La descripción de la zona de la Laguna nos sugiere una zona pequeña pantanosa, desde donde salen varios manantiales de agua superficiales, cubiertos y rodeados exteriormente de juncos, muy cerca del camino que viene de los actuales Canales, y cerca del camino real que se dirige hacia el de los Playeros; la Venta se encontraba cerca de esta encrucijada de caminos. Y no es de extrañar que su ubicación proviniera del asentamiento del antiguo ribat transformado en venta, y luego, ermita, ya que una capellanía de la familia de Alonso Ortiz disponía de ella a través de un capellán:
"la historia local contribuye a fundamentar la base del conocimiento global de los pueblos desde el estudio de los acontecimientos de las ciudades"
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martes, 31 de octubre de 2023
LA VENTA DE LA RÁBITA
domingo, 29 de octubre de 2023
ALFONSO LÓPEZ MARTÍN, UN ACADEMICO CHARILLERO
ALFONSO LÓPEZ MARTÍN, UN ACADEMICO CHARILLERO
La
Mota es una ciudad amurallada, con su fortaleza y sus arrabales, según me
cuentan en el nuevo diccionario adaptado militar. Pero, es el símbolo de los
alcalaínos, los presentes y ausentes; une más que otras insignias, entes y
creencias. No hay persona de nuestra diáspora que, al volver a su tierra, no
suba a su interior y disfrute de este conjunto majestuoso, y brillante como una
patena. Tuve la suerte, por los años noventa, de acompañar a Alfonso López
Martín. Le mostramos aquella ciudad que se reconstruía tras muchos
años de no haberla contemplado en su retina. Y, en medio de la conversación,
Alfonso con su verbo bondadoso y su pausado diálogo que se había aclimatado en
tierras americanas, me ofreció la biografía de un emigrante que pasó del
anonimato pueblerino al reconocimiento público de una población que le
consideró como su maestro. No le faltó tiempo para manifestarme que estaba
honrado de haber nacido en tierras charilleras del municipio
alcalaíno, y de gozar del fervor y afecto vecinal que le dispensaban
sus paisanos aldeanos, con los que compartimos aquella visita. No
era considerado públicamente ni con los parámetros de éxito histórico o social,
como otros famosos charilleros que habían triunfado a lo largo de la literatura, como el poeta
andalusí Ben Jakán, ni como el diputado Paco Parras, que logró cierta
popularidad en el mundo sindical y político en los primeros años de la
transición democrática por tierras catalanas. Pero, en aquel día, Alfonso fue ,
al menos para sus acompañantes de aquella visita , el gran descubrimiento de un
famoso personaje de nuestra comarca de la Sierra Sur.
Había
nacido un 14 de febrero de 1933 en Charilla, aldea de Alcalá la Real, y marchó a tierras americanas en 1966, donde se
casó con María Eugenia Meoño Bonilla de la que tuvo dos hijos Alejandro y
Esteban, que hasta estos días mantiene los vínculos y visitas por estas tierras
del Sur desde tierras americana, así como una defensora y divulgadora del
entorno de su marido .
En
nuestro caminar por Despeñacaballos y las plazas de la Mota, desgranamos sus
experiencias como catedrático de Lengua y Literatura y sus
investigaciones en los diversos terrenos de la Lingüística y Estudios
Interdisciplinares Culturales en la Universidad de Costa Rica, y su
agradable estancia en tierras en san Pedro de los Montes de San José de la
misma ciudad. Y, al llegar a las puertas de la abadía, me
quedé con su alma de hispanista universal cuando me comentaba el gran elenco de
estudios y artículos dedicados a los estudios
gramaticales y filosóficos. Me citó, en concreto, Psicogénesis
del lenguaje según Andrés Bello ( 1971), Concepción del lenguaje en el Fausto
de Goethe (1973), Protágoras, filósofo del desarrollo(
1973), Los sofistas: el no-ser a la Palabra ( 1975), El
estoicismo en el pensamiento Kantiano ( 1976), Entrevista con el Doctor
Leopoldo Zea ( 1978), Andrés Bello por los años ochenta sobre la
Academia, El problema metodológico de las enseñanza clásicas( 1990) La lengua
castellana ante el V Centenario del descubrimiento de América(1990),y una
gran cantidad de artículos dedicados a teorías gramaticales, y partes de la oración. Además, a
partir de esta fecha, se dedicó a una nueva etapa muy versátil
periodística en los diaios costarricenses de La Prensa Libre, La Nación, La
República y Diario Extra.
