Ya, desde la conquista de la ciudad de Alcalá, debió celebrar
nuestra ciudad la fiesta de San Juan. Una fiesta que se remonta a principios de
la historia eclesiástica, ya que la Natividad de San Juan Bautista lo ha sido
dentro de las ferias más importantes de la cristiandad junto con la Natividad
del Señor, la pascua, la Ascensión y el Corpus Cristi. Desde San Agustín y san
Bernardo, siempre fué digno de conmemoración el hijo de Zacarías e Isabel, que
anunció la venida del Señor con su don profético, acompañado de gran número de
milagros. La Iglesia considera al precursor tan importante que suele tener
celebración de Vísperas e, incluso, se hizo ayuno de quince días tal como
parece que se llevó a cabo en nuestro territorio abacial. Aun más, este día
quedó fijado por todos los cristianos para fecha de cumplimiento de contratos,
compromisos, subastas y todo tipo de litigios particulares y colectivos.
En nuestra comarca hay unos remotos testimonios de esta celebración,
cuando en el conocido romance de La conquista de Antequera y la escaramuza
de Alcalá se localizaba en el tiempo que marcaban el comienzo de los dos
versos siguientes: La mañana de San Juan/al tiempo que alboreaba. Además
añade una gran cantidad de detalles de las fiestas de caballería y juegos de
cañas que amenizaban y regocijaban a los
mozos de aquellos contornos comarcanos. Todo ello, era precedente de lo que
será la fiesta de San Juan, que consistirían en juegos de cañas y corridas de
toros, y era pregonada en el día anterior por los caballeros montados con sus
mejores galas y la proclama anunciadora de las fiestas a cargo del
verdugo-pregonero en medio de la luz de los hachones de cera.
La Iglesia, por su parte, cantó maitines a partir de las diez de la
noche en la Iglesia Mayor y celebró la fiestas, a veces interrumpidas, con
cantos que prohibieron las Constituciones del Abad Juan de Avila en el 1541. El
día de San Juan celebraba la función de iglesia con misa de pontifical, a donde
acudía todo el pueblo y la ciudad junto con el cabildo abacial que se
trasladaba a continuación a la ermita de San Juan Bautista, saliendo por la
Puerta Principal, las Entrepuertas, placeta de la Trinidad y de San Juan. Por
la tarde, se celebraban los toros, a los
que no podían acudir los eclesiásticos, y que presidían el corregidor, el
alcalde mayor y todos los regidores, jurados y oficiales del Cabildo, ocupando
las engalanadas ventanas de las Casas de Cabildo. El pueblo se colocaba tras
las barreras y en los andamios de la plaza alta de la Mota. Los toros que,
desmochados, en numero de ocho, salían a la plaza, deleitaban al público. En
primer lugar, había capeos de los caballeros y de algunos atrevidos jóvenes.
Después, se ejecutaba su muerte, ya que los cortadores y carniceros abastecían con su carne a la gente y estaban
obligados a conceder un par de ellos para el abastecimiento público.
Se complementaba la fiesta con los juegos de cañas. Estas se
preparaban en la carrera de San Bartolomé o de San Marcos, algunas veces, en la
Alameda. Simulaban pequeñas batallas las cuatro cuadrillas de caballeros,
repartidas en su organización: una para el corregidor y el resto para los
regidores. Todos ellos estaban vestidos con sus armaduras y montaban los
mejores caballos que siempre tenían dispuestos para la guerra. A finales del
siglo diecisiete, sin emabargo, hubo que acudir a los caballeros de los pueblos
comarcanos. A estos se les invitaban para estas fiestas que congregaban mucha
gente. El corregidor preparaba por la mañana un pequeñoa convite antes del
comienzo de las fiesta, mientras se colocaban los distintos regidores, jurados,
alcalde mayor, jurados y caballeros en
los distintos sitios.
A finales del siglo XV, hay constancia por el testamento de Fernando
de Aranda que la ermita de San Juan estaba en obras, y a ella aportaba el
insigne caballero una pequeña donación en las mandas de la muerte. Más tarde se
hicieron las obras definitivas en el siglo XVI y XVII y la hermandad de San
Juan y de la Limpia Concepción ocupaba un lugar muy importante en la
organización de las fiestas religiosas: la Víspera, la novena, la función de
Iglesia, los ministriles, la capilla, el sermón de los beneficiados y los
gastos de cohetes, colgantes y otros adornos de la ceremonia religiosa fueron
los elementos principales durante muchos años con los altibajos característicos
de la historia de la abadía. Se fundaron varias capellanías y algunos censos de
misas que mantenían el culto de esta fiesta
y hasta llegó a convertirse en coadjutriz de la Iglesia Mayor la Iglesia
de San Juan.
En el año 1878 todavía existía la Hermandad de San Juan Bautista y
Nuestra Señora de la Paz. Hay una factura que dice:
"Como cofrade de la hermandad de San Juan Bautista y Nuestra
Señora de la Paz de esta ciudad he
recibido de las albaceas testamentarias de doña María Josefa Piqueras la suma de 3000 reales q.e.p.d. que en su última voluntad ha dejado
a la Santa Virgen de la Paz para ayuda y
culto de y veneración para que así conste
y nombrado por la J.Dir. de recibir la limosna a Alcalá. 3o de junio de
1878. El cappellán encargado Antonio González.
Son 300".
Las fiestas se organizaban en honor del titular con verbena, donde
se bailaba en medio de farolillos, juncia, romero y arcos de estos elementos.
