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miércoles, 10 de septiembre de 2025

LA PLAZA BAJA DE LA MOTA. LAS TIENDAS ABACIALES.




PLAZA BAJA DE LA MOTA

Hasta la tercera década del siglo XVII, la Plaza Baja fue muy importante para la vida social de la ciudad fortificada y sobre todo, para los parroquianos de Santa María. Dentro del anárquico diseño de la ciudad militar, guardaba cierta armonía urbanística en su entorno. Todavía quedaban restos del pequeño comercio de la ciudad, ya que las autoridades obligaban a los comerciantes y a los hombres de oficios a que vendieran allí sus productos, para no perder los privilegios de que disfrutaban por ser ciudad de frontera (fortaleza de defensa militar).  Tenía casi una forma circular y a su alrededor, se levantaban edificaciones de planta baja, destacando por lo alto de ellas el Trabuquete, la torre del Argamasón y el edificio de la Mazmorra. La plaza era pequeña, pero soportaba el trajinar y el bullicio de los que pasaban por su empedrado suelo. Desafortunadamente, en 1623, con la remodelación de la Iglesia Mayor, perdió todo su encanto y atractivo, pues la Iglesia Mayor se apoderó de seis tiendas de sus fondos abaciales y pagó al cabildo alcalaíno 350 ducados para comprarle tres tiendas municipales, porque las necesitaba para edificar la nueva iglesia cuya fachada oriental no realza la plaza, sino que desentona por su frontalidad con los actuales cimientos de los destruidos edificios.

No debio ser la cabecera de la iglesia on esta fachada tan plana, sino que las tiendas se incrustaban en la antigua fachada de  mayores trazos, y con adosamiento de capillas colaterales del presbiterio y la propia sacristía o vestíbulo y una torre donde se encontraba el reloj.

En 3 de agosto de 1608,  el mayordomo de la iglesia abacial Juan de S


anta María arrendaba al sastre Marcos Serrano por la renta de seis ducados  dos tiendas del patrimonio abacial duratne tres años. Y precisaba " dos tiendas que estaban debajo de las pesas del reloj y son en la plazaa baja" (AHPJ LEGAJO 4751. folio 323).

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La plaza estaba rodeada de una serie de tiendas, desde su puerta de entrada hasta su salida a la calle de las Cuatro Esquinas y la de Ordóñez. En los primeros años, se encontraban varias casas de los alhoríes del pan y recogían el trigo de propios y pósito, junto a una de las tiendas. Se sostenían sobre un arco de cantería, que se realizó en el siglo XVI, momento que nos ilustra de su estructura.

A partir del siglo XVI, en la entrada, se encontraba la tienda de la Escaleruela alta o tienda del Contraste y frente a ella, junto a las casas del ayuntamiento, dos tiendas pertenecientes al cabildo municipal y otras dos a la  Iglesia Mayor, una de la capellanía de Hernando de Contreras y otra del cerero Alonso García, (casado con María de Frías,  que poseía una casa y tienda, vendida por Diego Cabrera), linderas con casas de Juan de Aranda y casas de la ciudad,  donde se vendía la cera en el surtido de hachas, hachones, teas y velas. Todas eran de cantería, talladas por los canteros de origen norteño, como Domingo Oribe, Martín Izquierdo y los Bolívar y estaban ligadas con la parte posterior de la antigua capilla mayor y la torre de la iglesia gótica. La primera tienda del cabildo tenía un alto y un bajo y se encontraba en la esquina de la plaza arrimada a la Iglesia, comunicándose con las otras tiendas del cabildo. Se encontraban otras dos más alejadas, la de la mazmorra y una botica, donde los físicos preparaban los mejunjes y jarabes para paliar los tabardillos, las enfermedades venéreas, la gota y las pulmonías que tanto se propalaban entre los vecinos de la fortaleza. (Cuentan que causó un gran impacto el bálsamo que, con licencia real, trajo en 1571 el protomédico Juan de Granada para curar heridas). Los vecinos la denominaron Botica Vieja y era perteneciente a los Aranda y, junto con el edificio de la mazmorra, se vino abajo en el año 1672, que servía de tienda y casa para aceitería. Se ha reconstruido en el rincón una botica que ilustra además de la economía del mundo de frontera.

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Frente a estas tiendas, se ubicaban otras propias del ayuntamiento alcalaíno. En 1569, un censo comprometido por el cabildo municipal para hacer frente a los gastos de los fallecimientos de los principies, nos resume esta situación: Una tienda y casa que se dice de la Mazmorra, que tiene renta Francisco Hernández Jabonero, linde con la Botica Vieja; tienda Vieja de Botica en la Plaza Baja, linde con la tienda de la Mazmorra, la usa de botica Alonso Rodríguez; tiendas de Argamasón, que están metidas en murallas y adarve encima de la Puerta Segunda, como salen de la Plaza, que es de propios; una tienda y alto y bajo de ello, que son de propios de esta ciudad en la esquina de la Plaça baja e arrimada a la pared de la  Iglesia, que tienen Juan Francés y Juan García morisco..

