El retablo mayor del convento de Nuestra Señora de la Encarnación ya se tra
tó en el monográfico dedicado a las monjas dominicas en el Cuaderno del Patrimonio de Alcalá la Real al alcance de los alcaláinos. Se llevaron a cabo varias descripciones sobre su composición y la estructura actual. Pero se señalaba que en 1769 fue contratada al maestro retablista Francisco Pedrajas, y con buen acierto, recogiendo las declaraciones de Diego Espinosa de los Monteros en us libro de la Historia de la Abadía de Alcalá la Real.
Hemos encontrado su conntrato entre la monja priora sor Francisca de San Dionisio Piqueras junto con otras varias monjas en el locutorio conventual y el propio el maestro prieguense ante el escribano Juan Guiérrez de la Hinojosa en 3 de agosto de 1769 (el folio 63 del legajo 4568) en representación de su suegra doña Ana Mansilla. Y hacen alusión que las monjas han decidido construir un retablo para adeorno del altar de la capilla mayor para mayor honra y culto divino y en la cantidad de 8.300 reales que le habían dado a la suegra en su nombre para realizarlo junto con el diseño y estrictas condiciones. Aparece un documento de poder y aval a favor del convento que avala la suegra y suegro José Serrano Barradas con el cortijo del Algar de Carcabuey con casa de teja y chozones de retama de más 106 fanegas de tierra, una casa en la calle que bajaba a la Fuente de los Cañós, y una huerta en Masegar . Entre las condiciones destacan las siguientes:
-La madera debía ser de Segura bien condicionada, y, si algunas piezas no lo fueran, debían ser sutituidas.
-Se obligaba Pedrjas a realizarlo en un espacio de nueve meses a partir del uno de septimbre según el diseño firmado por la Superiora y el Prior del Convento dominico del Rosario fray Francisco López, y comprometiémdose a esculpir las imágenes del patrón Santo Domingo de Guzmán y del Seráfico San Francisco, junto con el bajo relieve de Nuestra Señora de la Encarnación.
-Se le exigía el transporte hasta el convento por su cuenta, como cololarlo y asentarlo para ser visto por veedores peritos que le dieren el visto bueno,o, lo demandaren en las partes que no se ajustaran al diseño y a la madera, y le reclamaran lo exigido por el diseño. La comida y cama del maestro y oficiales se lo debían dar las monjas en el convento solamente los días que se dedicaran a este trabajo.
-Se le daban 2.300 reales en moneda de vellón con carta de pago y recibo para principiar, dejar otros 2.300 reales al final del transporte, colocación y asiento para completar los 8.000 reales que suponían toda la obra.
FIRMA DE MONJAS, PEDRAJAS Y ESCRIBANO |
FIRMA DE PEDRAJAS |
Hemos encontrado su conntrato entre la monja priora sor Francisca de San Dionisio Piqueras junto con otras varias monjas en el locutorio conventual y el propio el maestro prieguense ante el escribano Juan Guiérrez de la Hinojosa en 3 de agosto de 1769 (el folio 63 del legajo 4568) en representación de su suegra doña Ana Mansilla. Y hacen alusión que las monjas han decidido construir un retablo para adeorno del altar de la capilla mayor para mayor honra y culto divino y en la cantidad de 8.300 reales que le habían dado a la suegra en su nombre para realizarlo junto con el diseño y estrictas condiciones. Aparece un documento de poder y aval a favor del convento que avala la suegra y suegro José Serrano Barradas con el cortijo del Algar de Carcabuey con casa de teja y chozones de retama de más 106 fanegas de tierra, una casa en la calle que bajaba a la Fuente de los Cañós, y una huerta en Masegar . Entre las condiciones destacan las siguientes:
-La madera debía ser de Segura bien condicionada, y, si algunas piezas no lo fueran, debían ser sutituidas.
-Se obligaba Pedrjas a realizarlo en un espacio de nueve meses a partir del uno de septimbre según el diseño firmado por la Superiora y el Prior del Convento dominico del Rosario fray Francisco López, y comprometiémdose a esculpir las imágenes del patrón Santo Domingo de Guzmán y del Seráfico San Francisco, junto con el bajo relieve de Nuestra Señora de la Encarnación.
-Se le exigía el transporte hasta el convento por su cuenta, como cololarlo y asentarlo para ser visto por veedores peritos que le dieren el visto bueno,o, lo demandaren en las partes que no se ajustaran al diseño y a la madera, y le reclamaran lo exigido por el diseño. La comida y cama del maestro y oficiales se lo debían dar las monjas en el convento solamente los días que se dedicaran a este trabajo.
-Se le daban 2.300 reales en moneda de vellón con carta de pago y recibo para principiar, dejar otros 2.300 reales al final del transporte, colocación y asiento para completar los 8.000 reales que suponían toda la obra.
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