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lunes, 27 de octubre de 2025

EL SECTOR TEXTIL EN ALCALÁ LA REAL

Lanas, palmillas,  y paños variados: los telares de Alcalá la Real  el siglo XVII


Transcurrían las primeras décadas del siglo XVII cuando un escribano Juan Bautista Mejorada se comprometía a levantar actas  de todos los movimientos del mundo de los telares de la ciudad de la Mota. 

Recogía todos los contratos de ganaderos, tejedores, mercaderes de profesión, mayoristas y minoristas, tenderos de telas,  todo ellos  dedicados al comercio de paños y tejidos de lana y de la seda. Atraídos por el comercio con la ciudad de Granada que favorecía a aquellos que instalaban telares y ocupaban mano de obra local, escogieron la ciudad de la  Mota, donde había buena lana merina procedente de los rebaños que poseían algunas familias del lugar y muchos propietarios de morales donde se albergaba la hoja para alimentar los gusanos de seda. Sin olvidar el mundo del comercio que convertía a u ciudad en un núcleo estratégico de comunicaciones desde el occidente ibérico hasta las tierras de Murcia. Y, bajaba incluso a las costas , pasando por Granada. .

Los mercaderes montados en su carro tirado por una mula, cargados con sus enseres personales y telas  recién adquiridos viajaban por el camino real de la Corte, haciendo algunas paradas para reponer fuerzas y tomar alimento. Supieron que habían llegado a su destino, cuando en el horizonte divisaron la silueta de la Alhambra y, en su vuelta, a Alcalá la Real ,     que desde el castillo de la Mota  al cerro de las Torres Bermejas  trazaba el paisaje urbano de esta ciudad . Se apeaban del carro y se acercaban a la  Venta de la Fuente de  Granada, donde a veces, realizaban algunos tratos e intercambios con clientes y el ventero y saciaban su sed con el  vino torrontés. Muchos de ellos fueron  vecinos de  otros pueblos de estos lares, destacó en el siglo XVI Pedro Hernández de Jaén. En este tiempo los principales mercaderes fueron Juan de Mora  Garrido,  Francisco Hernández de Alcalá, Juan Fernández Clavijo, Diego y Jorge Álvarez, sobre todo de paños, y Francisco Muñoz de Orduña, en el sector de la seda. Llegaron a ocupar lel primero y el último hasta cargos de jurado en el cabildo municipal, e, incluso Orduña ejercía una jerarquía sobre el resto de ellos  abasteciéndolos de contratos superiores a los cientos de varas y el costo de los dos mila reales , que debían ser de doble plata. Estos eran los mercaderes mayoristas que compartían el negocio textil con el de prestamistas, tratantes de ganado...y se relacionaban con los mercaderes de por menor, que solía estar en manos de los portugueses afincados o estantes en la ciudad ( Simón y Francisco  Correa....) que vendían las pequeñas cantidades de telas a los vecinos e importaban y traían de otras ciudades como Málaga ( los perpetuanes anchos de colores ( a catorce ducados la vara, mitanes u holandillas ( forros a  22 reales) , cotonia ( tela blanca de algodón labrada comúnmente de cordoncillo), ganaya, de Pedro López, anascote, lienzo teñidos,  chamelote. Tambien, vendían sus productos a otros lugares como a los mismos tejedores de otros pueblos colindantes (Alcaudete, el tejedor de tafetán Andrés Sillo le comporba tres  varas a Pedro Hernández de Alcalá), Morón ( Juan de Morales, más de 300 varas de tafetán negro en 1623), Jérez. 

 Tras pasar la puerta de los Arcos,  dieron un buen paseo por  el Llanillo hasta llegar a  la otra puerta Villena, parando en las casas de sus clientes y tejedores de las las calles y plazuelas que bajaban a esta vía radial a traves de la calle Real. 












