de la familia de Casiano Nieto Daza, recientemente fallecido lejos de
nuestra tierra, un día después de la cruz de mayo. Un alcalaíno nacido en los
años más duros del siglo XX, cuando algunos miembros alcanzaron parte activa en la vida local. Estas
familias participaron de las penas y las pocas alegrías de los nuevos tiempos
que les marcaron para toda la vida del futuro.
Miembro de una familia numerosa, muy conocida de Alcalá, en la que los padres
tuvieron muchas dificultades para poder sacar a su prole. Así nos lo recuerda
su hermana preferida, Aurora, la más pequeña que Casiano piropeaba con aquellas
palaras de dulzura “con lo chica que eres
y lo grande que eres”. Casiano logró que le apareciera en el
camino el Padre Villoslada que le marcó
la senda para toda su vida. Fue como canta el poeta Muñoz Rojas: Lo que cabe
de vida una mano/que aprieta la tuya y te lleva. / Nadie sabe lo que de pronto
se te viene/ cuando resucita el pálpito. Esa mano que le inició en los
estudios de las recién creadas de la Escuelas Profesionales de la Sagrada
Familia (SAFA), cuando dieron los primeros pasos de su fundación en la calle
Fuente Nueva. Y unos años más tarde aquella mano se lo llevó a la nueva fundación
del nuevo colegio de la Sagrada familia
de Úbeda, donde ya encontró su lugar de trabajo y el testimonio de una vida de
entrega a la formación de muchos jóvenes
hijos de familias obreras y
jornaleras que se expandieron por toda España; Casiano, desde la
administración del centro, donde derramaba muestras del buen trabajo, con la
gracia de estos versos. Aquella mañana, andando por dentro, / de la mano, no
iba solo y nadie/ podía apercibirse, cuando estalló/ la primavera. No me dejes.
Tengo el corazón a medio romper. Se distinguió por sus estudios y la
práctica de administración y empresariales. Y aquella mano fue su esposa Rosario
Carrasco que dio unos hijos a los que amó con locuras, Pedro. María Teresa y Patricia.
En una casa, donde su mano polifacética era
capaz de cuidar desde el último detalle, desde la luz del velador de su casa hasta el grifo de agua del lavabo de sus
hijos, pasando por los muebles de la casa o el armario del dormitorio. En un
hogar, de oración y religiosidad diarios,
donde todo tenía respuesta y solución.
Por eso no es extraño, que su familia llame su presencia Ven como sea/ que
esta hermosura de la tarde / te necesita para su eternidad. / Era un amante
de nuestra provincia, la Sierra de Cazorla era su paraíso interior, donde se
evadía y se sentaba a las orillas de aquellos ríos, donde lograba sentir el
rumor interior que se producía en cualquier momento y cosa que le alimentaba un alma llena de generosidad. Y
allí ejercía de caminante de la vida, su
sesgo machadiano, recogiendo su amor por las flores, donde empatizaba,
convirtiéndote en perfume libre que se
deshojaba entre el color del alma y
recuerdo. Y la ciudad de Úbeda y sus vecinos siempre lo recuerden y
se haga voz con estas palabras Ven como sea, en la luz/ de la mañana, en el
primer vuelo/ de cualquier pájaro de los que ahora/ cruzan el cielo; o se
levantan/ de la tierra. Y, en la ciudad de la Mota tu hermana te sigue
recordando con este poema: Deja tu
presencia/ una leve huella. Se queda/
como pasando, como sin estar/ como si quisiera estando sin estar/ como si no
dejara de oprimir/ la mano/, la mano, como si la mirada/siguiera mirando. La
mano de la Safa.
sábado, 14 de mayo de 2022
DIARIO DEL RUTERO POR LAS PUERTAS Y ADARVES DE LA MOTA.
RUTA POR LAS PUERTAS DE LA MOTA. PUERTA NUEVA. CON LA COLABORACIÓN DEL AREA DE CULTURA Y TURISMO DEL AYUNTAMIENTO.
Este SÁBADO, 14 DE MAYO DE 2022. A LAS
4.15. SAUCES Salimos 34 ruteros y ea las . 4.30. en SAN BLAS.
Puerta Martín Nieto. Carrera de los Caballos. Paseíllo de Vinuesa, Rastro. Matadero. Calle de Rastro. Puerta Zayde. Barrio del Bahondillo Alto. Calle del Preceptor. Adarve del Aire. Muralla del Gabán. Adarve del Peso de la Harina. Adarve del Trabuquete. Puerta Torre de la Imagen. Adarve de la Torre del Homenaje. Alcázar. Adarve Norte. Adarve de Santiago. Cañuto Puerta de Santiago. Puerta de Arrabal Bajo. Entrepuertas. Puerta del Pendón. Puerta de la Imagen. Puerta de las Lanzas. Puerta del Hierro. Puerta del Arrabal. Puerta de Granada.
LAS
PUERTAS
Siempre se ha considerado que los castillos y ciudades fortificadas no debían abrir sus murallas por muchos lugares para dar paso a los vecinos en su interior. En Alcalá, siempre se han citado siete puertas, más otras dos nuevas que permitieron los Reyes Católicos. Muchas puertas, en otras ciudades, servían de entrada de los caminos que partían de ciudades importantes y por los diferentes puntos cardinales llegaban a las murallas. Hay ciudades que se aluden a las puertas de Martos, o Granada, como es el caso de Jaén. En Alcalá, es curioso que desaparecen a lo largo de los siglos las denominaciones de ciudades para las puertas y sustituyen por otros aspectos (Martín Ruiz, vecino de una puerta; Rastro, Postigo o Arrabal por el sitio; Lanzas e Imagen o Justicia hacen referencia a instituciones de la ciudad; Aire, a accidentes climatológicos; Nueva, a la Historia) . Y sólo una se cita a principios del siglo XVI, con el nombre de la ciudad de Granada. Es una incógnita su localización. Pues uno la acercan a la zona del paseíllo de Vinuesa, otros la hacen coincidir con la de Martín Nieto, cercana de San Blas; y lo más certero es que estuviera subiendo el camino del Cambrón, traspasara la calle Cava y estuviera cercana a los Mesones.
PUERTAS
DE LA MOTA
Puerta
Martín Nieto. Em el
antiguo barrio del Cambrón, posteriormente de San Blas, se conservan cimientos,
entrada para el Arrabal de Santo Domingo
de Silos. XVI.
Pasamos por
Carrera
de los Caballos.
Siglo XVII. Renovado siglo XXI. Su nombre Camino de San Bartolomé. Restos de
calle de la subida al Rastro.
Paseíllo de Vinuesa, , muralla y rincón de la antigua casa de la alhóndiga.
Y llegamos al
Rastro. Lugar de excavación siglo XVI.
Restos de la puerta, calle y Arcos, donde se vendía el ganado mayor. Albacara.
Y
Matadero. Lugar de las carnicerías mayores.
Siglo XVI. Restos del recinto.
Subimos a
Calle de
Rastro. Restos.
