Contemplamos las antiguas tierras de propios de los cortijos del Piojo,
Cruz del Piojo y Pînillo. Y llegamos a la Escaleruela, Cariguela actualmente.
Yo me empeño en su denominación de Alcaiceruela de los documentos antiguos,
.Tras subir una cuesta, pasamos por parajes del Prado de la Cana y el
camino de la Cana hasta que descendemos a tierra de Camuñas, desde donde
contemplamos una majestuosa era, al fondo la Sierra del Camello al que se
dirige el camino de Agreda ( Agria para los vecinos, el camino de Íllora), tras
los vados de Camuchas, pasamos varios cortijos hasta dar con el seco
cauce del río Palancares, donde fue en otras ocasiones nuestro bautizo. Desde
dirimimos continuar la ruta ciclable mientras contemplamos el cortijo del
Mayorazgo y el Cuerno. Antes hemos recorrido también una serie de leyendas y
cuentos de figuras de fantasmas que aparecían por estos caminos que sestaban a
las personas que recorrían estos c¡parajes como el capellán del
Palancares, Llegamos a la Cruz del Mayorazgo, y nos relata José Antonio
la leyenda del ente que se aparecía y trastornaba a los miembros de la familia
del castillo del mismo nombre, incluso se perdió la cartera del labrador en
cierta ocasión y no apareció hasta que se erigió la cruz. Abandonamos la cruz
del Mayorazgo y el camino hacia el Cuerno y Llano de los Muchachos para
adentrarnos en Villalobos por el antiguo molino, hasta llegar el río para
el puente, perdón el puente de Villalobos ( la tierra del jurado
Villalobos y el patrono de la capilla de la Iglesia Mayor dedicada
a San Blas
Ribera arriba por el margen derecho, entre esparragales,
pitachos, y oteando encinares , algún que un fresno y quejigos, llegamos
al cortijo de Pastor Sánchez, se fotografían miembros de la familia, y
por la carretera local lléganos a la Venta el Civil, viramos por un camino
entre tiros de cazadores por el arroyo de la Pedriza, dejamos atrás el cortijo
de las Peñicas y en dirección al cortijo de la Fuente del Espino . Y
contamos esta leyenda que ahora completamos:
En algún que otro
altozano solía otearse un cortijo blanco, como este de la Fuente del Espino En
él, el casero, los gañanes y los pastores, mis antepasados, se despreocupaban
completamente del tiempo, tan sólo aspiraban a que el amo, residente
en la villa del Castillo, les surtiera de la comida, pan, vino, queso, carne de
su ganado y pocas cosas más. Tan sólo, en primavera o verano,
acudían a la romería del Cristo del Perdón. No eran muy sociables,
pues vivían enclaustrados en un mundo tan cerrado que cualquier
visita de un pastor o ganadero trashumante les alteraba su ritmo de
vida. Y raro era el día que no se ocasionaba una
riña entre ellos, ocasionándose la muerte
en un santiamén. La justicia se
temía tanto que siempre la bautizaban con el nombre de la
Inquisición. Pues sabían que caían con sus huesos en la cárcel de Alcalá, al ser
detenidos por el alcalde ordinario del lugar.
Los pastores se comunicaban por medio de
un lenguaje de sonidos y silbidos acompañados de señales de humo
entre los diversos chozones de piedra y retama para citarse en torno a la
fuente, cuando el sol se marchaba por los cerros
del Camello y de la Cruz de Matute. O, para aislar
de la visita de algún intruso que les mermara su pastizal.
Mientras los
caseros prosperaban con el reparto de nuevas roturas que
el rey Carlos III había llevado a cabo por los años
setenta del Siglo de las
Luces, los gañanes y pastores cada vez se
veían más sumidos en la miseria. Los primeros, al recibir las licencias y
suertes de terrenos, talaban los terrenos de los cabezales de
la montaña, quemaban los encinares, plantaban vides y
olivos sin orden ni concierto, sembraban trigo y cebada
en las tierras de más suelo, y aumentaban su
pequeño caudal; para hortaliza cuidaban de la del amo,
que les recompensaba, por esta labor, con el jornal. Sin embargo, los pastores
parecían que habían nacido en otro mundo: Se sentían condenados por
el simple hecho de preceder de familias abandonadas, y
demasiado había hecho el amo con recogerlos
como pastores. Se conformaban estoicamente, porque, al menos, podían
comer todos los días. Y, ni siquiera, habían sentido en su lactancia
el calor de madre porque, en muchas ocasiones, procedían de niños expósitos o
de viudas que habían muerto en el parto.
Aquellos pastores les
tomaban cierto amor y cariño a todos sus animales, que bautizaban
con nombres relacionados con la naturaleza y el cielo. Al más blanco
le gritaban con el nombre de Lucero, a
su madre por Alba, al que tenía el balido más dulce, Colorín ,.....Así
desbordaban su imaginación y podían suplir el norme vacío
de su soledad mediante un diálogo instintivo con sus
animales, ya que la presencia humana le faltaba en la mayoría de las
horas del día. En este contexto, vivió el pastor Antonio.
Me lo refirió mi abuelo en más de una ocasión.
Antonio, sin embargo, era
diferente, no podía soportar aquella soledad. Pues, en
sus primeros años, había vivido entre una familia numerosa, que sólo
se alimentaba de las limosnas y de los repartos de panes,
que, por las fiestas, recogía de la casa de los párrocos en Semana
Santa o Navidad. Sin embargo, su madre murió y de él se
compadeció un amo castillero, que se lo llevó de pastor de este cortijo hasta
que se hiciera un hombre.
Difíciles pasaron los años
de su niñez y adolescencia. Le invadió la melancolía. En su rostro las huellas
de la tristeza siempre se fijaban en su adusta faz, pues no le
gustaba sonreír. Tan sólo, de vez en cuando, algún corderillo le
provocaba una abertura mayor de la comisura de su boca. Incluso, a
los machos zahería con pedradas cuando lidiaban entre
ellos. No soportaba tantas horas contemplando aquellos montes, los
mismos encinares, el mismo arroyo y la misma fuente.
Mas, lo que más le irritaba
y enojaba, era el encuentro al
atardecer con los otros pastores de los cortijos en la
fuente Nubea. Se reunían y se hacían chanzas unos contra otros. Que si sus
corderos tenían las patas más escuálidas. Que si el cabrito de la mancha blanca
parecía un viejo canoso, que si Antonio se comía el
alimento de las cabras y así los tenía de secos. Puras bromas. Pero, en su
estado de ensimismamiento, creía que se burlaban de él.
Cuando
regresaba al cortijo del Espino, el mundo se le venía encima. Otra
vez, el casero le obligaba a ordeñar a los animales,
a llevar paja de la tina para repartirlo en los pesebres
y en los rediles. En los ratos libres, a apretar el cinturón de esparto
para la elaboración del queso casero Por la noche, sin luz
alguna, harto de la caminata, con
el hocino, tenía que cortar la leña y la maleza para poderse
calentar toda aquella familia que formaban el casero, su mujer,
tres gañanes, dos pastores y el hijo pequeño
.Y, eso lo tenía que hacer, tan sólo para cenar un pan duro con
algún tocino, y, ocasionalmente, alguna gallina que había matado por la mañana
la mujer del casero. Aún más, se sentía completamente alterado por
que las perdices que cazaba se las quitaran para venderlas al día siguiente
en la plaza de Alcalá. No podía saborear alguna parte de
aquellos animales que había vigilado durante todo el día hasta caer
en sus trampas.
Cada vez
más aumentaban las diferencias entre el casero y Antonio, conforme
avanzaba en edad. Menos se hablaban, lo hacían casi monosílabos, y poco
discutían. Le había invadido la desidia, la apatía y el
malhumor Parecía como si el pastor estuviera tramando algún
desenlace fatal para aquella forzada convivencia. Y
eso que la mujer del casero trataba de atraerse al muchacho, le
preparaba el hato y el zurrón con gran esmero. Incluso, por la mañana,
le preparaba siempre algunas
frutas secas como pasas y pan de higo que
tanto le gustaban. Pero, no había modo de cambiar su actitud, parecía como
si estuviera hipnotizado o embaucado por un
ser extraño A escondidas, lloraba sobre su camastro de hojas de farfolla. En su
mente, le habían quedado unas imágenes que no podía olvidar, la
compañía de sus hermanos menores acariciándolo y mimándolo ante la ausencia de
su madre. .
Era lógico
que compartiera aficiones con los de su misma condición.
Pero, si antes se relacionaba con los gañanes, en los primeros años
de su adolescencia cada vez más los evadía. Se salía por el portón
del corral para no encontrarse con ellos cuando partían al campo. Madrugaba aún
más que los caseros, se vestía rápidamente sus delanteras
de paño listado, el calzón corto, y la coña para cubrir la cabeza, y el abrigo
de lana. Tan pronto como se calzaba las abarcas de piel de toro sobre las
pieles de paño, se comía el primer bocado y por el camino terminaba
de desayunar. No esperaba a nadie, emprendía el camino con sus ovejas y cabras,
y , con su zurrón, se dirigía a parajes más alejados de la Morenita con el fin
de que no tuviera ni siquiera que almorzar con la
familia en el cortijo.
-Muy triste, amigo.
Interesante para hacer un estudio psicológico de este personaje. En
medio de un grupo tan pequeño y con unas reacciones
tan fuertes.
-Yo no entiendo
de eso. Pero, aquí se dan muchos de estos casos.. Hay
personas muy raras. Pues no me extraña que este fuera uno de esos. No
voy a contar más desgracias, con estas os podéis haber hecho una
imagen del retrato de este pastor melancólico. Pues, la última merecería un capítulo
aparte, le creció una pequeña verruga, que trataba de disimularla con su manto
de montea cuando se le acercaban los campesinos. Como
dicen los de estas tierras, a perro
flaco, todo son pulgas.
-Prosiga. Prosiga, que
es muy interesante.
...........................
Antonio, sin
embargo, en un día de primavera, cambió de
carácter Pronto, lo denotaron los pastores de los otros cortijos al
acudir a la cita. Ya bromeaba con ellos. Les espetaba con frases de
doble sentido. Competía y porfiaba en el cuidado de sus
animales., Para él no había en
toda la sierra uno mejor que su Lucero. Su Alba era la
diosa de la fecundidad, no sólo por los cabritos que paría sino porque eran
los mejores. Y, a los corderos les había enseñado un
curioso ritmo que parecía una ruda sinfonía musical con sus
balidos. Sus compañeros de rebaño estaban desconcertados.
Unos y otros se preguntaban cómo se había producido aquel cambio
en unos pocos días. Lo achacaban a que este las flores habían
brotado antes y con mayor floración. Otros, a que el
agua había convertido aquellos pastos con un verdor
irradiante al que nadie podía soslayarse de su fuerza
natural. Otros se preguntaban si había recibido a escondidas la visita de
alguna persona forastera. Unos decían que habían visto un fraile de paño
catorceno cruzar el camino de Íllora hablar con unas mujeres y les había
adoctrinado hasta tal punto que habían cambiado también de vida. Lo mismo le
podía haber pasado a Antonio. Otros creían que hubiera acudido a algún
santero del entorno para que le sanara. Pero, esto no se
lo podían creer. Ni tampoco se figuraban que hubiera sido
adoctrinado por el cura que cobraba los tercios
de los animales, pues llevaba ya tiempo sin venir a hacer el
recuento.
En aquellos días, había
renacido su afición por el tallado de la madera. Les regaló a
todos sus compañeros unas cucharas de palo con un dibujo en la parte
ancha del asa simulando unas crines de caballo. Estaban
sorprendidos, no se creían que aquel rudo pastor, como
ellos, pudiera tallar con su navaja aquellos trazos tan
acertados. Parecían como si hubieran sido tallados por un artista consagrado o
tuviera un modelo ante su presencia. A los corderillos les colgó
unas patas de un estilizado caballo. Tan delgadas, esbeltas, que se asemejaban
a las de una sirena por su perfección. Todos le preguntaban si había
descubierto su modelo en alguna figurilla de las ruinas que antes os
comentaba.
