EL DÍA DE LA DIÁSPORA
Durante muchos años se celebraba dicha fecha por los conquistadores a bombo y platillo y con un programa surtido de actos festivos y religiosos. Sin embargo, un profundo silencio invadía en todas aquellas familias que huyeron, sin más hato que el puesto, y sin otra comida que la poca fruta silvestre que podían recoger en los linderos de las veredas y coladas que se dirigían hacia Castillo de Locubín, Frailes y, sobre todo, Valdepeñas. La tragedia invadió en muchos rincones de la comarca.
Esta encrucijada de huida, con nombre de "desbandá", “espantá” o “despantá”, suele ser recordada y homenajeada en otros lugares de Málaga por el mayor número de personas que se vieron obligadas a dejar sus hogares en dirección a otros municipios costeros en poder de los republicanos. No se queda corta la diáspora alcalaína teniendo en cuenta que la población de Alcalá la Real alcanzaba las 25.000 almas, a las que había que añadir los nuevos vecinos que se alojaron hasta aquel día triste en estas ciudades procedentes de otros municipios granadinos del sector noroccidental, sobre todo de Montefrío y Pinos Puente.
Faltaría papel para recoger los relatos de todas las historias y vivencias que acontecieron a todos estos fugitivos por miedo a perder la libertad. Los hubo niños que estuvieron a punto de ser reenviados a las tierras rusas, jóvenes que se enrolaron en el nuevo ejército militarizado de tiempos de Largo Caballero; familias enteras que se alojaron primero en las villas de Valdepeñas, y, en posteriores etapas, en casas particulares, iglesias, orfanatos, conventos y otros edificios oficiales de la capital jiennense y en cortijos de la campiña y de otros pueblos de la Sierra Sur. Algunos ya no volvieron a sus tierras y se vieron enrolados en otras guerras defendiendo la democracia frente al fascismo; otros fueron emigrantes en tierras catalanas, europeas o mexicanas durante toda la dictadura y no volvieron a su tierra hasta los nuevos tiempos de la democracia; para otros el regreso a su tierra fue fatídico , porque le esperaban la cárcel o la muerte; y, para la mayoría, los años del hambre, la humillación y la persecución en los campos de concentración y en los batallones de trabajo.
Se acerca casi a un siglo de este acontecimiento y todavía algunas generaciones retienen en su retina aquella escena que entre el bombardeo ascendía por la colada de Valdepeñas para buscar una tierra prometida. A algunos les vendría bien repasar estas tristes páginas para no repetir las fronteras por otros lugares hispanos. Estas dos Alcalá reflejan perfectamente a lo que pueden conducir la desunión, la guerra y la ruptura del orden constitucional, Y más, en estos tiempos, en los que se echan en cara la palabra golpe. Historia, magistra vitae, qué duros somos de mollera para caer en la misma piedra.
CAPÍTULOS DEL LIBRO DE BATMALA SOBRE LOS
DÍAS DE LA DIÁSPORA
El
30 AGOSTO Y LOS DOS PRIMEROS DÍAS DE OCTUBRE
El 30 de septiembre de 1936, las tropas rebeldes
entraron en Alcalá por la carretera de Montefrío. Así decíamos[1]:
Reforzado el
flanco Sur y con estas avanzadillas, se propone el objetivo fundamental: la
ocupación de la plaza de Alcalá
Tomaron la parte sureste de las tierras del término de
Alcalá sin recibir apenas resistencia alguna por parte de los efectivos
militares del ejército republicano. Pues muchos aldeanos, principalmente los de
la aldea de
“Entre tanto, en las eras del pueblo bulle el sordo
rumor de la gente acampada. Son los soldados que velan armas la víspera de la
pelea. Nuestra columna tiene un gran número de camiones, que, espaciados,
suponen una distancia de varios Kilómetros. El camino es una carretera en
construcción y con algunos trozos en pésimo estado, lo que hace que la marcha
sea más lenta de lo que la impaciencia y el entusiasmo de todos querrían.
La primera resistencia se aprecia pasado el puente
Mármol, volado por los rojos. Antes hemos pasado por el de Morones, que,
después de romperlo todo por los extremistas, fue recompuesto por ellos mismos.
Los ingenieros restablecieron rápidamente el paso por el puente del
Mármol, y terminado su trabajo un grupo
de enemigos comienza a tirotear a la columna. Despliegan los Regulares y con un
arrojo insuperable aplastan casi instantáneamente,
la resistencia roja. Son unos momentos de fuego de fusilería y ametralladora, a
los que se une una la eficaz colaboración
de los aparatos del Ejército nacional, que vuelan sobre el campo, y son
frecuentemente, a lo largo de la ruta, saludados con aplausos por los
soldados”. Un poco exagerada resulta la cifra señalaba por el cronista de
guerra de más de cien muertos, además de la ocupación de dos camiones, una
ametralladora, un cañón de ametralladora, y municiones. . “Prosigue el
camino, ahora con mayores dificultades. La lluvia que desde hace ya un largo
rato cae sobre nosotros forma un espeso
barro que inmoviliza a los coches en el camino. Muy difícil caminar de pie,
porque la barro arcilloso se adhiere al calzado, a veces en cantidades que
llegan a imposibilitar la marcha o la hacen muy penosa. Para coronar la cuesta
de la divisoria entre Montefrío y
Alcalá, nos vemos con la precisión absoluta de empujar los coches. Unos
campesinos ofrecen unos pares de mulas y brindan., además, el esfuerzo de sus
brazos. Los soldados empujan a la
formidable mole de los camiones sobre los que carga la artillería y logran, al
fin, que la penosa cuesta quede atrás. Les
queda buen humor para engalanar las piezas. En una florecen dos magníficos
girasoles cogidos de un huertecillo. De la boca de otra pende un cuadro de san
Miguel, que estaba en la ventilla, propiedad de un socialista.