Dentro
de la iglesia abacial de Santa María la Mayor, me refirió sus libros
publicados que comprendían una gama variada que se
extiende desde el mundo clásico como las traducciones del El
Critón de Platón o La defensa de Sócrates hasta los muy numerosos
estudios sobre el uso y aprendizaje del lenguaje y la lengua
española sobre todo en Iberoamérica (Problemas
del lenguaje cotidiano I y II, El mundo de las palabras, El idioma:
cómo es y cómo hay que usarlo, Palabras por las que pregunta usted, editado
en 1997 ). No cabe duda que peribimos si admiración por el gramático Bello y nos citó su producción sobre este
autor: Andrés Bello, gramático y filósofo, Andrés Bellos y los errores
idiomáticos, y La redacción de la frase según la gramática de
Andrés Bello. Este lingüista, que para Alfonso, “es un
ideólogo, en parte ecléctico, pero frente a todos los autores y
corrientes, manifiesta una actitud crítica y un espíritu independiente y
original”
Al
bajar de la Mota, quedamos en la plaza del Ayuntamientos, y me entregó una
selección de sus últimos libros publicados de los
que tengo la fortuna de guardar como oro en
paño y auténtico tesoro de un alcalaíno universal.
Posteriormente,
tuve noticia que había sido nombrado miembro de la Real Academia de la Lengua
Española de Costa Rica sustituyendo a su anterior profesor Arturo Agüero.
También me pude enterar de que era miembro del Instituto o Costarricense de
Cultura Hispánica y la International Writers Association.
Su
bondad natural, que había mamado de las aguas charilleras, se resume
en estas palabras que nos sirven de recordatorio y enseñanza. “Tanto
para Kant como para el estoicismo consiste en un ideal de
estado de serenidad espiritual , según el cual el mal no reside en
la persona que lo hace, sino en nosotros mismos. Lo que caracteriza tanto al
estoicismo como el Kantismo es que son dos sistemas morales de acción. De ahí
el éxito que tuvieron en sus respectivas épocas. Los dos sistemas se
apoyan en concepciones físicas análogas: la física estoica para una, la de
Newton en el otro. Ambos sistemas morales salvaron a los espíritus sano de cada
una de las Épocas del epicureismo, en el primer caso: el
sentimentalismo blandengue en el otro”.
Alfonso
murió en los primeros días de Septiembre de 2005 a los 72 años en Costa Rica.
La prensa de este país lo recordaba como un español que conquistó, palabra a
palabra, a los costarricenses . Aludía un conocido programa televisivo que me
refirió el día de la visita cuando llegamos a las Casas de Cabildo de la Mota,
denominado El Mundo de la Palabra. Me regaló, incluso, un
video para que lo presenciara en vivo. Esta actividad no era sino fruto de su
experiencia en radiotelevisiva con el Fascinante mundo
del lenguaje en Canal 6, La filosofía de Andrés Bello en radio Universitaria
y Dime cómo hablas en Radio Continental.
Obtuvo
muchas distinciones como la de Caballero de Isabel la Católica en 1977 y Premio
de la Unión Cultural Americana 1n 1993, pero me quedo con estas palabras
de su amigo y colega filósofo Adolfo Constenla “Alfonso ha sido
desde hace muchísimos años quien ha dedicado con mayor entusiasmo y constancia
en nuestro país a la difusión y discusión de las normas idiomáticas
y lo ha hecho en los diarios, en la radio y en la televisión”. No podía ser de
otra manera, de tal tierra un hombre honrado, muy culto y
amable en excelencia y palabra.
