El testamento de cura Alonso Ruiz de Atencia, además de clérigo, prsbítero y capellán perpetuo de la Iglesia Mayor realizado en 4 de agosto de 1599 ante Alonso Ramírez de Molina nos aporta nuevos datos. Este fue enterrado en la capilla mayor de la Iglesia Santa María, y acompañado por los cofrades presbíteros de la de San Pedro con cera y cruces. Curiosamente, su devocionario de misas tras su muerte se dedican a La Virgen de la Cabeza, de la Soledad, Nuestra Señora Esperanza de los Remedios, San Jacinto y los Bienaventurados mártires sSn Cecilio y sus compañeros, que alcanzaron una difusión devocional muy profusa por este tiempo en estos lares. Encargó todas sus ofrendas y administracion de sus bienes para el pago de las exequias a la cofradía de San Pedro con el pago de misas, pan y vino y otros gastos.
Los datos más interesantes se referían a la ermita de San Bartolomé, dejando aparte el inventario de bienes y un censo contra Juan de Aguilera. Dice así la manda:
"Iten, es mi boluntad y mando se dé a la ermita del Señor San Bartolomé treynnta y mil maravedíes com los quales se acabe y se labrare y labre la capilla mayor de la dicha ermita y acabada con ellos por la cantidad que baliere se paga un retablo de una bara en alto en quadro de madera y en él se pinte de pincel e o de oleo como mejor pareciere a mis alabaceas el bienaventurado san Elifonso en el estado que Nuestra Señora le hizo la gracia de poner la casulla, con su letrero de pie de conmemoración mía y gasto en la dicha capilla de manera que en todo se gasten los dichos maravedíes y estos se tomen de los dichos censos para ello e para ello se pagan en recaudos que sean necesarios con la ejecución de lo qual remito a los dichos albaceas". Les daba a su criada Isabel y a su hija catorce mil ducados hasta tanto se emplearan en la ermita de San Bartolomé, con cargo para que se dijera una misa por su alma en la ermita , una con el oficio de Nuestra Señora de la Paz, y otra de San Idelfonso, y luego se lo encargaba a sus descendientes. Nombraba por albaceas Juan de Cueto Torreblanca y Antón Sánchez de Rojas. En 1608, no se había acabado el retablo ni la capilla mayor, pero los oficiales de la obra solicitaba contribuir a la terminación de la obra y proseguirla en el resto de la iglesia.
Ante la amenaza de ruina y caída de la ermita en 1610 el priostre Cristóbal López de Inestrosa y el alcalde Juan de Aranda Italia intervinieron para afrontar la situación echando manos de un censo que había donado el anterior cura Atencia sobre una viña, porque la ermita "no teniendo buenos fundamentos estaba apuntalada y a punto de caerse y no tiene más limosnas que hoy día estas son tan pocas que no alcanzan más que a los gastos preciso de cera y ormamentos para el culto divino dándosela la dicha manda se podría reparar y adornar y, y con el censo y con las limosnas quedaría con perpetuidad reparada y adornada ". Incluso, por otros informes, una parte de la iglesia se había caido y amenazaba el derribo total y se podría afrontar la situación con la suma de limosnas y el censo mencionado, al que el abad Alonso de Mendoza abría el expediente para afrontar la propuesta en 1610. Ese presentó el procurador de la ciudad Cristóbal Rodríguez de Escalada y manifestó su ruina aludiendo a la casa y la presencia de la imagen de San Bartolomé y otras, que peligraban si no se tomaban medidas como la recuperación del censo para afrontar el reparo, lo que hizo cambiar el destino del censo por la inminencia de las obras..
No hay comentarios:
Publicar un comentario