EL CORREGIDOR SANTACRUZ
PLAZA ALTA DE LA MOTA
Descripción
del siglo XV y de finales del siglo XVI
-Ahora entramos por estas
escaleruelas, donde se levantaba una
importante tienda. Pero, les aseguro que
existían más entradas. Desde el arrabal
Viejo a través del Cañuto, bajo el Gabán, se entraba por un pasadizo
rodeado de tiendas; por detrás de la
casa del corregidor o Leonor Méndez
tenían su entrada los vecinos de la parte alta de la fortaleza a través de la calle del
Preceptor que se unía con la Calancha y el Bahondillo y con la de la propia
Iglesia..
-
Siguiendo con el cañuto y el gabán, ¿ En qué consistía esta parte de la
muralla?
- No era sino un corredor pendiente
y empedrado, como si se tratara de una calle cubierta, que bajaba a través de
varias rampas a la puerta de Zaíde y acortaba el camino a los vecinos que
venían del barrio de san Bartolomé a través de la Puerta Zayde o de Santo Domingo. En su trayecto final,
situadas junto a la entrada a la plaza,
se encontraban algunas tiendas que
fueron levantadas en tiempos del corregidor licenciado Cabezas. Otro acceso de
la plaza para los que vivían en el Bahondillo o en la antigua medina era por la
calle de Sancho de Aranda y un último a través de la iglesia.
En la plaza
alta, a mano izquierda, desde las casas de Cabildo, se levantaban nueve tiendas
bajo unos soportales, empedrados con guija menuda, que simulaban a la actual plaza de Almagro,
y, encima de ellos , diez escritorios ocupaban los corredores, unos altos adintelados, con unos vanos y ventanales
, protegidos por unos buenos balcones de
forja de la saga de los Oliva, y cubiertos de teja; por su parte trasera, se
abrían unas ventanas que miraban al Sur,
a Sierra Nevada. Generalmente, la parte
baja eran escritorios y la de arriba se componía del corredor y recámara. Se
sentaban sobre veinte columnas de estilo
dórico, muy equilibradas pues sus veinte basas y capitales que mantenían las
mismas dimensiones, encima de las cuales estaban las tarjas, los bolsores, los
veinticutaro garabatos con sus escances en los ángulos, que servían de
portada; y unas cornisas de piedra
abrían el paso a un antepecho en donde
estaban asentados los ventanales.,
Pertenecían a lo que llaman propios de la ciudad, y, unas veces se alquilaban a
los comerciantes cambistas, otras a
tenderos de pequeñas mercadurías y de
paños, también a los escribanos, que llegaron a superar la docena, donde
colocaban sus oficinas, sin embargo, a mediados del siglo XVII, quedaron desiertas, pues no había postores
que las remataran en la subasta
municipal. Delante de todos los escritorio y tiendas, había un empedrado con ronzales de piedra de cantería para delimitar el empedrad, que se colocó el
año 1571.
LAS CASAS DE LA JUSTICIA
Como en la
plaza manchega, incluso, en ciertos tiempos, alguna de estas tiendas sirvieron
de Casa de Justicia, donde vivía el corregidor y en cuya fachada estaban colocadas las armas reales y el
escudo de la ciudad. En 1574 se le
adosaron un cuarto con una danza de arcos, todo ello obra del famoso arquitecto Juan de Riaño. Esta casa ocupaba tres tiendas
escritorios, que era lo que solía habilitarse en su parte baja, por la parte trasera daba al gabán.
