VEROÑO

Y eso que la
economía de la comarca ya no es intensamente agroganadera, sino que comparte, mitad
por mitad, otros sectores como el terciario, el secundario, transportes y la construcción.
Pero todo está encadenado. Si llueve, se fomenta en el sector de los servicios
de los productos para el campo; y, estos benefician el transporte de exportación
y de inmigración; al mismo tiempo que, si la tierra produce, se puede invertir
en vivienda o en reformar edificios. Todo un círculo completo, o, la pescadilla
que se mueve la cola. Pues, aunque es una pura realidad que no sólo de pan vive
el hombre, las aguas del cielo son la espoleta para que se desencadene lo
atascado.
Siempre, se
vaticina un otoño caliente. Pero, se reservaba a los términos sociopolíticos. Pues
los sindicatos agudizan sus reivindicaciones sociales en la calle; la política
saca a la luz los conflictos más acuciantes, y el resto de la población inicia
el tradicional curso de actividades. Con la ilusión de los nuevos programas y
las pilas cargadas del periodo vacacional. Las empresas se marcan retos y
objetivos; las escuelas diseñan nuevos currículos; las iglesias ponen en marcha
sus planes pastorales; todo el mundo siembra en el terreno para recoger luego
en verano.
Esta
cotidianidad del pueblo silencioso se ha roto, durante estos días y en la
ciudad de la Mota, con varias noticias positivas. En el número anterior,
comentábamos la del Astrolabio de Al Sarafi de Alcalá la Real. Y, a los pocos
días se ampliaba con la aparición de un yacimiento de objetos diversos en la
ciudad de la Mota. Más que por la calidad y excelencia de lo descubierto,
destacaba por la cantidad de objetos de menaje e higiene encontrados, que
abarcaban desde la Edad Media hasta la Edad Moderna. Se habían encontrado en un
antiguo en los cimientos de un antiguo palacete convertido en un muladar. Es
comprensible que esporádicamente salgan a la luz estos ajuares y objetos del
hogar, porque para los vecinos que abandonaron la ciudad fortificada, se
convertían en objetos de desecho al bajar al llano. Y en el lugar encontrado,
habitaron los hidalgos alcalaínos que ocuparon las casonas de sus ascendientes
caballeros, que, a su vez, se alojaron en las casonas musulmanas de los
descendientes de los Banu Said. Al menos, el mundo cultural y de su
aprovechamiento turístico ofreció esta alegría. La misma que se divulga con prevención
del alojamiento de emigrantes en el antiguo Centro de Día, un paso muy bien
dado por el ayuntamiento. Sin caer en la demagogia. Pues, si mira uno a su
entorno europeo o pregunta a nuestros vecinos emigrantes de antaño, les
sobrepasa a lo que les ofrecían a ellos en tierras extrañas, Con buen criterio,
alojamiento, pero con implicación personal de ambas partes ante la falta de
compromiso de algunos patronos. Al menos, ante los fríos hay un recinto
caliente y acogedor. Una respuesta solidaria
que en otros lugares de nuestra tierra podía compartirse antes de que
vengan los fríos de invierno. Que vendrán.
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