Siglo XVI.
Contemplamos la Puerta
Zayde. Siglo XV.
Restos de los pilares de sostén. Entrada del Arrabal Viejo.
Posamnos y nos recreamos en la
Puerta
Nueva. Obra de
Miguel y Martín de Bolívar. Siglo XVI. Salida para el campo. Restaurada en
siglo XXI.
Estuvimos en el Sacromonte alcaláino
Barrio
del Bahoncillo Alto.
Barrio Popular, ampliado en tiempos nazaríes, torres redondas.
Muralla
antigua y Calle del Preceptor. Muralla alhmohad4e con la torre de la Especería.
Paseamos por el
Adarve
del Aire. Muralla
del siglo XII. Torre de la Veleta.
Torre de
la Cárcel Real. Siglo XII Mozárabe.
Muralla
del Gabán. Siglo
XIV. Remozado siglo XXI. Restos del Cañuto.
Adarve
del Peso de la Harina. Torre y puerta de entrada de la fortaleza, llamada también Puerta de la
Plaza
Adarve
del Trabuquete. Siglo
XIV. Remozado en siglo XX.
En contrapicado obseervamos
Puerta
Torre de la Imagen. Almohade.
Paseamos por Adarve de
la Torre del Homenaje. Siglo VIII-siglo XX
Alcázar.
Siglo VIII- XIV
Recorrimos Adarve Norte. VIII_ Siglo XX remozado
En contrapicado
Puerta de
Santiago. Siglo XVI,
las caballerizas.
Puerta de
Bahondillo Bajo. Almohade.
Bajamos por el Barrio Militar a la Puerta del
Postigo, comunicaba con la calle de este nombre y bajaba a la iglesia de
Santo Domingo.
Nos detuvimos en Entrepuertas. Zoco comercial, y ascenso y subida actual de la
Mota,. Puerta del Pendón. Del Rey o de Aguilera o de Argamasón. Restos
de muralla romana.
Puerta de la Imagen. Época nazarita y mudéjar. Siglo XIII
Puerta de
las Lanzas. XIV- XX.
Obra de Martín de Bolívar, mediados del siglo XVI. Renovada en XX.
Renacentista.
Puerta
del Hierro. No quedan rastros, por los oficios.
Y acabamols en Puerta del Arrabal. Entrada a Arrabal
Viejo.
y Puerta de Granada. Siglo XIV , entrada a Arrabal. Puerta
del Cambrón o Granada.
TIEMPOS DE FALDRIQUERA
Hace unos días, un documento de finales del siglo XVI cayó en mis manos. Y me llamó
mucho la atención, que hacía referencia al testamento de la viuda Isabel Polaina,
tanto por su apellido como por su
esposo, el arriero Pedro de Baeza. Le
habían adosado, para distinguirla de otras
mujeres con nombre Isabel, el apodo de la Polaina, la Calcetina, y la
Media del Pie. Como es lógico en su texto, se percibe que esta mujer se
sentía enfadada por el mote que le
habían adosado. Pero, además las había pasado bastante canutas , soportado
indescriptibles desgracias, y sufriendo
las de Caín. Su marido pasaba durante casi todo el año recorriendo con su reata de asnos
y mulos las tierras alcalaínas y granadinas
y transportando el vino torrontés
de la comarca abacial y la lana de los
rebaños de la Sierra Sur. Para colmo, con motivo de la guerra de la toma de
Orán, se quedó sola con sus hijos, pues su esposo tuvo que acudir a la guerra con su
arcabuz y acémila bajo las órdenes de los capitanes alcalaínos y el mando supremo del conde de Alcaudete. Y
cayó preso. Isabel anduvo de la Ceca a la Meca para buscar dinero con el que
afrontar el rescate de su marido, por medio de intermediarios granadinos y
malagueños. Y removió Santiago con Roma hasta lograrlo rescatarlo de las mazmorras de
Argel.
Pero, en sus últimos años, disfrutaron de
cierta estabilidad y tranquilidad con el arrendamiento del mesón de Aparicio
Martínez de Colomo, situado en la calle Llana de los Mesones, cerca de las
Entrepuertas de la Mota. Por su testimonio, abundaba en sus postreras
intenciones pagando deudas que
especificaba entre sus mandas afirmando que eran sacadas de la faltriquera. Me
sorprendió este arabismo. Era comprensible que empleara faltriquera en lugar de
bolsa. Pues esta palabra provenía del mozárabe ḥaṭrikáyra (lugar
para bagatelas —cosas de poco valor—) y se usaba en este contexto cercano a
Granada. Definía una prenda muy utilizada en los entornos rurales durante
la Edad Media y hasta bien entrado el siglo XX. (Todavía, se
distinguen ciertos personajes como las mujeres gitanas que guardan lo más
insospechado en la faldriquera). Por cierto, en el documento se escribe
faltriquera, pero por estos lares y en otros sitios la emplean como faldriquera
o faldiquera. Aquella bolsa, todavía, le había permitido sacar a su marido
preso en la cárcel para poder pagar al dueño del mesón y afrontar las condenas y otros
litigios.
En los vestidos regionales y
tradicionales de muchos pueblos de España, usaban esta pequeña prenda de tela
plana, con forma rectangular y con una abertura, elaborada a mano, con forro
por detrás y por dentro. En los trajes aldeanos solía hasta bordarse bellamente
y colocarse debajo de la falda y delantal. Colocada en un lateral a izquierda o
derecha, servía de bolsillo, donde guardaban pequeños objetos útiles. No nos
extraña que nunca faltaran algunos de
estos objetos: la navaja, las tijeras,
la caja de cerillas, un pañuelo para limpiarse, un dedal, un tubo con agujas,
hilo, un monedero con unas monedas, las llaves, imperdibles. Siempre la
llevaban puesta a donde fueran. Y, distinguía a la mujer frente a los varones
que solían llevar en los chalecos bolsillos para guardar estos elementos. En algunas regiones se usaban distintas
faltriqueras según fuera para uso diario, para los carnavales, en las romerías
o en las fiestas regionales. Actualmente, se conservan de paño, tela o
terciopelo en los trajes regionales de los museos. Ya no es tiempo de
faldriquera. Pero se necesita que vuelvan estos tiempos para afrontar los
nuevos y futuros años con esta alforja y
su instrumental. Es el momento de transportar una buena faldriquera, nunca
mejor que en periodo electoral. Y
contenga la navaja para cortar todos los momentos adversos que han sacudido durante estos fatídicos años
de pandemia; no falte el pañuelo que limpie el patio; los instrumentos de coser para sanar las heridas y confeccionar
nuevos vestidos; traiga monederos de
proyectos en Andalucía; y las llaves con las que se abran puertas de un
nuevo progreso para las tierras del Sur,
domingo, 8 de mayo de 2022
HOY EN LA SEMANA DEL JAÉN. LOS BÁRTULOS
DÓNDE VAS CON
TANTOS BÁRTULOS
Nunca
imaginaba que la palabra “bártulo” hiciera referencia a una persona. Más bien,
adivinaba que podía provenir del nombre de una cosa. Me la había imaginado y
empleado en muchas ocasiones:” ¿Dónde vas con tantos bártulos?”, “Mercedes, vas
cargada de muchos bártulos”. Es verdad que no la he encontrado en singular en el diccionario ni en el uso
cotidiano. Siempre, se escucha en plural. Y así la recoge el Diccionario de la Real Academia Española. La
relacionaba como muy bien la define el diccionario español en el registro de los bártulos, a saber:
enseres que se manejan y comprendía
perfectamente el sintagma coger o liar los, mis, tus y con toda gama de
adjetivos los bártulos. También, no me sorprendían ciertas acepciones verbales
que coloquialmente expresaban la decisión de intensificar la precipitación o el
enfado, que acompañan a la decisión de irse como en el caso de preparar los
bártulos. O, más concretamente, otra expresión coloquial como recoger los
bártulos para disponer los medios ejecutar algo.