No
obstante, las casas de Justicia no se
ubicaron siempre en un sitio fijo, pues tenemos noticias que se alquilaron
casas de la Mota con caballerizas en 1557 y esta torre--la de los corredores y
casa de Justicia- sirvió de vivienda y botica del físico Tauste, que murió en
ese año en la ciudad,, hasta que en ese año el corregidor
Pero Ponce de León las cambió por las que anteriormente vivía. Y las que
él vivía se transformaron en Cárcel Real. El licenciado Bernuy también habitó
por casa de la justicia estas casas que estaban en la torre del Gabán, y, como era tan
estrechas, y no se podía vivir en ellas, para ensancharlas y adorno de la plaza, los
regidores convinieron tomar dos tiendas de los propios de la ciudad bajo de los
portales de la plaza pública, que estaban junto a la torre Incluso se llamó en 1580 a Juan Macías para
que informara del reparo de la torre de la Cárcel de Justicia, las murallas del
Gabán y la torre del Pendón. La obra consistió en cerrar de piedra y arena las cavernas y
bóvedas que habían hechos los vecinos. Pero, en 1584, salieron en arrendamiento como tiendas, pues no eran
usadas por el corregidor.
Siguiendo por los escritorios, el último, alrededor del año 1594, y en sus
dos ventanas se colocó una capilla, dedicada a Nuestra Señora del Socorro, con
una imagen comprada en Granada, cuya hermandad
fundaron los abogados y escribanos. Esta capilla comunicaba por medio de
una reja con la cárcel para que pudieran oír misa todos los presos en los días
de fiesta, y se abría a la plaza para que pudiera ser vista por los vecinos de
la ciudad fortificada.
- Me
interesa el estamento judicial. Pero nos parece de poca prestancia esta mansión
del cargo más significativo de la ciudad y representativo de la Corona-
interrumpió el señor alcalde.
-
Evidentemente. Por eso, a finales del siglo XVI, cambiaron de
criterio y edificaron una nueva, y ya no utilizaron las antiguas torres.
-
-¿Cómo?
-
-Veamos. Al final de la
última tienda, donde estaba adosada la Cárcel Pública de la ciudad, una tienda
gozaba de un buen arriendo para el fisco de la ciudad. Junto a ella la casa del
Toril y las caballerizas de la cárcel. Años más tarde, en torno al 1580 en
dicho lugar al comprarse la casa de Leonor Méndez de Sotomayor, se construyó la
Casa de la Justicia, lindando por la otra parte con la cárcel mencionada, las murallas y una calle
que se dirigía a la plaza . Al principio intervinieron Alonso Martínez
Izquierdo , pero, en los últimos años, Ginés Martínez de Aranda y Miguel de
Bolívar tuvieron una gran participación, pues la obra duró hasta 1593. Su
fachada con dos balcones y una baranda,
flanqueados por los escudos reales y el de Alcalá.. Se sabe que era de dos
pisos y, en su parte superior, tenía unos corredores y unos marmolillos. Tuvo,
al principio, las dependencias básicas ( cuartos de dormitorio en la parte
superior, escalera importante, miradores, una cocina, ) y hubo que adosarles
una cochera y unas caballerizas con sus
pesebres de la misma forma que todavía podéis contemplar en los cimientos de
algunas casas ya muy avanzado el siglo XVII..
.....................................
- Habló
de la justicia,, y del corregdidor ¿ Nos gustaría que me
aclarara en qué consistía ese personaje, que ha mencionado en varias ocasiones?
-Personaje
clave para la ciudad, tanto o más que el abad. Pues, el primero está
relacionado con el estamento civil y el
segundo con el religioso. Pero, aún más, este había sido creado para ser el nudo umbilical de las ciudades con la
Corona. Su papel fue fundamental, pues las ciudades ejercían una función importante en el engranaje de poder ,
y Alcalá por ser fronteriza, mucho más. Teniendo en cuenta que, con los Reyes
Católicos, decayó el poder del alcaíde,
por cierto, en manos de familias nobiliarias, ellos jugaron el papel moderador
y de conexión con el poder del Estado.
-
Pero¿ Debieron surgir
conflictos y muchos con los vecinos ?
-
Claro que sí. Pues, Alcalá
estaba gobernada por varios bandos que ocupaban la mayoría de los cargos de la
ciudad. Sentémonos, aquí, donde estaba colocada la audiencia, escuchadme el
relato del corregidor Santa Cruz, un
ejemplo claro de lo que podía acontecer. .
