Asistimos
en estos tiempos a un auge de la política. Por lo menos, se cuestiona, se
critica y se le exigen compromiso,
austeridad y sinceridad. No importa desde qué bando, punto de vista o
medio de comunicación social se trata sobre la participación en la vida
ciudadana y de sus representantes; se constatan
como datos fidedignos de un amplio
debate la renumeración de los cargos,
el número de representantes y el análisis de su labor juntamente con la crítica
de sus actuaciones. Por encima de todo,
las nuevas generaciones cuestionan, en muchos casos, la manera actual de hacer política: no puede
consistir una praxis política a remolque
de los sondeos y las encuestas de la sociedad; ni montados en la cinta electrónica de una maquinaria
electoral; tampoco el ciudadano puede convertirse en un
robot teledirigido por mensajes con telemando desde unas sedes privilegiadas de
alto voltaje. La respuesta del 11-M es una llamada clara a una política que ya
no convence a muchos ciudadanos, hay que volver a la polis, aquella ciudad-estado
griega, donde le individuo se veía comprometido y obligado a participar en la
vida de la ciudad, porque para aquel ciudadano helénico la gestión de la ciudad
era algo esencial, como manifestaba Aristóteles ( No quedaba relegado a un
momento electoral del ágora ateniense, ni a ser un simple conformador de la
estética del poder). La política era y es un compromiso moral para construir una ciudad más habitable, transformadora y
convivencial, y lo mismo se podía decir del estado. Por eso, los partidos
políticos deben llevar a cabo su 11-M, ya que es necesaria una nueva respuesta
a la sociedad; sabemos que estas agrupaciones sociales son imprescindibles para
la comunidad y consideramos que comportan muchos valores ( la estabilidad institucional
frente a la perentoriedad del asambleismo y de las plataformas; la camaradería y compañerismo de sus
miembros frente a la anarquía del individualismo., la continuidad frente a la
improvisación…. ). Para hacerse más valedores
de su trabajo, no deben presentarse como
unas asociaciones políticas de oportunidad u oportunismo político, deben fijar
metas, proponer proyectos, compartir inquietudes y sembrar utopías realizables.
Asistimos, en
la Sierra Sur, a un momento trascendental
para el futuro de la comarca, pues en el momento actual se nos ha hecho visible
la huella del 11-M con aquellos encuentros de sus participantes en el paseo de
los Álamos; pasaron las elecciones y comprobamos el impacto de la ciudadanía en
convocatorias asamblearias; también los partidos celebraron sus asambleas
locales y asistieron a congresos con el fin de renovarse de tal modo que
comprobamos la fuerza de su militantes en los órganos locales y provinciales,
e, incluso, a algunos les tocó el turno de la gobernanza y comprobamos la
representación institucional que tienen dentro de cada organigrama ( esto sin
olvidar la política diaria de oposición ); ahora le ha tocado el turno a los
socialistas, que desde hace tiempo llevan a cabo la renovación y adaptación del
partido a las nuevas circunstancias. La representación local del socialismo
alcalaíno ha acudido a varios congresos y encuentros nacionales, se ha integrado en el nuevo y
apasionante momento de una sociedad en crisis con cargos ejecutivos, pues son varios los alcalaínos que ocupan puestos
de representación provincial y autonómica; en próximas fechas, este grupo se acerca al escalón más inmediato
a la ciudadanía- el autonómico, provincial y local- donde los socialistas
alcalaínos juegan un papel trascendental
a la hora de conjugar la renovación del partido con la imbricación
social que ello supone. Hasta ahora, no han bajado la guardia, en los congresos
pasados y su agrupación ha sido una de
las que mayor número de enmiendas ha
propuesto; sus miembros son parte activa
a la hora de elaborar propuestas en la provincia, y llegará el turno de lo local para insistir en
un aspecto fundamental: la imbricación en el tejido social con lo que conlleva
de trabajo y esfuerzo por construir una
mejor polis, que eso es la política ( para todos los ciudadanos, mirando con
especial mimo a los más excluidos, pues esos no tiene voz).
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