Es curioso. En
esta venta aparecieron dos cosas, principalmente: cuadros de Santos y Prensa de
Madrid, “Política” y “Mundo Obrero” impresos ambos en la imprenta “El Debate”,
y otros papeluchos igualmente revolucionarios. Los soldados ven los titulares,
ríen, insultan y tiran los periódicos. Y guardan las imágenes de los
bienaventurados.....”
Las tropas
rebeldes siguieron por el camino de la carretera de Montefrío, donde les
esperaban las guardias de los milicianos de la aldea. Apostados en el Castellón
y en los cerros de alrededor, al ver el gran volumen de la tropa facciosa
y a los vecinos que venían huyendo de
los cortijos de
Además la artillería hizo estallar los cañones sobre
las lomas inmediatas de la aldea-Chaparral de Nubes, Alamoso, Castellón...Con
el estallido de los obuses, se producía inmediatamente la correspondiente huida de los milicianos y simpatizantes republicanos hacia
Alcalá
En
Alcalá, por la mañana sonó la sirena
anunciando los ataques aéreos a las
primeras horas de la mañana; desde Villalobos, se divisaba perfectamente
las parejas de aviones que provenían del aeródromo de Armilla de Granada. Pues,
muy de temprano, al amanecer la
aviación hizo un fuego de castigo en
diversos puntos de la ciudad provocando el desconcierto entre la población
con el estrepitoso zumbido de sus
motores. A las nueve de la mañana, por segunda vez, la aviación
nacionalsindicalista, de nuevo bombardeó
la ciudad, provocando la inmediata
reacción de huida. Con más voluntad que eficacia, los grupos de milicianos, trataban
de derribar los aparatos, desde sus puestos de guarda, principalmente en
Mientras tanto, gran parte de los vecinos se escondió
en cuevas y en artificiales refugios de
dentro y fuera de la localidad, según comentaba un testigo “los
aparatos sueltan pesadas cargas causando daños y desperfectos en la población y
en vidas humanas”. Unas horas después, este era el paisaje de Alcalá y sus
alrededores” En el pueblo van
penetrando varios grupos de gentes que abandonaban sus hogares por miedo a los
que acometían para posesionarse en él; se acrecentaba el pánico de tal forma
que infinidad de familias, bien o mal equipadas, se preparaba para el abandono
de sus hogares. Los contingentes de hombres, mujeres y niños se multiplicaban
cada hora que transcurría, y tomando las salidas libres se encaminaba hacia
otros pueblos que estuvieran más separados de este constante peligro,
refugiándose algunos a centenares de Kilómetros”.
ENTRE EL
MIEDO Y
Los primeros en salir
fueron los vecinos de Alcalá, después los milicianos de otros pueblos y, por último, la compañía
de Infantería de Marina. Estos últimos, montados en camiones, se aprestaron a huir de la ciudad alcalaína por
la carretera de Alcaudete. Para ello, se sirvieron del parque
automovilístico y pesado de las ciudades del sur de Jaén y de los chóferes de
Es curioso como la manipulación bélica describió esta
fase de la guerra en la comarca. Pues, el soldado y escritor Soriano Marco
decía en su libro “Patriotas Españoles” en 1937:
La noche
anterior antes de llegar nosotros, ya había huido la mayor parte de la fuerza
roja, desatendiendo las órdenes de los jefes. El mismo día, a las dos de la
tarde, Pancho Villa, con una cortesana a cada brazo, marchaba por las calles de
la población exclamando con ira. ¡Granujas, me habéis abandonado!” Hasta su
coche se lo quitaron, y hubo de
emprender la huida a campo atraviesa con dirección al Castillo de Locubín. Esta
fue la terminación del poderío de un cabecilla rojo, ridículo final de un
representante nada menos del gobierno de Madrid”[4].
Algunos
alcalaínos dudaron entre salir de la ciudad o quedarse en sus casas,
sobre todo, algunos sindicalistas que no habían destacado en su labor política.
Los que no habían resaltado en ningún
bando mantuvieron la decisión de
permanecer en ella, pero los que habían sido miembros de algún sindicato o
simplemente votaron al Frente Popular, en su mayoría, abandonaron la
ciudad Los hubo que, creyendo que eso no
era motivo de represalia alguna su pertinencia política o sindical, tras una marcha incipiente, regresaron a Alcalá. Malas consecuencias les trajeron
posteriormente, pues alguno de ellos fue
fusilado[5].
Entre los huidos el primer en morir fue
Julián Castillo Talavera, un anciano que con su esposa, cerca del Guadalcotón
fue encontrado por su propio hijo, que marchaba entre los grupos hacia el
exilio, tendido en la cuneta el camino
con varios tiros sobre su cuerpo y al que su hijo le colocó un manto sobre su cuerpo destrozado. Durante el
trayecto, el comentario de los milicianos se dividía entre los que consideraba
que había sido abatido por el fuego de una avioneta y los que apostaban que
había sido víctima de una emboscada por parte de un vecino de una cacería que
existía en las inmediaciones.
Entre la huida de más de cinco mil vecinos y el ataque final de los facciosos, se produjo un silencio sepulcral. Los que se
habían quedado se encerraban en los más insólitos lugares, hubo
niños que lo hicieron hasta en tinajas, otros se mantenían en refugios,
cuadras y pajares a la espera de salir
de sus escondrijos y recibir las
tropas rebeldes.