Sin embargo, un documento alcalaíno
de la segunda decena del siglo XVI, me ofreció un nuevo registro, que me
conducía a su origen y etimología. En
concreto el licenciado y abogado Alonso
de Hinojosa compraba a Martín de Guerra, un licenciado cordobés, que ejercía el
oficio de secretario de abogados, una librería jurídica. Y al proseguir su
lectura, me especificaba que se
encontraban en ella obras del derecho
civil y dos canónicos, y la lectura de Bartulo y de Pablo de Castro y Abades,
y otros libros que “de él compré”. Lo
adquiría por el elevado precio de mil reales, casi el precio de un ganado de
cien ovejas. Y del valor del contrato debía responder hipotecando los dichos
libros y una finca de 19 aranzadas de viñedo, es decir 19 fanegas, en la Sierra
de la Acamuña, linderas con el arroyo y otros viñedos de Gallardo.
Ya me di cuenta que estaba claro que
se relacionaba con una persona, de nombre Bartolo, un acortamiento de Bartolomé, palabra
de origen hebrero, que significa en esta lengua el hijo de Tomay. Esta palabra pasó a la lengua griega y se transcribió como bartholomaios, y
luego al latín, bartholomaieus (en español, Bartolomé), que algunos lo
traducen como el hijo de Ptolomeo
Bartolo de Sassoferrato fue el autor
de los libros comprados, y fue un famoso
jurista del siglo XIV, cuyos libros
adquirieron una fama inmensa en muchas
universidades europea, desde Bolonia a Salamanca pasando por otras españolas
como Alcalá de Henares o Granada. No nos extraña que Nebrija, cuyo V
aniversario de su muerte se celebra en
este año, estudiara en la ciudad de Bolonia, donde Bartolo impartió clases, y
luego se trasladó a las universidades española con los libros del escritor
italiano bajo su brazo.
El documento me ratificaba el uso de
Bártulo, en singular, como obra jurista y, en su auténtico significado
relacionado con el autor. Pronto esta palabra, uno decenios después, amplió su
acepción y cambió número en plural con su significado de “libros de estudio”
“argumentos jurídicos” y, otros más específicos como “alhajas o negocios”. Por eso es comprensible, el uso con el
sentido de ‘argumentos
jurídicos’, recogido de Crónica del reino de Chile, de Pedro
Mariño de Lobera: No quisieron recibir a don Alonso en tal cargo,
encomendándolo a un oidor que sabía muy bien usar de las armas de sus bártulos y
digestos, aunque en las armas de acero no estaba muy digesto por no ser de su
profesión ni ejercicio. Y de ahí, un paso de pasar de lo inmaterial a lo
materia y convertirse hasta el español actual, en la palabra “bártulos”
significa “enseres que se manejan”, según la definición del Diccionario. Y se
comprende sin lugar a dudas que la locución “ir con tantos bártulos “o «llevar los bártulos», tiene sus raíces en el estudio del
Derecho. Más claro no puede ser este documento alcalaíno. Pues esta expresión ya
y la utilizaban los estudiantes de Derecho cuando transportaban los manuales
escritos por Bartolo de Sassoferrato. Este comentarista o conciliador
cerró el ciclo del derecho medieval y abrió el derecho romano, y fue cofundador
con otros juristas como Pistova, Ubaldi y Maino de la jurisprudencia
europea. En aquel tiempo los manuales de
jurisprudencia, eran auténticos tumbos, libros de grandes dimensiones y grosor,
pues la imprenta recién inventada por Gutenberg no producía pequeños libros. Eran
grandes y costosos. Y para transportarlos, utilizaban cuerdas y otras ataduras
para echarlos sobre el hombro. Los bartoloes o los bártulos suponía un gran
esfuerzo llevarlos de un sitio para otro. Y no nos extraña que se hipotecara
una finca. Se comprende que cause
extrañeza y se diga dónde vas con estos bártulos.
Sin
embargo, tan sólo se citan tres autores: el mencionado Bartolo de Sassoferrato,
Paolo di Castro y el Abad Siculus. Sobre
el primero, está claro que el abogado alcalaíno adquiriera la obra, porque, en
aquel tiempo la mayoría de las cuestiones que podían proponer se ofrecían de
consulta en su obra de modo que el bartolomismo jurídico
era una garantía para vencer la tentación de remitirse a la opinión de este
jurista conocido y ser demasiado fuerte
como para ser vencida habitualmente; obedecía al método de Bolonia que tendía a
la rutina y al recurso a las autoridades. En cuanto a Paolo de Castro, en el documento
castellanizado, Pablo de Castro, Paolo Di Castro, o
Paolo Castrense, incluso latinizado como
Paulus Castrensis (Castro, 1360 -1441), era un abogado italiano que con sus
Consilia se sitúa entre los mejores juristas del siglo XV y extendió su fama hasta
el siglo XVII. Por último, los Abades hacen referencia al abad Bernardo de Montemirato, calificado como el
Antiguo, un canonista del siglo XIII ; y
al Abad Sículo (Abbas Siculus,
Moderno o Más Joven y Sículo por nacimiento en esta isla), sobrenombre de
Nicolás Tudeschis, que era también canonista, como insiste el documento sobre
libros canónicos, y no pertenecía a
los famosos jurisconsultos,
comprendidos entre los glosadores y entre los comentaristas del Derecho Romano en
la célebre Escuela de Bolonia
No es de extrañar que Francisco de Quevedo,
contemporáneo al letrado alcalaíno, en su capítulo sobre “El
letrado y los pleiteantes “ se refiera a estos juristas y nos proporcione datos
sobre el resto de las obras y autores, cuando escribe: “Un letrado bien
frondoso de mejillas, de aquellos que, con barba negra y bigotes de buces, traen la boca con sotana
y manteo, estaba en una pieza atestada de cuerpos tan sin alma como el suyo.