- Cuente, cuente. Pues , en los primeros tiempos
debían hacerle pasar malos ratos los caballeros. Estos no se contentarían con su autoridad, y , si les recortaban sus
privilegios o les impondrían nuevas leyes ...
-Claro que sí, Pues la ciudad estaba completamente controlada por varias familias , las de los Arandas, las de los Monteses, las de los Gadeas, las de los Ar
jonas, las de ....
-Sí, la de los
descendientes de los conquistadores de la ciudad en tiempos de Alfonso XI.
-Esto es un
decir, porque en tiempos de los Reyes Católicos, a través de los parentescos ya
no se veían sino Arandas en el cabildo, Arandas, en la iglesia, Arandas en los
puestos de administradores de los
impuestos... Y como es de suponer...
-Difícil
trance, para aquel personaje. Verdaderamente hace honor a su apellido de Santa
Cruz, que le habían puesto sus padres. Pues no sería extraño que lo
crucificaran estos Aranda.
--Pues,
crucificarlo como crucificarlo es exagerado, pero que le hacían la vida
imposible, era la cruda realidad. Y eso
que era un hombre preparado, porque no se había ganado en balde el título de
bachiller, sino que lo había reforzado con la experiencia transmitida de su
padre Juan del Campo, regidor de Ciudad Real y también corregidor en varias
ciudades. Además en 1478, con su padre,
fue alcalde mayor en Ávila, siendo investigado por Juan de Flores por algunos
cohechos y robos, pero se salvó. Allí, vivió en momentos difíciles con los vecinos en materia de pechos o
impuestos, y delimitación de términos y pastos. También, llegó a conocer algo
de Alcalá, pues su padre, siendo pesquisidor, le contó algunos litigios
que Díaz Sánchez de Carvajal, señor de
Jódar tuvo con algunos vecinos de Alcalá, luego alcanzó el grado de
pesquisidor, y no le fue muy buen en Medina del Campo, el año 1480, pues tuvo
que vender las prendas tomadas en Ledesma y entregarlas a la Cortes. .Algo
mejor le fue en 1485 la pesquisa que se le encomendó de los portazgos en Cantillana, Lora, Tocina,
Alcalá del Río y Carmona, ciudades de los reinos de Castilla. En el Norte, unos
meses después, también llevó a cabo una pesquisa contra el conde de Lemos y la
abadía benedictina de san Payo, cargo que repitió n 1485, sobre términos en
Vitoria. En 1488, se trasladó a Jorquera e Iniesta. En 1489, intervino en un
litigio en el que estaban implicados el obispo de Segovia y los montes de la
ciudad. En lo criminal, por el mes de
febrero, intervino averiguando la muerte de un tal Juan Parra en Villanueva de
Serena. En el mes de mayo, se acercó al reino de Córdoba para hacer la
investigación del corregidor Francisco
de Bobadilla sobre los litigios entre el conde de Cabra y el señor de Aguilar
acerca de una disputa sobre los términos
entre ellos No le quedaba sino conocer la actuación de un corregidor anterior,
y fue enviado a hacerle la residencia a Diego Mudarra en Molina de Segura en
junio de 1489. Y, acumuló posteriormente mucha más experiencia en Mérida y
Prado.
Por eso, a principios de
enero de 1490, los Reyes Católicos
debieron confiar en él para nombrarlo corregidor de la ciudad de Alcalá y la de
Alhama.
-Ya lo tenemos
aquí, ¿ Como le fueron los acontecimientos?