A nadie quería desvelar cual
había sido el revulsivo para que ya no fuera ni por asomo
el triste Antonio. Hubo quien le preguntó si se
había asaetado por un algún dardo amoroso, un cupido de
alguna moza de los cortijos cercanos. El sonreía con socarronería,
y, les contestaba si habían visitado en la venta a la mesonera.
Lo curioso de la situación
radicó en que no aconteció en un solo día. Tampoco, en unas semanas,
pues se prolongó un mes y otro mes. Cada vez, la cara le cambiaba.
El mismo sustituyó los desgastados vestidos de invierno por una
blusa y un calzón de cáñamo recién estrenados, y
se cubrió con un esbelto sombreo de paja, elaborado por el mismo.
Los otros cortijeros también notaron que su saludo no era huidizo, sino mucho
más efusivo.
No podía olvidar el día que,
por una cosa del destino, cambió la ruta diaria de llevar el
ganado desde el cerrillo del Espino hacia el de la Fuente la
Hoya y quiso adentrarse a la zona de Martos, justo en el límite de
aquellos abruptos suelos. Iba divisando las mojoneras, que unos días antes el
corregidor había marcado con cruces blancas en los
robles, o de palo hincadas en medio de varios
peñones. Vadeó el mojón del Listan , que habían colocado los arcabuceros, al
que curiosamente llamaban Los pastores el ciento uno; detuvo la vista en el de
Salobres, que dividía por entonces los términos de Alcalá, y Granada ; mientras
pacía el rebaño, fijó su atención en un coscoja, colocada en una quebrada de
dos peñascos donde los alguaciles habían señalado otra cruz del
límite, y, ya no pudo más resistirse, se acercó a unas ruinas, que
llamaban de las Peñuelas. Le llamaron la atención los
restos de unos muros de mampostería, y una gran cantidad de trozos de tejas y
ladrillo, diferente a los que había en el cortijo del Espino.
En medio de
aquellas piedras, se sentó en un pequeño prado, disponiéndose a
descansar. Sin apenas esperarlo dio varias cabezadas, mientras las ovejas
balaban y las cabras rozaban la hierba. Al despertarse,
en medio de una nube se le presentó un hermoso animal. Era un
caballo joven, un potro de pocos meses, recién parido, blanco como la nieve.
Sus ojos pusieron obnubilados. No fue diferente su
primera reacción. Se quedó completamente estupefacto. No era un
caballo como Los demás, se le acercaba a su lado. Como un amigo, retozaba y
jugueteaba para llamarle la atención. Dio varias coces al aire
y todo su alrededor vibró con sus
fláccidos escorzos. Parecía como si quisiera agasajarlo o, si fuera
un enamorado, tratar de pretenderlo. Poco a poco despertaba de aquel sueño, si
aquello no lo era. Se dirigió al caballito blanco, y le llamó con
varios gritos, similares con Los que se dirigía a las ovejas. Este,
sumiso, se dejaba acariciar. Le hacía caso a todas sus lisonjas. Se
agachaba para que le pasara sus manos sobre el lomo. Salvaje como se había
presentado, cada vez más se asemejaba a una persona humana. Estaba a punto
de hablar. Pero se dejaba resistir. Si le preguntaba
por su amo, el animal le respondía con un movimiento negativo de
su cabeza, dándole entender que el era el único que
mandaba y podía disponer de su propiedad.
Cada uno
de los gestos, realizados por el
caballo, aumentaba la confianza del pastor.
Pues, ya no se sentía un siervo cualquiera.
Aquel caballo leo estaba convirtiendo en un ser privilegiado. Pero, la
sorpresa ya no pudo ser mayor si no cuando el
caballo inició una conversación con él. No se lo podía creer.
Pensaba que se encontraba todavía en sueños o había sido fruto de
algún conjuro. Al instante el caballo, tras relinchar dos o tres veces, le
preguntó:
-¿ Por qué
estás triste y apenado? Eres joven, todavía te espera un
gran porvenir. No creas que tu vida va a ser tan solitaria para ti. Vendrán
mejores tiempos.
-No sé. No veo
sino la melancolía y la tristeza a mi alrededor desde que
me trajeron a estos lugares. Todos se ríen de mí. No tengo padres.
-No te preocupes. Te
acompañaré siempre que salgas a los prados. De
noche seré tu vigía y compañero, cuando vayas a guardar el
ganado. Ya nunca te encontrarás en soledad alguna. Seré tu fiel compañero, a
quien le puedes contar tus penas, compartir tus alegrías o
proponerle tus proyectos de futuro.
El pastor ya no creía que
fuera un ser imaginario, con aquellas palabras lo consideró como su
único y auténtico amigo de verdad. Era una experiencia insólita
la que le acontecía aquel día , y, al mismo tiempo, distinta de la que, algunos
, en otras ocasiones, le habían ofrecido su ayuda.
Aquel bello animal no se anclaba en el pasado, sino que
le despertaba en cada momento del recorrido nuevas sensaciones
de felicidad. Con él, los rayos del sol, al pasar por la Boca del
Álamo, iluminaban con más brillo aquellos sitios umbríos,
Su presencia le hacía deleitarse del ruido de las
corrientes de aguas de las fuentes de aquellos alrededores. Aquella pareja
despertaba la curiosidad de muchos animales que rondaban por
aquellas sierras. Se detenían al verlos, parecían como si quisieran
saludarlos. Las plantas silvestres, y la
albahaca derramaban unos olorosos perfumes que aventajaban a cualquier incienso
celestial.
Sin embargo, el momento más
triste resultó la despedida, a la vuelta desde Majada Grande al
cortijo de los años. El caballo blanco le prometió que siempre le daría
su amistad. Tan sólo, un solo condicionante le impuso como
muestra de fidelidad recíproca. Se lo dijo solemnemente y con estas palabras.
- Ya nunca te invadirá la
tristeza, la melancolía es una etapa pasada de tu
vida, gozarás de la amistad de tus compañeros de trabajo y de la
familia que te ha acogido. Tan sólo, te pido una cosa.
- Dímela, por favor. Te lo
prometo, que la cumplo sin rechistar. Tus órdenes son para mí mi
salvación.
El caballo, de nuevo,
relinchó, avisando de su despedida. Por el camino, con
voz clara, le dijo:
-
No se lo cuentes a nadie lo que te ha sucedido. Mientras estés con
los demás, mi sombra te invadirá de felicidad, y tu compostura será
diferente a la que hasta ahora, has mantenido con ellos. Ya lo notarás.
- Contigo, al fin
del mundo. Tus palabras son órdenes.
Como veníamos contando, el
pastor no le decepcionó al caballito blanco. Incluso, en el cortijo, a partir
de entonces, ya no mostraba aspavientos con nadie. Con el hijo del
casero, se divertía contándole historietas. Le encantaba una canción de la
casera, cuando entonaba aquellos versos de amor que decían:
Cortijo de Llano,
De larga besana,
Había una señora,
Todo lo sembraba.
Un día de aquellos
Que se puso mala,
Todos los gañanes
Fueron a llevarla.
-A esta mujercita
de mandil de seda,
la cama está hecha
que se acueste en ella.
Y su maridito,
Que se esté con ella.
Tu maridito,
Me si tu me
quisieras
A la tuya madre
Llamarla fueras.
-Levántate, madre
de dulce dormir,
que la luz del día,
ya quiere venir.
La blanca paloma
Ya quiere parir.
-Que para o no para,
que para un varón,
reviente la sangre
por el corazón-
-Mujercita mía,
qué triste desgracia,
que a la mía madre
no la encuentren en
casa.
- Maridito mío,
si tu me quisieras,
a
la mía madre
llamarla fueras.
-Levántate, suegra,
de dulce dormir,
que la luz del día
ya quiere venir.
La blanca paloma
Ya quiere parir-
-Apérate, yerno
un rato en la puerta,
que ya me estoy dando
la última vuelta,
que ya mismo voy
a abrirte la puerta.
Aquella
melodía tan dulce, los adjetivos de blancura dedicados a la paloma, le
rememoraban a su madre y, también al caballo, que se le había
parecido. Le obligaba a la ama a que se los volviera a repetir una y dos veces.
Se Levantaba con el mismo buen humor que se había acostado tras el canto al
calor del fogón. Aún más, renovaba las cargas de leña para que durara más la
fogata. Muchas veces, se quedaba a solas con su ama. Parecía que le iba a
desvelar el secreto. Pero, al final se levantaba de la silla saludándola
afectuosamente.
No
se había producido el cambio anímico con los familiares más cercanos, sino que
con sus compañeros los pastores se ponía de acuerdo en acudir a la
despedida de las fiestas de Los cortijos, donde al son de algunos instrumentos
de percusión recitaban romances fronterizos y jugaban con las mozas a unos
burdos sainetes, que acababan con algunos bailes bajo la mirada de Los padres y
dueños de los cortijos Nadie se creía que aquel fuera el pastor
Antonio. Se adecentaba. Con los pocos ahorros se había apañado
un camisón blanco, unas medias de cáñamos, y unas calzas negras, un
sombrero de Jaén, un chaleco de paño y un calzón corto con botones de metal y
zapatos de becerro blanco; para protegerse del frío un capote con
cuello con el que se protegía la garganta mientras se trasladaba
desde los cortijos de Turullote a hasta su cortijo. Los nuevos roturadores de
tierras comenzaron a apodarle por Antonio, el de
la Alegría.
Sin
embargo, siempre acababa la conversación con él tratando de que
desvelara el secreto de su nueva forma de ser. Lo atosigaban y le
hacían miles de preguntas. ¡Qué bien te encuentras , Antonio! No
eres el mismo. Te han cambiado. ¿No se te ha aparecido la Santa Faz? ¿Has
comido hierbas exóticas? ¡Qué bálsamo te dio el viajero de Montefrío:
Al principio, eran meras
insinuaciones. Pero otros querían experimentar lo mismo. Lo perseguían. Lo
seguían sus pasos. El desviaba el ganado de los sitios conocidos. Al instante,
su amigo, el caballito blanco aparecía, le acompañaba en medio del ganado. Se
divertían. Porfiaba con él a la barra, jugaba a los dados que el se
había fabricado con los juegos de animales. A veces cantaban canciones de amor
y tarareaban romances de ciego o villancicos. Si tenía hambre, le buscaba, frutas
silvestres, acerolas, ciruelas, manzanos tempranos o peras.
Cuando se cansaban de
corretear, simulando carreras entre ellos, se dirigían a Los
arroyos y bebían de las aguas cristalinas. El caballito le apartaba
los insectos y el pastor, formando un cuenco con sus dos manos, recogía el agua
para llevarla a la boca. No le gustaba al caballito que cazara a animales, sino
que le pidió que hiciera una jaula para encerrar a Los que se veían más
desvalidos. Allí, metió dos jilgueros, un colorín y un ruiseñor. Se
divertían, el caballo y el pastor, fingiendo sus trinos.
Fue un día de fiesta., se
habían juntado por la cruz, varias familias del cortijo del Espino,y otros
cortijos. Antonio era el centro de la conversación de todos Los invitados,
le ofrecían una pretendiente para casarse, un nuevo trabajo de gañán; Los había
que le querían elevar a la categoría de jornalero. Corrían las escudillas de
vino de la tierra, amenizado con garbanzos tostados. Al final, una copa
de arresoli le calentó la lengua. No pudo resistir
más ante tantas provocaciones. Uno de sus amigos le hizo un aparte, y le
preguntó quien era lo que le había cambiado de vida
- El caballito blanco.
- Estás loco, le
respondió sorprendido su interlocutor..
- Sí, sí el caballito blanco,
de Peñuela.
Volvió a casa,
mientras en su interior algo le remordía la conciencia. Nunca creía que le
pudieran haber arrancado aquel secreto. Al día siguiente, se arrastraba por los
mismos lugares donde se le presentaba el caballito blanco: Las Peñuelas le
parecían un suelo lunar Por aquel camino, no se topaba más que con espinos y
abrojos. Se le secaba continuamente la boca. Al llegar a las Peñuelas
Grande, llamó varias veces al caballito. No le respondía. De repente, le
invadió de nuevo la tristeza y la melancolía. Y así pasaron varios años con el
mismo estado de ánimo.
