NUESTRA HERMANDAD EN EL SIGLO XIX. EL
HERMANO MAYOR JOSÉ GÓMES.
No obstante, a
pesar de que a mediados de siglo, se llevó a cabo la desamortización de todos
los bienes de las iglesias y cofradías, una nueva normativa por los años
cuarenta va a obligar a que se sufraguen los gastos de la Iglesia por medio de
un impuesto nuevo llamado de los eclesiástico, que se repartía entre la
población. Para un mayor control, se hace una restricción de gastos y un
control que emana desde la alcaldía. Y prueba de ello, es un interesante
documento del año 1842, en el que el hermano mayor José Gómes, vecino de la
ciudad, presenta al alcalde constitucional.
De los ingresos
de la hermandad se nos ilustra que se llevaban a cabo demandas en la Iglesia de
San Blas por las siete misas de
Aguilando de Navidad en una cantidad de cien reales, en la fiesta del
patrón de la ermita el día tres de febrero, que alcanzaba sesenta y seis reales
y en la que asistía el cabildo de la ciudad, pagando la ceremonia, el día de
San Roque con cuarenta y siete reales, y el día de la Función de Santo Cristo
en la cantidad de ciento veintidós. La propia Abadía recogía de su colector
Enrique Díaz, capellán del Ecce-Homo, los derechos de la fiesta de dicho día
setenta y un real. Como actualmente, ésta se llevaba a cabo el primer domingo de
Septiembre, ya que la factura viene firmada el cuatro de septiembre de 1942. La
capilla de música corría a cargo de Villuendas que recibía cuarenta y cuatro
reales de vellón por la asistencia de la música a la solemne Misa que
anualmente se celebra a mayor culto de dicha Sagrada Imagen el mismo día
cuatro. Para las funciones de iglesia de tan significados días solía lavarse la
ropa y se gratificaba al sacristán José Ruiz Illescas en 101 reales.
Como prácticas
que luego subsitieron, la limosna en el mes de mayo por las calles alcanzaba
los setenta y seis reales y de las cuotas y limosnas de los hermanos ciento
catorce. Curiosamente, como buen
pujarero recibió del anterior hermano mayor
un superávit de cuarenta reales. Era, en total, un movimiento de
quinientos sesenta y cinco reales.
A esto , se
añadía, la costumbre de donar trigo y cebada, que sobrepasaban a la cantidad
monetaria, ya que sumaban ochocientos cuarenta y dos reales las veintidós
fanegas de trigo recogidas de la limosna de agosto, con precio de treinta y
cinco reales la fanega, y las tres fanegas de cebada a veinticuatro reales la
fanega. Una suma final, consistente en mil cuatrocientos siete reales.
Muchas
costumbres posteriores se muestran en los gastos de la vida de la hermandad de
aquel año. El cuidado de la iglesia ascendía a treinta y ocho reales de un
retejo, que hizo Fernando Cortes, cobrando la mano de obra, el yeso y de 100
tejas que se compraron a José Aranda en once reales. Este albañil relacionado
con el maestro de obras del ayuntamiento Tomás Cortés, también levantó la pared
del corral de la iglesia y el campanario por la cantidad de ciento cuarenta y
cinco reales. Su antepasados eran personas que compartían el oficio de sacristán,
jornaleros del campo y la albañilería, un pluriempleo par poder subsistir toda
la familia. En el catastro del ministro Aranda, se recoge otro Cortes, que
probablemente entregaba a su hijo las funciones de la sacristía.
Los enseres eran
objeto del cuidado de la hermandad y así la cabellera, que se conserva
actualmente, la hizo Antonio Blanco e importó veinte reales.
La
funciones de iglesia en el día de San
Blas y de San Roque tenían siempre como
centro el sermón, que aquel año impartió don Pedro Carrillo y cobró cuarenta
reales. Por su solemnidad, eran misas cantadas a las que asistía una
capilla.
La estampas se
realizaban en Granada y se encargaban a un corsario en la imprenta de Manuel
Jurado, importando cuarenta y dos reales y el transporte otros cinco. El
corsario era Julián de Guardia. Este mismo trajo también de la misma ciudad la cera que importó doscientas
veinticinco reales y siete maravedís.
Se tiraban por
aquel tiempo tres docenas cohetes durante la función y se colocaban hachas que surtía Juan Guillén.
Los gastos
ordinarios se basaban en las misas ordinarias de los días de fiestas y de
difuntos, junto con el vino, que presentaba el capellán de la cofradía don
Vicente Blanca, cuya suma era la más importante por elevarse a los
cuatrocientos un reales. Eran misas aplicadas por los hermanos vivos y difuntos
de la cofradía. A ella se le añadían los derechos del provisor y notario de la
abadía, que eran treinta reales, sorchantre y sacristán[1].