-No le fue bien del todo,
pues se habían acumulado los pleitos con el corregidor anterior el licenciado
López del Castillo, que no era buen
gestor para resolver los asuntos.. Que si
todavía quedaban flecos sobre el
levantamiento y los alborotos que los caballeros de Alcalá hicieron contra el
alcaide, el conde de Cabra, en años anteriores al 1489, ya que privó de los
oficios de regidores a todos los miembros del cabildo municipal. Que si habían
ganado un pleito los Aranda sobre este asunto en el embrollado mundo de la
justicia. Que si no estaba claro el asunto fiscal, pues se habían embargado a
varios vecinos por la ciudad de Jaén, estando exentos . Que si andaban por sus anchas los caballeros de la
ciudad, violando a sus criadas y castigando caprichosamente a quienes no le
hacían caso . Incluso un tal Fernando de Aranda, casi a su antojo, mandó a dos criados para que rajaran la cara de una tendera de la plaza. Y, con toda
impunidad, no le pasó nada. Que si los moros granadinos
todavía tenían fuerzas para atacar las tierras de la frontera alcalaína con el reino de Granada. Que si se los
alcalaínos llevaban bien con los moros, pero no había día que se quejaran los
vecinos de que no se pagaban los rescates tal como estaban comprometidos Que si
los Arandas, Gadeas, y Monteses habían
sido condenados por el alcalde mayor sobre una investigación que les habían hecho y, como muchos de ellos,
hacían buenos servicios a la Corona, al final salían libres sin culpa alguna
Que los caballeros no guardaban los pactos de concordia entre ellos y
proseguían sus debates y porfías,
llegando a las manos ocasionando altercados donde Juan de Aranda y sus
parientes fueron agredidos por un tal Juan de Sillo.
Desde el principio, pues, se movió por arenas movidizas. Acostumbrado a recibir el sueldo de sus investigaciones, lo que le compensaba la estancia y le facultaba a preparación para escalar en el complicado mundo de la Corte, a los pocos meses, los regidores le pusieron dificultades para cobrar su sueldo y le negaron que tomara más de la mitad del presupuesto municipal, de lo que llamaban de propios, porque la ciudad todo lo tenía empeñado en las guerras pasadas contra los moros. Por eso, atendiendo a sus peticiones, los reyes obligaron a Alcalá a que les pagaran cada día doscientos maravedíes y le permitieron hacer el remate de la venta de bienes de aquellos regidores que le impedían un salario justo. Sin embargo esto inventaron miles de evasivas, y, se veía negro en cobrar su salario. No obstante, con la ayuda real poco a poco consiguió un sueldo digno para subsistir.. Le ofrecieron, ante la pobreza dela ciudad, alternativas como el cobro de parte de un impuesto sobre los productos de comer
- Claro que los caballeros y regidores alegaban que costaban mucho las dos compañías de soldados, las armaduras de los caballeros, las armas de los peones, escuderos y lanceros, la dieta de las campañas y proveerlos de abastecimiento
- Sigamos, sigamos...el primer año de su mandato regio no pudo ser más fascinante, Por mayo, tuvo cercanos a los reyes, en Córdoba, y al capitán general en Jaén. Visitó la ciudad el cardenal Mendoza, el conde de Tendilla y los reyes visitaron la Mota. Su relación con la Corte, ¡ya la quisieran los mejores corifeos de la corte! Y , en una de sus estancias de este último, dio testimonio de que los restos de don Alonso de Pacheco, hijo del primer marqués de Villena se habían depositado en la iglesia de Santa María la Mayor. De este marques, que era capitán general, recibió una carta para que vigilaran la sierra mediante los guardas que vigilaran el paso de comerciantes y ganaderos.. De asuntos particulares, le sobrevino un extraño envenenamiento de la esposa de Luis Valderas. Le vio las orejas al lobo, cuando recibió una carta concediéndole perdón por parte del rey a un tal Alonso Ortiz, regidor , que había matado a un alguacil. Y este, tipo de perdones no fue el único, sino que acostumbraban sus majestades a perdonar a muchos caballeros por méritos de guerra de tiempos atrás
- He escuchado en otras ocasiones, que eran los homicianos, los que hacía servicios en la frontera para expiar penas anteriormente cometidas..
- Con estas medidas, ya, miraba con recelo a todos los caballeros. Pues se ufanaban de que frecuentaban el mundo de la Corte, recibían mercedes, y, sobre todo, Fernando de Aranda, le traía de cabeza. Este se creía un príncipe, a pesar de sus achaques, hacía lo que venía en gana. Con sus siervos, sus esclavos, sus clientes, y también lo quería hacer con el corregidor. No faltaba más que mesarle las barbas a la máxima autoridad.
