ENTRE COCHES Y
BICICLETAS



Viene
esto a cuento de que estos primeros semanas del mes de septiembre se han movido
entre coches y bicicletas. Por un lado, se celebró nada menos la XXXVII edición de la Subida a la Mota , una prueba de montaña
que ha adquirido un éxito sin paliativos. Son muchos años de buena
organización, solamente interrumpidos por los años noventa del siglo XX. La presencia de setenta equipos y de muchos
pilotos locales ponen de manifiesto que se ha enraizado en el mundo del motor
y secundado en la población alcalaína.
Ni qué decir de los miles de espectadores que conlleva el espectáculo por la
carretera de la
Hortichuela. Por lo tanto, público, excelente organización
sin haber sufrido hasta ahora un acontecimiento trágico, y apoyo civil e institucional son los ingredientes que le
auguran un gran futuro a esta prueba.
Por otro lado, un domingo después se celebró la edición XXXIII del Día de la Bicicleta , una prueba
que inauguró en su primera salida el concejal de deportes José Luís Sánchez en
1983. Siempre superó en participación deportiva con creces a cualquier
convocatoria deportiva. En el presente año de 2016, reunió a 735 participantes. Al no ser una
prueba competitiva, no es de extrañar que nuca haya decaído desde su aparición
y se supere en número de
participantes constituyendo un el variopinto pelotón multicolor que recorre las
calles alcalaínas. La alegría, la presencia intergeneracional y la apuesta por
el deporte popular definen esta efemérides deportivo. Es otro tipo de apuesta deportiva, es el
deporte de masas, el deporte popular , frente al deporte de élite; comparte
espacio con las carreras populares, los pasados Juegos Municipales
y las competiciones de deporte para todos. Es un homenaje y un acicate a todos los usuarios ciclistas que emplean este vehículo de desplazamiento, de ocio, de transporte y de defensa del medioambiente.
La
edición reciente de estas dos pruebas pone en evidencia claramente el éxito
deportivo y organizativo. Resalta la cotidianidad cívica de dos actos que
pasaron de extraordinarios a normales ,
y donde se compaginan muchos
ingredientes de colaboración y apoyo entre los ciudadanos y las autoridades.
Otros muchos ejemplos de la sociedad democrática se pueden exponer y multiplicarían la normalidad de una sociedad
que avanza hacia un futuro mejor. Pero caemos en el morbo de lo que es
noticiable, en la propaganda de la foto del accidente espectacular y en la
falta de urbanidad ajena a los organizadores y achacable a los maleducados de
turno. En suma, en aquello que beneficia a los que viven del tremendismo.
Pero
este ejemplo de civismo no implica que convirtamos las calles en pistas de
circuitos, porque no se construyeron con
esta finalidad; ni que los ciclistas usen las aceras o el paseo público como
carriles bici atropellando a los viandantes. Haberlos haylos. Y el furor de la
velocidad engendra a monstruos del incivismo.
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