-..................
El
doctor, conmovido por el lirismo de la narración, quería sacar más
datos de la vida de aquel pastor y le preguntó al nuevo amo del cortijo:
-¿Murió Antonio?
- No se sabe
si murió de pena, o si ya no volvió a recuperarse de la
nueva recaída. Han pasado tantos años que
el desenlace de esta leyenda se ha perdido por la
transmisión oral. Lo cierto es que los pastores siguieron visitando
estos parajes. Buscaban el caballito blanco, se asustaban cuando se
encontraban solitarios en estos cerros por si
pudiera presentarse de improviso aquel espíritu.
Además, tildaron de un hálito espiritual a aquel paraje
de Peñuelas
- En verdad que usted lleva
razón, pues no hay más topónimos musulmanes en toda la comarca que
en este lugar: ámbar, Majalcorón...
El amigo trataba de
razonarles toda aquella historieta al doctor y a l amo
por medio de la comparación histórica.
- Debió ser
una villar tardorromana, y muy importante; ubicada en este lugar,
donde el agua se encuentra en La Fuente
de la Peñuel. se transformó en una alquería Además, era un paso de
camino y de vías pecuarias desde el reino de Granada hacia Priego
por donde los pastores y las tropas entraban a pastar y
guerrear. Debieron acudir muchos más pastores en la época en la que por aquí
tan sólo se señalaba la marca de la frontera.
:- Yo no entiendo de eso,
pero que el caballito o lo que sea, pero si le aseguro
que este ser imaginario debió calar en el alma profunda de las gentes de aquí.
Pues, hace sesenta años, todavía recordaban los que me
vendieron el cortijo, que otro casero se encontró una pequeña
figura blanca en el Villar Bajo, que es como le llaman
actualmente.
- De mármol.
-¡Qué importa! Pero de gran
valor, sí, se lo puedo asegurar. Pues, se fueron a Madrid, la vendieron a unos
anticuarios y compraron una casa en la capital de España y otra, en Alcalá . Se hicieron ricos. Alguno me comentó
que podría ser.
- El caballito blanco.
- No sé, no sé. Pero, la
pinta la tendría. Pues, no otra cosa puede cambiar la vida de las personas. Si
no, se lo pregunten a algunos amigos de Matute.
-¿Por qué?
- Porque andan como locos
buscando otro tesoro. Dicen que, hace unos años, murió Daniel el de Turullote, el más hacendado del lugar. Viudo, pero sin
hijos. Sus sobrinos se repartieran todas estas tierras que desde aquí
contemplamos. Pero, raro es el día que no los sorprenden a uno de ellos
o a un lugareño, cavando en los sitios más inhóspitos e
insospechados.
-¿Qué buscan? ¿Otro
caballito blanco?
- No, no, esto es más rayano
a la vida real. Dinero, mucho dinero. Lo tenía escondido en un escondrijo, y
nadie ha dado con su paradero.
El amigo,
sonriente, no sabía cómo se podía ligar toda aquella sarta de
historias y leyendas. Le daba vueltas a la cabeza. Miraba y
remiraba todos aquellos cerros. En un mundo tan reducido, bucólico,
casi virgiliano, no esperaba que la imaginación se desbordara tanto.
Con la mente ida, el doctor, le llamó la atención:
- No te montes otro
caballito blanco. Aterriza. Pues el hambre y la pobreza siempre han
creado fantasmas en toda la comarca. ino real de
Málaga,
Seguimos hasta el camino real de Granada y nos adentramos hacia el camino
de Fuente Nubes, donde nos detuviomos, Subimos a la Pedriza, visitamos su
ermita y contemplamos su retablo de la Veracruz, el 1Cristo del Perón y
los cuadros de Krispiniano.
A la una, de vuelta, y disfrutamos de una comida excelente en el Olivo.
C
ERMITA NUEVA (I)
Este territorio constituyó un paso
natural, marcado históricamente por diversas atalayas ( unas desparecidas,
otras en cimientos y algunas citadas por las visitas de
términos) que protegen el camino y ha sido testigo de migraciones como
los destierros de los moriscos hacia tierras castellanas en diversas ocasiones
de la historia de España.
También ha sido sitio de paso
de las partidas de asaltantes de caminos como los monfíes en los primeros
siglos de los Austria, como se constata en varios documentos del archivo
municipal de Alcalá la Real ; guarida de los bandoleros
que siguieron la huella de los anteriores y
abundaron por los montes cercanos a aquellos cortijos, a
los que asaltaban y debían acudir regidores y jurados con el corregidor
y alguaciles para protegerlos, así como obligaron a establecer
“caballeros de la sierra” o “guardas de campo” para proteger estas tierras en
tiempos de paz, y que se mantuvieron hasta finales
del siglo XIX; testigo vivo de tantas correrías o invasiones de
reyes, jefes militares y ejércitos desde tierras
castellanas o del reino de Jaén hacia el Reino de Granada
( por aquí pasaron las tropas castellanas de Alfonso XI y sus
predecesores, o de los Reyes Católicos, o la de los ejércitos que venían de
tierras americanas; para forrajear en los territorios abaciales, o
los ejércitos carlistas en retirada o las
invasoras napoleónicas, o era el sitio esperado de ataque de las tropas
franquistas y cobijo de los maquis.
Todavía, en sus tierras con la
numismática pueden recorrerse periodos amplios de la historia alcaláina,
frecuentándose el hallazgo de monedas romanas, no digamos sobre el
periodo califal que viene perfectamente datado con las monedas del
tesorillo de Ermita Nueva, o la constatación de algunas monedas
castellanas como los “ agnus dei” en tiempos de los reyes cristianos de la
Reconquista o la abundancia de maravedíes, reales y ducados de la época moderna
que muestran una zona de un intenso comercio, de paso a santuarios, a lugares medicinales, fruto
de ser una ruta muy visitada. Por eso, su venta de Cequia aparece en
los mapas más antiguos y en los itinerarios de las rutas musulmanas y
cristianas.
Se puede escribir sobre el partido
de campo de Ermita Nueva, su poblamiento, su historia, su
hábitat, sus gentes y sus costumbres. De todo ello se
puede concluir y distinguir que el territorio de su
partido de campo está claramente definido históricamente por estos
factores: la travesía de su territorio por el camino real de Alcalá a Granada,
que estaba enmarcado en el camino de la Corte( luego carretera N 432 y ansiada
autovía) y jalonado de una serie de ventas que se remontan a tiempos
musulmanes ( y no nos extraña la presencia de las
anteriores villas romanas y el oppidum iberromano de la
Gineta); una reminiscencia de tierra de frontera,
estampada por su repartimiento posterior de sus tierras en grandes cortijos
municipales y de realengo para funcionamiento del gasto del ayuntamiento
alcalaíno- unos, como cortijos de propios, Cequia Alta y Cequia
Baja, Pinillo, Piojo y la Cruz; otros, comprados por el monasterio de la
Cartuja de Granada, (Quejigal, Cartuja y aledaños, y una tierra de dehesa ( el
Camello y otros montes cercanos) transformada, roturada y recudimentada desde
el siglo XVII ( con un repartimiento definitivo a finales del siglo XVIII) que
transforma el hábitat disperso concentrándolo
en diversos núcleos rurales y va a tender una mayor
población que vive a expensas de la tierra repartida; finalmente, en
torno al río Palancares se abre un paso natural muy importante
que marca todo su terreno donde abundaban las tierras con
nombres arabistas como Almoguel, Cequia, o Alcaizeruela
Como asentamiento de pueblos, se remontan
a tiempos prerromanos y anteriores con yacimientos importantes como
el de la Gineta o espejo de la ruralización que se produjo en época
romana con la presencia de varias villas romanas que darán lugar a
asentamientos de muchos de los cortijos posteriores y muestra clara
de integración de pueblos pobladores en las tierras
roturadas y repartidas en tiempos de Carlos III, con la constitución de varios
núcleos. Unos, ya olvidados como La Ciudad, y otros le dan la fisonomía actual
a este partido, Cequia, las Pilillas y El Ventorrillo. Pero sin
nunca olvidar la transformación de su habitar a finales del siglo XIX y
principios del XX. Y para ello, su mejor y más ilustrativo testimonio es
el plano de 1917, obra del Anselmo
López Nieto, donde esta parte de la comarca alcalaína
muestra un paisaje y un hábitat con una mayor proliferación de
casas, chozas, cortijos nuevos y, mantenimiento de los yacimientos anteriores
que en el resto del territorio municipal. Y han llegado hasta hoy día, o se han
transformado en casas de segunda vivienda, turismo rural de aperos de labranza,
y de otros miles de usos, hasta de servicios e industriales. El ayer fue un
importante camino real, hoy ansía una inexcusable autovía ante el desarrollo de
su contorno.
ERMITA NUEVA
Siguiendo el plano de Anselmo
López Nieto, Ermita Nueva se estructuraba con varias zonas de
hábitat disperso de cortijos que dieron lugar a concentración de los tres
núcleos rurales y al mantenimiento de estas viviendas hasta nuestros días junto
con la aparición de nuevos asentamientos. En la zona comprendida
entre la senda del Moraleja y la carretera nacional se encontraban
los cortijos de la Moraleja Alto, la Parrilla, el Quejigal, donde predominaba
tierra calma y monte. En la zona comprendida entre el camino de la Zarza, el
arroyo del Palancares, camino de la Escaleruela y carretera nacional,
se hallaban la casilla de Moyano, con tierra
calma, monte y erial, el cortijos de Pinillo, el del Perro, del tío
Mochila, el Ventorrrillo del Charro ( en el cruce de los caminos ,
el antiguo de Alcalá, de las Pillillas y Pinillo) , Casa de
Carmela, ,
la casilla de Leoncio, que acababa en el otro Ventorrrillo. Cortijo
de Acequia Baja y la casa del Sotillo junto al Palancares, con la misma
tipología de tierras y algunas de regadío junto al río. En la zona comprendida
ente el camino real y el de la Escaleruela y el límite del término,
la casa de Mercedes, las casillas de Márquez, y cercanas a ella la ermita de
San Isidro, En el cruce de camino de la Escaleruela y Ciudad,
casilla del Tío Sancho, el núcleo de la Ciudad , casa de Francisco
Coca, Juan Pérez, Dolores Márquez ( estas tres junto al
límite), Una serie de “Casillas” en torno al Camello, y adentrándonos hacia el
cortijo de las Pilillas – cruce de caminos de Escaleruela
y Pilillas- , la casilla de los Prietos, de Periquito, de Mochila, la
casa de la Caña de San Antonio, casilla de Mayo y de los Nieto , donde
aparecían terrenos de secano, monte y prado. Finalmente, entre el camino real,
el camino de la Zarza y el límite, desde el Palancares , se levantaban la
Casilla de Ana Ocaña, cortijo del Obispo y el de Retamero, la casa de Cañada
Honda y la de Cigarrón, casilla de la Hilacha, casa
de Antonio Nieto, cortijo de “El Venerose”, casilla del Portillo,
casa de Juanico Terrones, casa de Dolores Rincón, y casilla de María Rincón, ,
las casillas de la Perdiz en la senda de la Pernia y en torno a un
núcleo del cortijo del Menchón Alto, las casillas de Castillo, cortijo del tiro
de la Barra, del cerrillo , de la Choza, de Juan Calvo,
en medio de un terreno de monte, secano erial y cereal.