Esta presidió, por el mes de
agosto, un juicio complicado, donde
falló varias sentencias contra Juan de
Sillo que había herido en una reyerta al
díscolo regidor Juan de Aranda ,y eso que ambos eran parientes de su
mujer y marchaban en socorro de Alhendín.
No era extraño
este tipo de incursiones, pues aunque faltaba poco para la conquista del
Granada, los caballeros alcalaínos campaban por sus anchas. Un día, invadían
las tierras de Granada, otro, sin licencia alguna, se vengaban de alguna
fechoría de los moros de Moclín, otras
veces actuaban con los pueblos cristianos, no le importan los pactos e invadían
los términos de Alcaudete o Priego. Pero donde las aguas estaban muy revueltas
era en el abuso de ocupar los terrenos
comunales- los ejidos y las cañadas- y
Santa Cruz no permitía que ningún ganadero corriera por la dehesa de los
bueyes de labranza. Por eso, el jurado
Diego de Padilla le pidió para que interviniera tajantemente y cortase los
abusos de aquellos señores. Por otro lado,
cada vez más le apretaba la Corona en defensa de lo que era suyo. En el
mes de diciembre, los caballeros no le hicieron
caso, se levantaron contra él en las puertas de la posada. Fue el primer
aviso. Pero los reyes no le decepcionaron y ordenaron que prendiera a los
promotores de aquella tropelía.
- Negro panorama para una
autoridad tan trascendental y que comenzaba a poner orden en un mundo de bandos
entre familias y entre las familias entre sí. . Debió tener muchas agallas para
afrontar una sociedad que andaba a su antojo y ahora quería meterla en cintura.
-
Además, sin pagarle
lo suficiente. No tenía recursos ni para la posada ni dinero para
vestir. En octubre los reyes obligaron a la ciudad , que le dieran posada,
en diciembre, obligaron a revisar las
cuentas de siete años atrás, con el fin
de sacar algo de aquella parca despensa y poder pagarle. Vano intento, tuvieron
que obtenerlos mediante un impuesto, con el que se gravaban las cosas de beber y comer. Pero, a continuación la respuesta fue otra
asonada en la plaza, y la marcha de
regidores a la Corte, con la
consiguiente revisión de cuentas, y nuevos prestamistas para que adelantaran
dinero para poder pagarle. En medio de
este berejenal ¿Quién se atrevía con
esta perita en dulce?
-
- Nadie, en estos tiempos. Pero, el rey es el rey, y
su autoridad procedía de Dios. Era intocable, y sus subordinados comenzaban a
equiparse de estos argumentos para ejercer el cargo. Por su parte, el rey les
correspondía en su fidelidad con la prórroga de un mandato de un nuevo año Y,
con esas armas, Santa Cruz atacó de nuevo.
Por eso, no le importó la afrenta
vecinal y trató .de imponer la nueva sisa. Hizo caso omiso a los vecinos, y , los persiguió, investigándolos con su
alguacil Andrés de Palacios, cuando le protestaron a principios del año 1491.
-
-Y, en este año ¿ Tuvo igual panorama que el
anterior?
-
-No, tanto. Acabó de resolver el asunto de los
caballeros con Juan de Sillo. Dictó buenas sentencias en algún caso de amancebamiento Recibió la
presencia del licenciado Molina para llevarle a cabo la pesquisa de su mandato.
Pero la interrumpió y tuvo que marcharse . Y, de nuevo, por abril se sometió a la investigación de su
mandato anual, pues lo reyes le enviaron al bachiller Juan Burgos.
-
¿Acaso no es
eso lo que llaman juicio de
residencia?
-
Eso, eso, un control muy interesante
desgraciadamente perdido para los cargos, que se hacía al final de cada año y
con el que podían los vecinos presentar
protestas de las actos lesivos que le había impuesto la autoridad ante
un juez exterior...Y, de nuevo, recibió la residencia en 1492, en un clima que
no se lo desearía a nadie.
-
¿Cómo?