 Averiguaron el vecindario que la poblaba: abundaba el sector agrario, donde los hidalgos eran rentistas de sus tierras y cortijos,  y los labradores trabajaban las propiedades de los privilegiados, propios, concejiles y de la Iglesia, junto son los trabajadores del campo, pujareros, gañanes, jornaleros y pastores que guardaban sus ganados ovinos, caprinos, bovinos y de cerda. Existían ganaderías que vendían novillos  para la labor y para la lidia en las fiestas. No había ferias declaradas y los tratos de animales de cargas (mulos, caballos, yeguas y asnos) se realizaban con los comerciantes locales y los mercaderes de mulas de Granada , algunos de ellos gitanos, también se acudía a la feria de Noalejo a principios del mes de septiembre. . Localizaron sus diferentes talleres y las tiendas arrnedadas por particulares, concejiles y abaciales: los había herreros  ( Joséfe  de Oliva, Juan Muñoz), carpinteros, caleros ( Bastiían Perez, hijo del calero Antón)  herradores, cerrajeros, sastres( Damián de Baeza, Francisco Delgado)  y zapateros de obra prima y obra gruesa que soían abrir sus tiendas en Entrepuertas, smaestros barberos ( Plaza Baja) ,  de servicios como cirujanos (Pedro de Aguilar) , médicos, maestros de primera enseñanza,  y muchos comerciantes de variados productos ( el francés Serrete especializado en diversos productos, los Ibañez,  los cereros como Gonzalo de Palma, los plateros como Miguel Pérez y Gonález Príncipe, ...) . Fuera de la ciudad, los molineros , los bataneros ( en Frailes Gabriel Muñoz, el batán de Jarava en Frailes, el de la Ribera, los del Castillo de Locubín...  Se entablaban algunas disputas y trances entre los vecinos, sobre todo e los criados y esclavos, que abundaban procedentes de Velez Málaga, pero las heridas causadas acaban con unos días de prisión, e, incluso la muerte, se se perdonaba con la declaración de misericordia los familiares y el pago de los gastos causados en el trabajo y en los servicios médicos. 

Los curtidores (Alonso Rodríguez) solían curtir las pieles en el barrio de la Tejuela junto a la fuente con zumaque para confeccionar cerradas de los espinazos de los animales. 

Los calceteros era uno de los gremios que se independizó de los sastres, fue el de los ‘calceros’ o ‘calceteros’ (calcero: persona que tiene por oficio hacer calzas de paño o de otra tela de lana). La demanda de las calzas («hose», en inglés) como prenda indispensable para la nueva moda masculina propició que algunos sastres se especializaran en su elaboración ( el calcetero Juan de Valenzuela vivía en 1622 en la casa y tienda arrendadas del beneficiado Pedro Núñez de Villarreal junto a sus casas y torre en el Postigo frente a las Carnicerías).





Preguntaron por los productos que se vendían y por  su mercado en la Plaza Alta y Baja, Entrepuertas y calle Real. Les gustó la ciudad y decidieron quedarse. En la calle Real alquilaron una casa donde vivir e instalar su taller de tejidos. La elección de esta calle no fue fruto del azar ni del capricho. En aquel lugar concurrían circunstancias muy favorables para hacer realidad su sueño. En la parte alta,se situaba la Plaza Alta Mayor, donde se celebraba cada miércoles el bullicioso mercado semanal, centro de la actividad comercial seguntina; punto de encuentro de mercaderes y mercancías, lugar donde comprar, vender y trajinar todo tipo de géneros textiles. Al otro lado de la puerta Villena, hacia la  Fuente de la Tejuela , estaba las casas de tintorería y tenedurías  ( el  esquileo se hacía en las eras) y, a pocos metros de distancia, en las Azacayas el, aprovechando la fuerza de la corriente de agua, las curtidurías y molinos de zumaque  que se dedicaban al proceso de limpieza y curtido de pieles de animales para obtener el cuero; el batán donde se golpeaban los tejidos hasta contactarlos y volverlos tupidos en las riveras del Velillos y una balsa de agua destinada a lavadero de lanas en Huéscar. . Todo lo necesario para cubrir las diversas fases del proceso de obtención de paños y tejidos se concentraba en aquella zona.

Las eras  de esquileo se regían  por el comercio con genoveses, que obligaban a cumplir estrictamente las condiciones  a los dueños de los  rebaño de ovejas de cuya lana obtenía un substancial beneficio comercial y económico. Una zona de las casas solariegas estaban destinadas a  parte de la  actividad lanera, que comenzaba a finales del mes de mayo, cuando los jornaleros realizaban el esquilado de las ovejas con grandes y afiladas tijeras. tres días antes de pesarla en forma de lana gruesa o blanca.  La lana obtenida se amontonaba en la era, donde debía estar limpia, sin riego de agua y barrida en buen día de sol , quitada la roña, limpia y pesada a peso de cruz y no a  la romana a la espera de ser cardada por cardadores (Juan Jiménez de Molina), peinada, lavada y teñida por tintoreros. No obstante una gran cantidad era transportada a la ciudad de Huéscar a ser lavada y transportada a Italia por los genoveses o a Sevilla y Córdoba por los flamencos con destino al Norte.  Son famosos comerciantes de la lana como los Veneroso que ocuparon puestos en la ciudad de Alcalá la real.  Finalizado aquel proceso, el material pasaba a una sala de la casa con varias ruecas manejadas por manos femeninas que procedían al hilado, única tarea a ellas permitida en los talleres de tejido. Una vez hechos las madejas se almacenaban a la espera de ser utilizadas. Durante los meses fríos los tejedores hilaban y componían con esmero paños de lana para su comercialización en la primavera.

