En Junio, la iglesia celebraba e día once la del apóstol san
Bernabé; el veinticuatro la Natividad de San Juan Bautista y el veintinueve la
de los apóstoles San Pedro y San Pablo.A veces, el Corpus Cristi y se
celebraba en la vísperas, que subían los miembros del Cabildo a la Iglesia
Mayor Abacial o a la de San Juan sin la presencia del corregidor ni los
caballeros comisarios, organizadores de la fiesta. Las fiestas ordinarias eran de obligado cumplimiento del cabildo municipal que acudía
a la Iglesia Mayor Abacial y, en estos siglos, a la coadjutriz de San Juan, invitada por la
ciudad. El itinerario oficial era, como sucedió en el año 1868 por falta de lluvia , recorriendo la calle Real,
Rosario, San Juan, recogiendo a Santo Domingo en su parroquia y finalizando en Consolación.[1]
Fruto
de una evolución y transformación hacia los nuevos tiempos, son los antiguos
conventos e iglesias que tratan de evitar y librarse de posibles impedimentos y mostrar
unas portadas abiertas, donde se exhiban sus santos, como sucedió en el
Convento del Rosario, Consolación, Trinitarias, San Juan, Dominicas, san
Francisco y Capuchinos. El compás será el nuevo término que desarrolla esta
nueva visión urbana a la entrada de los conventos, sobre todo en los de Capùchinos, Consolación y san Francisco.
Muy ligado con el fenómeno
anterior, es el nacimiento de nuevas ermitas, iglesias, parroquias y ayudas de
parroquias, que tienen lugar en el propio casco (La Iglesia de San Juan,
dependiente y parroquia de Santa María la Mayor; la de la Veracruz, de la de
Santo Domingo de Silos). Es el caso de la parroquia de Frailes, o de las
aldeas, Charilla, Las Riberas, San José de la Rábitas, Mures, Valdegranada, la
Pedriza y Ermita Nueva. Al frente de ellas van a llevar una actividad festiva
centrada en un capellán encargado, que, al mismo tiempo, desarrollará algunos
elementos festivos, e, incluso, culturales, como le caso de la Ribera, donde
ejercía de maestro. Esta nueva situación es fruto del gran crecimiento que se
inicia en las zonas rurales , influido por el movimiento de las roturaciones de
tierras y las posteriores desamortizaciones, que van a favorecer el
asentamiento y la dispersión de la población rural.
Asistiendo de parroquia la iglesia de San Juan , el uno
de noviembre de 1755, se celebró una novena con motivo de un terremoto en
accción de gracias.[1]
Durante los años 1843 y 1844, es la parroquia y en el año 1845, se traslada al
Rosario. Existía una hermandad de San Juan y de la Virgen de los Dolores, que
se mantuvo, al menos, hasta el año 1848,
poseyendo varios bienes como unas casas en la Calle Real junto al Cristo de
la Piedra y dos corrales de olivos, administradas por un mayordomo Pedro Ventura
de la Torre [2].
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