martes, 24 de octubre de 2023
EL MAESTRO DE CAPILLA DIEGO DE BURGOS
El maestro de capilla (en alemán: Kapellmeister; en francés: maître de chapelle; en italiano: maestro di cappella) es un músico de experiencia y prestigio, siempre compositor, que forma, gestiona y dirige al grupo de cantores e instrumentistas responsable de la música sacra en los oficios de las iglesias, o de la música profana en las fiestas cortesanas. La denominación capilla de música se utilizaba en siglos pasados, sobre todo durante el Renacimiento y el Barroco, para aludir tanto al grupo musical mismo como al lugar donde este conjunto ensayaba y recibía clase del maestro. Esta denominación se empleaba tanto si el grupo era religioso como si era cortesano, aunque lo primero fue mucho más frecuente, particularmente en el Renacimiento. En algunas catedrales y palacios, la capilla de cantores podía diferenciarse de la de ministriles. Esta última, la capilla de ministriles, llegaba en ocasiones a tener su propio maestro.
Terminología[editar]
Las variantes ortográficas capellmeister y capelle para referirse a la orquesta o al coro,1 se encuentran a veces en las obras en inglés sobre los compositores que ostentaron el título.2345 La palabra Hofkapellmeister especificaba que el Kapellmeister trabajaba en la corte de un noble (Hof); un Konzertmeister ostentaba un cargo algo menor.6 En otros países europeos existían posiciones equivalentes y se denominaban con nombres equivalentes. En finés, kapellimestari sigue siendo la palabra principal utilizada para referirse a los directores de orquesta.
Historia[editar]
Durante la Edad Media y el Renacimiento, la organización gremial del trabajo artístico y su posición en la sociedad (que era la de artesano) determinaban la vida de los músicos: ingresaban de niños como cantorcicos (llamados seises en España, por ser ese un número frecuente de cantores infantiles), quedando desde entonces a disposición del maestro, con el que vivían. De él aprendían canto llano, contrapunto, a tañer un instrumento (frecuentemente órgano) y quizá composición. De adultos, su carrera era de cantores si no perdían la voz, de organistas o ministriles (músicos de viento) si habían adquirido dominio de instrumentos, y de maestros de capilla si eran los más dotados, capaces de ganar los concursos que convocaban las iglesias cuando había vacantes, o de tener suficiente prestigio como para ser reclamados por catedrales y capillas cortesanas.
Gracias a los reglamentos escritos de algunas catedrales, sabemos que las obligaciones del maestro de capilla eran entre otras las de custodia de la capilla física (lugar de los ensayos y las clases), de la que tenía la llave; impartir lecciones de las disciplinas ya citadas no solo a los cantorcicos, sino también a otras personas ligadas a la iglesia que las quisieran aprender; reclutar a cantores y músicos para garantizar el funcionamiento permanente de la capilla musical; frecuentemente alojar en su casa a los niños cantores y ocuparse de su educación general y manutención; componer, en fin, las piezas destinadas a fiestas especiales, como Navidad o Corpus Christi. El incumplimiento de las normas se castigaba con sanciones económicas, e incluso con la expulsión. Por supuesto, las funciones y obligaciones de los maestros de capilla fueron cambiando hasta el siglo xviii, siendo las descritas las que conocemos para el siglo xvi en España. También fueron aumentando las oportunidades de hacer carrera como músico sin una vinculación tan directa a las capillas musicales de las iglesias.
Compositores que ocuparon este cargo[editar]
Los ejemplos de maestros de capilla son muy abundantes: prácticamente todos los músicos importantes del Renacimiento y Barroco ocuparon ese cargo, a menudo tras recorrer el camino empezando como niño cantor: desde Palestrina, que fue maestro de capilla de San Giuliano de Roma, hasta Johann Sebastian Bach, que lo fue de la capilla cortesana del príncipe Leopoldo de Anhalt, es frecuente encontrar músicos notables de los siglos XVI al XVIII que ocuparon una o varias veces ese cargo.
Maestros de capilla españoles[editar]
(Lista no exhaustiva ordenada cronológicamente por fecha de nacimiento)
- Cristóbal de Morales (1500-1553), maestro de capilla de la catedral de Ávila (de 1526 a 1529) y de la catedral de Plasencia (de 1529 a 1532).