Revolvía menos los autores que las partes. Andaban al retortero los Bártulos,
los Baldos, los Abades, los Surdos, los Farinacios, los Tuscos, los Cujacios,
los Fabros, los Ancharaons, el señor presidente Covarrubias, Chasaneo, Oldrado,
Mascardo, y tras la le del reino, Montalvo y Gregorio López, y otros
innumerables, burrajeados de párrafos”.
Actualmente, por su tamaño,
tan solo pueden dar testimonio de este documento de los bártulos
alcalaínos algunos ejemplares de libros
de actas de cabildo del ayuntamiento conservados en el AMAR (Archivo Municipal
de Alcalá la Real) que recoge la vida municipal en la segunda mitad del siglo
XVI. Pues, los libros de canto coral, en
su mayoría, se transformaron y reciclaron
para formar parte de las portadas de los nuevos libros manuscritos.
Incluso, los que lograron sobrevivir sufrieron un expurgo y una quema en el verano
de 1936, cuando se conservaban en las salas del Palacio Abacial. No nos extraña
la riqueza que tuvo que perderse, pues los documentos notariales continuamente
nos ilustran de bibliotecas de hidalgos, letrados, clérigos y médicos que
transmitían a sus descendientes excelentes series de libros, en su mayoría,
jurídicos y religiosos que ocupaban las baldas de las estanterías de los
cuartos de sus casonas. Y no nos sorprende esta pérdida de este patrimonio
libresco, porque, en este documento de Bártulo,
se constata la compra de este elenco de obras jurídicas, propias de un
abogado. Pero, unos decenios después a este contrato, se estableció una
imprenta en la ciudad de la Mota, junto al Palacio Abacial y en ellas se produjeron,
como hay constancia, no sólo libros de medicina sino también muchos religiosos
dedicados a abades de la Ilustración.
Por casualidad, entre los libros adquiridos,
debieron ser muchos más que los comentados, a pesar de que tenemos constancia de que los Bártulos eran
nada menos que once cuerpos de libros en cartones que no alcanzaban ni los 66
reales, lo mismo que los tratados de los Abades en cantidad y precio. Pues
hasta alcanzar los mil reales, muchos compendios, tratados, glosas, lecturas,
comentarios, y leyes debieron formar parte de esta librería. Por cierto,
adquirida en tierras cordobesas, cuando lo más frecuente que se comunicara el
mundo cultural fuera con la ciudad de Granada. Pero parecía que el letrado
alcalaíno debía tener prisa en liar los bártulos y adquirir aquella buena
biblioteca. Pues era consciente de aque
l dicho latino
que se acuñó sobre Bartolo Nemo bonus iurista, nisi sit
Bartolista (nadie es buen jurista si no es bartolista), ya que. en Italia y fuera de ella, caracterizaba al
prototipo de abogado, y con el dicho liar los bártulos este joven abogado expresaba el gozo que experimentaba al atar los apuntes
de Bartolo, ya que así se marchaba con el petate a sus casas. Más bien,
adquiría aquel mamotreto de libros.
DIARIO DEL RUTERO POR EL CAMINO PLAYERO
RUTA POR
EL CAMINO DE LOS PLAYEROS
Hemos acudido 48 ruteros capuchinos a la Estación de Autobuses y
hemos disfrutado de un excelente día de senderismo. Iniciamos la marcha a pie
en el camino que salía de la carretera de Montefrío hacia tierras cordobesas y
Peñas de Majalcorón. Bajo el cerro que encierra leyendas de alquería
árabe y cabe el ribazo del Palancares bajos frondosos álamos que refrescaban la
mañana, ascendimos entre tierras del Sapillo y Fuente de la Piedra. Divisamos
la Encina Leona, pasamos el camino viejo de Montefrío y contemplamos las
fuentes y arroyuelos del nacimiento del Palancares en un paisaje de dehesa.
Tras pasar por tierras de villar romano y con la vista al frente de las Peñas
de Majalcorón, la sierra nos sonreía entre sus rajas amplias y
superpuestas. Llegamos al cortijo de la cruz, y , tras desayunar torta,
posamos ante la Cruz de término (antes comentamos el punto exacto de los tres
‘términos de Granada, Córdoba y Jaén), no nos olvidamos del presidente bolivariano
Carlos Mesa, el yugo de Isabel y la F de Fernando, el `puesto militar y la reja
de cuitas amorosas. Las leyendas de los tontos y la ermita de Fátima fueron
comentadas, antes de iniciar el camino hacia la Venta Valero y doblar por el
camino que llegaba a la Casa de los Maestros. Tras un repecho pasamos por una
nueva granja caprina. y descendimos en dirección a la fuente de Santa
María y de los Peñascales, Entre tierras de Almedinilla a la izquierda y
de Alcalá a la derecha, el camino comenzaba a descender entre las tierras
volcánicas de la Venta Valero y las Peñas de Majalcorón donde comentamos
la leyenda del emir. Desde allí, por camino de asfalto, pasamos por los
Gamonales siguiendo el camino playero, que traían los arrieros de las
costas malagueñas hacia tierras de Jaén y Córdoba). Nos desviamos antes del
cortijo del Cerro sin llegar a las Pilas para adentrarnos a tierras cordobesas
y dirigirnos a la Viñuela. Desde este camino contemplamos el camino interrupto
de los playeros y llegamos al cortijo y ermita. Juan Diaz, aborigen y labrador
de la zona de las Pilas nos brindó su excelente aceite y unas habas de
rechupete, tras visitar la ermita de la Virgen de la Cabeza y cantar el himno
de la Morenita, Subimos a los restos de la excavación arqueológica de un castro
que dominaba unas vistas fantásticas que se prolongaban al sur hacia Brácana y
al norte hacia tierras de la RÁBITA y montes de Alcaudete, a oriente todo el
cerro de la Lastra y de las Peñas.
Bajamos entre olivares y contemplando el camino de los playeros entre la
cresta del cerro que sube a las Pilas. camino entre hileras de olivares y de motas
de encinares, y alguna que otra descendida y barrancal. Divisamos la Loma del
Carril y otros cortijos aledaños a las Pilas. Llegamos a la Escaleruela, con la
era que quedaba al margen del camino que nos llevó a un gran barrancal
donde se perdía y llegaba el desaparecido camino real de los playeros.
Finalmente, llegamos a otro nuevo cortijo junto a la Cruz de Término, que
pudimos contemplar. Comentamos que habíamos hecho el camino que hacían los corregidores
y la ciudad.
Llegamos al puente Suárez, montamos en autobús, contemplando el Cerro del Aguilar,
nos dio oportunidad para explicar la leyenda de la mezquita y el águila de oro
que se encuentra en su subterránea cueva.
Al llegar a las Pilas, en sus instalaciones deportivas una comida y
banquete excelentemente preparado por María y servido por su familia. Mil
gracias a todos ellos y a la familia de Juan Díaz y Paqui Fuente. Un día
excelente.
Este fue el itinerario
Venta de los
Agramaderos
Por tierras
de Fuente la Piedra y cortijo del Sapillo
Cortijo de
la Cruz
Por zona de
la Venta Valero
Carretera por los Gaminales.