El motivo central era el sorteo del borrego, que solía hacer el cura de San
Juan con el tradicional sistema de las habas blancas y negras hasta alcanzar la
que le coincidía con el premio. Se celebraba en el patín de San Juan bajo un
toldo y con el borrego presente, que estaba adornado de lacitos de colores y se
aturdía con los cohetes y la musica de verbena.
A principios de siglo, ya había desaparecido aquella tradición y
hasta que no se restableció por la hermandad del Cristo de la Salud, no se
volvieron organizar ningún culto. Tan sólo en los años de los sesenta, el 1965,
volvieron a resurgir la rifa del borrego y la hoguera e invitación en la
Víspera de San Juan sin el resplandor que tuvo el siglo diecinueve, ya que la
calle Rosario ya no era una de las principales como antes, sino una calle
campesina y de casas de vecinos de la posguerra.
En el año 1971, se encargó una imagen a Eduardo Espinosa por la
cantidad de doce mil cuatrocientas cincuenta pesetas gracias a la iniciativa
del párroco don José Luis Cuevas Motos. Para cubrir gastos se renovó la rifa
del tradicional borrego que se compró en el Camello de las Pilillas,
adornándose con madroños de madejas de lana y jáquima de espartera. En la
víspera de la fiesta actuó la orquesta Florida, se invitó a ponche y se
quemó una hoguera. La imagen se bendijo por el párroco en una misa el día de su
fiesta con lanzamiento de cohetes. En el año 1973, siendo hermano mayor Antonio
Pérez Sánchez, actuó un conjunto musical en la víspera y se mantuvieron los
tradicionales actos de volteo de campanas y lanzamiento de cohetes a las doce
de la Víspera como proclama de fiestas, la hoguera, la ivitación a ponche y
garbanzos tostados por la tarde .
En el año 1979, con motivo de la reapertura de la Iglesia tuvo lugar
el día de San Juan una misa, que se anuciaba con un cartel donde se invitaba a
los tradicionales festejos y cultos y se informaba de la finalización de las
obras por la Dirección General de Patrimonio Histórico-Artístico, además de dar
las gracias por las ayudas prestadas en la restauración.
Por los años ochenta, una fiesta de barrio y de hermandad se
convitió en una fiesta popular. Siendo hermano mayor José Fuentes Cano en el
año 1984, hubo misa y salió la imagen en procesión por las calles del Barrio a
través de Mazuelos, Mudo, Puerto, Cronista Benavides, Abad Palomino, y Placeta
d San Juan,
"recorrido que fue
adornado por los vecinos, que, al paso de la imagen del Bautista, que iba
portada por las damas de la hermandad arrojaban flores desde los balcones".
Al mismo tiempo, se hizo tradicional la verbena amenizada por el grupo
de Miguel Fernández.
En el año 1985, se mantuvieron todos los actos y festejos,
innovándose el pasacalles por la Banda de Tambores y Trompetas de la Hermandad
y un nuevo itinerario del barrio por Rosario, Luque, LLana, Real y Santísima
Trinidad.
En el año 1986, comenzaron a celebrarse dos días. En la Víspera, la
tradicional proclama, misa vespertina y la procesión (este año por Mazuelos,
Mudo, Callejón del mismo nombre, Puerto, y Abad Palomino, la hoguera, la Tuna
de amigos "Arcipreste de Hita, el Grupo de Sevillanas del Instituto de
Bachillerato, la verbena Popular, y, sobre todo, un nuevo elemento que será ya
tradicional a partir de este año, la Quema de la Bruja en el Hoguera. El
personaje y su parafernalia fueron inventados y creados por el hermano Rafael
García Medina, que, año atras año, logró diversas variantes de este fantástico
personaje que desde la torre de San Juan vuela hasta la pira de la placeta para
decir el último adiós en medio de música mistérica y juegos de sonidos y
silencios. En el segundo día, cucañas, y variados juegos infantiles, el Maratón
de San Juan, que recorría el circuito anillado de nuestra fortaleza a traves de
la calle Mazuelos, Placeta de San Blas, carrera de San Bartolomé, camino de los Palacios, Peña
Horadada, San Francisco, Real, Convento de la Trinidad Alta y Placeta de San
Juan; en la verbena del segundo día o de San Juan Fstividad, actuación de la
rondalla de Manuel Hermoso.
En el año 1987, se mantuvieron las actividades de los dos días,
destacando la actuación de la Coral de Alfonso XI en el segundo día y la
instalación de un chiringuito en la placeta de San Juan.
En el año 1988, sólo se celebraron los actos tradicionales de la
Víspera por coincidir las actividades del día San Juan con el cuarto centenario
de la Fundación del Convento de las Dominicas. Lo mismo sucedió en el año 1989,
en el que la imagen de San Juan recorre las calles de los Caños, Llana, Real,
San Rafael y Placeta de San Juan a hombros de hermanas y mujeres del barrio. De
nuevo en el año 1990, se vuelven a los dos días festivos, cambiándose los
cultos en el día de San Juan, tan sólo por este año,y actuando la Gran Orquesta
y Coros de Música Ligera de Linares en la placeta de San Juan.
A partir del año 1991, la fiesta ha quedado reducida a la Víspera
con la proclama, la misa y procesión vespertina, juegos para niños, hoguera y
quema de la Bruja en medio de la verbena popular y la invitación a ponche. Este
año fue el último que se organizó el
célebre Maratón de San Juan. Tan sólo, en el año 1994, se organizó un aquelarre
de brujos y brujas, que acudieron a la quema de su compañera, dando un nuevo
impulso a esta tradción que alcanzó el año 1996 los diez años.
En los años posteriores, se han mantenido todos los actos de la Víspera
de San Juan y ha alcanzado gran difusión en los medios de comunicación
regionales y nacionales.
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