DOMINGO
ALVAREZ BARRIO
De la presencia
de la Hermandad en estos años oscuros es una litografía, donde aparece un
Cristo de la Salud, de mayor calidad de
dibujo que el anterior comentado. También nos muestra su acercamiento al
natural, con su peluca y potencias, sabana de encaje, cuatro angelitos, portando
dos velas y dos símbolos de Pasión, peana antigua, leño redondo, imitando al
árbol y una talla de composición claramente barroca. Corresponde a un dibujo
litografiado en los Talleres granadinos de Francisco Casado en el año 1875 y
realizado por un dibujante con siglas P.P.que lo pintó en el año 1874. El
hermano mayor de aquel año era D.Domingo
Alvarez Barrio y su depositario Gregorio
Serrano Gómez -Urda. Aquella estampa demuestra la costumbre de la demanda en
las calles, donde los hermanos y demandantes, acompañados de una caballería y
de un costal, recogían las limosnas de los devotos en dinero y especie, dándose
una estampa que, según la cantidad del donativo, tenía su tamaño correspondiente. La hermandad,
sin embargo, no decae, sino que parece que se refugia en sectores de
agricultores que vivían por las calles del Barrio de San Juan, predominando los
clásicos pegujareros como la familia de los Gámez, los Alvarez, los Saez, los
Arenas, los Martín, los Hueltes, los Serrano, los García, y los Pérez López.
El ventiséis de
Julio de 1885, la ermita de San Blas se transformó en Hospital de coléricos,
debido a que ofrecia una situación muy apta para la curación de dicha
enfermedad que se propagó intensamente aquel año a lo largo de toda la ciudad.
Con este motivo se trasladaron las imágenes hasta la iglesia de San
Juan.Comenta el cronista Guardia Castellano cómo se solventaron los problemas
entre el Cabildo eclesiástico con la llegada de la licencia a manos del
cura D. Antonio González para
rehabilitar el templo y cómo le correspondió en aquel traslado un San
Cristobal, tallado en tronco de encina, para llevarlo a la ermita sanjuanera. A
otros le correspondieron todo tipo de imágenes; entre ellas el Cristo de la
Salud. Son muy significativas sus palabras:
"Fue una
procesión tan improvisada como original. Los guardas del cordón portaban
escaños, cortinas y candelabros. Algunos concejales y señores de la rona, los
más ancianos, bajaban con toda devoción las imágenes de sus hornacinas
cubriéndolas con lienzos y paños; los más jóvenes cargábamos con cristos,
vírgenes y santos; ya en los brazos a guisa de niñera,ya al hombro, ya a manera
de costal".
El día nueve de Noviembre del mismo año, ante
la propuesta del regidor síndico, se reintegran de nuevo las imágenes a su
ermita y se retiran todos los útiles de aquel improvisado hospital de
coléricos.[2]
A finales del
siglo pasado del XIX o principios del presente, por testimonios de su nieta,
sabemos que fue hermano mayor Juan Arenas, padre de Francisco Arenas Padilla
EL HERMANO MAYOR MANUEL GÁMEZ SAEZ
En 1905, aparece una litografía de los talleres de F. Casado en Granada, con Antonio Ceballos de hermano mayor, y mi bisabuelo de depositario Manuel Gámez Saez. Hasta el año
1918, no hemos encontrado nuevos hermanos mayores. Así, este año, se publica
una nueva litografía, en la que aparece un dibujo más infantil y apartado de la
plasmación de la talla original, siendo hermano mayor Antonio Pérez López,
probablemente emparentado con esa popular familia de los "frailes"y de los Pinchos que
posteriormente contribuyeron de una manera muy
entusiasta en la reorganización de la Hermandad. Fue depositario Milesio
Hinojosa Gómez y no aparece nombre de secretario. La estampa se realizó en
otros talleres granadinos .
El año 1921, se
reedita la estampa con un nuevo hermano mayor, el tradicional don Manuel Gámez Saez, y con un
depositario que tendrá un gran protagonismo en los años de la posguerra
Francisco Arenas Padilla. El hermano mayor tuvo una gran saga de miembros y
familiares dentro de la cofradía, como Antonio Martín Gámez, Francisco,
Gregorio, y Juan Gámez. Persona de honda raiz cofrade, también participó en
las cofradías de la Virgen de las Mercedes y de Nuestra Señora de la Cabeza.
Durante este tiempo el culto se mantiene en la iglesia de San Blas, presidida
en el altar mayor porel Cristo de La
Salud, donde solían acudir los hermanos el primer domingo de septiembre a
celebrar la fiesta de Gloria, se cantaba la misa en la que se invitaba capillas
de música de la ciudad o los auroros. Tambien se solía hacer una verbena el
sabado anterior en la placeta de san Blas, donde se vendían diversas
menudencias como arropías. Arcos de juncia y romero se colocaban en la placeta.