Los tejedores disponían de talleres y viviendas que se distribuían en el interior de los edificios. En la planta baja, los telares y en la superior, la vivienda pequeña y modesta como la propia existencia de sus moradores. Los había tejedores de las sedas, de tafetán, de paños, de rajetas Paño semejante a la rajapero de menos cuerpo y con mezcla de varios colores).

Una cocina y una alcoba, compartían casi un mismo rincón donde alimentarse, descansar y atender a su familia. Al calor de la lumbre, sobre el fogón calentaban una olla para guisar los escasos alimentos que guardaban en la alacena: algún puñado de legumbres, unas hogazas de pan, un saco de nueces del nogal cercano y un pichón cogido por sorpresa en el campo el día anterior. En alguna ocasión, de forma extraordinaria, recibían un pequeño pedazo de carnero que el dueño del rebaño les procuraba cuando sacrificaba alguno. También se podía conseguir en las tiendas, donde se ofrecía a precio más barato que otras carnes, pero normalmente no estaba al alcance de su breve bolsillo, que apenas llegaba para la compra de cabezas y menudos de cabra y oveja. Para cumplir con el precepto de los días de abstinencia, un poco de congrio rancio, maloliente y remojado completaba su alimentación. Para beber tenían cántaros de agua fresca traídos a primera hora de la mañana, desde la cercana fuente de la Tejuela, Nueva y Mora Nueva y Vieja. Además el propietario de los telares repartía periódicamente veinte arrobas de aceite y veinte de vino por cada dos telares. El vino, por su poder calórico, tenía la consideración de alimento. Cuando no había otra cosa, unas sopas a base de pan remojado en aceite o en vino, calmaban el estómago hambriento. La alcoba tenía el tamaño justo para acoger el parco mobiliario que poseían: un arca de madera de pino para guardar el ajuar casero y dos jergones rellenos de lana áspera de desecho que no les valía para tejer. Sobre ellos, descargaban cada noche todo el cansancio acumulado durante su dilatada jornada laboral.

Era un oficio muy duro el que se desarrollaba en los telares. Trabajaban afanosamente casi doce horas al día, sin apenas descanso y una media hora justa para reponer fuerzas al mediodía y al anochecer. El gremio no permitía la actividad nocturna y tampoco podían costear la iluminación con velas del taller. Sólo en muy contadas excepciones, como en la fiesta del Corpus, hacían un alto en su tarea. El sonido de los telares marcaba el ritmo diario de las casas de  la Mota  y calle Real . Había dos por cada casa y en cada uno trabajaban dos personas, cuyos cuerpos adoptaban una postura incómoda y agotadora para poder ejecutar el movimiento del telar a cuatro manos y cuatro pies, las del maestro y su aprendiz que a menudo era su propio hijo o huérfanos. Desde temprana edad, los niños eran incorporados a la ocupación familiar, bajo la vigilancia de los veedores de oficios y gremios, que velaban por el cumplimiento del contrato de aprendizaje en el que se incluía la manutención, vestido y asistencia sanitaria al joven discípulo durante al menos cuatro años.

De cada uno de aquellos telares salían diferentes tejidos: 

- Paños catorcenos pardos,En  castellano  "catorceno" era cierta clase de paño basto, cuya urdimbre consta de 14 centenares de hilos (DRAE). En los testimonios recogidos se citan  varias clases: palmilla, terciopelo, frailesco, en linado y de diversos colores (verde, pardo, negro, morado, azul, prieto, leonado,lobuno,  biselado, limonado, cardenillo  ). Y se realizaban al obraje de esta ciudad, de la de Baeza y  cardenillo y noguerado de Loja. 

-frailescos morisquillod espesos y velludos para coser vestidos de invierno entre diez y catorce reales  la vara de tela; , pardos y negros para hábitos religiosos de monasterios y conventos; sargas de lana para los lutos; paños de lana fina, cordoncillos para hacer calzas y, en mayor medida, 

-Rajeta;paño semejante a la rajapero de menos cuerpo y con mezcla de varios colores.

-La estameña frailesca a seis reales la vara ( De estameña el dhtt (2004: 81) presenta dos acepciones: (i) ‘antiguo tejido de lana, asargado, sencillo y ordinario, denominado así por tener la urdimbre y la trama de estambre. De color negro o Pardo, y antiguamente de colores, se usaba para fajas, jubones, faldas, cubrecamas, manteles y hábitos religiosos. A mediados del siglo XIX la estameña era un tejido de lana pura, ligero, liso, cruzado o no cruzado, crudo o blanco y teñido de negro, pardo, morado o de otros colores, cuyo ancho variaba según las diferentes variedades que se fabricaban en España, sirviendo para distintos usos, como vestidos de mujeres, ropajes de jueces, etc.’; y (ii) ‘tela de lana y algodón, o de lana y seda, generalmente de color turquí o ceniciento, que se fabricaba casi exclusivamente, mediado el siglo XIX, en el pueblo catalán de Moyá’. Santos (2010: 591) apunta que “era un tejido muy popular en la Edad Media por lo barato, aunque basto y tosco, lo utilizaba el pueblo en el Antiguo Régimen, así como los frailes y como tela de luto.”)