Gam0nales
Cortijo de la Viñuela. Parada y avituallamiento
Escaleruela
Tierras de
Almedinilla
Puente
Suárez
COMIDA
L A importante figura del corregidor en la vida de las ciudades ha sido poco estudiada en nuestra comarca, cuando fue una institución que contribuyó de una manera muy significativa en muchos aspectos: desde el urbanismo hasta la el mantenimiento de las costumbres, pasando por aspectos esenciales como era el abastecimiento de los vecinos, la milicia y, sobre todo, la relación con la vida de la Corte. Aunque continuaremos su historia en futuros trabajos, el presente artículo va a centrarse en uno de los objetivos que la Corona obligaba a todos los corregidores durante su nombramiento, la visita de términos o lo que es lo mismo el mantenimiento de los límites de la corregiduría o de una de las partes de ellas, como vamos a tratar con la visita de la de Alcalá la Real, ya que, durante muchos años, sabemos que Loja y Alhama componían toda la demarcación del corregimiento. Así, en los continuados nombramientos de los corregidores nos viene definida esta función: «asimismo tomad residencia al dicho nuestro corregidor y sus oficiales de las comisiones en que por nuestro mandato obieran entendido y otrosí vos ynformad si an visitado los términos y hecho guardar, cumplir y executar las sentencias que son dadas a favor de la dicha ciudad sobre la restitución de los términos y sino estubieran executados executadlas vos al tenor de la Ley de Toledo que abla sobre la restitución de los términos e ynstruccion sobre ello hecha en el nuestro consejo» (1). Sin embargo, no era por motivo de confrontación o por sentencia judicial lo que conllevaba a la visita de los términos, ya que, en nuestra ciudad, normalmente se realizaba de una manera consuetudinaria, sobre todo por razones económicas para preservar todos nuestros montes y terrenos comunales de la invasión de los ganados vecinos, que venía en perjuicio de los nuestros. Además, en la mayoría de las ocasiones, se resolvía el conflicto en forma de concordia entre los cabildos colindantes. Así, en el siglo xvi, los puntos más conflictivos del arroyo de Chiclana, límite con el término de Alcaudete, y los pocos terrenos que nos dividían con el de Martos y el de Valdepeñas, se resolvieron de modo pacífico con un acta de concordia entre los dos cabildos sin necesidad de apelar a la Corona ni esperar un fallo judicial de la Real Chancillería. Como el nombramiento de los corregidores era anual, generalmente se visitaban los términos cada año, e, incluso, se mantenía la obligación a pesar de la prórroga del mandato. Para ello solían formar una comisión, que era nombrada en una sesión del Ayuntamiento, integrada por el corregidor o el teniente de corregidor, generalmente, el alcalde mayor, dos regidores y un jurado, el alguacil, tres o cuatro guardas de campo y dos arcabuceros, acompañados de un escribano que levantaba acta de todos las inspecciones. También hubo ocasiones en las que intervinieron el síndico y los medidores de tierra. Visitaban el recorrido a caballo y, por los lugares más inhóspitos, lo hacían a pie o enviaban a los guardas tras el juram ento de decir la verdad. En Alcalá solía prolongarse durante cuatro o cinco días el recorrido del perímetro de toda la comarca que abarcaba hasta el siglo xix la villa del Castillo de Locubín, Frailes y, como es lógico, el actual término de Alcalá la Real. Durante la inspección, comprobaban los testigos del término que, en la mayoría de las ocasiones, coincidían con un accidente geográfico (el cauce del río, la cumbre de una montaña, un barranco, un camino...) o un testigo histórico (una torre, una venta, una fuente...). No obstante, los tramos intermedios se marcaban por medio de elementos significativos como encinas, fresnos, corcojales, espinos, lagunas y cualquier amontonamiento, que eran presididos por una cruz, elevada con una mata de ramaje y tierra. Ésta suele predominar en los límites del antiguo reino nazarita. Mojones, mojoneras y guías son los elementos de la delimitación. Se mantuvo el número de ciento cinco hasta que el 1596 se realizan otros nuevos, alcanzando el dígito de ciento venticuatro. Por la noche, o según las circunstancias lo requerían, pernoctaban en ventas y cortijos. Así, solía iniciarse en el punto de la Rábita, donde la venta que ya existía a finales del siglo dieciséis les servía de alojamiento nocturno y si avanzaban en mayor recorrido lo hacían el cortijo de Santamaría. El siguiente punto de parada era el Cortijo de los Frailes de Cartuja en el Menchón. En la cortijada de Frailes solían detenerse por la noche para afrontar los terrenos abruptos de su sierra. Y, por último, tras la visita de la H oya Bermeja, se alojaban en el Castillo de Locubín. Regresando el último día, generalmente el quinto, desde el arroyo de Chiclana a Alcalá. La dirección del recorrido era dirección Norte hacia el Sur para finalizar en sentido inverso, en el punto de salida. Tan sólo, una visita hemos constatado que se iniciara en la zona de la comarca granadina (2). Deberían haber sido significativas todas las visitas correspondientes a la fase del repartimiento de términos, las posteriores a la conquista del Reino de Granada, con el que posteriormente existirán algunos momentos de conflicto por la zona de M odín, e, incluso, en el reinado de los Reyes Católicos. Sin embargo, tan sólo se conservan completas en el archivo alcalaíno las correspondientes al siglo xvi y posteriores. A una de ellas nos vamos a referir porque debieron servir de momento final de los conflictos anteriormente enumerados y demuestran la constatación de un término asentado y perfectamente definido. En concreto, el diecinueve de octubre de 1568, por orden del corregidor Gómez de Mesía, el alcalde mayor y lugarteniente licenciado Francisco de Tellez, emprenden la visita, acompañados de los comisionados siguientes: los regidores Baltasar de Aranda y el alcaide don Pedro de los Ríos, el jurado Diego Felipe y el escribano Alonso de Castro. Forman también la comitiva, el alguacil mayor, Pedro de Carranza, los guardas de campo Hernando López, Diego Martínez Padillo, Pedro de Ribas y Juan Alonso, y los arcabuceros Francisco García Gallego y Martín García Gallego. Inician la visita y su posterior amojonamiento o renovación desde la Rábita en dirección al término de Priego para finalizar por la delimitación con Alcaudete. La operación es sencilla, auscultación de los testigos, renovación y refresco de los mojones y levantamiento de acta de cada uno de ellos. El término de Alcalá venía marcado por estas fechas por ciento cinco mojones que vamos a describir, aunque futuras futuras se acrecentó para delimitarlo mejor de otros términos.
(1) AMAR.
Libros de Cabildos de 1568 en adelante. Título de nombramiento de corregidor de
cualquier año. BOLETÍN DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS GIENNENSES
PRIMER DÍA
(Martes 19-X) I. El día diecinueve comienzan el itinerario, una vez que
llegaron a la Rábita, término de la ciudad de Alcalá la Real. Allí visitaron el
primer (2) AMAR. Caja 18, pieza 14 y 13. Los amojonamientos de visita de
términos de los lugares circunvecinos antiguos y modernos. Corresponden desde
1568 hasta 1611. BOLETÍN DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS GIENNENSES mojón y lo
renovaron.
