En la construcción, Andrés de Frías ( 1010) oficial de albañil, casado con dos hijas menores y una mayor, que complementaba su oficio con el rendimiento de 20 reales en una finca de una fanega y tres celemines en el Barrero, de segunda calidad de trigo y cebada, propia de la Iglesia Mayor Abacial.
En el sector secundario, Alfonso López Domedel (1011), maestro de cerrajero, casado y con más de sesenta años. Lo debió aprender por tradición familiar. Este oficio, se conocía como "herreros", pues trabajaban especialmente con metales, produciendo ornamentos que servían como divisiones entre casas, parecidos a los portones de hoy en día. Por esta razón los inicios de la cerrajería van de la mano con el uso de la forja que es el proceso utilizado para fundir el hierro, darle forma y poder utilizarlo, y en el caso de la cerrajería, para formar las llaves y cerraduras.
Bernabé de Paredes ( 1016), maestro de latonero, casado con dos hijas. No responde al latonero tradicional en el arreglo de útiles caseros de latón o cobre. Era un oficio ambulante que existió hasta la década de los cincuenta del siglo XX. Su cometido consistía en arreglar cacharros de cocina como sartenes, cacerolas, casos o jarros metalizados por precios asequibles a economías débiles.Reparaban y remozaban los utensilios mediante soldaduras hechas con estaño, que en algunos casos suponía poner una nueva base con material de hojalata.
Felipe García Peinado (1021) maestro de arquitectura y tallador, casado con un hijo menor y una hija y ganaba 1.100 reales. Fue uno de de los arquitectos que construyó las Casas Consistoriales del ayuntamiento actual y el Pósito del Castillo. Su vivienda lindaba por la parte baja con estas y por lo alto con la de doña Ana María de la Rosa Montijano, compuesta de corral, portal, caballeriza, cuarto primero y segundo y cámaras, de ocho varas de frente por diez de fondo ( rentaría 132 reales ) Estaba gravada con 150 ducados a favor de la Iglesia Mayor Abacial que resultaban 149 reales réditos anuales. Poseía varias casas<: a="" class="OAVLIQC-nc-a" kind="click">
Bernabé de Paredes ( 1016), maestro de latonero, casado con dos hijas. No responde al latonero tradicional en el arreglo de útiles caseros de latón o cobre. Era un oficio ambulante que existió hasta la década de los cincuenta del siglo XX. Su cometido consistía en arreglar cacharros de cocina como sartenes, cacerolas, casos o jarros metalizados por precios asequibles a economías débiles.Reparaban y remozaban los utensilios mediante soldaduras hechas con estaño, que en algunos casos suponía poner una nueva base con material de hojalata.
Sus herramientas de trabajo las llevaban en una arqueta metálica y como medio energético les acompañaba un hornillo portátil alimentado con carbón vegetal, con el que calentaban los soldadores para derretir el estaño.
- ¡¡Vecina el Latonero!!
- Se arreglan casos, cacerolas, sartenes de porcelana, se hacen jarritos de lata.
- Se lañan lebrillos, cantaros, palanganas y pucheros de barro.
- ¡¡ Niña el Latonero !!.
- Otros lo relacionanan con este dicho
- ¡Latonero! ¡Se arreglan cacharros de lata y cántaros de porcelanaaa!
Ni siquiera, en su humildad, atrevía a llamarse fontanero. Era simplemente, latonero. Y su actividad no tenía nada que ver con el latón, sino con la propia del material que mejor definía aquel tiempo: la hojalata.
Viajaba con su instrumental a bordo de una achacosa bicicleta. Un hornillo de carbón, una barra de hierro oxidada que hacía las veces de soldador y algo de carbón. Cobraba de acuerdo con el pregón y con la entidad de lo que reparaba: paletas, cazos de cocina, ollas de aluminio o cacerolas desconchadas, aunque la estrella de su labor eran las jofainas o cántaros de porcelana. Porcelanaaa en el pregón que goteaba entre las calles soleadas de primavera.
Si alguna vecina requería sus servicios encendía con primor el anafre, calentaba en las brasas el soldador y derretía con habilidad el estaño, entre humaredas breves y acres. Localizaba el poro, el agujero de aquellos cacharros, cerrando la puerta menestral por la que se escapan el aceite, el agua o el orín infantil.
En el suspenso de la operación había que hacer la prueba de la verdad: llenar de líquido el utensilio y demostrar que todo quedaba en orden. Entonces volvía a su pregón:
- ¡Latonero! ¡Se arreglan cacharros de lata y cántaros de porcelanaaa!
Creciendo en su engastada orfebrería, el artesano, pura dignidad, terrenal y harapiento, se alejaba buscando un nuevo cacharro, una nueva porcelana, avanzando sólo en la mañana de abril, tenaz viajero de una vocal que se alargaba como su pobreza.
Como cerrajero Francisco López Gamarra ( 1022), era oficial, casado. Y se complementaba con el oficio de guarda de las rentas provinciales de la venta de aceite con una renta de 712 reales. Felipe García Peinado (1021) maestro de arquitectura y tallador, casado con un hijo menor y una hija y ganaba 1.100 reales. Fue uno de de los arquitectos que construyó las Casas Consistoriales del ayuntamiento actual y el Pósito del Castillo. Su vivienda lindaba por la parte baja con estas y por lo alto con la de doña Ana María de la Rosa Montijano, compuesta de corral, portal, caballeriza, cuarto primero y segundo y cámaras, de ocho varas de frente por diez de fondo ( rentaría 132 reales ) Estaba gravada con 150 ducados a favor de la Iglesia Mayor Abacial que resultaban 149 reales réditos anuales. Poseía varias casas<: a="" class="OAVLIQC-nc-a" kind="click">
Opciones-Una en la calle Pajarejos, compuesta de corral, portal, cocina, cuarto segundo y cámaras, de siete varas de frente por diez de fondo, lidera con el solar de Juan de Molina, por parte alta y la baja María de Manuela Ramírez ( 55 reales).

Y el maestro de este oficio cordonero Juan Megía ( 1029), casado, se complementaba con una haza de sembradura y secano con una fanega de primera calidad en el Aceitunillo, arrendada a doña Manuela Vicenta de Santo Tomás monja dominica en la Encarnación ( renta de 20 reales) y otra arrendada a sor María de Santo Domingo Y Arce, monja dominica, en l Fuente del Rey, de segunda calidad que le rentaba 18 reales. Vivía con un oficial . Francisco Mejías ( 1029) oficial de cordonero, con un hijo menor y una hija.
Matías del Arca ( 1036), caedador casado con tres hijos menores y una hija. Mateo Romero de Flores trabajaba en un horno, propiedad de don José Cubero ( le rentaba 350 reales), era casado con dos hijos menores, tres hijas y un mozo sirviente (1038). Tomás Cano (1040), maestro de carpintería, casado con cuatro hijos menores.Complementaba sus ingresos como fiel sobresaliente, recaudador , de las rentas decimales del campo, lo que le rentaba 18 fanegas de trigo, y nueve de cebada, en concreto 405 reales. Y arrendaba las tierras del camino del Castillo, propias de la convento trinitario que rentaba 130 reales, de segunda calidad y de nueve fanegas y cuatro celemines.

Su oficio de tintorero lo usaría junto a las aguas de la Tejuela. Pues este oficio hasta el siglo XVIII era muy mal visto. Porque manipulaban sustancias peligrosas, apestaban el aire, contaminaban las aguas de los ríos, eran sucios, llevaban ropas salpicadas y tenía
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