`-Tela urdida de seda negra a 98 reales la vara.

- Tafetán .afetan ,tafetatafatatafatan,taffatataffetantaffetastaffatan.- Cast. "tafetán", tela muy delgada de seda, con urdimbre y trama del mismo grosor, flexible, tupida, de la que hay varias especies, como doblete, doble, sencillo, etc., según DRAE, que indica su origen del persa "tafte". Zangger, Term. Tissus, apunta la confusión, a veces, con el cendal. Se confeccionaba cruzando los hilos pares con un hilo de la trama y los impares con otro de trama. Del persa "taftah", paño de seda. Era muy vendido el tafetán de seda negro del obraje de la ciudad de Alcalá la Real.

-raja" en el contexto de tela es una especie de paño grueso y de baja calidad que se utilizaba antiguamente, derivado del latín rascia. Históricamente, también existió la "raja de Florencia", que era un paño de lana de buena calidad fabricado en esa ciudad

-Jerga Tela gruesa y tosca. La usaban los molineros. 



En los testimonios recogidos se citan de diversas calidades y colores doble, ancho, sencillo, negro, colorado, blanco, morado, verde, azul, grana, turquí, carmesí y se mencionan cobertores, bocaranes, capas, estolas, tabardos, aunque predominan las citas de su uso para forrado de vestidos y ornamentos religiosos. OSES, Poder y simbología, estudia este tejido en la corte de Carlos III de Navarra y observa un 12,4 % de las menciones de telas en la documentación, el negro y el blanco son sus preferencias, aunque de bajo precio de adquisición, salvo excepciones. Constata su uso además de los constatados para sobrecielos de cama, cubiertas de caballo y constata su uso en las sepulturas mortuorias y donaciones y obras de caridad. Se usa mucho en Alcala

Las bayetas exigidas por el gremio para superar el examen que concedía a los aprendices el grado de oficial y posteriormente la maestría, tras demostrar su grado de conocimiento del oficio y la ejecución de una pieza llamada obra maestra. Las bayetas debían ser baratas o resistentes al uso porque, eran muy solicitadas por el concejo municipal que las adquiría para confeccionar los uniformes de algunos oficiales. La materia textil se comercializaba en el mercado local y en algunas ferias como la de San Matías de Tendilla, donde se vendía todo tipo de tejidos y hasta allí llegaron y alcanzaron fama los paños finos que salían de los talleres seguntinos.

-Lienzo colorado a tres reales. 

-Frisa a cuatro realesEl significado antiguo de "tela frisa" se refiere a una tela basta de lana, de origen holandés (Frisia), que se utilizaba para forros y vestidos de aldeanas Su nombre proviene de Tela Frisia, por ser un tejido de lana importado de la región de Frisia, entre Holanda y Alemania.

-Cintas 

La fama y el buen hacer de los artesanos y merdaderes textiles alcalaínos  durante los primeros años de producción, favoreció el desarrollo del oficio durante más de tres siglos. Acudían a comprar para hacer sus vestidos a sus familias y su entorno laboral,  los labradores locales y los de los cortijos, los  de la villa y de los cortijos de Colomera, tierras del marqués de Trujillos, Moclín, Íllora, Castillo de Locubín, Noalejo, Campillo de Arenas, Valdepeñas ( el sastre Alonso Hidalgo compraba al mercader Simón Correa diversos géneros de telas, rajeta, seda, cobertor azul, frisa) en 1622), Benalúa ( por aquel tiempo  cortijo)   Almedinilla,Montefrío, Priego,  ... y se exportaban a Granada, sobre todo. Para los menores, eran los vestidos básico de paño de la tierra, dos camisas, y tocas junto con el calzado ( esta era la vestidura de las niñas de servicio durante seis años). Para los hombres y mujeres mayores, se ampliaba el expectro del vestuario.Basquiñas de raja amarilla, jubones, mantos para las damas; para los señores  




 La pujanza del hilado estuvo además apoyada por numerosas medidas institucionales dirigidas a fomentar el trabajo artesanal y abrir el acceso de la mujer a la actividad tejedora. Con el paso del tiempo la vida fue evolucionando y las instalaciones se modernizaron. Los telares caseros de los artesanos se convirtieron en importante fábricas. Los tejedores de paños y bayetas dejaron paso a los trabajadores de Comercial Castilla, y las de las calles de la carretera de Priego y Granada  Luego se introdujeron en otros materiales como el plástico con Condepols, Derprosa, Cotexa, Textil la Rábita,  y otros más pequeños en forma de cooperativas, sociedades anónimas y limitadas.


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