PARA EL DÍA
DE LA RÁBITA
Se
localizaba donde «está antiguamente el puntal de la Sierra de San Pedro junto a
una peña». Años más tarde le llaman M ojón de la covezuela.
II. Sierra abajo, los miembros de la comisión
visitaron el segundo mojón «que está a derecho del de arriba del puntal el cual
se renovó con piedras y tierra», el sitio exacto era «Junto a la Sacedilla y se
dice el M ojón de las Madrigueras».
III. Yendo a
campo atraviesa, se acercaron «hasta la fuente de la Sacedilla, donde está otro
mojón que parte el término con esta ciudad y con la villa de Alcaudete» el
cual, renovándolo, es el tercero.
IV. Más
adelante del anterior, visitaron «otro mojón que se dice de la Fuente
Blanquilla en derecho del Cortijo de Lucas López M ontijano que parte el
término de esta ciudad y la villa de Alcaudete».
V. El quinto
mojón se ronovó con piedras, tierra y retama y estaba situado un poco más
adelante «delante de la Fuente Blanquilla junto a las tierras que solían ser de
Luis Carrillo Valdivia y del dicho Montijano».
VI.
Avanzando se encontraron el sexto que se llamaba de los «A tochares que parte
el término de esta ciudad con la villa de Priego» renovándose con los mismos
elementos
. VII.
Siguieron por un barranco adelante y visitaron el séptimo que le «dicen del
Encinilla del Barranco».
VIII. El
octavo, bajando el barranco, es el «de la Haza del barranco los Tiembles que
alinda con el arroyo del Salado entre la dicha ciudad y la villa de Priego» que
lo renovaron como los anteriores.
AQUÍ
ACABAMOS
IX.
Marcharon desde el mojón del arroyo del Salado arriba hasta que dieron con «el
noveno mojón que está junto a al Camino que va de la dicha ciudad a la dicha
villa de Priego», por ser terreno abrupto se renovó sólo con tierras y piedras.
X. El décimo de la visita fué «el que se dice el de Escaleruela donde a la mano
izquierda como iban visitando está el dicho mojón» donde se hizo la acostumbrada
renovación de materiales y plantas.
XI. Fueron
visitando la dicha mojonera por el camino de los Playeros y encontraron el «que
se dice del Carrizalejo y Gamonares que alinda entre la dicha ciudad y la dicha
Villa de Priego, era el undécimo, por ser terreno de calma, tan sólo lo
marcaron con tierra y retama.
. SEGUNDO
DÍA MIERCOLES 20
-X De nuevo,
los mismos miembros de la comisión emprenden el amojonamiento y renovación de
ellos, siguiendo por el mismo lugar y camino del Carrizalejo y, correspondiendo
el primer mojón al número: XII. Se llamaba «el mojón de las Lanchas de los
Buhedos» renovándose y servía de límite entre la ciudad de Priego y la de
Alcalá.
XIII. Siguieron el camino adelante hasta
llegar la décimo tercero que llamaban «el mojón de encina de los Carrizalejos
encima el Cerro Bermejo», haciéndose lo mismo que en los anteriores.
XIV. Continuaron el camino hasta llegar al
mojón «Del Espino que parte los tres términos el de la dicha ciudad de Alcalá
la Real y villa de Priego y la ciudad de Granada». Parece que, por ser límite
de ciudades, se hacían visitas fijas a las mojoneras conflictivas; constatando
que estaba ya visitado, no hubo que renovarlo sino tan sólo refrescarlo en sus
ramas y tierras.
XV.
Adentrándose ya en terreno limítrofe con Granada, visitaron otro situado más
adelante del anterior, en Valdegranada «que alinda con el término de la dicha
ciudad de Alcalá la Real y la de Granada y se dice el mojón de la Ventilla
Quemada junto a la Fuente el Adoradero que está en un quejigo». Por ser un
árbol el testigo, se hizo una cruz y se remarcó con piedras y retama.
XVI. Por
este lugar de visita se mantiene la labor de refrescar las mojoneras, porque se
asegura que lo habían visitado este año, como marca el decimosexto mojón «en el
camino de Granada que se dice el mojón de las Lanchas entre esta ciudad y
Granada».
XVII. Así se
describe el decimoséptimo: «item se visitó otro mojón por los dichos señores
donde cruza el camino viejo que va a Montefrío que linda entre esta ciudad y la
de Granada que está en un robre en que se refrescó una cruz que estaba fecha de
nuevo y se refrescó con tierras, rama e piedra». En los años siguientes
constataron que estaba cortado y pusieron piedras y ramas.
XVIII. Otro
mojón, hecho sobre un roble, al que se renovó con una cruz, estaba colocado
«junto al arroyo donde viene a dar el agua a la Fuente la Piedra», lindando
con el término de Granada y se le pusieron de nuevo piedras y ramas. Era el
decimoctavo.
XIX.
Siguiendo el camino hacia delante, que estaba debajo de la fresneda, el décimo
nono se encontraba en el troncón de un roble. Años después debió desaparecer,
aunque esta vez se renovó con tierras y piedra.
XX. Por el mismo camino, llegaron al vigésimo
mojón «que se dice de la Vera de los Bramaderos que está en un espino “
situado” junto al arroyo de los Bramaderos». También lo renovaron.
XXI. A
partir de éste continúa la mojonera por el camino hacia adelante y se llega
«hasta dar en la Boca de la Cañada Damar e junto al agua a la pasada se visitó
otro mojón que está en un frexno», donde se refrescó una cruz que era antigua y
se pusieron piedras y ramas
VENTA DE BRAMADEROS O AGRAMADEROS, UNA VENTA EN EL
CAMINO.
LA VENTA DE AGRAMADEROS
-Oh, pastor de zamarilla,
Híncate aquí de rodillas
Que te voy a confesar:
¿Cuántos panes te has comido?
-Un costal de rebanás,
Un panete y un rosquete
Y un borrico hecho tajás,
Y la ubre de una vaca,
Y los sesos de un lagarto,
Y todavía no estoy harto
Porque quiero comer más
(Dolores Contreras Peña, de la
zona)
Comentamos en el autobús que su nombre del término es también
Valdegranada y procede de ser una zona – cuenca de un arroyuelo
del término alcalaíno que limitaba entre los montes de Granada
Situada a 16 kilómetros de Alcalá la Real, en la parte sur
occidental del término municipal, es limítrofe con las provincia de
Granada y Córdoba, en un sitio de cruce de caminos que proceden de
Montefrío, Íllora, Tocón, Priego, Almedinilla, donde se colocó una
antigua venta para vender ganados que se ataban en los
Bramaderos. De ahí el nombre Venta de los Bramaderos, hasta llegar al actual de
los Agramaderos
Su hábitat es muy disperso, pero la carretera agrupó a
muchos vecinos a partir de la posguerra. En esta aldea nace el río
Palancares, un arroyuelo que desembocaba en el río de Frailes. Es una
tierra de gran calidad y muy estimada por su producción de cereales, en tiempos
de Madoz se estimaban mucho sus garbanzos. El encinar era típico de mediados
del siglo XIX, pero, poco a poco, se fue imponiendo el olivar y cerezo.