Estas zonas y cortijos formaron núcleos
rurales bien definidos a lo largo de los últimos decenios. A saber, Cequia,
Pilillas y Ventorrillo. Hoy día, algunas se han destruido por el paso del
tiempo como en la Ciudad; otras se renovaron y pasaron a manos extranjeras. Un
nuevo plano se manifiesta con el olivar en expansión. Un nuevo partido de campo
se ha incardinado a través de vías viarias, como la que sube hasta los
Capachos, esas cuatro dolinas, que se manifiestan como si fueran parte de un
paraje natural que se prolonga al de la Sierra de San Pedro; también se han
articulado y se han unido con una nueva carretera entre las Pilas y Cequia,
donde se albergan edificios públicos como su bello Centro Social y Consultorio
Médico, o, de instituciones como la Casa de la Hermandad
de San Isidro. Casi en el centro de los diversos núcleos, el parque municipal
prolonga la vista hacia el faro de la fortaleza de la Mota y
surgieron otros pasajes como el solar ajardinado del antiguo Centro
Social Obrero, donde la paloma herida acude con los versos del poeta
Altoaguirre. Su centro escolar se amplió en los años noventa del siglo pasado
de acuerdo con La LOGSE para impartir el ciclo de educación primaria y dentro
del Colegio El Olivo, atendiendo a los niños de la aldea. Fruto de las buenas
inquietudes y emprendedores, han sido varias empresas de
servicios, la quesería Sierra Sur, las viviendas reutilizadas como
turismo rural, algunas instalaciones en la carretera nacional y en los núcleos
mencionados; y una de las almazaras más destacadas de todo el
contorno, porque se ubica en un lugar crucial en medio de dos provincias. Su
ermita también se vio remozada en varios momentos desde que trasladó la imagen
del santo de Madrid hasta aquel paraje de minas de aguas subterráneas.
La toponimia de Ermita Nueva está prendada
de arabismos (Cequia, Alcaiceruela, atalayas, almoguer...) y de tiempos de
conquista (familiares de los Verdugo, los cortijos de sus repobladores, los
de propios y de hidalgos). Su suelo se remonta al tiempo romano y
musulmán, y no nos extraña que haya aparecido el célebre tesoro expuesto en el
Palacio Abacial, generosamente donado por un vecino de Ermita Nueva.
Esta generosidad es muestra de esta gente que sabe del esfuerzo y del trabajo
colectivo en la conquista del monte y de la proyección hacia e el futuro con el
sudor de su frente. Su esperanza se abre entre un cerro histórico de los
primeros zenetes del reino de Granada y la cima de la Sierra del Camello,
ocupando su gente una tierra labrada y urbanizada por la mano humana.
VILLALOBOS
Redacta su historia con páginas recientes
desde se constituyó actualmente una entidad separada del partido de
Cantera Blanca al erigirse en aldea a mediados del siglo XX. Está marcada por
su pasado de tierra comunal y de propios, de conquista del monte y de nuevos
cortijos diseminados, unos pertenecientes a los propios de la ciudad y
otros a las roturaciones contemporáneas por parte de particulares.
Pues la mayor parte de estas tierras ocupaba, desde el
paraje de Maleza Prieta, en las faldas de la Sierra del Camello, unos
terrenos que fueron roturados desde finales del siglo XVIII hasta
mediados del siglo XIX y pasaron del caudal público a manos privadas; dando
lugar a la construcción de albergues, cortijos y viviendas en la parte que les
tocó por roturación. Como muestra, lo fueron Allozarejo, Carboneros,
Llano de los Muchachos, y Yerbatunal.
Mucho
se ha especulado por su nombre, que se envuelve en la leyenda del mundo rural a
la época de la caza y muerte de lobos, por cierto en tiempos pasados sufragada
por las arcas municipales. Pero, en verdad que el nombre de estas tierras se
debe a la familia Villalobos, jurado del cabildo municipal del siglo XVI que
poseía un cortijo por estos lares. Primavera es la estación ideal para pasear
por estas tierras Con el mapa de Amelio López, manuscrito de principios de
siglo XX, un senderista se topa con cortijos y casas renovadas y
destruidas entre muladares. Pero, nos describe una página geográfica del
pasado. Pues el cortijo de Villalobos se mantenía
en la ribera del arroyo del Palancares, y sus tierras
lindaban a occidente con el arroyo de Ana Ramos y a oriente con el
camino de Agreda sin formar una cortijada ni ningún núcleo rural. No obstante,
ya se distinguía un molino de pan que se movía por las aguas del
Palancares. os cortijos eran de grandes extensiones en
las que predominaba la labor en tierra calma. Por cercanía a este
cortijo se encuentran en dirección oriental Los Cierzos, Casillas de
las Bizcas, casa de Félix Chinguil ; en la parte norte a partir de la Fuente de
los Ballesteros, pequeños cortijos con unas tierras de pequeñas
extensiones, casillas de don José Retamero, Juan
Simeón, casa de Cañada Honda, Antonio
Nieto, Cigarrón, Filancha, Francisco Cantero
y el cortijo Veneroso ( algunos le llaman Venerose,
y Veneroso fue un comerciante genovés que compraba lana y ejercía de
regidor en el ayuntamiento alcalaíno)¸ por el camino de la Fuente la Zarza, a
su izquierda el cortijo de Ana Ramos hasta el camino de Alcalá a
Morca que desemboca en el de Agrela ..); recorrían estos parajes el camino de
los Agueda y la Fuente la Zarza entre tierras eran de secano, calma, monte y
erial en su mayoría. En dirección occidental a la fuente y camino de la Zarza y
el arroyo de Ana Ramos, el cortijo de Juan García. Tras pasar el camino de la
Ventilla, que procede del de Vélez y Hueltes, y por encima de los
caminos y fuentes descritas, se encontraban el cortijo del
Allozarejo de monte y tierra calma, la Olla, la
casillas de la Churrera y Antonio Castillo, cortijo Fuente
Hoyos, y en dirección al oriente, la casa de Dolores Rincón, María
Morón, Portillo Terrones, Juanico el del Camello y Juan Calvo. En el
mismo Camello, algunas casas, casillas de Castillo, el cortijo de la Barra,
y una gran cantidad de chozas , todas estas últimas linderas con el
termino de Montefrío e Íllora, desde donde corrían las aguas del
arroyo Cañadas. Cerca Carboneros. Mirando al sur del cortijo de Villalobos
hasta llegar al cortijo del Juanil en un terreno de tierra calma, para producir
cereales y muy poco monte, estaba el cortijo de la Aroma y la casa
de Manuel Ibáñez bajo el camino que enlaza el de los Gueltes con el que viene
de Alcalá hasta Agrela; por encima el cortijo de la Chota; pasando el camino
del Juanil por el Gatunar y arroyo, cortijo de la
Chota, casilla de Antonio Valverde y Fernando y al pasar
el camino de Alcalá, el cortijo de las Ánimas, de los Almendros, cortijo Pérez,
el Tablero, Melgar y la Merced tras pasar el camino de la Zarza.
Muchos
factores han intervenido a la nueva imagen de este rincón alcalaíno. La mecanización
de los campos, el transporte privado hacia los lugares de labranza y la
concentración de su población en Alcalá la Real ha dado lugar que su
población haya descendido en más de las dos terceras partes desde 1986 ( 260
habitantes) a 2011 (99). Actualmente, se habrá desangrado mucho más. Y tan sólo
se encuentra una concentración de viviendas en torno a las carreteras de acceso
y las casas nuevas del cerro de enfrente. En años anteriores a los ochenta del
siglo XX, se repartían 317, y actualmente solo quedan 69 en forma
diseminada y 48 en torno al lavadero, puente, escuela y fuente, según los
últimos datos de 2004, lo que podrimos denominar el núcleo de su
población. Esta zona se ha convertido en zona de olivar
intensivo, salvo algunos lugares junto al arroyo del Palancares, de
hortaliza, cereal, frutas, y esparragal. Sus viviendas son segundas
residencias y lugar de aperos para las antiguas familias que habitan
el casco de Alcalá la Real, salvo unas treinta familias
residentes. Actualmente la población de Villalobos es de 99 habitantes ( 21
hombres 20 mujeres en la cortijada, 58 hombres y 30 mujeres en el diseminado)
con dos extranjeros de origen británico. Es una aldea eminentemente rural, una
de las más diseminadas junto a las Grajeras. No quedan restos de la
industria molinera, tan solo algunos enseres del molino harinero en los
aledaños del Palancares y ni restos de otro de e aceite en Tablero. En cuanto a
los servicios, la escuela, que se mantuvo durante cincuenta y sesenta del siglo
XIX, se transformó en pequeña capilla rural, dedicada a
la Virgen de Fátima. En mayo de 1997 , se hizo un centro social, que
actualmente alberga los servicios informáticos de internet de la
aldea. Pero, la patria chica siempre atrae a los lugareños y, por
este año más, centenario de la Virgen de Fátima-
CANTERA BLANCA
. Alcalá la Real es un municipio singular,
como lo es Priego de Córdoba; ambos no pueden concebirse sin su entorno rural.
Alcalá es la ciudad y sus aldeas, sus núcleos dispersos en la pie de la paloma
desplegada que forma su territorio. Y Alcalá
se despliega en el plano de las calles que se extienden desde el cerro de la
Mota hasta la Cruces y desde el Llano de las Aves Frías a la Tejuela, pero no
pueden olvidarse las calles de campo que, antaño, salían de la fortaleza de la
Mota y alcanzaban los núcleos más dispersos, a través de caminos, veredas y
senderos. Recorrer los campos alcalaínos es percibir los peldaños de una
historia que, en algunos casos, se remonta a siglos anteriores a la
prehistoria. Este es el caso del partido de campo de Cantera Blanca,
que era como se llamaban las divisiones territoriales que se implantaron desde
el siglo XVII. Como una manilla del reloj, los caminos
radiales servían de cuadrante espacial para ejercer los
servicios o cumplir los deberes cívicos, y al mismo tiempo cimentó la
conciencia de pertenencia a la tierra chica. Entre las divisiones de los
12 partidos de campo de la comarca o municipio alcalaíno, destacaba,
a mediados del siglo XIX, el de CANTERA BLANCA, compuesto por varios núcleos:
dispersos como el de Villalobos, el de Cantera Blanca y el propio de la
Pedriza, que actualmente da nombre a los dos últimos en detrimento
de Cantera Blanca y la separación como aldea de
Villalobos. Escribimos lo siguiente sobre sus tierras:
"Geológicamente corresponde, como todo el término municipal de Alcalá la
Real, por el corte desde el Menchón hasta la Hondonera al Mioceno y a la
subdivisión del Subbetico septentrional y meridional, en
el que se detectan varias fases tectónicas de mayor o
menor intensidad- la de mayor intensidad durante el Tortoniense (...) es un
paisaje alomado y plano, donde aparece una gran llanura proveniente de la
acción de varios arroyos y barrancos que coinciden en esta área. Junto a
cabalgamientos de materiales sobre materiales triásicos encuentran
alomamientos de margas del Cretácico y Terciario.. O por la parte Norte de la
Sierra se pueden encontrar cerros testigo pertenecientes a restos no
erosionados de cabalgamientos superficiales de unos materiales sobre otros. Son
tierras de muy buena calidad, pertenecientes a la zona suroriental del término
de Alcalá la Real, formado por un conjunto de colinas cortadas
de barrancos, cañadas y vertientes de aguas llovedizas,
cuyas partes más llanas se roturaron y se convirtieron en tierras de
secano, productoras de cereales, las cuales, actualmente, han sido conquistadas
por el olivar en su mayor parte, salvo las partes de las cimas que
conservan la vegetación y flora del monte mediterráneo con predominio del
encinar (Camello) y algún que otro quejigo, alcornoque, y fresno y
algunas zonas de huertos y hortalizas junto a los arroyos y pozos de extracción
artificial que producen hortalizas, arbolado de frutas, alamedas, etc. "
Pasear
por las tierras de Cantera Blanca es palpar la huella del homo neanderthalensis
en los cerros cercanos al Castellón, embaucarse en el espíritu legendario de
las alquerías musulmanas de Fuente Nubes y Bajacar, pisar las tumbas de los
pueblos de la Edad de los Metales en el Llano de los Muchachos, comprobar la
huella histórica en los extensos campos y los cortijos de los
primeros repartimientos del rey Alfonso XIII en las cercanías de la actual
Cantera Blanca y, posteriormente, los de Carlos V junto a las riberas del
arroyo de Palancares. Adentrarse por los cerros que suben a la cruz de Matute
es comprobar que la naturaleza transformó aquellos cerros mediterráneos en
planteras de olivos de los cortijos como La Perrera. Cantera Blanca es un
paisaje que cambió una zona cerealística, residual en las zonas más llanas, en
un mar de Minerva y amuñuñado por algunos rincones de encinares.