-
Otra vez volvieron al asunto del pago. Se había
quedado en la ciudad para ser
investigado por el bachiller Medina. Este
no daba abasto para recoger en los libros los testimonios de las visitas de vecinos y caballeros que le
atosigaban con miles de protestas contra Santa Cruz. Una mañana estalló un
fuerte movimiento vecinal, dando gritos desde la plaza mezclado con los
alaridos de una persona moribunda. Han matado al corregidor. Un Fuenteovejuna
desconocido en la fortaleza de la Mota. Aquello no había sido una riña por cuestión de honor, era un plan
perfectamente maquinado. Y, eligieron a los hijos de un hortelano, como
ejecutores del crimen. Se juraron un
pacto eterno y secreto para no
desvelar la trama. Aquella mañana de 26
de mayo de 1492, urdieron la emboscada
en la propia plaza, cuando se dirigía a su posada. Lo esperaron escondidos en
los soportales de la torre del Pendón varias personas. Subía montado en una
mula, sin saber lo que le esperaba. Junto a la plaza baja, se le acercaron dos jóvenes. Le rodearon y le asestaron
varias puñaladas cayendo mortalmente herido al suelo. Los regidores desde la Torre del Rey, por las rendijas
contemplaban el espectáculo y dejaron escapar a los jóvenes. Ningún regidor o
alguacil se acercó a prenderlos. Los dejaron esconderse por entre las callejas
de las calles de las Cuatro esquinas y
la calle de la Casa de los Aljibes en
dirección hacia el Bahondillo. Tras un prudencial tiempo para la lograr la
evasiva de los cómplices del crimen, la
gente, acudió al pesquisidor, se
acercaron al lugar y recogieron al corregidor herido dando sus últimos alaridos. Herido de muerte,
lo llevaron a la posada, avisaron al físico y
al cirujano, que le limpiaron la sangre, le vendaron con gasas. El
pesquisidor Medina envió un correo a Córdoba , para que los reyes se enteraran
de lo sucedido. Y les transmitió unas primera investigaciones. Habían sido
Antón Hortelano y dos personas más.
-
¿Tan sólo dos personas?,
-
Incomprensible. No debieron creerlo los Reyes.
-
Claro que no. Cuentan que los reyes enviaron
inmediatamente tres días después nada menos que al ayo del Capitán general, el
alguacil Álvaro de Acosta, que ejercía de alguacil de la Corte. En este
intermedio de su llegada , no le valieron todos las curas, Santa Cruz con un
fuerte esténtor falleció. Al día
siguiente, la ciudad se sentía liberada, pero sobre las cabezas de los vecinos
se movían todo tipo de comentarios rencorosos que un ser humano pudiera
comprender. Se juraron y se transmitían aquel dicho que no hay culpa alguna
ante la muerte de los tiranos, sino que era una liberación del pueblo. Pues
para ellos, morir y matar les eran
familiares, acostumbrados como estaban
con los moros en la frontera. Qué mas daba si lo hacían con una persona
extraña, si incluso le estaba haciendo la pascua. Y Acosta se puso manos a la
obra. Tuvo muchas dificultades. En sus primeros informes, tan sólo dedujo el
ambiente y las relaciones entre las
familias de caballeros con el corregidor. Así se lo anotaba su escribano en los
pliegos. Los Aranda con los Montesino y el personero se oponían a todo tipo de investigaciones.
Comenzaron a describir el ambiente
insoportable al que los sometía el corregidor aludiendo que ellos
estaban exentos de cualquier carga. Después le dijeron que les metió el dedo en la llaga, pues trató de
poner orden a su gente, cuando lo que en
verdad era es que se repartían a su
antojo los bienes comunales, se adentraban en las tierras reales que limitaban
con sus cortijos, arrendaban y
subarrendaban sus tierras en una trama clientelista que los protegía ante cualquier osadía o ficticio atropello.