- Melchor Robledo (1510-1586), primeramente maestro de capilla de la Catedral-Basílica de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza y posteriormente, y hasta su muerte, de la catedral del Salvador de Zaragoza.
- Francisco Guerrero (1528-1599), maestro de capilla en la catedral de Jaén (de 1546 a 1549) y en la catedral de Sevilla (de 1574 hasta su muerte).
- Hernando Franco (1532-1585), sucesivamente maestro de capilla de las catedrales de Santiago de Guatemala (de 1570 a 1573) y de Ciudad de México (de 1575 a 1585).
- Pau Villalonga (fallecido en 1609), sucesivamente maestro de capilla en la basílica de Santa María del Mar (Barcelona) y en la catedral de Santa María de Palma de Mallorca.
- Tomás Luis de Victoria (1548-1611), maestro de capilla en Roma, en la iglesia de Santa María de Montserrat de los Españoles (en italiano Chiesa di Santa Maria in Monserrato degli Spagnoli).
- Joan Pau Pujol (1570-1626), maestro de capilla en la Catedral-Basílica de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza de 1595 hasta su muerte.
- Josep Reig (1584-1674), maestro de capilla en la basílica de Santa María del Mar (en Barcelona) de 1618 hasta su muerte.
- Juan Gutiérrez de Padilla (1590-1664), maestro de capilla de 1617 a 1622 en España y, de 1622 hasta su muerte, en el virreinato de Nueva España (en las Américas). En lo referente al período peninsular (1617-1622) primero fue maestro de capilla en la colegiata de Jerez de la Frontera antes de ser maestro de capilla de la que en aquella época era todavía la catedral de Cádiz, hoy en día «iglesia de Santa Cruz» (la construcción de la actual catedral de Cádiz fue comenzada hacia 1722). En América, en el virreinato de Nueva España, fue el maestro de capilla de la catedral de Puebla de 1622 hasta su muerte.
- Miquel Rosquelles (fallecido en 1684), maestro de capilla de la basílica de Santa María del Mar (Barcelona) de 1674 hasta su muerte.
- Juan Pérez Roldán (1604-1672), maestro de capilla en el Real Monasterio de la Encarnación (en Madrid) y en el Monasterio de las Descalzas Reales (también en Madrid).
- Urbán de Vargas (1606-1656), sucesivamente maestro de capilla en diferentes colegiatas y catedrales.
- Pablo Bruna (1611-1679), maestro de capilla de la Colegiata de Santa María la Mayor y de los Corporales de Daroca de 1631 hasta su muerte en 1679 (Daroca era su ciudad natal).
- Gracián Babán (fallecido en Valencia en 1676), maestro de capilla primeramente en Zaragoza y posteriormente en Valencia.
- Cristóbal Galán (1615-1684) fue maestro de capilla a mediados de la década de 1650 en Cagliari, en Cerdeña, y de 1656 a 1659 en Morella (ya en España). A partir del año 1680, y hasta su fallecimiento, fue maestro de capilla en la corte, en la prestigiosa Capilla Real de Madrid.
- Sebastián Alfonso (1616-1692), maestro de capilla en la Catedral de Jaca, Catedral del Salvador de Albarracín, Catedral de Santa María y San Julián de Cuenca y Catedral del Salvador de Zaragoza.
- Juan Cererols (1618-1680), maestro de capilla del monasterio de Montserrat de 1648 a 1678.
- Diego de Cáseda (1638-1694), maestro de capilla en Tudela, Viana y Logroño y, finalmente, de 1673 hasta su muerte en 1694, en la catedral de Zaragoza. Era el padre de Blas de Cáseda y de José de Cáseda, quienes, al igual que él, se convirtieron también en reputados maestros de capilla.
- Blas de Cáseda (fallecido en 1748), hijo de Diego de Cáseda y hermano de José de Cáseda. Blas fue primero maestro de capilla de la colegiata de Vitoria y, finalmente, de la catedral de Santo Domingo de la Calzada de 1704 hasta su muerte, en 1748.
- José de Cáseda (siglos XVII y XVIII, fechas desconocidas de nacimiento y de muerte), fue hijo de Diego de Cáseda y hermano de Blas de Cáseda. José fue, sucesivamente, maestro de capilla de las catedrales de Calahorra, Pamplona, Zaragoza y Sigüenza.