Mantiene el acceso a los pueblos norteños de la provincia de Granada a través
del camino de Agreda y de Carboneras y los que conectan con el de
los playeros. Pero , siempre con el encanto de que lo rural no se ha visto
invadido por las urbanizaciones de segunda vivienda de otros lugares del
municipio alcalaíno. Ceres venció por estos terrenos al urbano Mercurio.
En
el siglo XXI, el núcleo de Cantera Blanca es un canto de cisne dedicado a un
sitio que fue el centro de aquel entorno y partido, con la capilla casi
desparecida, y en otros tiempos desde el siglo XVI dedicada a la
Santa Cruz. Es un campo de esparragal sobre los restos de piedras de
la cantera blanca que surtió a los canteros de las portadas de los edificios
religiosos del patrimonio alcalaíno. Las roturas o recuras, como lo denominan
los vecinos del lugar, cultivan aquellos campos que dejan entrever algunos
cerezos y membrillos entre los olivos.
Cantera Blanca se yergue como testimonio
histórico de la influencia del sector primario en los núcleos rurales. Otro
modelo son los núcleos que surgieron de ella : La Pedriza y
Villalobos. El campo y el preludio de villa. LA PEDRIZA
La
Pedriza es el tercer núcleo rural de la trilogía de Cantera
Blanca que encuadra perfectamente con la edición periodística de
este primer trimestre del año 2017. Parece como si este partido de
campo incluyera como el anillo al dedo, en aquel primer cuadrante del círculo
en el que se dividieron hace siglos, tres aldeas
alcalaínas para sus administración hacendística, militar y civil. Y, conforme
pasaron los años asumiendo otros servicios como los escolares, sanitarios,
religiosos, deportivos y de muy diversa índole. Algunos remontan
este núcleo rural a una antigua “Ciudad de Nubes” que irradió de la Fuente de
su mismo nombre y del entorno la ermita del Cristo
del Perdón, parroquia de la Inmaculada Concepción. Debe su nombre de
la piedra del cerro sobre el que se levanta esta aldea. Este núcleo
concentrado del mundo rural surgió a expensas de un antiguo camino
real ( la actual carretera de Montefrío) y se adentraba hacia los cortijos y
dehesas de Fuente Nubes, lo que hoy es la calle de la iglesia. Por
otra parte su origen poblacional radica en que se instaló en este sitio la
gente procedente de la roturación de Chaparral y de Fuente
Nubes. Si tuviéramos que asignarle un momento histórico. se lo fijaríamos con
el proceso roturador de Carlos III; si lo quisiéramos datar con un año exacto,
este partido alcanza un crecimiento muy significativo de
población a principios del siglo XIX. Y, lo refrenda el padrón de
1802. Pues el núcleo de La Pedriza de Fuentes Nubes se sitúa a la altura
demográfica de Santa Ana, Charilla, Frailes o la Rábita. Y, aunque el partido
de campo se puede dividir en varias zonas con 122 vecinos o viviendas y sus
correspondientes 235 habitantes, y nada menos que se
constata como muestra de su importancia administrativa la presencia
de su alcalde pedáneo, residiendo en Cantera Blanca, La
Pedriza sobresale por encima de los cortijos circundantes. Se le
reconocen entre la población dispersa, tomando la dirección desde la ciudad de
Alcalá la Real hacia la Pedriza los cortijos de Platero, el
Chaparral, Cortijo Nuevo, o de cerro
Gordo; en su ruedo, El Toril ,
Bajamar o Bajaca y el propio de Fuente Nubes; en la orilla del
Palancares hasta el limite de Granada, la Peña, Perrera, Fuente Hoyos, la Hoya
Baja, la Hoya Alta, Maleza Prieta, Conejeros, y cerro Cañete. Y los comentados
de Villalobos y, en ocasiones, algunos de la zona de la Venta de los
Agramaderos.
A mediados de siglo XIX, la
Pedriza estaba constituida por 46 casas, y no estaban definidas las calles,
como actualmente se encuentran. Destacaba la Fuente Nueva, un nacimiento de
agua potable, no muy abundante, pero suficiente para la vecindad. Todavía se conserva
dicho manantial ya restaurado. Un siglo después, en La Pedriza
moraban unos 665 habitantes dentro de sus 185 casas. No todos vivían de la
agricultura, aunque predominaban los jornaleros, también estaban domiciliados y
12 labradores y algunos oficios, como dos maestros, un talabartero, un
carbonero, un zapatero, un barbero, un carretero, un empleado, un
albañil y un panadero. A finales del siglo XX, se había producido un
fuerte movimiento migratorio y quedaban 466 habitantes.
Y, acercándonos al tiempo actual rondan los 328 habitantes con un progresivo
declive de casi cinco puntos cada cuatro años sin los oficios anteriores.
Escribir la historia local de La
Pedriza recuerda la conquista del progreso humano social de un grupo
muy ancestral del municipio alcalaíno. La Pedriza es mucho más
que historia viva, hay vestigios que se remontan al homo
neanderthalensis, alguna que otra villa romana y visigoda disfrutaba de las
aguas de sus arroyos, se encumbra en el mundo musulmán en medio de
tumbas mozárabes, leyendas orientales como la de Encina Leona, y hallazgos como
la lápida precalifal. Siempre estuvo imbuida por todos sus costados de alma de
frontera al estar rodeada de las atalayas de Gibralquite o Guadal quite o de la
antigua del Listán. Sus campos fueron cortijos de señores conquistadores como
el Chaparral de Nubes o tierra de repartimiento desde los altos de Fuente Nubes
hasta el Palancares; sus parcelas están marcadas por las series, trances y
suertes de la asignación de suerte del corregidor Francisco de Alarcón en
tiempos del emperador Carlos I.
Pero,
si hubiera que reescribir su historia contemporánea, sus hitos
históricos se manifiestan en la culturización de un zona que pasó
del desarrollo agrícola, la primera cultura del hombre sobre la tierra ( de ahí
agri-cultura, del monte a los campos de cereal , y del cereal al
olivar) a la incorporación de su gente en los grandes
movimientos sociales y culturales. Ya, venció las condiciones adversas, en
1849, y fue vanguardista en la implantación de las escuelas en las aldeas, hoy
es sede de un grupo escolar de primaria. Y eso que tropezaban con
que , los padres preferían ocupar a los niños en tarea agrícolas
y(…) los maestros mostraban falta de interés en querer vivir en
sitios incómodos, en los que se les diesen casas , porque se componía de
albergues inhabitables, que solo servían para los que están
acostumbrados a la vida dura y campestre[1]”.”No obstante, alegaban que lo
hacían “ con respecto al número de vecinos, con que cuentan y la necesidad de
ilustrar a la juventud proponían a José Carrillo Sánchez, morador en el mismo
partido, como persona apta para ejercer.
También
fue líder del movimiento social de las sociedades obreras alcalaínas, ocupando
el primer escalón sindical con su Esclavitud Emanicipada, una voz que alcanzó
muchas conquistas obreras a principio del siglo XX y llegó hasta los oídos de
Largo Caballero, ministro de la II República. Sus reivindicaciones se hicieron
eco en su red vial. Pues, a una distancia de 8 Kilómetros del pueblo
de Alcalá la Real, y situada en la ladera del Chaparral
de Nubes a unos 1.000 metros de altura, puede accederse
por la A-335 en dirección hacia Montefrío, el camino asfaltado de la Casería
del Águila y otro camino asfaltado a través de Cantera
Blanca. Un observatorio astronómico, sus instalaciones deportivas, la nave
industrial municipal, la escuela, el centro médico, el centro social y su
iglesia, remozada y albergando un restaurado retablo barroco procedente de la
iglesia de la Veracruz, se yerguen en medio de un paisaje del olivar
y mechones de monte mediterráneo. [11:03, 6/10/2022] franciscomartinrosales:
LA PEDRIZA
LA PEDRIZA SITUACIÓN,
URBANISMO Y ACCESOS
A una distancia de 8 Kilómetros del pueblo
de Alcalá la Real , La Pedriza está situada en la ladera del
Chaparral de Nubes a unos 1.000 metros de altura. Se
accede por la A-335 en dirección hacia Montefrío, y un camino
asfaltado a través de Cantera Blanca. y otro camino vecinal. A la calle central
convergen varias calles desde la ladera en el núcleo de
la Pedriza, pero también tiene algún hábitat disperso en Cantera Blanca, Cerro
Gordo, y en algunos lugares cercanos al Cortijo el Águila.
SERVICIOS ACTUALES
El
servicio de agua se lleva a cabo desde el manantial de Fuente Nubes
dentro de la Unidad Hidrologíca de la Pedriza, con algunos problemas de
contaminación… [11:03, 6/10/2022] franciscomartinrosales: LA PEDRIZA
LA PEDRIZA SITUACIÓN,
URBANISMO Y ACCESOS
A una distancia de 8 Kilómetros del pueblo
de Alcalá la Real , La Pedriza está situada en la ladera del
Chaparral de Nubes a unos 1.000 metros de altura. Se
accede por la A-335 en dirección hacia Montefrío, y un camino
asfaltado a través de Cantera Blanca. y otro camino vecinal. A la calle central
convergen varias calles desde la ladera en el núcleo de
la Pedriza, pero también tiene algún hábitat disperso en Cantera Blanca, Cerro
Gordo, y en algunos lugares cercanos al Cortijo el Águila.
SERVICIOS ACTUALES
El
servicio de agua se lleva a cabo desde el manantial de Fuente Nubes
dentro de la Unidad Hidrológica de la Pedriza, con algunos problemas de
contaminación, lo que le hace compartir el sistema alternativo de la
canalización de aguas de Alcalá la Real- Caserías de San Isidro. Tiene un
depósito rectangular de mampostería de 60 m
cúbicos. Hoy
día tiene Escuela Primaria, Consultorio Médico, Dos
bares-tienda, Pista deportiva. Nave industrial. Almazara. Panadería. Ermita.
Depósito de agua. Pista polideportiva. Algunos remontan este núcleo
rural a una antigua “Ciudad de Nubes” que irradió de la Fuente y de la
ermita. Y muchas veces comprende parte de Valdegranada como en el
Catastro de la Ensenada. Tras la desaparición de población Cantera
Blanca. Procede su nombre de la piedra del cerro sobre el
que se cementa esta aldea, cuya fisonomía actual procede de principios del
siglo XIX. Pues, es un núcleo concentrado del mundo rural, que surgió a
expensas de un camino rural que partía de un antiguo camino real (
la actual carretera de Montefrío) y se adentraba hacia los cortijos y dehesas
de Fuente Nubes, lo que hoy es la calle de la iglesia. ^Por otra
parte su origen poblacional radica en que se instaló en este sitio la gente
procedente de la roturación de Chaparral de y Fuente Nubes. A
mediados de siglo XIX, estaba formado por 46 casas, y no estaban definidas las
calles, como actualmente se encuentran. Destacaba la Fuente Nueva, un
nacimiento de agua potable, no muy abundante, pero suficiente para la vecindad.
Todavía se conserva dicho manantial ya restaurado.
Las calles actuales son la Iglesia,
Toril, Cantón, Fuente Nubes, Chaparal , Alta, de Simeón , de
Lute, del Pocillo y don Fernando-. Barrio Bajo.
También hay una gran población dispersas,
que vivía en cortijos:
· Lizana
· El Cuerno/Tablero.
· la Ermita
· Hueltes.
Es un cortijo que debe su nombre a esta familia de Hueltes y se hallaba ya en
1750. Curiosamente, a principios del siglo XIX es arrendado aa una familia de
los Piñas y ocultaron en dicho lugar a un hijastro de esta familia de los
Hueltes de nombre Fernando Hueltes.
· Platero.
