MUDO Y OTEROS
La
segunda se refería a otro vecino
repoblador de Alcalá que se denominaba con
el segundo apellido referente a su pueblo
de origen leonés de Oteros. Y, del
dicho al hecho. La sabiduría popular captó esa imagen de estrechura vial con el
dicho “Esto está más estrecho que un carro en la calle Oteros”. Calle que
desemboca a dos placetas, la del Rosario y la de la Cruz de la calle Ancha. No
sé por qué razón siempre esta calle me será mistérica Nunca encontré algunos
hilos sin desvelar la madeja. Allí subí a casas para divisar el mapa
astronómico desde el mirador y observatorio con ansias de estación de
nuestro amigo Bergillos. Contemplé la
salida del gallardete de la casa de los Teva, y me venían a la mente los tiempos en los
que el Rosario era una iglesia principal del pueblo. Compraba el pan y el
vino de la tienda de Francisco. Iba por los dulces de varios familiares y
buenas gastrónomas. Y me encanta todavía escuchar el retumbar de las
bandas y agrupaciones musicales en la Noche de la Víspera de San José cuando
vuelven de agasajar al esposo de María. Mis amigos Rafael y Rita todavía
mantienen su vecindad con mucho orgullo en una calle de rancio abolengo, En el
Catastro de la Ensenada, aparecían 21 vecinos, la mayoría del campo. Y algunos
apellidos se mantuvieron en esta calle y adyacente hasta muy entrado el siglo
XX, los Hinojosa, Moya, Frías, Sánchez, Bolívar, González, Ceballos,
También,
en aquel catastro reformista, salvo algunos coheteros y unos hidalgos,
abundaban los jornaleros y algún que otro pujaero, hombres del campo a
porrillo, que ocuparon las zonas rurales de las aldeas con las
desamortizaciones posteriores. Las dos calles se componían de agricultores no privilegiados. Por eso no es
de extrañar que, en estas dos calles,
vivieran predominantemente los agricultores
hasta muy recientemente. Los braceros y jornaleros que sembraban las semillas en los meses otoñales,
limpiaban los campos de malas hierbas en primavera, y segaban con el sudor de
su frente los campos de otros. Curiosamente, son un canto de cisne de un
patrimonio rural, que ya no es de predominio agrícola sino que entremezclan los vecinos de los servicios con
los de la construcción y la industria. Nuevos tiempos, nuevos sistemas
productivos. Al menos, salvo casos excepcionales, son dos calles que no han
perdido la singularidad andaluza. ¿Hasta cuándo?
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