5.
SIGLO XVIII.
En 1755, se
produjo un fuerte temblor de tierra que
afectó a algunas partes del convento incrementándose las cuentas del convento
por reparo de sus cortijos y su propia fábrica conventual. En el año siguiente se remedió toda la labor de la carpintería
del convento afectada por el temblor de tierra, y, por eso, se hizo una escalera
de madera por parte del maestro Tomás Cano, que era el que le
confeccionaba muebles como las cajas para el Alhorí, ponía y quitaba el
monumento del Jueves Santo, y hacía los teones de la fiesta de la
Santísima Trinidad. Y en 1757, se renovó su
platería y vasos (6 docenas platos y cinco de escudillas de vidrio).
En 1758, se nombró como segundo capellán al
cura Andrés Monte y se compró un hostiario (32 lingotes de plata). En este
año, murieron sor Ana María de Alcaraz y sor Rosa de Palomares.
En 1760,
se hicieron obras en las puertas del
pórtico del convento por 462 reales. Un año después el convento se
enriqueció con obras menores de
platería, se compró el esterado para sala del coro, sala de labor y otras
oficinas. Se hicieron reformas y reparaciones en la Iglesia, el huerto, cuarto
común, alhorí y cuarto del carbón, al mismo tiempo que se limpiaron los escombros de los
cuartos quemados de un incendio que se produjo en estas dependencias y en el
que intervinieron ocho peones a los que
el convento dio pan, vino y salario en
su extinción. Entre 1762 y 1763, se hicieron unas andas para el Santísimo
Sacramento, así como la hechura y su
dorado importando 2.765 reales, al mismo
tiempo que se fundió la campana menor.
Hasta 1780,
se engrandeció o se reparó su patrimonio mueble e inmueble de la
siguiente manera y año: nuevo frontal de altar
por 269 reales (1763), el dorado de las andas del Santísimo, pintar las
de Nuestra Señora y el Niño de el coro. (1764), Gastos platero, sacar almidón,
componer espejos, rastillar cáñamo (1765),
un terno y obras en cortijo y convento
(1767), casullas y andas (1768).
En 1771 el maestro José de Priego, de nuevo,
construyó el retablo mayor, que fue
dorado por el alcalaíno Juan de Aranda.
SIGLO
XIX y XX
Varios
terremotos del siglo XIX afectaron a la estructura del edificio, sobre todo, el
de 1894. Las monjas, prácticamente vivían en una casa ruinosa desde principios del siglo XX. En la segunda década
del siglo XX, el convento se trasladó a la
Casa palacio del de la calle Miguel de Utrilla (siglo XVIII), de estilo
neoclásico, perteneciente a la familia de Nemesio Fernández de Moya, tal como
obra en la secuencia de inscripción de
la portada de la casa. El retablo debió ser enajenado, junto con los
retablos de la nave, y probablemente se
encuentre en Granada, según Domingo Murcia. Su más preciado tesoro es el Niño
del Coro, pequeña imagen de un niño Jesús que, según la leyenda, se apareció a
una monja cuando rezaba en el coro. También, destacan dos imágenes de cristos
crucificados de la escuela granadina de Diego de Aranda o de Siloé.
. En 1923, fue
vendido al propietario alcalaíno Manuel Durán por sesenta mil pesetas; durante
el mes de julio, se trasladaron los restos del cementerio de las monjas, y, en el mes de agosto se derrumbó el convento causando varias víctimas, lo que dio lugar a un debate
público durante 1924, porque Pablo Batrmala acusó de negligentes a los mandatarios públicos. En el acta
municipal 31 de marzo de este año[1],
manifestaba que las monjas abandonaron el convento porque amenazaba ruina, y
los nuevos propietarios, bajo la dirección de un maestro de obras, cayeron en
la imprudencia de quitarle la techumbre, los ligamentos, trabazones y muros
interiores dejando un lienzo de pared de unos ocho metros de altura al intemperie". Luego,
emprendieron el derribo y causaron dos
muertos, a los que solicitó ayuda moral
y económica el concejal republicano.
En
15 de junio de 1959, para evitar el desplazamiento de las madres
mercedarias del hospital civil, Santiago Sanguinetti emitió un informe sobre
el estado ruinoso del edificio y se produjo evacuación de asilados y enfermos, diciendo que 1956 se consolidó la obra.
También propuso el traslado ala casa de
Comunidad en el Huerto de San Rafael. y el Hospital a otra casa con mejores
condiciones. Se le ofreció la
Casa de Clotilde
Batmala, que era donde estaba el Registro de la Propiedad Juan María M
Mazuelas Carmona.
EPÍLOGO
Nos
vienen a colación para acabar estas páginas del Convento trinitario de Alcalá
la Real, una parte de este artículo de "Las Trinitarias .Ayer y hoy",
del periódico jienense La Regeneración,
escrito en 27 de junio d 1924 por María Serrano Montijano
"Todo en vida es mudable., y con el curso del tiempo se destruyen y
vienen abajo sus bloques y metales más fuertes ¡Esto sucede con las cosas que
eran: solo en la muerte , y eterno lo divino,"
Va para siete siglos
que se ha sostenido piedra sobre piedra, el que fue convento de la Stma. Trinidad
en Alcalá la Real: este estaba edificado en aparte más alta de esta ciudad,
teniendo por coronación la fortaleza de
la Mota y como escabel, la misma
población.
Contemplando las que
son casi ruinas del convento ¡Cuánto pudiéramos soñar sobre ellas(…).
Esto se piensa y se siente
contemplando sus ruinas. También surgen en nuestra imaginación los solemnes
cultos allí celebrados; y sobre todo la tradicional procesión que en el día de
la fiesta principal, recorría con gran pompa el trayecto corto, pero clásico y
exigido para este objeto.
II
Veinte años permaneció la comunidad de
religiosas trinitarias, en un eminentísimo peligro de ser sepultadas bajo los
sillares del antiguo edificio, si no
confiaran con firme esperanza y viva fe en el Augusto Misterio a que
pertenecen.
Heroicos han sido los esfuerzos, grandísimas
las luchas espirituales y materiales, sobrehumanas los obstáculos que han
tenido que vencer la M.RM. Sor Lucía
María, Priora y reformadora de las religiosas trinitarias, aún mas armas que
vendió la virtud y el talento.,
(…) habiéndose encomendado estas santas religiosas
al "NIÑO DEL CORO" en su gran apuro y necesidad de encontrar a
propósito para su traslado, por el
peligro que ofrecía el convento, empiezan fervorosas un triduo, y aun antes de terminar, le ofrecen una casa
solariega, se hace escritura, y unos meses después de ser trasladadas a ella se derrumban una parte del antiguo
convento, siendo demolidas muchas de sus celdas y principales dependencias.
La casa adquirida para convento de trinitarias, es de severa arquitectura y está ¡situada casa en la llanera de la población; más detengámonos en filosofar aquí también , antes su portada. Los timbres heráldicos que en ella figuraban balsones de nobleza, han sido sustituidos por solo el escudo de la orden trinitaria. Los salones que ayer se abrieran pora fiestas y saraos, cuando en ellos tenía entrada aristocráticas damas ataviadas con sus más curiosos y vaporosos trajes , iban luciendo ricos aderezos, y acompañadas de apuestos caballeros, cruzando uno y otro salón decorados con lujoso mobiliario, preciosos y artísticos tapices, pesados cortinajes solo se abren hoy para dar culto a Dios.
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