· Chaparral
de Nubes. Pertenecía al convento de Monjas de Nuestra Señora de la Concepción
de la ciudad Loja. Se componía de los siguientes bienes. Una casa cortijo con
dos cuartos en bajo y cámaras, pajar , tinado y corral
con una higuera, de 20 varas de frente y ocho de fondo; y doscientas fanegas de
tierra- 160 fanegas de cereal de vecera de tres años y el resto de monte de
encinar y quejigos- lindaba por levante con tierras de don Antonio Utrilla, a
poniente y norte con tierras de los propios de la ciudad y al sur con tierras
de don Eladio Contreras, cura.
· Cerro
Gordo, que había varias piezas pertenecientes a diversos propietarios
-: Convento de la Trinidad ( 4 fanegas) de
tres años de producción y cuatro de secano y algunas encinas.
· El
cortijo del Toril, que pertenecía a la capellanía del presbítero don
Fernando de Góngora,. Se componía de dos piezas- una de 75 fanegas y otra de 66
fanegas con pies de encina y quejigo-solía ser arrendado a labradores de seis
partes dos. Y se cobraba 260 reales. Tiene 3 bueyes, 4
vacas, 1 becerra, 1 yegua, 1 jumento, 1 jumenta, dos cerdas , 3 cerdos, 8
chotos, 2 lechones ty 7 ovejas,
· Cortijo
de Alamoso Bajo .
Peñuela Alta. La Peñuela es un cortijo que correspondió, en la primera repoblación, a a los primeros conquistadores de la ciudad de Alcalá la Real, los Narvez, que luego se afincaron en Loja. Lo mantuvieron hasta el siglo XX. Nicolás Martín Cid, labrador del cortijo de la Peñuela Alta del cortijo de la Peñuela Baja, propiedad de don Francisco Riquelme Y baja
· Caserías
de Torres
· Caserías
del Águila.
· Cortijo
de Bajácar, situado en el término de Valdegranada. Era propiedad de don Alonso
Rico de Rueda, vecino de Lucena.
· del
cortijo de Alamoso Alto en Palancares, de don Pedro José Góngora.
Pero aparecen el cortijo Nuevo, Platero, ,
de la Peña, Perrera. Maleza Prieta y el de Camilo Torres.
ERMITA NUEVA (I)
Este territorio constituyó un paso natural,
marcado históricamente por diversas atalayas ( unas desparecidas, otras en
cimientos y algunas citadas por las
visitas de términos) que protegen el
camino y ha sido testigo de migraciones
como los destierros de los moriscos hacia tierras castellanas en
diversas ocasiones de la historia de España.
También ha sido sitio de paso de las partidas de asaltantes
de caminos como los monfíes en los primeros siglos de los Austria, como se
constata en varios documentos del archivo municipal de Alcalá la Real ; guarida de los bandoleros que siguieron la huella de los
anteriores y abundaron por los montes
cercanos a aquellos cortijos, a los que asaltaban y debían acudir regidores y jurados con el corregidor y
alguaciles para protegerlos, así como obligaron a establecer “caballeros de la sierra” o
“guardas de campo” para proteger estas tierras en tiempos de paz, y que se mantuvieron hasta finales del siglo XIX; testigo vivo de tantas correrías o
invasiones de reyes, jefes militares y
ejércitos desde tierras castellanas o del reino de Jaén hacia el Reino de Granada ( por aquí pasaron
las tropas castellanas de Alfonso XI y
sus predecesores, o de los Reyes Católicos, o la de los ejércitos que venían de
tierras americanas; para forrajear en los territorios abaciales, o los ejércitos carlistas en retirada o las invasoras napoleónicas, o era el sitio
esperado de ataque de las tropas franquistas y cobijo de los maquis.
Todavía, en sus tierras con la numismática pueden recorrerse periodos
amplios de la historia alcaláina, frecuentándose el hallazgo de monedas romanas,
no digamos sobre el periodo califal que viene perfectamente datado con las
monedas del tesorillo de Ermita Nueva, o
la constatación de algunas monedas castellanas como los “ agnus dei” en tiempos
de los reyes cristianos de la Reconquista o la abundancia de maravedíes, reales
y ducados de la época moderna que muestran una zona de un intenso comercio, de
paso a santuarios, a lugares medicinales,
fruto de ser una ruta muy visitada.
Por eso, su venta de Cequia aparece en los mapas más antiguos y en los
itinerarios de las rutas musulmanas y cristianas.
Se
puede escribir sobre el partido de campo de Ermita Nueva, su poblamiento, su historia, su hábitat, sus gentes y sus
costumbres. De todo ello se puede concluir
y distinguir que el territorio de su partido de campo está claramente definido históricamente por
estos factores: la travesía de su territorio por el camino real de Alcalá a
Granada, que estaba enmarcado en el camino de la Corte( luego carretera N 432 y
ansiada autovía) y jalonado de una serie de ventas que se remontan a tiempos musulmanes ( y no nos extraña la presencia de las anteriores villas romanas y el oppidum iberromano de la
Gineta); una reminiscencia de tierra de frontera,
estampada por su repartimiento posterior de sus tierras en grandes cortijos
municipales y de realengo para funcionamiento del gasto del ayuntamiento
alcalaíno- unos, como cortijos de
propios, Cequia Alta y Cequia Baja, Pinillo, Piojo y la Cruz; otros, comprados
por el monasterio de la Cartuja de Granada, (Quejigal, Cartuja y aledaños, y
una tierra de dehesa ( el Camello y otros montes cercanos) transformada,
roturada y recudimentada desde el siglo
XVII ( con un repartimiento definitivo a finales del siglo XVIII) que
transforma el hábitat disperso concentrándolo en diversos núcleos rurales y va a tender una mayor población que vive a expensas de la tierra repartida;
finalmente, en torno al río Palancares
se abre un paso natural muy importante que
marca todo su terreno donde abundaban
las tierras con nombres arabistas como Almoguel, Cequia, o Alcaizeruela
Como asentamiento de pueblos, se remontan a
tiempos prerromanos y anteriores con
yacimientos importantes como el de la Gineta
o espejo de la ruralización que se produjo en época romana con la presencia de varias villas romanas que
darán lugar a asentamientos de muchos de los cortijos posteriores y muestra clara de integración de pueblos pobladores en las tierras roturadas y repartidas en
tiempos de Carlos III, con la constitución de varios núcleos. Unos, ya
olvidados como La Ciudad, y otros le dan la fisonomía actual a este partido,
Cequia, las Pilillas y El Ventorrillo.
Pero sin nunca olvidar la transformación de su habitar a finales del siglo XIX
y principios del XX. Y para ello, su mejor y más ilustrativo testimonio es
el plano de 1917,
obra del Anselmo López Nieto, donde esta parte de la comarca
alcalaína muestra un paisaje y un
hábitat con una mayor proliferación de casas, chozas, cortijos nuevos y,
mantenimiento de los yacimientos anteriores que en el resto del territorio
municipal. Y han llegado hasta hoy día, o se han transformado en casas de
segunda vivienda, turismo rural de aperos de labranza, y de otros miles de
usos, hasta de servicios e industriales. El ayer fue un importante camino real,
hoy ansía una inexcusable autovía ante el desarrollo de su contorno.
ERMITA NUEVA
Siguiendo el plano de
Anselmo López Nieto, Ermita Nueva se
estructuraba con varias zonas de hábitat disperso de cortijos que dieron lugar
a concentración de los tres núcleos rurales y al mantenimiento de estas
viviendas hasta nuestros días junto con la aparición de nuevos
asentamientos. En la zona comprendida
entre la senda del Moraleja y la
carretera nacional se encontraban los cortijos de la Moraleja Alto, la
Parrilla, el Quejigal, donde predominaba tierra calma y monte. En la zona
comprendida entre el camino de la Zarza, el arroyo del Palancares, camino de la
Escaleruela y carretera nacional, se
hallaban la casilla de Moyano,
con tierra calma, monte y erial,
el cortijos de Pinillo, el del Perro, del tío Mochila, el Ventorrrillo del Charro ( en el cruce de los
caminos , el antiguo de Alcalá, de las
Pillillas y Pinillo) , Casa de Carmela,
,
la casilla de Leoncio, que acababa en el
otro Ventorrrillo. Cortijo de Acequia Baja y la casa del Sotillo junto
al Palancares, con la misma tipología de tierras y algunas de regadío junto al
río. En la zona comprendida ente el camino real y el de la Escaleruela y el límite del término,
la casa de Mercedes, las casillas de Márquez, y cercanas a ella la ermita de
San Isidro, En el cruce de camino de la
Escaleruela y Ciudad, casilla del Tío Sancho,
el núcleo de la Ciudad , casa de Francisco Coca, Juan Pérez, Dolores Márquez ( estas tres
junto al límite), Una serie de “Casillas” en torno al Camello, y adentrándonos
hacia el cortijo de las Pilillas – cruce
de caminos de Escaleruela y Pilillas- ,
la casilla de los Prietos, de Periquito, de Mochila, la casa de la Caña de San Antonio, casilla de
Mayo y de los Nieto , donde aparecían terrenos de secano, monte y prado.
Finalmente, entre el camino real, el camino de la Zarza y el límite, desde el
Palancares , se levantaban la Casilla de Ana Ocaña, cortijo del Obispo y el de
Retamero, la casa de Cañada Honda y la de Cigarrón, casilla de la Hilacha, casa de Antonio Nieto, cortijo de “El
Venerose”, casilla del Portillo, casa de
Juanico Terrones, casa de Dolores Rincón, y casilla de María Rincón, , las
casillas de la Perdiz en la senda de la Pernia
y en torno a un núcleo del cortijo del Menchón Alto, las casillas de
Castillo, cortijo del tiro de la Barra,
del cerrillo , de la Choza, de Juan
Calvo, en medio de un terreno de monte, secano erial y cereal.
Estas zonas y cortijos formaron núcleos rurales bien
definidos a lo largo de los últimos decenios. A saber, Cequia, Pilillas y
Ventorrillo. Hoy día, algunas se han destruido por el paso del tiempo como en
la Ciudad; otras se renovaron y pasaron a manos extranjeras. Un nuevo plano se
manifiesta con el olivar en expansión. Un nuevo partido de campo se ha
incardinado a través de vías viarias, como la que sube hasta los Capachos, esas
cuatro dolinas, que se manifiestan como si fueran parte de un paraje natural
que se prolonga al de la Sierra de San Pedro; también se han articulado y se
han unido con una nueva carretera entre las Pilas y Cequia, donde se albergan
edificios públicos como su bello Centro Social y Consultorio Médico, o, de instituciones como la Casa de la Hermandad de San Isidro. Casi
en el centro de los diversos núcleos, el parque municipal prolonga la vista
hacia el faro de la fortaleza de la Mota y surgieron otros pasajes como el solar ajardinado del
antiguo Centro Social Obrero, donde la paloma herida acude con los versos del
poeta Altoaguirre. Su centro escolar se amplió en los años noventa del siglo
pasado de acuerdo con La LOGSE para impartir el ciclo de educación primaria y
dentro del Colegio El Olivo, atendiendo a los niños de la aldea. Fruto de las
buenas inquietudes y emprendedores, han sido varias empresas de servicios, la quesería Sierra Sur, las viviendas
reutilizadas como turismo rural, algunas instalaciones en la carretera nacional
y en los núcleos mencionados; y una de
las almazaras más destacadas de todo el contorno, porque se ubica en un lugar
crucial en medio de dos provincias. Su ermita también se vio remozada en varios
momentos desde que trasladó la imagen del santo de Madrid hasta aquel paraje de
minas de aguas subterráneas.
La toponimia de Ermita Nueva está prendada de arabismos
(Cequia, Alcaiceruela, atalayas, almoguer...) y de tiempos de conquista
(familiares de los Verdugo, los cortijos de sus repobladores, los de propios y de hidalgos). Su suelo se remonta
al tiempo romano y musulmán, y no nos extraña que haya aparecido el célebre
tesoro expuesto en el Palacio Abacial, generosamente donado por un vecino de Ermita Nueva. Esta generosidad es muestra
de esta gente que sabe del esfuerzo y del trabajo colectivo en la conquista del
monte y de la proyección hacia e el futuro con el sudor de su frente. Su
esperanza se abre entre un cerro histórico de los primeros zenetes del reino de
Granada y la cima de la Sierra del Camello, ocupando su gente una tierra
labrada y urbanizada por la mano humana.
