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domingo, 2 de febrero de 2025

EN LA SEMANA DEL JAÉN , CANDELARIA Y LUMINARIA

 









CANDELARIA  Y LUMINARIA


Francisco Martín Rosales

 

 Desde la Candelaria hasta el día de Andalucía, febrero se mostrará  do con un tiempo propio del crudo invierno alcalaíno, repleto de escarchas, heladas matutinas y algunas que otras lluvias, muy escasas, y tan solo se echarán de menos aquellas nevadas con sus correspondientes carámbanos y chupones de hielo que pendían de los aleros de las casas. Lo que primero salta a la vista del mes de febrero hace referencia al verbo latino "februare" cuyo significado se concreta en "purificar". Por eso, los romanos purificaban, en este mes, los campos y a los hombres y en las fiestas se llevaban a cabo actos religiosos de purgación dedicados a los dioses; de ahí hay un paso a que el cristianismo se apropie de este significado y recristianice el día dos de febrero con el de la Purificación. Ahora, cualquier asunto, por nimio que sea se transforma en un asunto de estado o hay que purificar, pero también ser, purificados. Tomar el romero e imbuirse en su aroma y sabor de la amabilidad, como lo ofrecen en esta ceremonia candelaria. Pero si importante es la relación de este mes con su raíz etimológica, no es menos actual la adjetivación de locura que siempre salta a la conversación de los vecinos del lugar. Pues el refranero se hace eco de su carácter movible y complicado al formar el frecuentado sintagma de febrerillo loco. Algunos parecen como si respondieran a aquel refrán que dice Febrerillo el orate, cada día hace un disparate. Lo malo que esta locura lleva a considerar y cuestionar hasta lo más simple y normal y lo convierte en un disparate. Un palomo se hace toro, y una ofrenda en una declaración de guerra. Una música de resonancia nacional. Parece como si acabara el mundo, por el simple hecho de mantener una tradición que acataron, disfrutaron y difundieron muchas generaciones. En la Sierra Sur de Jaén, nadie podía imaginarse que la celebración de la Candelaria pudiera impactar de un modo tan exagerado en algunas personas, que logran la mayor difusión con el mundo de las redes. Dos palomos, sumisos y observadores de su entorno en una procesión y sobre un trono, representan una ofrenda de varios milenios, pero, en estos tiempos del tercer milenio, a ojos de otras personas, se convierten en dos novillos de una popular corrida de toros. Nadie pensaba que el mes de febrero era la mejor manera de purificarlos y que existen fórmulas para celebrar una ofrenda universal de la religiosidad popular. Hay que respetar, pero también ser respetados, de cámara, en un potro de tortura; y un atuendo pontifical en una camisa de fuerza, toda una locura de este mes. En el final de la los efectos del nuevo virus; se desea que se cumpla aquel refrán: Febrero loco y marzo otro poco. Menos mal que la locura del este virus  ya no castiga tanto  a la salud, pero la ha dejado en muchas cabezas.

Por febrero, se prendió  la  candela,

En busca del fuego, heraldo de  marzo

Y la  luz le clavaba un  duro cuarzo,

Las  cuitas de amor de  noches de vela.

Por la Candelaria, la luna revela

Embrujos de sueños, pira de  trastos,

Los miedos furtivos y los días nefastos,

Vanos  pabilos de la roja hoguera.

Con el  tirso de Baco, suena a fandangos,

Ensueños de valses, ritmos y  danzas,

 El alegre  jolgorio , de bailes y chanzas,

Derrama el vino, del tonel estanco,

Con aires solemnes  de un triste tango,

Echando las penas a ver si se abrasan.

 En la Víspera se anuncia con el repique de campanas y estallido de cohetes a la hora del Ángelus, por la noche la famosa candelaria, luminaria anunciadora de la fiesta en el Compás de Consolación reúne  a una gran multitud de gente.  Y las lumbres se multiplican en muchos rincones de Alcalá y sus aldeas entre banquetes compartidos y vino de la tierra. Durante la noche se hacen muchas fogatas en diversos rincones de la ciudad, donde los convocantes disfrutan  del vino y viandas de la comarca.

Pero la fiesta se hace solemne y religiosa, el día dos de  febrero . Siempre celebraron  los cultos  en muchos templos  y conventos. Actualmente, en el templo de Consolación son las ceremonias solemnes donde   las tradicionales fiestas de la Candelaria se organizan de una manera conjunta, ente las  cofradías del Dulce Nombre de Jesús y Santa Caridad, y Virgen de las Mercedes  llevándose a cabo varias reuniones preparatorias entre ambas cofradías para fijar la participación de los miembros  en los actos de culto y procesionales. Como es tradicional, a las  11 de la mañana, tras la bendición de la luz, tartas y pichones, se lleva  a cabo  la procesión con los dos  tronos de los pichones y tarta de ofrenda, a la manera de la antigua tradición judía, que este año se inmortalizará con un nuevo monumento en su honor en la víspera de la fiesta. El recorrido de estas pequeñas andas y la Virgen de las Mercedes, recorrerá  la calle Real (Paseo de la Mora), Compás de Consolación y templo. Tras la misa, se invitarán  a los cofrades y a todo el pueblo cristiano a participar de estos actos. Y en la tradicional tarta. Los palomos irán vestidos de  penitentes los del Dulce Nombre de Jesús y los de la Virgen de las Mercedes, ahora simulacros colombinos, vestidos a la moda o  festividad del momento, siempre  elaborados por la hermana de la Junta Directiva Mariqui Gutiérrez.

En las antiguas salas del convento franciscano, las autoridades, cofrades y los devotos degustarán la tarta y algún que otro anisete. Se reservará otra tradicional tarta para los conventos y otros centros asistenciales.
            No serán estas fiestas las únicas del invierno.
De primeras, surgen las interrogantes sobre los elementos constitutivos de la fiesta: el fuego, los objetos de la hoguera, los ritos y los fines. No falta quien osado se lance a la  justificación sociológica de primera mano, y convierta estas fiestas en una catarsis griega, donde el pueblo se purifica a la manera del público de  su tragedia clásica.

            Sin embargo, por mucho que se quiera y se pretenda, no se encendieron desde tiempo inmemorial las hogueras ( cuya palabra degeneró, a partir de su evolución fonética,  en lumbradas y lumbrás en detrimento de la bella luminaria)  con la acertada intención de anunciar, en el día de la víspera, un acontecimiento festivo e importante de modo que nuestros antepasados colocaban las  luminarias para que, de lejos, se vieran,  encima de las murallas y de las torres de la fortaleza de la Mota y, atrajeran a las personas a las fiestas; luego bajaron a las plazas de la ciudad baja, se hicieron urbanas. Es decir, ofrecían una misión pregonera, un anticipo festivo y una llamada al disfrute colectivo por una fiesta que rompía la monotonía del valle de lágrimas de cada día.             Ojalá las luminarias significaran un cambio brusco y se convirtieran en la víspera de unos nuevos tiempos en los que se inauguraran la entrada de un nuevo tiempo.

 

             

 

 

 

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