Era un lugar de descanso en la venta
para los antiguos comerciantes que venía de Málaga por el camino de
los Playeros de Málaga y se adentraban en la Campiña cordobesa, o tomaban
el camino de Úbeda.
El Centro Social, la ermita y
algunas viviendas rurales destacan entre ellas el camino de la
Matanza, la Peñuela, Cañada Ámbar
Sus viviendas rurales más importantes procedían de cortijos de propios
o de la ciudad que pasaron a manos privadas en el siglo XIX:
-Zapillo.
-La Cruz.
-Fuente de la Piedra.
Y cortijos particulares o de entidades religiosas:
-el de las Monjas
-La Loma.
-Blancares
-Alamoso Alto y Bajo
-Agramaderos
Leyendas,
LA DE LA CAÑADA ÁMBAR, hace
referencia a unas tierras que eran de un señor musulmán ( Granada y Jaén)
y su castillo en Venta Quemada se comunicaba con el de la Peñuela.
LA DE CORTIJO DE LA
PIEDRA. Una encerrona de unos moros a una comitiva de
cristianos que acompañaban a la mujer de Pedro de Aranda..
y la de los Animeros.
COMPROBAMOS EL PARTIDO DE VALDEGRANADA, SU HABITAT DISPERSO ABANDONADO
Han cambiado los tiempos de la
distribución e importancia de los diversos partidos de campo, aldeas y núcleos
rurales. Este es el caso de las Peñas de Majalcorón y el de Valdegranada, que
apenas se cita par denominar estos lugares, Así y en otros tiempos, las Peñas
eran más importantes que la propia Venta de los Agramaderos. Pues, hay noticias
de que, en época árabe, este asentamiento se le conocía como Mary
Al-Qurum, de donde procedía el nombre de Majalcorón. Se cuenta que el poeta
Ibn Jatib comentó la anécdota de que en 1.129 pasó el emir almorávide
Tasfin ibn Alí por aquí y le llamó Prado de los Cuernos
“Mary al Qurum” . Se burló de un acemilero de su escolta diciéndole “que ese prado era
suyo, a lo que respondió muy enfadado el acemilero que ese prado era suyo,
del emir, y su padre”.
Su hábitat ofrece cierto atavismo cercano a este tiempo musulmán. Sus
antiguas viviendas denotan un aspecto semejante a los diseminados de parajes de
las Alpujarras. En la edificación de las casas se utilizan piedras erosionadas
de la misma peña.
A principios del siglo XVII, el campo de
Alcalá la Real (Jaén) se dividía según el trayecto de sus ríos y caminos para
formar las aldeas pertenecientes a su término, una de las zonas es la que
comprendía el territorio entre el Palancares, Peñuela, Cantera Blanca Chaparral
de Nubes, Bramaderos, Alamoso y Valdegranada. Más específicamente, unos años
antes de realizar el Catastro de la Ensenada, Valdegranada contaba con 60
vecinos o familias, que vivían en chozas, y en 1842 se censaron 334 personas.
Curiosamente, hace más de un siglo,
cuando Madoz escribió su Diccionario, el partido de Valdegranada ocupaba la
parte suroriental del término de Alcalá la Real. Era un núcleo rural formado
por un gran número de cortijos y las casillas y calle de Las Peñas de
Majalcorón. Se denominaba Val de Granada, (val, apócope de valle) o Valle
de Granada y así nos la describe Madoz: “Aldea de la provincia de Jaén;
es uno de los 12 partidos de campo en que está dividido el término de la ciudad
de Alcalá la Real ( el V en su diccionario), a cuyo partido y abadía
corresponde, y dista de ella 3/4 de leguas al SO. y tiene una poblacioncita
llamada Majalcorón. Situada bajo de un tajo que se denomina Peñas de
Majalcorón. No forma calles y tiene diseminadas 10 casas por lo general
habitadas de gente pobre y j o r n a l e r a; se cuentan, fuera de e s t a s
, 43 cortijos, de los que los principales son la Cruz, Zapillo, la
Loma, Alamoso alto, Alamoso bajo, Cerro Gordo, Blancares, Parra , Fraile,
Agramaderos, Monjas y el Maestro. Donde se separan los términos de la ciudad de
Alcalá la Real y los de Priego y Montefrío se encuentra una ermita al Norte del
partido; y en la parte opuesta del mismo, o sea al Sur inmediato a una venta
llamada de los Agramaderos está el nacimiento del Paloneares que en su origen
es un arroyuelo insignificante. El terreno del partido, sobre todo la parte
inferior, es de superior calidad, y son muy apreciados los garbanzos que en él
se c r i a n; también hay algunas encinas y pocos olivos”.
Asentado este partido de campo sobre la vertiente sur del monte de las Peñas, a una altitud de 1145 metros y al abrigo de los vientos del norte, es una zona muy adecuada para los cultivos de secano.
En 1911, este partido estaba habitado
por 657 personas y con 152 edificios la mayoría eran cortijos. A mediados del
siglo XX, comenzó su dispersión y su decadencia, se fue despoblando. Majlacorón,
y, a pesar de la mejora de sus nuevas vías de comunicación, quedó situado
a 14 Kilómetros de Alcalá la Real, por la entrada del camino
de la Hortichuela y, algo más lejano, por el cortijo de la Cruz.
Por sus diversos caminos se contemplan los cortijos del Sapillo
y Fuente de la Piedra, el Alamoso y las ruinas de Aldea Quemada. Su
hábitat es muy pequeño y hay numerosas viviendas rurales, que sig
uen utilizando las piedras
erosionadas de la Peña.
Se encuentra en el límite con la provincia
de Córdoba, por el camino de los Playeros. En el cortijo de la Cruz, se separaba el término de
Alcalá la Real, Priego y Montefrío, y allí existe actualmente la misma
ermita, hoy día sin culto. Fue un punto de demarcación de términos y
puesto militar en la Guerra Civil. Hoy este se encuentra un trayecto más
bajo. Apenas quedan vecinos ni cortijos.
En medio de un paraje bellísimo, la ermita y algunas casas de turismo rural
y de segunda vivienda se alzan como testigos de un partido de campo que era de
los más diseminados y poblados. Y, hoy se hace eco de este canto animero y
lastimero de estas tierras: A las ánimas benditas/ No hay que cerrarles las
puertas, /se les dice que perdonen/ y ellas se van tan contentas. / Dales por
amor de Dios/ limosna de caridad/a las ánimas benditas,/que Dios os lo pagará.