VILLALOBOS
Redacta su historia con páginas recientes desde se constituyó
actualmente una entidad separada del
partido de Cantera Blanca al erigirse en aldea a mediados del siglo XX. Está
marcada por su pasado de tierra comunal y de propios, de conquista del monte y
de nuevos cortijos diseminados, unos pertenecientes a los propios de la ciudad
y otros a las roturaciones
contemporáneas por parte de particulares. Pues la mayor parte de estas tierras ocupaba, desde el paraje de Maleza Prieta, en las faldas de
la Sierra del Camello, unos terrenos que
fueron roturados desde finales del siglo XVIII hasta mediados del siglo XIX y
pasaron del caudal público a manos privadas; dando lugar a la construcción de
albergues, cortijos y viviendas en la parte que les tocó por roturación. Como
muestra, lo fueron Allozarejo,
Carboneros, Llano de los Muchachos, y
Yerbatunal.
Mucho se ha
especulado por su nombre, que se envuelve en la leyenda del mundo rural a la
época de la caza y muerte de lobos, por cierto en tiempos pasados sufragada por
las arcas municipales. Pero, en verdad que el nombre de estas tierras se debe a
la familia Villalobos, jurado del cabildo municipal del siglo XVI que poseía un
cortijo por estos lares. Primavera es la estación ideal para pasear por estas tierras
Con el mapa de Amelio López, manuscrito de principios de siglo XX, un
senderista se topa con cortijos y casas
renovadas y destruidas entre muladares. Pero, nos describe una página
geográfica del pasado. Pues el cortijo
de Villalobos se mantenía en la
ribera del arroyo del Palancares, y sus tierras lindaban a occidente con el arroyo de Ana Ramos y a
oriente con el camino de Agreda sin formar una cortijada ni ningún núcleo
rural. No obstante, ya se distinguía un molino de pan que se movía por las
aguas del Palancares. os cortijos
eran de grandes extensiones en las que
predominaba la labor en tierra calma.
Por cercanía a este cortijo se encuentran en dirección oriental Los Cierzos, Casillas de las Bizcas, casa de
Félix Chinguil ; en la parte norte a partir de la Fuente de los Ballesteros,
pequeños cortijos con unas tierras de pequeñas extensiones, casillas de don José Retamero, Juan
Simeón, casa de Cañada Honda, Antonio Nieto, Cigarrón, Filancha, Francisco Cantero y el cortijo Veneroso ( algunos le llaman
Venerose, y Veneroso fue un comerciante
genovés que compraba lana y ejercía de regidor en el ayuntamiento alcalaíno)¸
por el camino de la Fuente la Zarza, a su izquierda el cortijo de Ana Ramos
hasta el camino de Alcalá a Morca que
desemboca en el de Agrela ..); recorrían estos parajes el camino de los Agueda
y la Fuente la Zarza entre tierras eran de secano, calma, monte y erial en su
mayoría. En dirección occidental a la fuente y camino de la Zarza y el arroyo
de Ana Ramos, el cortijo de Juan García. Tras pasar el camino de la Ventilla,
que procede del de Vélez y Hueltes, y
por encima de los caminos y fuentes descritas, se encontraban el cortijo del Allozarejo de monte y
tierra calma, la Olla, la casillas
de la Churrera y Antonio Castillo, cortijo Fuente Hoyos, y en dirección al oriente, la casa de Dolores
Rincón, María Morón, Portillo Terrones, Juanico el del Camello y Juan Calvo. En el mismo Camello, algunas
casas, casillas de Castillo, el cortijo de la Barra, y una gran cantidad de chozas , todas estas
últimas linderas con el termino de Montefrío e Íllora, desde donde corrían las aguas del arroyo Cañadas. Cerca
Carboneros. Mirando al sur del cortijo de Villalobos hasta llegar al cortijo del
Juanil en un terreno de tierra calma, para producir cereales y muy poco monte,
estaba el cortijo de la Aroma y la casa
de Manuel Ibáñez bajo el camino que enlaza el de los Gueltes con el que viene
de Alcalá hasta Agrela; por encima el cortijo de la Chota; pasando el camino
del Juanil por el Gatunar y arroyo,
cortijo de la Chota, casilla de Antonio
Valverde y Fernando y al pasar el camino
de Alcalá, el cortijo de las Ánimas, de los Almendros, cortijo Pérez, el Tablero,
Melgar y la Merced tras pasar el camino
de la Zarza.
Muchos factores
han intervenido a la nueva imagen de este rincón alcalaíno. La mecanización de
los campos, el transporte privado hacia los lugares de labranza y la
concentración de su población en Alcalá la Real ha dado lugar que su población haya descendido en más de las
dos terceras partes desde 1986 ( 260 habitantes) a 2011 (99). Actualmente, se
habrá desangrado mucho más. Y tan sólo se encuentra una concentración de
viviendas en torno a las carreteras de acceso y las casas nuevas del cerro de
enfrente. En años anteriores a los ochenta del siglo XX, se repartían 317, y actualmente solo quedan
69 en forma diseminada y 48 en torno al lavadero, puente, escuela y fuente,
según los últimos datos de 2004, lo que podrimos denominar el núcleo de su
población. Esta zona se ha convertido
en zona de olivar intensivo, salvo algunos
lugares junto al arroyo del Palancares, de hortaliza, cereal, frutas, y
esparragal. Sus viviendas son segundas
residencias y lugar de aperos para las
antiguas familias que habitan el casco de
Alcalá la Real, salvo unas treinta
familias residentes. Actualmente la población de Villalobos es de 99 habitantes
( 21 hombres 20 mujeres en la cortijada, 58 hombres y 30 mujeres en el
diseminado) con dos extranjeros de origen británico. Es una aldea eminentemente
rural, una de las más diseminadas junto a las Grajeras. No quedan restos de la industria molinera, tan
solo algunos enseres del molino harinero en los aledaños del Palancares y ni
restos de otro de e aceite en Tablero. En cuanto a los servicios, la escuela,
que se mantuvo durante cincuenta y sesenta del siglo XIX, se transformó en pequeña capilla rural, dedicada a la Virgen de Fátima. En mayo de 1997 , se hizo un centro social, que
actualmente alberga los servicios informáticos de internet de la aldea. Pero, la patria chica siempre atrae a los
lugareños y, por este año más, centenario de la Virgen de Fátima-
CANTERA BLANCA
. Alcalá la Real es un municipio singular, como lo es Priego
de Córdoba; ambos no pueden concebirse sin su entorno rural. Alcalá es la
ciudad y sus aldeas, sus núcleos dispersos en la pie de la paloma
desplegada que forma su territorio. Y Alcalá se despliega en el plano de las
calles que se extienden desde el cerro de la Mota hasta la Cruces y desde el
Llano de las Aves Frías a la Tejuela, pero no pueden olvidarse las calles de
campo que, antaño, salían de la fortaleza de la Mota y alcanzaban los núcleos
más dispersos, a través de caminos, veredas y senderos. Recorrer los campos
alcalaínos es percibir los peldaños de una historia que, en algunos casos, se
remonta a siglos anteriores a la prehistoria. Este es el caso del partido de campo de Cantera Blanca,
que era como se llamaban las divisiones territoriales que se implantaron desde
el siglo XVII. Como una manilla del reloj, los caminos radiales servían
de cuadrante espacial para ejercer los servicios o cumplir los deberes
cívicos, y al mismo tiempo cimentó la conciencia de pertenencia a la tierra
chica. Entre las divisiones de los 12
partidos de campo de la comarca o municipio alcalaíno, destacaba, a
mediados del siglo XIX, el de CANTERA
BLANCA, compuesto por varios núcleos:
dispersos como el de Villalobos, el de Cantera Blanca y el propio de la
Pedriza, que actualmente da nombre a los
dos últimos en detrimento de Cantera Blanca y la separación como aldea de
Villalobos. Escribimos lo siguiente sobre sus tierras: "Geológicamente
corresponde, como todo el término municipal de Alcalá la Real, por el corte
desde el Menchón hasta la Hondonera al Mioceno y a la subdivisión del Subbetico
septentrional y meridional, en el que se
detectan varias fases tectónicas de mayor o menor intensidad- la de mayor intensidad
durante el Tortoniense (...) es un paisaje alomado y plano, donde aparece una
gran llanura proveniente de la acción de varios arroyos y barrancos que
coinciden en esta área. Junto a cabalgamientos de materiales sobre materiales
triásicos encuentran alomamientos de
margas del Cretácico y Terciario.. O por la parte Norte de la Sierra se pueden encontrar cerros testigo
pertenecientes a restos no erosionados de cabalgamientos superficiales de unos
materiales sobre otros. Son tierras de muy buena calidad, pertenecientes a la
zona suroriental del término de Alcalá la Real, formado por un conjunto de
colinas cortadas de barrancos, cañadas y vertientes de aguas llovedizas,
cuyas partes más llanas se roturaron y
se convirtieron en tierras de secano, productoras de cereales, las cuales,
actualmente, han sido conquistadas por el
olivar en su mayor parte, salvo las partes de las cimas que conservan la
vegetación y flora del monte mediterráneo con predominio del encinar (Camello)
y algún que otro quejigo, alcornoque, y
fresno y algunas zonas de huertos y hortalizas junto a los arroyos y
pozos de extracción artificial que producen hortalizas, arbolado de frutas,
alamedas, etc. "
Pasear por
las tierras de Cantera Blanca es palpar la huella del homo neanderthalensis en
los cerros cercanos al Castellón, embaucarse en el espíritu legendario de las
alquerías musulmanas de Fuente Nubes y Bajacar, pisar las tumbas de los pueblos
de la Edad de los Metales en el Llano de los Muchachos, comprobar la huella
histórica en los extensos campos y los cortijos
de los primeros repartimientos del rey Alfonso XIII en las cercanías de
la actual Cantera Blanca y, posteriormente, los de Carlos V junto a las riberas
del arroyo de Palancares. Adentrarse por los cerros que suben a la cruz de
Matute es comprobar que la naturaleza transformó aquellos cerros mediterráneos
en planteras de olivos de los cortijos como La Perrera. Cantera Blanca es un
paisaje que cambió una zona cerealística, residual en las zonas más llanas, en
un mar de Minerva y amuñuñado por algunos
rincones de encinares. Mantiene el acceso a los pueblos norteños de la
provincia de Granada a través del camino
de Agreda y de Carboneras y los que conectan con el de los playeros. Pero ,
siempre con el encanto de que lo rural no se ha visto invadido por las
urbanizaciones de segunda vivienda de otros lugares del municipio alcalaíno.
Ceres venció por estos terrenos al urbano Mercurio.
En el siglo
XXI, el núcleo de Cantera Blanca es un canto de cisne dedicado a un sitio que
fue el centro de aquel entorno y partido, con la capilla casi desparecida,
y en otros tiempos desde el siglo XVI
dedicada a la Santa Cruz. Es un campo de esparragal sobre los restos de piedras de la cantera
blanca que surtió a los canteros de las portadas de los edificios religiosos
del patrimonio alcalaíno. Las roturas o recuras, como lo denominan los vecinos
del lugar, cultivan aquellos campos que dejan entrever algunos cerezos y
membrillos entre los olivos.
Cantera Blanca se yergue como testimonio histórico de la
influencia del sector primario en los núcleos rurales. Otro modelo son los núcleos que surgieron de ella : La
Pedriza y Villalobos. El campo y el preludio de villa. LA PEDRIZA
La Pedriza es
el tercer núcleo rural de la trilogía de Cantera Blanca que encuadra perfectamente con la edición
periodística de este primer trimestre
del año 2017. Parece como si este partido de campo incluyera como el anillo al
dedo, en aquel primer cuadrante del círculo en el que se dividieron hace siglos, tres aldeas alcalaínas para sus
administración hacendística, militar y civil. Y, conforme pasaron los años
asumiendo otros servicios como los escolares, sanitarios, religiosos,
deportivos y de muy diversa índole. Algunos
remontan este núcleo rural a una antigua “Ciudad de Nubes” que irradió
de la Fuente de su mismo nombre y del
entorno la ermita del Cristo del Perdón, parroquia de la Inmaculada Concepción.