Estas venían pisando los pies a los huidos de las aldeas alcalaínas y se
dividieron en varias columnas de ocupación de la ciudad para acometer el asalto
final: los Regulares quedaron encargados de
proteger el flanco de la columna que iba a llevar a cabo la conquista
definitiva de la ciudad; lo hizo desde
Entraron, al
principio, en dos direcciones, unos rodearon el cerro de
La metralla junto con las bombas se sintió caer en muchos lugares provenientes
de las baterías antiaéreas. Posteriormente, tras la comida, hacia las
cinco de la tarde, las tropas de infantería nacionales peinaron el pueblo
mientras repiqueteaban sus fusiles con el fuego de ametralladora. Al caer la
tarde, los barrios altos quedaron sumidos en el mayor sigilo y miedo, cerrando
los vecinos las puertas ante cualquier
visita; en los barrios medios de la ciudad, tras los primeros momentos de
vacilación ante lo imprevisto y fulminante asalto, a eso de las cinco de la tarde comenzaron a
abrirse las puertas de la ciudad. Ante los gritos de “España, Arriba España” que gritaban los soldados, salían algunos
vecinos y este grito era respondido por estos mismos
que se habían quedado ocultos en sus casas. Soriano Marco lo relata en similares
términos:
“Son alrededor
de las seis y media. Las casas están solitarias, el pueblo sumido en el más
grande silencio. El Ejército nacionalista comienza a lanzar estentóreos vivas a
España. Por cierto, luego me contaron unos vecinos sobre esto que, desde el
interior de las casas, herméticamente cerradas, les pareció oír: “¡Viva
Azaña!”, por cuyo motivo no se atrevían a salir, temiendo tratarse de una
revuelta entre los mismos rojos ante la inminente llegada de los nacionalistas.
Sólo cuando pudieron percibir bien: “¡Viva España!” se dieron cuenta de la
equivocación. Entonces, se abrieron ventanas, puertas. La gente, llorando de
emoción, ya en la calle se abrazaba a los soldados. Más tarde, las campanas del
Castillo de
Entre abrazos,
soldados y algunos vecinos alzaban los brazos en ademán fascista. Parecía que,
a muchos, el túnel del tiempo les había
olvidado sus pasados liberales, y, de la noche a la mañana, se trasformaron en
seguidores del nuevo movimiento de Franco.
EL ASALTO FINAL
Un soldado alcalaíno, como muestra de recompensa y orgullo, abrió con
su mosquetón las puertas del
Ayuntamiento y con una pequeña escuadra fue revisando cada una de las
dependencias de aquel edificio público por si quedaba algún soldado republicano escondido. Y, a
continuación estos primeros soldados ocuparon el ayuntamiento, donde se
instalaron provisionalmente los jefes militares de
Lo primero que las tropas rebeldes hicieron, fue requisar todos los
camiones y coches de las columnas de
Pancho Villa y ocupar los centros operativos y oficiales de los partidos y
sindicatos (las iglesias convertidas en garajes, hospital y cocinas, los conventos de Cristo Rey, Dominicas,
Rosario y Trinidad, el Palacio Abacial,
“..la acción del insano deseo de
destrucción quedó patente en
La ocupación del pueblo acabó,
según este testimonio de IDEAL:
“Los camiones con la artillería y el resto de las
fuerzas entraban en el pueblo y con un orden completo, pese a su crecido
número, iban ocupando los puestos prefijados. Pronto, las calles de la ciudad
se animan y los vecinos del pueblo se abrazan entre sí y se dan cuenta de las
diversas penalidades sufridas por cada cual. Falange, Españoles Patriotas,
Regulares, Pulgares y soldados de Infantería, Artillera e ingeniería animan el
pueblo con gritos patrióticos. Pronto en la carretera, destacan las estrofas de
los himnos de
Una vez realizado
el desfile, las tropas ocupantes se repartieron en varias casas y se dedicaron
a tomar la cena. Tras ella, todas las tropas bajaron al Llanillo y Plaza, donde
se repartieron los distintos puestos de guardias, destinando a los Patriotas
Españoles en la fortaleza de
“Ya, a esta
hora-a las nueve y media de la noche-los portales están cerrados, las casas sin
luz, imperando el silencio por doquier. Subimos al Castillo por callejuelas
tortuosas, empedradas, angostas, empinadas, con un farolillo agonizante en cada
esquina. El eco de las pisadas, aún siendo breves, marca un ritmo misterioso y
acompasado a lo largo de la calle. Marchamos silenciosos. El deseo de descansar nos hace ir así. Al final de una
cuesta, en medio de las tinieblas, se yerguen como sombras fantasmales las piezas del baluarte. Las torres semejan
estáticos espectros, perennes en un silencio de muerte”.
De noche, comenzaron a presentarse en el Ayuntamiento
los funcionarios adictos al régimen y se ofrecían a las autoridades militares
para su incorporación a sus puestos. Así lo manifestaba el propio interventor
de fondos Enrique Martínez López “presté
adhesión al Movimiento Nacional no
huyendo con los rojos que abandonaron esta ciudad y presentándose al Jefe de
las fuerzas de la ocupación en 30 de septiembre de 1936, fecha en que se libró
esta población (me presenté a F.E. prestando servicios en primera línea y en
segunda línea hasta terminación de la guerra donde y como por sus jefes le fue ordenado”.
CAPÍTULO.
EL TRISTE FINAL DE LOS REPUBLICANOS QUE SE QUEDARON Y ASPECTOS DE LA HUIDA.
Desde
el bando republicano, un aviador caído de un aeroplano por la zona de los
Pedregales, y algunas anécdotas más fueron las únicas que pueden contarse de
este día. A destacar, niños
perdidos, familias divididas por la marcha, y la prisa y la premura ante
el ataque de los aviones. Un joven cojo que vivía junto a la ermita de San
Judas que no pudo huir junto a su padre, fue delatado y detenido y a los pocos
días fue fusilado. El ayudante de un camionero que vivía en la última casa de la
calle Real, le aconteció lo
mismo.....Una diáspora de unas cinco mil
personas se adentró por los Llanos, camino de Charilla, y, desde allí, a Valdepeñas, hasta los Villares en medio de
una escena dantesca” La tarde ya declinaba, y mezclado con el viento en
fuertes oleadas, se podían oír grandes voces; clamores de mares que no sabían el
paradero de sus hijos, el maldecir de los ancianos y el llanto de los pequeños.
