MARÍA DE LOS
ÁNGELES SÁNCHEZ JIMÉNEZ
El día veinticinco, día de la Natividad del Niño
Jesús, nos despertamos con la triste noticia del último adios de Mari Ángeles
Sánchez. La conocimos desde niña, cuando
fue acogida en la casa de Pepita Jiménez, a la que acompañaba al templo de las
Angustias junto aquel reclinatorio reservado para las celebraciones litúrgicas;
siempre me sorprendía el enigma de su venida a Alcalá la Real, pero me superaba
su sonrisa y alegría generosa que transmitía a todos los demás. Como cantaba David Harking:
“Puedes llorar porque se ha
ido, o puedes
sonreír porque ha vivido.
Pasó el tiempo y nunca perdí el hilo conductor de María
Ángeles, que había recibido los apellidos de su madre y su padre que la
adoptaron, Su bondad se marcaba siempre en las relaciones con los demás. Y, no olvidaré momentos que compartimos en
tiempos de la vida municipal y cofrade, mostrándose siempre dispuesta a
colaborar por la vida de los demás. No vi una persona que se desviviera y
entregara más a la cofradía de la Virgen de las Mercedes cooperando con los
aspectos caritativos o con los del patrimonio de la cofradía. No era su única
devoción, El Señor en sus advocaciones de la Humildad y de la Salud no las
olvidaba nunca.
Puedes cerrar los ojos
y rezar para que vuelva o puedes abrirlos y ver todo lo que ha
dejado;
tu corazón puede estar vacío
porque no lo puedes ver,
o puede estar lleno del amor
que compartisteis.
Y, sus ojos derechos, que eran todas aquellas personas que ahijaba,
entre todos se convertía como la madrina llena de amor, de pan compartido.
Su
huella quedará reflejada en aquella imagen que portan como ella los hermanos
mayores con el cetro argentino de la Virgen de las Mercedes al representarla.
Ella fue hermana Mayor de la
Cofradía desde el año 1999 hasta el 2002, y nunca permitía que quedara sin
representación y así fue presidenta de
la Comisión Gestora en el año 2018.
Ella
sabía que significaba ser protectora y mecenas de patrimonio, pues en su casa
estuvo el primer Hércules alcalaíno y era el museo de óleo y enseres de
pinceles artísticos. Ella protegía aquella casa de cuyo nombre bebía la fuente
del Hospital del Dulce Nombre de Jesús y Santa Caridad. Ella respondía con
parábolas de pan y peces multiplicados, con manos rotas y entrega dadivosa.
Y
María de los Ángeles se mereció portar hace diez años la corona como madrina aquel
día agosteño para imponerla canónicamente a la Virgen de las Mercedes. No llegó
a cumplir su año de aniversario, pero lo celebró en los oros celestiales, como
el que portaba por mérito como cofrade ejemplar. Madrina de la
Coronación Canónica de la Virgen de las Mercedes, medalla de oro de esta Real
Cofradía y actual miembro de su Junta Directiva.
No faltaba
nunca, a pesar de sus dolencias, en los momentos que le requería la cofradía.
Su dedicación y servicio a la Cofradía dejaron una marca imborrable en
todos los hermanos y devotos. No puede pasarse
por alto su compromiso y amor por nuestras tradiciones y devociones que serán
recordados con gratitud y afecto, pues siempre su apoyo se hacía patente junto
con su oración.
Muchos recibieron las condolencias,
pues eran parte de su familia y seres queridos en este momento de duelo como
sus ahijadas dominicas. Como decía un pésame de aquel día; Descansa en paz. Mari Ángeles, fuiste una buena mujer y
allá donde estés, lo seguirás siendo, un abrazo al cielo, aquí abajo te echaremos
de menos.
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