Debe su nombre de la piedra del cerro sobre el que se levanta esta aldea. Este núcleo concentrado del mundo rural surgió a expensas de un antiguo camino real (
la actual carretera de Montefrío) y se adentraba hacia los cortijos y dehesas
de Fuente Nubes, lo que hoy es la calle
de la iglesia. Por otra parte su origen poblacional radica en que se instaló en
este sitio la gente procedente de la roturación de Chaparral y de
Fuente Nubes. Si tuviéramos que asignarle un momento histórico. se lo
fijaríamos con el proceso roturador de Carlos III; si lo quisiéramos datar con
un año exacto, este partido alcanza un
crecimiento muy significativo de
población a principios del siglo XIX. Y,
lo refrenda el padrón de 1802. Pues el núcleo de La Pedriza de Fuentes Nubes se
sitúa a la altura demográfica de Santa Ana, Charilla, Frailes o la Rábita. Y,
aunque el partido de campo se puede dividir en varias zonas con 122 vecinos o
viviendas y sus correspondientes 235 habitantes,
y nada menos que se constata como muestra de su importancia
administrativa la presencia de su alcalde pedáneo, residiendo en Cantera
Blanca, La Pedriza sobresale por encima
de los cortijos circundantes. Se le reconocen entre la población dispersa,
tomando la dirección desde la ciudad de Alcalá la Real hacia la Pedriza los cortijos de Platero, el Chaparral, Cortijo Nuevo, o de cerro Gordo; en
su ruedo, El Toril , Bajamar o Bajaca y el propio de Fuente Nubes; en la orilla del
Palancares hasta el limite de Granada, la Peña, Perrera, Fuente Hoyos, la Hoya
Baja, la Hoya Alta, Maleza Prieta, Conejeros, y cerro Cañete. Y los comentados
de Villalobos y, en ocasiones, algunos de la zona de la Venta de los
Agramaderos.
A mediados de siglo
XIX, la Pedriza estaba constituida por 46 casas, y no estaban definidas las
calles, como actualmente se encuentran. Destacaba la Fuente Nueva, un
nacimiento de agua potable, no muy abundante, pero suficiente para la vecindad.
Todavía se conserva dicho manantial ya
restaurado. Un siglo después, en La Pedriza moraban unos 665 habitantes dentro
de sus 185 casas. No todos vivían de la agricultura, aunque predominaban los
jornaleros, también estaban domiciliados y 12 labradores y algunos oficios,
como dos maestros, un talabartero, un carbonero, un zapatero, un barbero, un
carretero, un empleado, un albañil y un
panadero. A finales del siglo XX, se
había producido un fuerte movimiento migratorio y quedaban
466 habitantes. Y, acercándonos al tiempo actual rondan los 328
habitantes con un progresivo declive de casi cinco puntos cada cuatro años sin
los oficios anteriores.
Escribir la historia local de La Pedriza recuerda la conquista del progreso humano
social de un grupo muy ancestral del municipio alcalaíno. La Pedriza es mucho más que historia viva, hay vestigios que se remontan al homo neanderthalensis, alguna que
otra villa romana y visigoda disfrutaba de las aguas de sus arroyos, se encumbra en el mundo musulmán en medio de
tumbas mozárabes, leyendas orientales como la de Encina Leona, y hallazgos como
la lápida precalifal. Siempre estuvo imbuida por todos sus costados de alma de
frontera al estar rodeada de las atalayas de Gibralquite o Guadal quite o de la
antigua del Listán. Sus campos fueron cortijos de señores conquistadores como
el Chaparral de Nubes o tierra de repartimiento desde los altos de Fuente Nubes
hasta el Palancares; sus parcelas están marcadas por las series, trances y
suertes de la asignación de suerte del corregidor Francisco de Alarcón en
tiempos del emperador Carlos I.
Pero, si hubiera que reescribir su historia
contemporánea, sus hitos históricos se manifiestan en la culturización de
un zona que pasó del desarrollo
agrícola, la primera cultura del hombre sobre la tierra ( de ahí agri-cultura,
del monte a los campos de cereal , y del cereal al olivar) a la incorporación de su gente en los
grandes movimientos sociales y culturales. Ya, venció las condiciones adversas,
en 1849, y fue vanguardista en la implantación de las escuelas en las aldeas,
hoy es sede de un grupo escolar de primaria. Y eso que tropezaban con que
, los padres preferían ocupar a los niños en tarea agrícolas y(…) los
maestros mostraban falta de interés en
querer vivir en sitios incómodos, en los que se les diesen casas , porque se
componía de albergues inhabitables, que solo servían para los que están acostumbrados a la vida dura y
campestre[1]”.”No obstante, alegaban que lo hacían “ con respecto al número de
vecinos, con que cuentan y la necesidad de ilustrar a la juventud proponían a
José Carrillo Sánchez, morador en el mismo partido, como persona apta para
ejercer.
También fue
líder del movimiento social de las sociedades obreras alcalaínas, ocupando el
primer escalón sindical con su Esclavitud Emanicipada, una voz que alcanzó
muchas conquistas obreras a principio del siglo XX y llegó hasta los oídos de
Largo Caballero, ministro de la II República. Sus reivindicaciones se hicieron
eco en su red vial. Pues, a una
distancia de 8 Kilómetros del pueblo de Alcalá la Real, y situada en la ladera del Chaparral de Nubes
a unos 1.000 metros de altura, puede accederse por la A-335 en dirección
hacia Montefrío, el camino asfaltado de la Casería del Águila y otro
camino asfaltado a través de Cantera Blanca. Un observatorio
astronómico, sus instalaciones deportivas, la nave industrial municipal, la
escuela, el centro médico, el centro social y su iglesia, remozada y albergando
un restaurado retablo barroco procedente de la iglesia de la Veracruz, se yerguen en medio de un paisaje del olivar
y mechones de monte mediterráneo. [11:03, 6/10/2022] franciscomartinrosales: LA PEDRIZA
LA PEDRIZA SITUACIÓN, URBANISMO Y ACCESOS
A una distancia de 8 Kilómetros del pueblo de Alcalá la Real
, La Pedriza está situada en la ladera
del Chaparral de Nubes a unos 1.000 metros de altura. Se accede por
la A-335 en dirección hacia Montefrío, y
un camino asfaltado a través de Cantera Blanca. y otro camino vecinal. A
la calle central convergen varias calles
desde la ladera en el núcleo de la
Pedriza, pero también tiene algún hábitat disperso en Cantera Blanca, Cerro
Gordo, y en algunos lugares cercanos al
Cortijo el Águila.
SERVICIOS ACTUALES
El
servicio de agua se lleva a cabo desde
el manantial de Fuente Nubes dentro de la Unidad Hidrologíca de la Pedriza, con
algunos problemas de contaminación… [11:03, 6/10/2022] franciscomartinrosales: LA PEDRIZA
LA PEDRIZA SITUACIÓN, URBANISMO Y ACCESOS
A una distancia de 8 Kilómetros del pueblo de Alcalá la Real
, La Pedriza está situada en la ladera
del Chaparral de Nubes a unos 1.000 metros de altura. Se accede por
la A-335 en dirección hacia Montefrío, y
un camino asfaltado a través de Cantera Blanca. y otro camino vecinal. A
la calle central convergen varias calles
desde la ladera en el núcleo de la
Pedriza, pero también tiene algún hábitat disperso en Cantera Blanca, Cerro
Gordo, y en algunos lugares cercanos al
Cortijo el Águila.
SERVICIOS ACTUALES
El
servicio de agua se lleva a cabo desde
el manantial de Fuente Nubes dentro de la Unidad Hidrológica de la Pedriza, con
algunos problemas de contaminación, lo que le hace compartir el sistema
alternativo de la canalización de aguas de Alcalá la Real- Caserías de San
Isidro. Tiene un depósito rectangular de mampostería de 60 m cúbicos. Hoy día tiene Escuela
Primaria, Consultorio Médico, Dos bares-tienda, Pista deportiva. Nave
industrial. Almazara. Panadería. Ermita. Depósito de agua. Pista polideportiva.
Algunos remontan este núcleo rural a una
antigua “Ciudad de Nubes” que irradió de la Fuente y de la ermita. Y muchas veces comprende parte de
Valdegranada como en el Catastro de la Ensenada. Tras la desaparición de población Cantera
Blanca. Procede su nombre de la piedra
del cerro sobre el que se cementa esta
aldea, cuya fisonomía actual procede de principios del siglo XIX. Pues, es un
núcleo concentrado del mundo rural, que surgió a expensas de un camino rural
que partía de un antiguo camino real (
la actual carretera de Montefrío) y se adentraba hacia los cortijos y dehesas
de Fuente Nubes, lo que hoy es la calle
de la iglesia. ^Por otra parte su origen poblacional radica en que se instaló
en este sitio la gente procedente de la roturación de Chaparral de y Fuente
Nubes. A mediados de siglo XIX, estaba
formado por 46 casas, y no estaban definidas las calles, como actualmente se
encuentran. Destacaba la Fuente Nueva, un nacimiento de agua potable, no muy
abundante, pero suficiente para la vecindad. Todavía se conserva dicho manantial
ya restaurado.
Las calles actuales son la Iglesia, Toril, Cantón, Fuente Nubes, Chaparal , Alta, de
Simeón , de Lute, del Pocillo y don Fernando-. Barrio Bajo.
También hay una gran población dispersas, que vivía en
cortijos:
· Lizana
· El Cuerno/Tablero.
· la Ermita
· Hueltes. Es un
cortijo que debe su nombre a esta familia de Hueltes y se hallaba ya en 1750.
Curiosamente, a principios del siglo XIX es arrendado aa una familia de los
Piñas y ocultaron en dicho lugar a un hijastro de esta familia de los Hueltes
de nombre Fernando Hueltes.
· Platero.
· Chaparral de
Nubes. Pertenecía al convento de Monjas de Nuestra Señora de la Concepción de
la ciudad Loja. Se componía de los siguientes bienes. Una casa cortijo con dos
cuartos en bajo y cámaras, pajar , tinado
y corral con una higuera, de 20
varas de frente y ocho de fondo; y doscientas fanegas de tierra- 160 fanegas de
cereal de vecera de tres años y el resto de monte de encinar y quejigos-
lindaba por levante con tierras de don Antonio Utrilla, a poniente y norte con
tierras de los propios de la ciudad y al sur con tierras de don Eladio
Contreras, cura.
· Cerro Gordo,
que había varias piezas pertenecientes a diversos propietarios
-: Convento de la Trinidad ( 4 fanegas) de tres años de
producción y cuatro de secano y algunas
encinas.
· El cortijo del
Toril, que pertenecía a la capellanía
del presbítero don Fernando de Góngora,. Se componía de dos piezas- una de 75
fanegas y otra de 66 fanegas con pies de encina y quejigo-solía ser arrendado a
labradores de seis partes dos. Y se cobraba
260 reales. Tiene 3 bueyes, 4 vacas, 1
becerra, 1 yegua, 1 jumento, 1 jumenta, dos cerdas , 3 cerdos, 8 chotos, 2
lechones ty 7 ovejas,
· Cortijo de
Alamoso Bajo .
Peñuela Alta. La Peñuela es un cortijo que correspondió, en
la primera repoblación, a a los primeros
conquistadores de la ciudad de Alcalá la Real, los Narvez, que luego se
afincaron en Loja. Lo mantuvieron hasta el siglo XX. Nicolás Martín Cid,
labrador del cortijo de la Peñuela Alta
del cortijo de la Peñuela Baja, propiedad de don Francisco
Riquelme Y baja
· Caserías de
Torres
· Caserías del
Águila.
· Cortijo de Bajácar,
situado en el término de Valdegranada. Era propiedad de don Alonso Rico de
Rueda, vecino de Lucena.
· del cortijo de
Alamoso Alto en Palancares, de don Pedro José Góngora.
Pero aparecen el cortijo Nuevo, Platero, , de la Peña,
Perrera. Maleza Prieta y el de Camilo Torres.