Es noticia en estos días la ciudad fortificada de la Mota, el emblema de la actual ciudad de Alcalá la Real. Por un lado, las lluvias, tan beneficiosas para el campo de olivar, también ocasionan el deterioro de los muros, edificios y monumentos antiguos a lo largo de la historia; por eso no era extraño que se abrieran portillos por doquier en cualquier momento y en este año se ha renovado este acontecimiento ordinario. Por otro lado, para la iglesia de Santo Domingo de Silos, al final se ha hecho realidad su proyecto de reconstrucción que se remonta al segundo decenio del siglo XXI y, por fin ha superado unos trámites burocráticos que a veces abusan de su rigorismo cultural. En la ciudad fortificada del siglo XVI, por encima de este templo parroquial y muralla, se levantaba la plaza baja, que se componía de varias tiendas de la ciudad, del cabildo y de particulares (dos boticas), un mesón y la puerta de la Plaza.
Esta plaza
baja siempre fue muy importante, pero aún más hasta la tercera década del
siglo XVII. Era el centro de la vida social de la ciudad fortificada, y,
sobre todo, para los parroquianos de Santa María. Al mismo
tiempo presentaba para los visitantes un aspecto atractivo,
dentro del anárquico diseño de la ciudad militar, guardaba cierta armonía
urbanística en su entorno y, lo que era muy significativo, por aquellas fechas,
todavía quedaban restos del pequeño comercio de la ciudad, ya que las autoridades
obligaban a los comerciantes y a los hombres de oficios a que allí vendieran
sus productos para no perder los privilegios que disfrutaban por ser ciudad de
frontera gracias a esta fortaleza de defensa militar. Se
definía por una casi forma circular y, a su alrededor, se levantaban
edificaciones de planta baja, destacando por lo alto de ellas el Trabuquete, la
torre del Argamasón y el edificio de la Mazmorra. La plaza era pequeña, pero soportaba el trajinar y el
bullicio de los que pasaban por su empedrado suelo. Desafortunadamente, en
1623, con la remodelación de la Iglesia Mayor, perdió todo su encanto y
atractivo, pues la Iglesia Mayor se apoderó de seis tiendas de sus fondos
abaciales y compró al cabildo alcalaíno por 350 ducados tres tiendas municipales,
porque las necesitaba para edificar la nueva iglesia cuya fachada oriental
puede contemplarse que no realza la plaza, sino que desentona por su
frontalidad con los actuales cimientos de los destruidos edificios.
En la plaza Baja, por la parte alta del
Cañuto se abría una puerta que llamaban DEL GABÁN. Hasta el siglo XVII, la
entrada a la plaza baja se hacía por esta puerta situada
en el adarve de debajo el antiguo Gabán. Esta Puerta también aparece denominada
como Puerta de la Plaza; y se extendió el nombre del Peso de la Harina, por el
hecho de que se encontraba cercana a la casa de los Pesos y Medidas de la
ciudad para controlar las cargas del trigo y harina de los arrieros antes de ir
a los molinos de las Riberas y establecer la correspondiente maquila. Introduce
a los visitantes a la Plaza Baja de la Mota. La actual torrecilla
que cobija a una bóveda de medio cañón que abre el arco de medio punto de
entrada se restauró en los años noventa del siglo XX. A la puerta se adentra
por un arco apuntado con un rebaje que señala una estructura anterior referente
al Gabán.
No
es de extrañar que la puerta se llamara
también del Gabán Por un documento de
junio de 1623 (legajo 49761 folio 480v-481) Isabel de Bocanegra y su marido
Alonso Gutiérrez Medrano contrataban una tienda en la plaza baja a Juan Garzón,
mercader” la que está junto a la puerta Puerta(sic) del Gabán”. Lo hacía con la
temporalidad de dos años y seis ducados de renta anual y dar 24 cuenta al
propietario de la madera que entregare. Curiosamente aparecen de testigos los
maestros de cantería de la Iglesia Mayor Abacial Miguel Guerrero y Juan Caderas
Riaño, que, por aquellos años, construían la Iglesia Mayor Abacial. La puerta
del Gabán necesitó de una reforma y restauración que dio nuevos aires a la
ciudad fortificada. Ahora, se emprenden y diseñan nuevas obras, son una buena
señal para la ciudad fortificada de la Mota, reconocida hace años por Hispania
Nostra y en publicaciones como National Geographic
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