A través de largas distancias, se vislumbra por las cordilleras interminables
siluetas que andaban precipitadamente huyendo del peligro que amenazaba un cañón de
largo alcance que conjuntamente
accionaba con la aviación. El cielo estaba salpicado por espesos y negruzcos
nubarrones, el sol ya se hundió en el ocaso y espantado de presenciar tan
tristes escenas en su trayectoria cubrió
su amarillento disco tras una enrojecida nube que cubría el horizonte,
tal vez ese extraordinario color en el espacio sería el anuncio de la sangre
que después bañó la tierra”.”[7]
. Algunos vecinos huidos, colocados en los montes de los
alrededores de Charilla, desde
Las tropas republicanas que estaban en la ciudad
huyeron en dirección a Alcaudete. Se dejaron atrás 29 automóviles y 11
camiones, artículos de abastecimiento (jamones, trigo, aceite), vestidos y
calzado (un camión de calzado y mil monos y dos mil camisetas entregadas a
Falange). Un comisario de una compañía republicana así relataba esta diáspora en el
periódico Frente Sur, un año después[8]:
“Ya ha hecho un año que por la carretera de Alcalá
Otros vecinos de las aldeas de la zona sur de la comarca alcalaína, sobre
todo, de Ermita Nueva, Villalobos y Cantera Blanca se dirigieron hacia Frailes
a través de caminos y atajos que atravesaban los partidos de campo de Mures,
agobiados por los evadidos de algunos cortijos de Alcalá que no les permitían ni
pernoctar y, pisándoles los talones, con grandes muestras de amenaza, los soldados ocupantes que se les
echaban encima. Esta era la escena descrita por Luís Ocaña:
“El día 30 de
septiembre de aquel año 36, caravanas de familiares con hijos pequeños abandonaban
sus hogares sin saber adónde ir ni lo que les esperaba. Pero, de momento, lo
principal era salvar la vida, pues si se quedaban corrían el peligro de
perderla. Ya venía gente huyendo de zonas invadidas por los facciosos y por el
comentario que hacían, cada cual se suponía el peligro que le amenazaba
quedándose en su casa y más si había figurado en algo significativo. Yo que
había estado en las milicias tenía que salir y mi madre y hermanas menores, que
formaban la familia conmigo también me acompañaron. Pues, como vivíamos en el
Menchón y allí se habían constituido la colectividad y el cuartel de las
milicias, al entrar los fascistas se
esperaba que arrasaran con todo como así ocurrió, por lo que allí no quedó nadie.
Yo recuerdo que había salido aquella mañana con otro para hacer el recorrido de
vigilancia y, sobre las tres de la tarde, observamos, desde
Los vecinos de la zona de la Hortichuela iniciaron su
diáspora por el camino del puerto de las Carretas, la Cañada del Membrillo,
Fuente del Cañuelo y, desde allí, se dirigieron hacia el camino de Alcaudete;
algunos tuvieron tiempo de hacer una parada en Alcalá la Real. A este grupo se
unieron los vecinos de Las Caserías y algunos de la zona noroccidental de la
comarca alcalaína. Aquella noche, también llegaron a Alcaudete junto con el
resto de las tropas, para ser trasladados posteriormente a la capital de Jaén.
UN DÍA DESPUES
Por la mañana, los soldados de la guarnición granadina
desayunaron a las siete y media y recibieron el refuerzo y saludo de la
aviación. Así nos lo escribía Soria Marco:
“Estando en
esto, se escucha en el espacio un débil ronroneo. Miramos en todas direcciones:
no se ve nada. A poco, se distinguiendo cuatro puntitos negros, perfilándose ya
con claridad cuando abandonan una zona neblinosa. Se observa con unos
prismáticos y unos catalejos de marina-hallados en la torre del castillo-. Son
nuestros. Se nos dio la orden de anunciar al pueblo la presencia de aparatos
rojos mediante un toque convenido de campanas sitas en el castillo. Por esta
vez huelga la misión.
Los
aeroplanos evolucionan sobre la ciudad. Más tarde, hacen lo mismo en torno a la
fortaleza. Son tres bombarderos y un caza. Los aviadores nos saludan agitando
el brazo. Les contestamos echando al aire los gorros de campaña., gritando como
energúmenos.
Poco después.
Van desapareciendo lentamente en el horizonte. El fuselaje de seda plateada
reverbera al contacto con los rayos del sol, en tal forma que semejara
caprichosamente ser unos cuchillos relucientes suspendidos en el espacio por
una ley de inercia”.
