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domingo, 14 de septiembre de 2025

ADIOS AL CASABLANCA DE ALCALÁ LA REAL EN LA SEMANA DEL JAÉN

 

CASABLANCA DE ALCALÁ LA REAL



La historia de los locales de ocio y entretenimiento relacionados con los expendedores de bebidas suelen vincularse con el nacimiento o la expansión de la cultura, y, en muchas ocasiones, con la cultura vanguardista. Nos podemos remontar a siglos. Pero, generalmente, el nacimiento de los casinos y algunos célebres cafés fue el acicate para congregarse muchas personas que acudían a estos centros, donde adquirieron encuentros de tertulias literarias entre los artistas, sin olvidar el origen de movimientos políticos y sindicales.  Incluso, los pintores ofrecieron sus lienzos o su cartelería en otros locales que se desarrollaron en muchos sitios de España con apellidos, según los colores, de casinos primitivos, liberal, conservador, republicano, e, incluso las primeras casas del pueblo ofrecieron sus locales a estos fines.  En la Sierra Sur los hubo, con estos nombres e, incluso se mantuvieron en los tiempos de falta de libertad con otros fines propagandísticos. Pero, con la llegada a la democracia estos lugares jugaron un gran papel. Uno de ellos estos lugares que ha cubierto una etapa de la historia cultural alcaláina es el Bar Casablanca.

 

No podemos olvidar aquel bar, con nombre de Café Casablanca, y con la presidencia de aquella  foto del cartel de  esta película, que congregaba a muchas personas  al final del parque de los Álamos ofreciendo  su local y un ambiente diferente, pletórico de modernidad que se respiraba hace  treinta y ochos años rompiendo los esquemas del ambiente tabernario de muchos locales de ocios. Su alma fue Julián Relaño y su esposa Paloma Galindo que ofrecieron el disfrute de la libertad mezclada de cultura, y unas bebidas envueltas del aroma del  arte innovador. Y lo consiguieron con una constancia que vencieron durante varios decenios muchos años a tirios y troyanos, tormentas y contratiempos, pero siempre ofreciendo la proa de la libertad y respirándose los nuevos aires del progreso. Como era frecuente, compartía de los antiguos Cafés, las conversaciones culturales que se extendían por los grupos apoyados en la barra y en sus mesas. 

Nunca olvidaremos aquel año 1994, cuando tuvimos la suerte de darle el impulso a su nuevo local en l la calle Federico García Lorca. Pudimos palpar la ilusión y la apuesta con este nuevo recinto que se ofrecía con una tarjeta de auténtico espacio cultural teñido con el buen ambiente de establecimiento hotelero.  Era un gran espacio para la música, el encuentro de recitales literarios, la muestra de la manifestaciones pictóricas y fotográficas, la biblioteca de la progresía, el juego de salón y, sobre todo el lugar de cita para iniciar y mantener las inquietudes sociales, literarias y artísticas. Casablanca creó estilo y forma en muchas generaciones alcalaínas, fue vivero de gente comprometida y aportó un nuevo modo de vida en muchos vecinos.  Pues el Café Casablanca fue refugio para la cultura innovadora, donde se presentaron libros de jóvenes creadores, de poetas actuales, de narradores del círculo Entre Alonsos y Aldonzas; de encuentros con escritores innovadores, hispanista como Jon Sigurdur. No podemos olvidar la presencia en aquel foro de su nuevo libro con  el que pretendía dar cara a los placeres literarios  EL BÚHO CORNUDO,  Casablanca abrió las puertas a muchas  presentaciones de libros (de autores comprometidos, de temáticas vanguardistas, de nuevos enfoques como el mundo de los viajes). No quedó su actividad reducida ni anclada en la palabra, sino que sus paredes se ofrecieron a exposiciones de diversa índole desde las muestras étnicas del festival Etnosur, a la de colectivos como el Ladrón del Tiempo o Huerta de capuchinos, pasando por los pintores vanguardista como Carmona. 




En sus paredes, junto a la copa de gin tonic o el café colombiano, muchos se recrearon con las lecturas de relatos más contemporáneos o con las notas de los grupos de música tradicional como murgas y comparsas carnavalescas o moderna en sus conciertos, no solo de artistas alcalaínos como los componentes de Sacamoños o Undercover, sino de otros como la banda Sidonie y miembros de Barón Rojo. Las asociaciones y grupos culturales sociales y políticos pudieron disponer de este sitio para poder ejercer su vida orgánica ante la ausencia de sedes. La asociación vecinal de Capuchinos mantuvo su actividad cultural, rutera y organizativo  en aquel recinto gracias a la generosidad de Julián; lo mismo  que otros grupos animalistas, ecológicos o vanguardistas dispusieron de su s salas para exposiciones; y los hubo hasta los que pudieron dar sus primeros para proponer nuevas alternativas a la sociedad  en este local o simplemente reconocer con actos  a los  que habían sido marginados por el olvido y la desmemoria histórica, Pero, sobre todo muchas personas desarrollaron con mucha más asiduidad lo que Melquiades Álvarez, gerente del Café Varela mantuvo desde el año 79, aquellas  tertulias  que se fueron marchitando hasta que finalmente, desaparecieron, porque , como manifestaba  «Tertuliar es innato en el ser humano y  la gente necesita lugares donde tener calor humano y eso en las redes sociales no se consigue».

Si Julián tuviera que recoger, en su dietario, a todos sus visitantes de  su café bar puntero en la ciudad de la Mota, le faltarían páginas para anotar la presencia de artistas que acudieron  a este espacio  para acompañar con un café los prolegómenos o el después de una actividad de interés tras sus ponencias en congresos locales, conciertos o actos  públicos literarios, Fue el lugar de la cita e intercambio, de vivir y revivir, de compartir y agradecer.  Alcalá la Real echará de menos La pérdida de le Café Bar Casablanca. Desgraciadamente no es solo por una cuestión económica, es una pérdida patrimonial, social y de desarrollo del conocimiento. La nostalgia invadirá, como es frecuente en esta sociedad virtual, de estos lugares que consiguieron ser “un talismán para los autores y artistas del mundo de las letras y de todo tipo de farándula, como si se hubiera creado una especie de ley de atracción entre la forma y el fondo”. No se dio por simple protocolo a este lugar el honor de la estatuilla del Hércules, sino que su encomiable labor le hizo merecedor de este premio en 2010, en la modalidad de Cultura y Educación.

Se pasó en Alcalá la Real de los mesones a las tabernas, de esta a los bares, y, con el Casablanca, a café tertulia, muy diferente de los típicos pubs de copas. Hasta su jubilación Julián ha mantenido esta forma de compartir cultura y ocio. Estamos convocados hasta el 29 de septiembre a rendirle un merecido homenaje. Ya lo harán por estas fechas sus clientes como Undercover y otros grupos que desde 25 al 28 celebrarán un festival de despedida. Con el título Gracias, Casablanca, ha sido organizado por la asociación Sacamoños. Se despide no con lágrimas sino con escenas de su historia   y el disfrute de la música de los grupos locales de rock y artistas invitados. Y debemos refrendarlo con nuestra firma y la contemplación de la memoria fotográfica de estos años. En su cierre, nos acordaremos de este lugar de encanto con las palabras del poeta Escandar Algeet,. La filosofía se puede resumir en que la puerta estaba abierta a todo aquel que no la cerrase que perseguía el objetivo de crear un espacio de expresión, debate, confrontación, diálogo y, por qué no, de fiesta. Estos nuevos espacios promueven la cultura de la ciudad donde se da la oportunidad a nuevas voces de hacerse oír y a las de siempre, de seguir avanzando”.




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