Se adornaban los balcones y se ponían colgantes. Los mozos aprovechaban la
ocasión para pretender a sus amantes. Era frecuente que en la procesión las personas que tenían una
promesa acompañaran al Cristo de la Salud, vestidos de mortaja blanca y una
corona de flores. De este tiempo eran las tres misas de aguilando que se
celebraban por Navidad,donde se daba una comida a los pobres y se rifaban todos los donativos que anteriormente se
habían recolectado en las casas del Barrio: morcillas, chorizos, campanos,
trigo, garbanzos, tocino, todo ello para ayuda de la hermandad que solían
organizar muy buenas verbenas.
En los años
veinte fue dos veces hermano mayor
Francisco Arenas Padilla, según testimonio de su hija.
En el año 1926, una nueva directiva, formada por el hermano mayor, don Juan de la Torre Gijón,
depositario D.Victoriano Serrano Sánchez y secretario Manuel Gallego Jiménez, reeditó la
litorgrafía.
En el año 193l,
vuelve a ser hermano mayor Manuel Gámez Saez
y no era cosa extraña porque por estos años se repartían los cargos
las familias anteriormente mencionadas.
Precisamente, este año, con la
instauración de la República, se emitió un bando en el que se prohibió a las
cofradías y hermandades la salida de las procesiones, que debió afectar a la
del Cristo de la Salud. No obstante, poco a poco se va restableciendo la
situación que está normalizada
practicamente en el año 1935 y así este año se publica una litografía sin pie de página, pero indicándonos que
todavía el culto del Cristo de la Salud se mantiene en la iglesia de San Blas.
En palabras de Antonio Aguayo Urbano, que se hizo devoto por este tiempo,
cuando debió ser hermano mayor, Frasquito Huerte, y otros como Francisco Arenas
Padilla, miembros de la familia de los Alvarez:
"por la
tarde, en la procesión, iban acompañando cuatro faroles grandes a las andas del
Cristo, faroles preciosísimos de variados colores,dos por delante y dos por
detrás. Se apagaban las luces por la calle medrano al encerrarse la procesión e
impresionaba bastante. En la verbena de la Víspera del primer domingo de
Septiembre, los niños acudían en busca de garbanzos tostaos.Había un
puestecillo en la Placeta de San Blas, donde además daban vino. Se llenaban de
banderitas las calles por donde pasaba el Cristo y de los balcones colgaban
colchas y tapices..los puestos de barquillos, de arropía, las gaseosas de tres
perrillas delcura don Joaquín, los puestos de avellanas, los cohetes,
las"ratillas" del final de la procesión".[3]
En aquel tiempo la imagen del "Cristo
de las senagüillas" se encontraba en el margen izquierdo conforme se entraba a la ermita de San Blas, salía en procesión
sostenida por dos soportes y cubierto por un sabana blanca y despertaba la
devoción de muchos hermanos. En el año 1936, la imagen debió trasladarse a la
iglesia de San Juan, donde sufrió las tristes consecuencias de un día de
agosto, en el que desapareció la imagen, libros de hermandad, enseres, y toda
clase de ornamentos. No se ha podido constatar a nadie que tenga datos sobre el
momento ni el modo, parece que los grupos de milicianos, formados por personas
procedentes de Peal de Becerro, Cartagena, Málaga y de otros lugares junto con
algunos vecinos del barrio llevaron a cabo estas desgraciadas circunstancias.
La imagen, sacada por lo alto del patín, fue destrozada y, posteriormente,
abandonada en el camino de Vinuesa. Los testimonios de personas del barrio
manifiestan que nadie salía a presenciar el traslado ni su posterior
destrucción. La iglesia de San Juan, debido a varios bombardeos quedó
parcialmente destruida y, gracias a la colaboración del vecindario, logró
recuperarse una parte de la iglesia,donde se celebra el culto por medio de una cortina que separaba ambas
partes. Parece que, por este tiempo, fueron hermanos mayores Francisco Huertes
Granda, Manuel Gámez Saez y eran hermanos Francisco Arenas, Manuel Rosales,
Manuel Huertes Granda, Manuel Gámez Saez, Alvarez, y otras muchas familias de
pujareros.
Durante los años de la Guerra Civil, se mantuvieron los cargos de la Hermandad y se celebraron los cultos de una manera austera y sencilla en la Iglesia de Consolación, que era la única que estuvo abierta durante los años comprendidos entre 1937 y 1939.
En el altar mayor, imitando a otras cofradías, los pocos hermanos que acudían por el primer domingo de Septiembre, celebraban la función de Iglesia en honor del Cristo de la Salud, que estaba representado por una litografía de la antigua imagen, colocada en el manifestador del Retablo Mayor.
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