Las tropas rebeldes
ocuparon, al día siguiente, Santa Ana y Charilla. En Alcaudete, zona
republicana, en esta jornada tras el asalto, acudió el comandante Menéndez,
jefe del Estado Mayor del sector republicano, trató de reorganizar las
milicias dispersas y comunicó el parte de guerra a Madrid el día
dos de octubre. Informó a la superioridad
acerca del desastre en la toma de Alcalá
y, analizó las causas de la derrota basándose en que existían dos grupos muy diferenciados:
los que huían, en su mayoría las milicias populares y, por otro lado, los anarquistas y
milicianos de Pancho Villa que son los que habían hecho frente en todas las
situaciones de guerra durante estos dos meses anteriores. Pero transcribámoslo
por lo jugoso del texto:
“Ayer, 30, el
enemigo atacó Alcalá
Sin embargo,
por la situación de Alcalá decíamos como resumen de esta ofensiva
nacionalista lo siguiente:
“Tuvo serios
problemas, sobre todo, por parte de la columna de Priego hasta que por fin fue
tomada el treinta de septiembre y totalmente el dos de octubre el Comandante
Bello ocupó la ciudad, reorganizó la vida municipal, emitió bandos de guerra,
se produjeron registros de casas de milicianos y algunas ejecuciones en el
Barrero, en las Moreas de Gamboa y carretera de Frailes. Quedaron en guarnición
las compañías de Pérez del Pulgar, Falange y
Ni el periódico Democracia ni cualquier otro periódico republicano de la provincia de
Jaén informaron acerca de la evolución de la guerra en la
parte sur de las tierras del Santo Reino de Jaén por prevención a que los enemigos se enteraran del estado de
ánimo y de la situación de las fuerzas,
y, también, para no hacer decaer el ánimo de la población jiennense. Pero, en el primer medio de comunicación ,
Pero, las consecuencias de la toma de Alcalá tuvieron un importante eco en el frente con la provincia de Granada,
porque muchos republicanos consideraron que era un gran peligro para la entrada
del ejército golpista en la provincia. Además, aunque no se reflejó en los
medios públicos alertó a las autoridades republicanas causándoles el
pánico. Al día siguiente de la toma,
según manifiesta Sánchez Tostado, el comité
provincial del Frente Popular se reunió con carácter de urgencia con el
gobernador civil Manuel Martín Galeano y adoptaron una serie de medidas militares y de subsistencia de
guerra: se dieron órdenes de interceptar
la posible incursión del ejército golpista con la voladura de puentes y de vías
públicas y también se incautaron tesoros de la iglesia, de los bancos y de
personas de desafectas al régimen republicano; por último, se formó una
comisión que se encargó de enviarlos a Valencia
y depositarlos en el Banco de
España. El objetivo no era otro que anular el apoyo de los hacendados a la
causa nacionalista y reforzar las
reservas republicanas para el periodo de guerra.
Como pura anécdota tras la toma de Alcalá, en este frente se pueden señalar varios
contraataques de los republicanos a los pueblos de Tozar y Limones el día 6 y
otro a Santa Ana el 7 de octubre, y otro el día
Entre los amigos de Batmala, se exiliaron todos los
republicanos de izquierdas. Entre ellos Juan Bermúdez y Francisco Hinojosa ,- el primero se afincó
en el Castillo de Locubín y el segundo en Jaén, donde mantuvo el cargo de
Presidente del Frente Popular en exilio-. Dos testigos de excepción nos relatan
los acontecimientos. “¡Qué tarde aquella!,¡Dios mío, qué tarde! Desde la
mañana fueron evacuando el pueblo todos los elementos indeseables, arrastrando
consigo masas de infelices que, engañados por sus falsas patrañas, también
huyeron. Todo era silencio en las primeras horas de la tarde, las calles
desiertas; los elementos de orden en sus casas y bodegas esperando los
acontecimientos. Por la mañana, nos
había visitado la aviación descargando algunas bombas, que destruyeron parte de
la casa de los señores Rubio...la
impresión que nos sobrecogía era grande; el silencio era turbado `por el
repiqueteo de las ametralladoras, cada vez más cercanas (... )Por fin, a eso de
las cinco, se oyeron gritos inconfundibles, vivas a España, ruido de
armas....¡Ya están aquí! ¡A la calle!¡Qué entusiasmo! Se lloraba, se reía, se abrazaban
unos con otros! Nunca se podrán olvidar aquellos momentos. El primero en
visitarnos fue el R. P. Burgos S .J. que
iba al frente de los requetés, y a quien ya conocíamos de antes. Aquella noche
también fueron a vernos nuestras alumnas ¡Pobrecitas, a cuantas le faltaba
algún miembro de la familia!”.
Por otra parte, los nuevos
gobernantes militares se preocuparon de implantar mucho y pronto todo tipo de
propaganda ante las nuevas circunstancias con el fin de atraerse a indecisos y
alentar el entusiasmo de sus seguidores. En este aspecto jugó un papel
fundamental la radio y, en la prensa
escrita, el periódico Ideal. Como Quinta
Columna del bando rebelde, resume, al día siguiente, estas horas del siguiente
modo “Llevaban cuatro días sin dormir, montando guardias, temerosos de que
las fuerzas avanzasen. Al tener noticia de que una columna iba sobre Alcalá
huyeron desordenadamente a desbandada. Tal fue su pánico que algunos huyeron en
caballerías a pesar de tener un gran número de automóviles a su disposición.
Otros escaparon corriendo, a campo traviesa. Con ellos fueron muchos vecinos de
otros pueblos- Montefrío, Atarfe, Íllora, Fuente Vaqueros etc.-que allí estaban
refugiados y de los cuales se han encontrado listas., De Alcalá marchó
muchísima gente, coaccionada por los rojos y atemorizada por los relatos que
estos hacen de las supuestas crueldades de las tropas”.
Por la noche de aquel día, varias patrullas del
ejército, elementos civiles, algún policía local y miembros de la guardia
civil, comenzaron a aplicar el estado de guerra, a cachear personas que se
encontraban por las calles, y se practicaron algunas detenciones, siguiendo las
pautas que habían realizado en otras ciudades. Entre ellas, destacaron las
realizadas a todos los republicanos
que, de buena fe, se habían quedado en
la ciudad. Las ejecuciones más tristes fueron las de los que se vieron cortados en su intento de huida y se cobijaron en los
portales y tiendas de la localidad.
Entre ellos, el vecino de
Inmediatamente, comenzó a llenarse la prisión
preventiva de Alcalá
CAPÍTULO.
