CAPITULO X DEL ESCRIBANO PINTOR.
El
oficial escribiente de Gómez Muñoz no perdía tiempo alguno en anotar las anécdotas y los acontecimientos paralelos
que le acontecían a su señor,
relacionados con el entorno y la clientela de su escribanía. Reutilizaba los folios vueltos de las cuentas anteriores
para llevárselos a su casa y redactar pequeñas historias; anotaba, pormenorizadamente y con fechas, todo lo que acontecía en todos los ambientes de la ciudad. En esta
ocasión, mientras su amo se dirigió a la
iglesia, se entretuvo en anotar algunos
aspectos que le había encargado relacionados con una venta de esclavos.
Era frecuente-
decían desde tiempo inmemorial- la venta de esclavos en el mercado de la plaza
Alta de la Mota, pero siempre entre personas privilegiadas y poderosas y
comerciantes venidos de Granada o de otros lugares. El escribiente, en sus
cuadernos privados, tenía anotado el
hecho de que se remontaba este comercio a la época de la Alcalá de Aben Zayde: eran , principalmente, los cautivos cristianos en territorio musulmán, y muchos custodiados en las mazmorras fortaleza de la Mota. También,
señalaba que, posteriormente, los había de diferente clase, aspecto y procedencia: los
blancos, en su mayoría, eran los moriscos; los negros, que habían sido cogido en alta mar o campañas contra los turcos o los territorios musulmanes del Norte de África,
y los mulatos, que ofrecían una singularidad especial
y los señalaban, en los textos de los protocolos notariales, en la mayoría de las ocasiones con tez de membrillo.
Ahora corrían los tiempos posteriores a la guerra de las Alpujarras con la que se había incrementado el número de esclavos moriscos. Muchos de ellos habían caído a manos de capitanes a causa de los muchos botines – y eso que estaba prohibida la trata de esclavos por las disposiciones reales-. En un folio vuelto con números de grafía latina, comprobaba el precio de antiguos contratos de esclavitud, donde anotaba las operaciones básicas de suma y resta, plazos y pagos de demora; ahora, tras el alza de los años anteriores a la contienda, su precio se había devaluado casi a la mitad, de modo que una esclava joven con todo un porvenir por delante y capacidad reconocida para ejercer los servicios domésticos, no venía a costar más de cincuenta ducados.
Ahora corrían los tiempos posteriores a la guerra de las Alpujarras con la que se había incrementado el número de esclavos moriscos. Muchos de ellos habían caído a manos de capitanes a causa de los muchos botines – y eso que estaba prohibida la trata de esclavos por las disposiciones reales-. En un folio vuelto con números de grafía latina, comprobaba el precio de antiguos contratos de esclavitud, donde anotaba las operaciones básicas de suma y resta, plazos y pagos de demora; ahora, tras el alza de los años anteriores a la contienda, su precio se había devaluado casi a la mitad, de modo que una esclava joven con todo un porvenir por delante y capacidad reconocida para ejercer los servicios domésticos, no venía a costar más de cincuenta ducados.
En esta
ocasión, el escribiente se dirigió a la casa del cura Pedro Ruiz de Carvajal,
que actuaba en nombre del capitán Martín de Aranda, para venderle a otro clérigo
el doctor don Fernando de Tordesillas una esclava joven. Antes de salir, ojeó primeramente el cuaderno y tenía anotada la
marcha del corregidor Gómez de Mesía a
la guerra de las Alpujarras en 1568, la lista de la leva de los
servicios de los soldados alcalaínos que lucharon en
Bentomiz y en las cercanías de Loja y Alhama; y los nombres de los capitanes,
entre ellos Juan de Aranda Figueroa y Rodrigo de Aranda. Luego, Cruzó
la plaza Baja y, subiendo la calle del Castillo, se adentró a una vivienda por
su puerta dintelada. En un cuarto bajo, le tomó los primeros apuntes:
-Señor
cura, vengo a tomarle los datos básicos de su contrato de compraventa de la esclava del capitán don Martín de Aranda. Lo hago por orden de mi señor, porque se encuentra apurado
de tiempo y no puede recibirlo hasta mañana.
-Anote
todo lo que le vaya diciendo. En primer lugar, "me comprometo a cumplir con los
pagos para Santa María de Agosto del año
próximo".
-Puesto
está. Dígame el nombre de la esclava,
nación y edad- le interrumpió el oficial de escribanía.
-Cecilia,
morisca y de 11 años-le dijo el cura, mientras leía el contrato anterior que sacó
del bufete de su armario, una especie de guía.
-Con
esto me basta. Nada más con estos datos puedo empezar a levantar el contrato.
-Bueno,
se le olvida el precio que estipulo, a
saber, 50 ducados, ni un maravedí más ni menos.
Mientras
caminaba calle abajo hacia la Plaza alta, el escribiente se preguntó por qué no le había requerido al cura de dónde procedía la esclava, sus cualidades físicas, religiosas y morales y, por curiosidad, algunos aspectos que no le habían quedado claros. Volvió,
de nuevo, a la casa del presbítero. Y le dijo :
-Perdone que le vuelva a molestar,
pero este capitán Martín de Aranda, que usted representa, ¿qué relación tiene
con nuestro capitán Juan de Aranda Figueroa?
- Aranda es. Y procede la rama alcalaína
de Rodrigo Alonso de Aranda, en concreto su hijo tercero, Pedro de Aranda. Muy
relacionado con Porcuna , porque se casó con una hidalga de esa villa, y, por eso, se enroló con los Valdivia. Es hijo de Francisco de Aranda y de Elvira de Segovia desempeñó el cargo de
capitán en Orán y en los tercios de
Flandes y, su participación fue muy activa en la Guerra de las Alpujarras con
las tropas de Felipe II.
-Ah, entonces, ya sé de quien
proviene. Gracias, me voy a la tienda. En el cuaderno de los linajes hidalguías, lo tengo
localizado.
Salió
corriendo por el mesón de los Aranda de la Plaza Baja, saludó a los boticarios
Quesada y al otro Andrés de Aranda, también lo hizo a María de Aguilera en la tienda y torre del argamasón, y se adentró
en su escribanía tomó su cuaderno de linajes. Y se dijo así mismo iba leyendo : “ Todos Aranda, Aranda hasta en la sopa.. Comienzo con el padre: Juan
Guillén de Aranda casó con Lucía
de Villalobos. Ya tengo el padre : este que tuvo un hijo, el que buscamos, Martín de Aranda Villalobos,
natural de Alcalá Real, casado con Beatriz
de Arroyo y Valdivia, de Porcuna donde viven. Este a su vez tuvo varios : - Juan, , casado con María de Varona
y María de Córdova; otros fueron Rodrigo Alonso,
Francisco; el cuarto Diego, Capitán, Alcaide de Orán, casado con Isabel de
Rueda; el quinto Cristóbal; , el
último, Hernando de Aranda y Valdivia, que combatió en
Orán, Italia, y Alemania, conquistador de Chile; y ahora es encomendero de La Imperial y
Valdivia desde 1565, casado con Bartolina de Miranda y Marañón”.
-Ya se lo dije a
mi señor Góme Muñoz. Era un hombre importante. Y él , sin embargo, ni se entera los amores lo tienen frito: anda con la cabeza en el mundo de babia. Y lo que no son
amores. Esas letras lo han vuelto loco, las lee y relee diariamente. Ordena, vuelve a revisar. Y de vez en cuando, pinta una escena en los libros de notaría.