El
día 26 del pasado abril de este año tuvimos la noticia de la muerte de un
músico de Alcalá la Real. No
era de conservatorio ni labrado en las novedosas agrupaciones musicales
semanasanteras; era algo más, un músico alcalaíno que entroncaba con la tradición de los grupos musicales de
la comarca, (los que alegraban las verbenas de las fiestas locales, aquellos
profesionales autodidactas que recogieron los vientos de la Orquesta Florida ) pero se enraizaron en el mundo de las baladas
de los Beatles, del rock en rock de Elvis Presley, de la música de los
Pekenikes , de las canciones de Juan Pardo.... allá por los años setenta, años
de niños de melenas largas y patillas de bandoleros. Este músico era mi amigo
Pedro Frías Iglesias.
Para
todos, por su estatura le llamábamos cariñosamente Pedrito. Alma mater de ese
conjunto musical de la comarca de la Sierra
Sur , que eran los Came Ros¨s, los que alegraban las tarde de
los guateques en el Hotel de los Tres Amigos o Salones Peñalver, los que
sembraron alfombras con hilos del eros en las veladas de la feria alcalaína o
los días de la Cruz
de la calle Rosa , los que hicieron más
solemne el banquete nupcial de muchas parejas.....Los que reclamábamos, ya
cincuentones, para que acudieran a la
renovada feria septembrina compitiendo con las orquestas valencianas.
De
físico y estatura Pedro era pequeño , pero de corazón era tan grande como la
campana María de la Mota ;
siempre recordaré una foto de mi niñez cuando fue mi pareja de acompañamiento
de la cruz-guía del Cristo Sanjuanero en la tarde del Viernes Santo;
compartimos vivencias de hermandad en el barrio de San Juan con nuestros padres
en el patín del parral verde que cubría con la sombra de la amistad a su padre
y el mío (Pedro, el zapatero de las manitas de oro, y Antonio, el pegujarero de
la calle Veracruz, ambos unidos por aquella cofradía de raíces campesinas y de
artesanos de barrio y en casa de vecindad); disfruté de su sonrisa y simpatía
en muchas conversaciones y siempre que le solicitaba sus servicios musicales en
mi gestión como edil no me fracasaba, me abría un hueco en su agenda musical y
completaba el programa festivo sacándome de apuros. Palpaba que era un
compañero de los que sabían construir la unidad frente al protagonismo de los
divos.
Luego,
marchó a otros puntos de España y en la Costa del Sol, nunca abandonó su saxofón ni su grupo,
me contaba miles de anécdotas cuando me comunicaba con él, y me ponía al día de
las novedades musicales, era un artista artesano de la música. Allí cariñosamente
lo rebautizaron con el cariñoso "Tiu", con lo que marcaba la huella
de la tendencia alcalaína por trasformar los fonemas vocálicos en cerrados para
hacernos más íntimos. Como Pedro era, una persona muy entrañable a la manera de
su tiu. Y, de él y su grupo, se podría esperar esa afabilidad, que la demostraban
en los apadrinamientos de otros grupos musicales: En la Costa , lo hicieron con el grupo
de Gato Negro que ha sentido mucho su pérdida. Pues su relación de amistad
rayaba la de familiaridad entrañable y
han sentido la pérdida no sólo como un buen músico sino también como una gran persona
hasta el punto que clamaban en el día de
su muerte, tras una larga enfermedad, la que no pudo superar, con estas palabras "
Pedrito, allá donde tú estés, no dejes de sonar tu saxo".
No
sé donde habrá quedado tu instrumento, lo que estoy seguro que siempre
recordaré las notas dulces de tus
monodios musicales, cuando llegue la víspera del primer domingo de septiembre y
la víspera de san Juan. Ya no están los garbanzos tostados ni el ponche lo
aliña Paco Gámez, pero mi mente me lleva a los compases de un músico que alegró muchos corazones de parejas
alcalaínas, y el mío en particular.
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