PRIMERA ETAPA. LOS FUGITIVOS EN LOS PUEBLOS DEL SUR DE JAÉN Y LAS PRIMERAS MEDIDAS REPRESORAS EN
Para los fugitivos alcalaínos, comenzaba la primera
etapa de un largo camino de sangre, sudor y lágrimas. “La noche nos
sorprende por estrechas veredas, laderas, barrancos y caminos rocosos y
accidentados, en extremos por las leyes de la naturaleza, hemos conseguido a
costa de mil fatigas llegar a las cercanías de Valdepeñas, y más tarde a la
casa de nuestro acompañante amigo, donde su esposa nos preparó algunos
camastros para descansar que buena falta nos hacía”. Dos vías tuvieron de huida: la carretera de Alcaudete y la de
Valdepeñas. Un testigo de la primera vía resume de la siguiente manera los primeros días:
“ el declarante dejó el camión que llevaba en Alcaudete, pues
estaba deseando soltarlo y volverse como lo hizo, pero al llegar al Puerto de
Locubín, los echaron para atrás a todos sin poder decir nombres, pues sólo
conocía de vista por ser de la columna de Pancho Villa, volviéndose a
Alcaudete, con el chofer, socio voluntario de
Aunque muchos pernoctaron en Alcaudete y
Valdepeñas, pocos se quedaron, porque el cuartel de milicias de esta última
localidad se encontraba en poder de las
milicias anarquistas, y no era un sitio muy apetecible para los exiliados alcalaínos:
“Horas después nos hallábamos en Valdepeñas donde hacen entrega de nosotros
en el Cuartel de las milicias que sólo estaba ocupado por un centenar de
desalmados intrusos anarquistas y algunas mujeres rameras y de mal vivir que
armadas de pistola se habían ofrecido a servir al ejército(...)al conocer la
villanía que trataban de hacer con todos los recién llegados, pude con astucia
abandonar aquel local enrarecido por las densas atmósferas de la anarquía y
hacerme presente en casa de mis padres. ..”
Pancho Villa estableció también, en primer lugar, su
cuartel en Valdepeñas, donde estaban encerrados varios presos, a los que les
concedió la libertad de acuerdo con su criterio arbitrario de ejercer el mando;
entre ellos, al sacerdote Galán.
En los Villares, segunda etapa de la diáspora,
Tan sólo, de vez en cuando, esta masa famélica se enardecía en su moral mediante arengas en las plazas públicas o en los campamentos y cuarteles de las milicias. Así nos describía la situación : “....a pocos días de estar allí , dan el pregón que todos los hombres de dieciséis años en adelante se presentaran en determinada noche en la plaza para escuchar a un inculto orador que desde un alto balcón vociferaba con su entorpecida boca’ Camaradas, ya estáis viendo el peligro que nos amenaza desde que Alcalá fue tomado por los fascistas, aunque nuestras fuerzas del frente de guerra está dispuestas a todo momento para rechazar el propósito de otro avance , pero es suficiente esa cantidad de ejército, por tanto, os pido a todo que pongáis de vuestra parte un poco de voluntad y alistaros al Ejército Popular que pide hombres y más hombres. Las necesidades de guerra exigen cuantos sacrificios sean necesarios y que no debemos negar para demostrar que somos buenos españoles y prestar nuestro auxilio a los queridos camaradas del frente”.
COMIENZAN
LAS MEDIDAS REPRESORAS EN ALCALÁ
La mayoría de las viviendas de los barrios altos de
Alcalá, por el contrario, quedó
completamente vacía con la marcha de sus moradores. No hay sino leer los
padrones de los años treinta y cuarenta
con la letra “P” de prófugos que abundan en el archivo municipal. Eran, en su
mayoría los jornaleros, campesinos pequeños, artesanos y los pobres de
solemnidad que habían visto frustradas las esperanzas de construir una nueva
sociedad. Curiosamente, el escritor Soriano refleja vivencial y perfectamente
el aspecto que presentaba la ciudad describiendo el silencio sepulcral de las
noches posteriores a la toma, tan sólo roto por algunos disparos esporádicos de
los fusilamientos alcalaínos: “La noche
transcurre en medio de gran silencio por lo general. Sólo se escucha de vez en
cuando el disparo de un fusil. Las lechuzas vuelan entonces raudamente,
lanzando agudos graznidos, turbando así la paz del campo”. Por el
contrario, en el amanecer “el silencio
augusto del campo es completo en estas horas matutinas, si bien resulta
ciertamente raro por estarse en pleno sector de guerra”[15].
El uno de
octubre, el comandante militar de
“De operaciones, hoy ha habido poquito. En todos los sectores hay una
calma chicha, que quizás preceda a
grandes novedades .Únicamente ha habido actividad en amabas aviaciones, esforzadas en hacer
retroceder al enemigo respectivo. El
gobernador militar de Granada manifiesta que la columna d Alcalá del Valle
(sic, por Alcalá
El ambiente de las aldeas ocupadas era muy parecido, según
Luís Ocaña:
“A otro día, por la mañana observamos que la carretera de Alcalá a
Granada ya estaba comunicada y tomada por los facciosos, por lo que no se podía
entrar ni salir de la aldea de Ermita Nueva que era donde habían montado más
vigilancia para impedir la salida del personal, por lo que si alguno se
decidía a hacerlo corría el riesgo de ser
detenido y fusilado”.
En las aldeas del sector
republicano, se produjo el regreso de las personas de derechas y de los presos
hacia Alcalá
El dos de octubre el
Comandante Militar Bello citó a varios vecinos y un capitán de
En los días
inmediatos, la comisión gestora comenzó a tomar las primeras medidas en la
gestión municipal y, por su parte, la autoridad militar llevó a cabo la
represión de los que no pudieron huir al bando republicano, tanto en lo
económico como en cuestiones judiciales referentes a la vida, al ordenar
las ejecuciones de muerte. También, citó a todos los funcionarios a
Al día siguiente, el tres de octubre por la mañana, se
instaló el Cuartel de Milicias de Falange
en la casona señorial de Francisco Batmala, situada en
Por la tarde, se reorganizaron las escuadras negras y
se les dieron órdenes sumarísimas falangistas-
sacaron de los domicilios a los supuestamente relacionados con el Frente
Popular,- para ellos sospechosos-, y, sin juicio ni tribunal alguno, se
produjeron, a primeras horas de la noche,
los primeros fusilamientos en las cunetas del camino de
El primero fue un republicano de la calle Llana, José
España Laloya, un primo de Pablo Batmala que vivía en la calle Real[17];
muchos vecinos recuerdan cómo lo apresaron los miembros de aquella escuadra, y lo hicieron con otros que no
fueron ni siquiera registrados (algunos incluso recuerdan que hubo tandas de
más de veinte personas). Es el caso de Pedro, el de
Otros, ingenuos, iniciaron la huida, pero desistieron
al recibir los ánimos de los fugitivos para que volvieran porque no habían
cometido culpa alguna. A la vuelta, su militancia sindical y política se la
pagaron con grandes torturas en la cárcel, que le llevaron a la muerte.