- Pedro de Ardanaz (1638-1706) fue maestro de capilla de la catedral de Pamplona y más tarde, y hasta el final de su vida, de la de Toledo.
- Alonso Xuárez (1640-1696), sucesivamente maestro de capilla en la catedral de Cuenca (de 1664 a 1675), en la catedral de Sevilla (de 1675 a 1684) y de nuevo en la catedral de Cuenca (de 1684 a 1696).
- Tomás de Torrejón y Velasco (1644-1728), maestro de capilla en la catedral de Lima (virreinato del Perú) desde 1676 hasta su muerte.
- Juan Barter (1648-1706), maestro de capilla primeramente en la catedral antigua de Lérida y seguidamente, de 1682 a 1696, en la catedral de Barcelona.
- Clemente Barrachina (siglo xviii, fechas desconocidas de nacimiento y de muerte), maestro de capilla de la catedral de Albarracín de 1675 hasta su muerte, acaecida en 1727 o, tal vez, 1728.
- Francesc Espelt (fallecido en 1712) fue maestro de capilla de 1690 a 1699 en la basílica de Santa María del Mar (Barcelona) y de 1700 a 1702 en la Colegiata Basílica de Santa María de la Aurora (Manresa).
- Josep Gaz (1656-1713), maestro de capilla en la basílica de Santa María de Mataró de 1675 a 1685, en la basílica de Santa María del Mar (en Barcelona) de 1685 a 1690 y en la catedral de Santa María de Gerona de 1690 a 1711.
- Sebastián Durón (1660-1716), sucesivamente maestro de capilla en las catedrales del Burgo de Osma y de Palencia y, durante diez años, en la prestigiosa Capilla Real de Madrid.
- Miguel de Ambiela (1666-1733), maestro de capilla en diferentes iglesias y colegiatas, entre ellas la Catedral de Jaca, la colegiata de Santa María de los Sagrados Corporales de Daroca, la catedral de la Seo Vieja de Lérida y la Catedral-Basílica de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza.
- Francisco Valls (1671-1747), maestro de capilla de 1696 a 1726 en la catedral de Barcelona.
- Joaquín Martínez de la Roca y Bolea (1676-1747), maestro de capilla en la Catedral-Basílica de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza de 1699 hasta su muerte.
- Pau Llinás (1680-1749), maestro de capilla en la basílica de Santa María del Pino (en Barcelona) de 1711 hasta su muerte.
- José de San Juan (1685-1747), maestro de capilla en Madrid, primero en la Capilla Real de Madrid de 1708 a 1711 y después en el monasterio de las Descalzas Reales de 1711 hasta su muerte.
- Jaume Casellas (1690-1764), maestro de capilla de la catedral de Toledo de 1733 a 1762.
- Juan Francés de Iribarren (1699-1767), maestro de capilla de 1733 a 1766.
- José Español (fallecido en 1758), maestro de capilla en la iglesia parroquial de Santo Tomás Apóstol, en Haro (La Rioja), de 1731 hasta su muerte.
- Josep Mir i Llussà (nacido hacia 1700 y fallecido en 1764), sucesivamente maestro de capilla en Segovia, Valladolid y Madrid.
- Joaquín García de Antonio (1710-1779), maestro de capilla en la Capilla Real de Madrid de 1735 hasta su muerte.
- Domingo Terradellas (1713-1751), maestro de capilla en Roma, en la iglesia de Nuestra Señora del Sagrado Corazón (en aquella época denominada San Giacomo degli Spagnuoli : «iglesia de Santiago de los Españoles»).
- Antonio Cavallero (1728-1822), maestro de capilla de la Capilla Real de Granada de 1757 hasta su muerte.
- Pablo Esteve (1730-1794) fue maestro de capilla para la casa de los Duques de Osuna en los años 1760.
- Antonio Rodríguez de Hita (1722-1787), sucesivamente maestro de capilla en la catedral de Alcalá de Henares, en la catedral de San Antolín de Palencia y en el Real Monasterio de la Encarnación (Madrid).