Los Aranda no eran los Aranda, eran sus criados, sus gañanes, sus peones, sus
lanceros, sus escuderos, sus labradores, sus familiares. Cada Aranda disponía
de una compañía de personas para manipularla a su antojo. Para colmo de la
desgracia, en el cabildo usaban las
miles de artimañas para que el corregidor
no se metiera con ellos. Unas veces no acudían, otras prorrogaban las
decisiones, y, en más de una ocasión, pleiteaban y, hale , de inmediato a
exponer sus quejas a la Corte.. Por otro lado, trataban de tener amarrada la
autoridad del corregidor convirtiéndole
n un cliente más. No le daban ni para comer, pues ellos eran los que
controlaban los gastos. Y, el corregidor con el sueldo del cabildo no podía
afrontar los mínimos gastos de su casa. Por eso, el corregidor había enroscado
la tuerca, e impuso una parte de la sisa para poder cobrar. Pues el sueldo del
corregidor no le alcanzaba ni para mantenerse en la posada y pagar a los
mesoneros De ahí que eran continuas las peticiones de subida que les reclamaba.
Y aquellos regidores, la mayoría de los Aranda, algún Gadea y algún que otro
Pineda le daban por respuesta los aplazamientos,
las demoras y las moratorias de los votos en el concejo Pero, el punto álgido
aconteció cuando los reyes le permitieron que tomara el dinero de los propios
y, si no daban el suficiente crédito, que lo hiciera de las sisas. Aquí, sí que
se esforzó en sacar el máximo de impuestos en los productos de los nuevos
ricos. Eso que tenía experiencia de cómo campear el temporal. Pero, de nada le
valió. Aquellos caballeros testarudos, que traían en jaque hasta el rey, no
podían soportar que este corregidor les obligara pagar, ellos que estaban exentos por los servicios. Y, como dicen los textos,
hicieron juntas, confederaciones y revueltas, se juntaron a cabildo abierto,
otras veces simularon reuniones de amigos y familiares en las casas de los
Aranda, de los Gadea, de los Montesino, todos para conjurarse contra su
persona. Aún más, en una sociedad tan permisiva para el uso de las armas, se
juraron pleitesía y lealtad de guardar
el secreto de acabar con aquel intruso. Y, aunque antes habían estado desunidos
ahora, ya no eran los bandos de la ciudad, eran la confederación de caballeros
contra el corregidor. Y, no sólo estos sino el pueblo llano juntamente con los
poderosos en defensa de sus atribuidos derechos. Lo prepararon todo, no podía ser uno de
ellos, debían poner un hombre de paja,
alguien que no tuviera ningún encono o enfrentamiento anterior con el personaje
regio. Los mentores fueron los cargos más afectados en el control de la ciudad.
La propia reina decía de su fiel vasallo Fernando de Aranda que era un hombre
escandaloso, que no obedecía ni cumplía sus mandamientos y estorbaba al
corregidor en ejecutar la justicia contra los malhechores En concreto, los regidores, en su mayoría
Aranda habían estado conformes con las resoluciones, pero quienes lo maquinaron fueron los
alcaldes y el alguacil, los Montesino de la Isla y de Avila y los Gadea, los
Aranda
-
Me hablaba de leyendas de los Aranda. Otra vez, los
Aranda, estos son unos indomables.
- Pero los reyes no estaban por pasar por alto ni seguir por
estos derroteros, pues se habían propuesto meter en vereda a todos los
insubordinados de todo lo que fuera indisciplina con su poder. Para este
cometido, habían elegido a los corregidores. No les importaba tanto su
capacidad de adquirir más recursos para su empresas militares, al tener de su
parte a estos personajllos sino someter a todos los jefezuelos de la piel de toro bajo su
jurisdicción. Primero, lo hicieron con las grandes ciudades, y ya le había
tocado a los últimos reductos de su vasto territorio: las ciudades en primera
línea de frontera. No importaba que tuvieran que agrupar varias ciudades bajo
un mismo corregidor. Sólo le interesaba que tuvieran sometidos a las personas
indómitas. Y, en Alcalá los había, pues por que les prestaban servicios, se
excedían en los abusos con los territorios regios y con la política emprendida.