Curiosamente luego aparecían en las Tres Eras muertos y enterrados por orden
superior sin que ni siquiera fueran entregados a la familia. Es el caso de
David Fuentes, que regresó a Alcalá, porque no tenía más delito que haber sido
obrero y trabajar en la fábrica de un derechista, que fue inscrito en el
registro como muerto por guerra.
Pero también sufrieron
la represión algunos vecinos de
las aldeas. Hay casos por el simple
hecho de ser personas que demostraban cierta inquietud cultural la leer la
prensa de aquellos años como el
carpintero vecino de
La mayoría de los detenidos en el mes de octubre no estaban relacionados directamente con ninguna responsabilidad penal y, menos aún, por ser dirigentes principales de partidos y sindicatos de izquierdas. Tan sólo, habían sido miembros de algunas sociedad, sindicato y, muy pocos de partidos. El simple hecho de que hubieran participado en una protesta contra los patrones o haber votado a un partido de izquierda quedaba sancionado con su apresamiento y su posterior ejecución.
UNA IMPORTANTE REUNIÓN DEL TRES DE
OCTUBRE
Este mismo día tuvo una reunión muy importante desde
el punto de vista económico y financiero
del nuevo ayuntamiento. Se reunieron el alcalde y varios miembros de
En la ciudad de
Alcalá
También comparecen a este acto don Antonio Marín Ciudad Real y don Enrique Choin Castro, apoderados respectivamente de los Bancos Español de Crédito e Hispano Americano, que han sido requeridos por dicho señor. Capitán, para que haga entrega de las cantidades que figuran en la cuenta corriente a nombre de individuos o entidades del Frente Popular, así como los intereses de los productos hasta la fecha.
También
comparece a este acto don Antonio García Hurtado, encargado de la contabilidad
del Frente Popular y el Depositario don Pedro Bermúdez Ávila y requerido el
primero para que manifieste el estado de fondos de dicho Frente manifestó:
-Que el saldo
resultante en efectivo del Frente Popular en el día de la fecha son ochenta y
dos mil ochocientas cincuenta y una pesetas, cincuenta céntimos, de los
cuales cincuenta y ocho mil seiscientas
cuarenta y tres pesetas con ochenta y nueve céntimos se halla en poder del
Depositario de Fondos y veinticuatro mil doscientos siete pesetas con ochenta y
siete céntimos en poder del Banco Español de Crédito.
Y el documento
se hace más explicito manifestando el origen de
las partidas de entrega:
1. Don Pedro Bermúdez Ávila
cincuenta y ocho mil seiscientas cuarenta y tres pesetas con ochenta y nueve
céntimos, saldo resultante de la cuenta del Frente Popular, desde el día cuatro
de septiembre último hasta la fecha, pues con anterioridad no intervino dicho
señor en las operaciones de aquel. También entrega dicho señor, once mil
setecientas ochenta y tres pesetas, veinticinco céntimos procedentes del dinero
efectivo que ha recibido de don Francisco Hinojosa Hidalgo y don Adriano Gómez
Salamanca, encargados del Almacén Municipal desde el día siete agosto último
hasta el veintiséis de septiembre pasado, deducida la entrega de quinientas
pesetas hecha al señor Hinojosa, según recibo fecha catorce del mes de agosto.
2. Don Amonio Marín
Ciudad-Real entrega veinticuatro mil doscientas sesenta cinco pesetas,
cincuenta y siete céntimos, deducidas
dos pesetas ochenta y cinco céntimos de timbres, importe de saldo e
intereses, hasta el día de hoy de la cuenta del frente Popular procedente de
incautaciones, obrantes en dicho Banco.
3. Don Enrique Choín Castro
entrega tres mil siete pesetas treinta y cinco céntimos deducidos el timbre por
saldo de cuenta corriente de Agrupaciones del Frente Popular.
Suman las cantidades entregadas noventa y
siete mil setecientas pesetas y seis
céntimos, de las cuales quedan en poder de Depositaria Municipal ya disposición
del Alcalde para gastos de las fuerzas destacadas en esta ciudad ocho mil seiscientas cuarenta y tres pesetas con
ochenta y nueve céntimos y el resto de
ochenta y nueve mil cincuenta seis pesetas con diez céntimos lo retira dicho
Sr. Capitán a los efectos indicados.
Y para que conste y sirva de
resguardo a los respectivos interesados, se extiende la presente acta por
quintuplicado que firman los señores concurrentes en el lugar y fecha expresados
anteriormente. Eusebio del Castillo. Esteban Gutiérrez. Antonio Fernández.
Francisco montañés. José Benavides. Manuel Ceballos. Pedro Bermúdez. Enrique
Choín. Antonio García. e Ilegible.
Otro de los
primeros asuntos que trataron de resolver fue la situación de las arcas
municipales. La depositaría había mostrado un desfalco de cincuenta y siete mil
pesetas, que trataron de atribuir al
gobierno del frente popular. Los nuevos munícipes investigaron todos los pormenores
hasta tal punto que, según fuentes propias nacionales, no había razón de
disculpas porque desde la toma de Alcalá el treinta de septiembre hasta el mes
de marzo de 1937 no se había presentado ningún justificante, como manifestaba
el documento anterior, y además:
·” El (se
refiere al depositario) entregó personalmente al Jefe de las Fuerzas
mediante acta firmada los fondos que tenía presentes de las depredaciones del
Frente Popular y pudo hacerlo constar”.