PARTIDO DE CAMPO DE LA HORTICHUELA Y SUS
AGREGADOS
No respondía la división administrativa de las aldeas en los siglos anteriores a la del territorio actual. Ni era la misma configuración geográfica, ni la delimitación de terreno. Respondía a un criterio de distribución y reparto administrativo para llevar a cabo la labor de los padrones y censos, lista y levas de soldados, servicios varios, entre ellos los religiosos. Se partía de caminos radiales que salían de Alcalá la Real hasta final del término municipal y los límites con otros términos . Se valían de las manillas del reloj comenzando por el del Palancares. El de la Hortichuela y sus agregados partía del camino viejo de Montefrío, desde el partido de campo de las Caserías que legaba a la Cañada del Membrillo, llegaba hasta las tierras de Montefrío, seguía por el camino de los Playeros y límite con tierras prieguenses y granadinas y giraba por el Puente Suarez hasta llegar a la Fuente de la Encina y, de allí a la Cañada del Dornillo, incluyendo los Gayumbares, Pilas de la Fuente del Soto, la propia zona de la Hortichuela, algunos bienes de propios, Fuente de la Encina, Majalcorón, el Allozo y otros. Difiere con el actual en algunos territorios.
En su mayoría toda su gente se dedicaba al sector primario, no existía ni uno de oficios ni de servicios. Predominaba una nueva figura, la de los Labradores, ( de dos tipos, jornalero arrrendadores de tierras rentistas de hidalgos y bienes religiosos y de propios, y con bienes de algún cortijo propio, los menos); en segundo lugar so frecuentes los vecinos jornaleros que habitaban en chozones, cuevas y casas de retamas, y vivían del jornal, alguna tierra arrendada y muy pocos con algunas fanegas; las viudas suelen proceder de los labradores que mantienen el arrendamiento de tierras junto con la ayuda de sus hijos labradores. No se puede confundir labrador con campesino, pues estos labradores son más bien arrendadores, que con el paso del tiempos se hicieron con propiedades de los cortijos que labraban o se turnaban el arrendamiento de los cortijos de los rentista y de la ciudad.
Las viviendas forman un hábitat diseminado, aunque hay varias zonas que concentran algunas caserías o cortijos como las de La Hortichuela ( junto el camino de Majlacorón y cercanas al Portillo de las Carretas ), y la Fuente del Soto. En la zona hay cortijos de rentistas foráneos de Alcalá , de hidalgos alcalaínos y de los monasterios trinitarios ( sobre todo ) y de las dominicas y e propios, uno denominado de Majalcorón y algunas tierras de los Gayumbares. Responde al repartimiento de reinados anteriores, sobre todo, los Cortijos de los hidalgos, que se transmitieron desde los primeros caballeros ( de Alfonso XI ), y otras tierras de repartimientos de tiempos de Carlos I y Felipe II. El terreno es de sembradura, monte y un pedazo de huerta en torno a la Fuente del Soto. La roturación de los campos y el asentamiento de los vecinos con su consiguiente traslado desde las calles del valle de la ciudad hasta estos nuevos territorios, logró que se formara el partido del campo desde el siglo XVII en adelante, aumentando la población con el repartimiento de tierras de Carlos III y las posteriores desamortizaciones y compra de terrenos por los nuevos labradores. Pero en el siglo XIX, ya existían nuevos partidos de campos y nuevos núcleos rurales.
Este
es el caso de la Hortichuela, uno de los doce partidos de campo que
recogía el diccionario histórico-geográfico de Madoz, simplemente un
refrendo de aquellas divisiones administrativas de índole local para el pago de
impuestos, guarda de montes y tierras privadas y
comunales, reclutamiento y levas, y disfrute de servicios religiosos.
Hace más de ciento sesenta años se componía de 103 casas en un hábitat de los
más dispersos que comprendían el municipio alcalaíno. Citaba este autor los siguientes
cortijos de teja: Parreño, Portillo de las Carretas, Domínguez,
Jabalquinto, Flores, Churro, Álamos, Laguna, Rincón, Retamales, Gayumbares, las
Monjas, la Chinche, el Pedregal, Donadío, la Cuesta, Cadimo, Nuevo, Loma del
Carril, la Memoria, la Reja, Carvajal alto, y bajo, Aguilerica, la Zarza,
Citora, las Monjas, Cerro de la Cruz, Huertas, Fuente del Soto y el Hospital.
Todavía no le habían alcanzado a este partido la roturación de los campos ni
las consecuencias de los terrenos desamortizados con el repartimiento de las
tierras comunales, dando lugar al nacimiento de muchas más viviendas rurales.
Los nombres de los cortijos recuerdan parajes donde los
labradores vivían como Aguilera, Flores o Domínguez, o se
resaltaba que labraban tierras de hidalgos, descendientes de los conquistadores
de Alcalá o de hacendados de otros lugares que lo habían recibido de
compraventa o por herencia como los granadinos Carvajales o Cadimo. Otros
eran, tierras municipales que hacían referencia a tierras hoy de olivares y, en
aquellos tiempos, un monte bajo, lleno de la verde retama
o de la amarillenta gayumba, y entre terrenos pedregosos. Y, no
escaseaban los provenientes de las instituciones llamadas de las manos muertas,
que luego se desamortizaron, cono los de La Memoria, las Monjas o el Hospital,
-de seguro del Dulce Nombre de Jesús-. Y, en el resto de los otros cortijos, el
accidente geográfico
o motivo histórico artístico les dieron el nombre como las Huertas, La loma, la
Cuesta o la Cruz.
LA VIÑÚELA
Se encuentra en tierras de Almedinilla, cerca de un asentamiento anterior íbero, junto a la fuente de su mismo nombre. Está constituido por un cortijo y una ermita, que se remonta a la segunda mitad del siglo XVIII. Preside la Virgen de la Cabeza, una pequeña imagen de la posguerra donada por la familia propietara. En la ermita destaca el armazón rural del tejado con las tijeras y vigas de sosten bien visibles. Un cuadro de San Pablo destaca en el hastial junto con otro de Cristo resucitado. Tiene sacristia , planta de cajón y y una puerta de un recio portón. Una cruz preside delante de la iglesia mal recompuesta entre los brazos y el árbol. Una era colateral presidía la fiesta, que se celebra el ocho de septiembre, día de la Natividad de la Virgen,
LA GENTE DE LA FUENTE DEL SOTO

El núcleo actual de la Fuente del Soto se encontraba en torno al venero o
fuente y el arroyo que surgía de él y del arroyo del Salado. De las pilas y de
su fuente le viene la primera parte de su nombre; y, en segundo lugar, Soto
hacer referencia al soto, zona boscosa. de árboles, maleza, arbustos y plantas
en torno a un manantial o arroyo, en este caso el nacido de la fuente. En
torno suyo, se encontraban el cortijo importante fue el de la capellanía
del baenero don Francisco de Valenzuela, de don Fernando Carvajal, conde de
Humanes, del presbítero don Pedro de Góngoras y varias huertas y tierras
de labor e inútiles de monte.