- Antonio Abadía (fallecido en Burgos en 1791), maestro de capilla de la catedral de Burgos de 1780 hasta su muerte.
- Fabián García Pacheco (1725-1808), maestro de capilla de 1756 a 1770 en la iglesia de la Paloma (sobrenombre popular por la calle en que se ubica, la calle de La Paloma, en Madrid, pero cuyo nombre oficial es « iglesia de la parroquia de San Pedro el Real »). De 1770 hasta su muerte fue maestro de capilla en el convento de Nuestra Señora de las Victorias, un convento situado en Madrid y hoy en día desaparecido.
- Francisco Javier García Fajer (1731–1809), maestro de capilla de la catedral de Zaragoza de 1756 hasta su muerte.
- Francesc Queralt (1740-1825), maestro de capilla de la catedral de Barcelona de 1774 a 1815.
- Carlos Baguer (1768-1808), maestro de capilla de la catedral de Barcelona.
- Ramon Aleix i Batlle (1784-1850), maestro de capilla de la basílica de Santa María del Mar (en Barcelona) de 1819 hasta su muerte.
- Mateo Ferrer (1788-1864), maestro de capilla en la catedral de Barcelona de 1830 hasta su muerte.
- Ramón Vilanova (1801-1870), maestro de capilla de la catedral de Barcelona de 1830 a 1833.
- Nicolau Manent (1827-1887), maestro de capilla de la parroquia de San Jaime de Barcelona de 1851 hasta su muerte.
- Bonaventura Frigola (1829-1901), maestro de capilla durante los años 1852 y 1853 en el monasterio de San Esteban, en Bañolas. De 1854 a 1858 fue maestro de capilla de nuevo, pero en la basílica de Santa María de Castellón de Ampurias, que es la iglesia de Castellón de Ampurias, su ciudad natal. Ocupó finalmente el mismo puesto en Barcelona, en la basílica de la Merced, de 1881 hasta su muerte.
- Ildefonso Jimeno de Lerma (1842-1903) fue maestro de capilla en Santiago de Cuba en 1861 (por lo tanto, antes de la independencia de Cuba) pero en la década de 1870 abandonó el puesto para convertirse en el primer organista de la Colegiata de San Isidro (en Madrid).
- Antonio Félix Lozano González (1853-1908), maestro de capilla de la Catedral-Basílica de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza de 1883 hasta su muerte.
- Vicente Ripollés (1867-1943), sucesivamente maestro de capilla en la catedral de Tortosa, en el Real Colegio Seminario del Corpus Christi (en Valencia), en la catedral de Santa María de Valencia y en la catedral de Santa María de la Sede de Sevilla.
- Eduardo Torres (1872-1934), sucesivamente maestro de capilla en la catedral de Tortosa y en la catedral de Santa María de Valencia.
- Rafael Salguero Rodríguez (1875-1925), sucesivamente maestro de capilla en las catedrales de Málaga y de Granada.
- Juan Francisco Agüeras González (1876-1936) fue maestro de capilla en la Catedral-Basílica de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza de 1903 hasta su muerte.
- Antonio Massana (1890-1966) fue maestro de capilla en la iglesia de los Jesuitas de Barcelona.
- Norberto Almandoz Mendizabal (1893-1970), sucesivamente maestro de capilla de las catedrales de Orense y de Sevilla.
- Eduardo Soler (1895–1967), sucesivamente maestro de capilla en la colegiata de Santa María de Gandía, en el Real Colegio Seminario del Corpus Christi (en Valencia) y en la catedral de Santa María de Valencia.
- Joaquín Broto (1921-2006), sucesivamente maestro de capilla de la catedral de Barcelona y de la catedral de Santiago de Compostela. Lo fue también en Zaragoza, ciudad en la que el puesto lo ocupó en dos templos: la catedral del Salvador y la basílica de Nuestra Señora del Pilar.
- Pedro Aizpurúa Zalacaín (1924-2018), maestro de capilla de la catedral de Valladolid desde 1960 hasta su fallecimiento.
- Miguel Ángel Roa Leal maestro de capilla y organista de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Villacarrillo, desde 1921 hasta 1962.