EL ADARVE DE LA PLAZA BAJA

Un adarve redujo el recinto de la plaza y la privó de su vista panorámica. En 1571 sufrió varias rectificaciones con el fin de que se encerrara toda ella por medio de un antepecho y de todas las portadas de piedra que abrían las pequeñas mansiones y tiendas de oficios. Por este tiempo, solían ser los comerciantes y tenderos de origen portugués, francés e incluso algún que otro morisco o judío. En este lugar, solían acudir los vecinos de los barrios altos y bajos a comprar el pescado que traían los playeros; las hortalizas y frutas de los hortelanos del Castillo, Fuente Rey y Riberas y otros productos como las especias, la cera y las menudencias. No les gustaba este trasiego a estos arrieros, pues solían evadir la subida a la plaza vendiendo el pescado en los mesones de los arrabales nuevos y en las pequeñas mercadurías. Otros llegaron incluso a trasladar las oficinas a la parte baja de la ciudad, donde acudían muchos vecinos a realizar sus escrituras.

LA TIENDA DEL PENDÓN

Se utilizó antes de la caída de la torre como sala de cabildo hasta la construcción de las Casas de Cabildo a finales del siglo XV. Posteriormente hasta 1581, se arrendaba como tienda de propios y despareció tras del derrumbe.

TIENDA DE ARGAMASÓN

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Esta tienda estaba incrustada en la muralla y adarve, encima de la Puerta Segunda, conforme se salía de la Plaza. Esta tienda del Argamasón,  a mediados del siglo XVI, fue arrendada por Martín Alonso y Ana de Aguilera, a Alonso de Rueda y su mujer y tres hijos, tras la muerte de los anteriores arrendadores. Como la alquilaron durante muchos años y por ser su vivienda de Argamasón, esta nueva familia de Aguilera, le dio el nombre a la parte de la torre a la que estaba adosada, pues ocupaba todo el adarve y su muralla y estaba cubierta con un tejado. Fue reconstruida en 1572, y se realizó con materiales pasajeros como yeso, y techumbre de tierra y tejas.  No siempre se empleó con fines comerciales, sino que fue, en ocasiones, sede de  varios escritorios, pescaderías y tienda de la cera, junto con las dos boticas.

LA TIENDA DE LA MAZMORRA

En algunos documentos, esta tienda de la mazmorra se denominaba con el nombre de alhorí y debía hacer referencia al antiguo pósito situado dentro de la Mota. Todavía se encuentra esta mazmorra horadada en la roca, a la que se accedía por medio de una escalera de madera y, actualmente, protegida por un brocal modernista. Junto a ella, se encontraba la casa de una de las ramas de la familia Aranda, utilizada como mesón, (según parece, por los restos de pesebres que responden a las caballerizas de las antiguas casas de María de Aranda,  en el siglo XVI se arrendó por mesón a un converso perteneciente a la misma familia). Ya, en 1576, se unieron dos caballerizas, las de un tundidor y la del mesón del clérigo Cabrera o Aranda Estas casas causaron grandes destrozos en las Entrepuertas con sus desagües, destrozos que se contemplan en los restos de las Carnicerías. También llegó a utilizarse como cuartel de soldados. Esta se abría a la plaza con una tienda hasta principios del siglo XVII.

LA TIENDA DE LA BOTICA VIEJA

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Colindaba con la tienda de la casa de la Mazmorra y solía arrendarse por botica acudiendo varios farmacéuticos importantes, como Sebastián de

Quesada, Barea, Taste, o Alonso de Jerez -en el siglo XVI- y Melchor de los Reyes Mejía -en el siglo XVII-.

LAS TIENDAS DEL CABILDO

En 1595, eran cuatro las tiendas en Plaza Baja, linderas unas con capellanía de Hernando de Contreras, clérigo, y con las Casas de Cabildo y otras con casas de Alonso García Cerero. Esta última disponía de alto y bajo de ello y se

encontraba en la esquina de la Plaza baja, arrimada a la pared de la Iglesia, que por cierto tiempo fueron arrendadas tienen Juan Francés y Juan García morisco. Éstas desaparecieron con la reforma de la iglesia. Existía otra que se denominaba Tienda del Contraste, se la quedó Pedro Núñez y eran donde se guardaban pesas y medidas.

TIENDA BAJO LA ESCALERUELA

Hasta los primeros decenios del siglo XVII, se mantuvo esta tienda de la Escaleruela. Solía ser arrendada a comerciantes foráneos, entre los que destacan los moriscos, que se vieron afectados por las medidas reales de expulsión a partir de 1609. Junto a ella estaba el portón del pescado con dos tiendas denominadas tercias del pescado bajo la Escaleruela. Cercana estaba otra tienda con el nombre de Tabla del Tocino.


TIENDAS BAJO EL PORTÓN DEL CAÑUTO

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Está tienda situada en el entorno de la Plaza Baja se arrendaba a los comerciantes y escribanos con el título de Tienda del Portón la Plaza Baja. Hay noticias de comerciantes judíos y de origen portugués relacionados con el cambio de dinero y, sobre todo, con el comercio de paños y telas. Entre ellos, la familia de los  Núñez, que se vió implicada a principios  y mediados del siglo XVII con varios expedientes del Santo Oficio  de 

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