Añadiendo el informe del
Ayuntamiento:
Que los rojos no se llevaron
ninguna cantidad de la caja municipal como le consta al consultante, antes al
contrario, todos los dineros y alhajas procedentes de requisas se lo entregaban
al dicho señor en custodia
Por fuentes del propio bando
nacional a través de un pleito con un funcionario que sirvió de transición[18],
ningún derroche ni empleo ilegal de las
arcas municipal llevaron a cabo los gobiernos del Frente Popular lo mismo que
podemos aseverar del estudio pormenorizado de las distintas actas de arqueo, de
presupuesto, libros de contabilidad etc. Estaba claro que la economía de guerra
que llevó a cabo el comité del Frente Popular tuvo lugar a partir del dieciocho
de julio y en ella no se observan movimientos significativos de los caudales
municipales sino de recursos ajenos recogidos de las fuerzas derechistas y profesionales, administrados
independientemente del cabildo municipal, aún más muchas partidas de dichas
cuentas fueron recogidas posteriormente por el propio movimiento nacional a la
entrada de la toma de la ciudad.
Más tarde, ante
la claridad de las cuentas se obligó a
restituir la cantidad que faltaba a la que no se abrió expediente alguno y fue
restituida por el año 1942. Por otra parte, eliminaron el recargo del paro obrero sobre la contribución rústica,
industrial y urbana “teniendo en cuenta
las circunstancias actuales y la emigración de la inmensa mayoría de los
obreros, que no solamente disminuye el paro que pudiera existir, sino que supone ausencia intensa de los mismos”[19].
REACCIÓN DE LOS REPUBLICANOS
Los republicanos de Izquierda y
Unión Republicana se quedaron escondidos en las casas. No salieron de ellas.
Aguantaron ocultos en bodegas, trasteros, y otros cambiaron de domicilio. Pero, los
miembros republicanos del gobierno municipal, que no habían cometido ningún
delito o se creían que no serían perseguidos, fueron detenidos, entre
ellos Pablo Batmala, o, fueron posteriormente detenidos, como
José Marañón y algunos vecinos de las
aldeas, principalmente de Ermita Nueva.
Algunos, en los días siguientes, abjuraron forzosamente de la vida política , y presionados, se arrepintieron volviendo a
sus negocios como los comerciantes
Rafael García Ruiz, el industrial Antonio López Calvo, Adriano Jiménez, y el alfarero Antonio López Condado, a quien
se le acusaba realizar el busto de Galán. O como Valeriano Ferreira Rodríguez, yerno del
alcalde Francisco Hinojosa, Niceto Castillo,
o Baldomero Sánchez Cañete” asqueado y arrepentido” se separaban de
cualquier tinte republicano Sin embargo, pocos, como dijimos, muchos
huyeron a la zona republicana Francisco Izquierdo Navas o Francisco Utrilla Vinuesa[20].
También, en los días siguientes, se registraron las
Casas del Pueblo, el centro Obrero, las sedes de los partidos izquierdistas, no
encontrando nada, sino algunas actas del Frente Popular, alguna correspondencia
telegráfica y documentación básica. Lo mismo hicieron con las casas de Salvador
Frías, del alcalde y de los concejales.
[1] ARRABAL AÑO III. Número
12.
[2]
AFRAMAR. Por una nota de mi archivo
“formaba parte de la columna que ocupó Alcalá
[3] Testimonio de Sixto
León Arroyo.
[4] SORIANO MARCO. B. Ob. Cit.
195.
[5] Testimonio de los familiares de David Fuentes Vela, fusilado en la carretera de
Priego unos días después.
[6] SORIANO MARCO, B. Ob. Cit.
Pág. 177.
[7] Diario de un preso
alcalaíno. Pág. 71.
[8] FRENTE SUR. Domingo seis
de febrero de 1936. Ala J.S.U. de Alcalá
[9] MARTÍNEZ BANDE. Campaña
de Andalucía. Pág. 84-
[10] ARRABAL. Año IV. N º. 21.
Del autor.
[11] DEMOCRACIA, dos de
octubre de 1936.
[12] DEMOCRACIA. Dos de
Octubre de 1936. Expediente 214 contra los vecinos Antonio García Serrano
y Juan
Guardia, acusados de ideas derechistas y adhesión a la rebelión.
[13] Testimonio de Antonio
Sanz, que luego se pasó a la zona nacional por el año 1937.
[14] AFRAMAR. Manuscrito.
Citado
[15] SORIANO MARCO. B. Ob.cit.
Pág. 183.
[16] DIARIOS DE
[17]
AMAR. LIBRO DE PADRÓN DE 1935. Murió a los cuarenta y seis años Vivía en la
calle Llana, número 25 y era comerciante. En el libro de defunciones de 1947
del registro del juzgado municipal, su muerte
se inscribió el día siete de
febrero ante el juez Andrés Rodríguez y
el secretario José Trujillo. Estaba casado con María Josefa Parreño Jiménez, y era hijo de Valeriano España y Maria Ana Laloya. Tuvo dos
hijos, Carmen y Maria Ana. Dispusieron
las autoridades como fecha el cinco de octubre
de 1936 sin fijar fecha, “a consecuencia de muerte violenta, según
resulta por orden judicial, “. Al no poder reconocer el fallecido ni su
sepultura de cementerio, se señaló la inscripción por orden del juez del
partido ante Manuel Poyatos y Gregorio Torrres.
[18]AMAR. Expediente sin catalogar
contra el interventor en el año 1938.
[19] AMAR. Acta del 20 de
noviembre de 1936.
[20] GRANADA. Expediente de
Instrucción 650.
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