Y, con estos precedentes, se pusieron
manos al asunto, primero enviaron un pesquisidor especial para investigar el crimen de lesa majestad:.
Un representante suyo asesinado en presencia de todo el pueblo, y sin ningún delator. El pesquisidor se las
vio y las deseó, en primer lugar pregonó
un bando en la peña de la plaza obligando a todo el mundo a que declarara
quienes habían sido los causantes o autores del crimen. El asunto resultó
espinoso. Pues, nadie quería desvelar nada. Llamó a los regidores y escribanos
para que le dijeran qué hacían aquel día
en el cabildo. Ninguno confesaba nada. Pero, entreveía que algo ocultaban. Pues
no se sentían autores, pero el pliego de
descargos y eximentes, eran amplio. Que
el corregidor era un entrometido, no les dejaba relacionarse con sus clientes
en el reparto de tierras, les impedía el trato, les atosigaban con nuevas
sisas, les acumulaban cargos por invasión de tierras comunales....una sarta de
falsas justificaciones, que querían justificar aquel magnicidio. Por ello, el
pesquisidor los envió a la Corte para que se presentaran ante el rey y les
castigara. La ciudad quedó gobernada tan
sólo por Pedro de Aranda y Escabias. Nada consiguieron, entonces envió un
alguacil real para ejecutar y cortar de raíz , la situación. Hubo algunos
tormentos en los vecinos y tenderos de la plaza, y lograron declarar todo al
detalle. Habían sido los hijos de Antón Hortelano juntamente con el padre y
otros vecinos. A los primeros les confiscaron los bienes, les derrumbaron las
casas, y fueron ajusticiados, sin
embargo los otros acusados, en concreto, dos hermanos, lograron escapar de la
cárcel. Se fueron a Granada, allí rehicieron sus vidas. La pista se perdió. Y,
eso que su madre Mari Sánchez, quería
que se les devolviesen los solares donde tenía su casa para reconstruirla.
Incluso, años más tarde, antes de
morir, arrepentidos los asesinos enviaron desde Granada una
memoria para que le dijeran dos misas en la parroquia de Santo Domingo de
Silos.
– ¿Esto es cierto?.
- Sí, que es
cierto. Hubo una capilla en la iglesia de Santo Domingo de Silos, que nadie
sabía quien la había instituido, ni cuando se había creado, era un secreto de
confesión. Lo había hecho la madre de
los dos hermanos que se habían ido a Granada por los años siguientes a la entrega de la capital del reino nazarita
por Boabdil a los Isabel y Fernando. Habían
combatido hasta el último momento
con los reyes y esperaban el momento de recibir mercedes, por eso
vendieron sus bienes de Alcalá, se trasladaron a Granada, era n de la familia
de los Gadea, de los Montesino, ¿ Quien sabe? Lo cierto que se arrepintieron de
sus actos y mandaron en su testamento una gran cantidad de dinero para fundar
una capilla en la primera de la iglesia
de Alcalá.
-
Está claro
que Alvaro de Acosta descubrió toda la
trama. Implicados los eran los Aranda, los Montesionos y, muy afectado un
regidor Alonso Ortiz, que preparó el plan y no dejó que acabara la
investigación. La culpa se la echaron al hortelano y los hijos de María
Sánchez, una pechera cualquiera. Los condenaron , les quitaron los bienes a la
familia, destruyeron sus casas.. Pero los asesinos huyeron de Alcalá. Sabemos
que los Gadeas, los Montesinos, y Fernández de Alcaraz vivieron en la ciudad de
los Cármenes. Algunos fueron muy influyentes, hubo familias de los Escavias que
crearon hasta un convento como comentamos el año pasado en otra leyenda. Pero
el hilo de la historia que creímos desvelado se nos quedo inconcluso al tener
que investigar en los archivos granadinos
-Esto
es leyenda. Sí, la segunda parte de la leyenda, pero me falta tiempo para ir a
los archivos de Granda. De seguro que me dará alguna pista para desvelar aquel
asesinato.
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