

Recorrer los barrios antiguos y altos de la capital de la Sierra Sur atrae a cualquier amante de la noche. Subir por entre las veredas de los ganados de antaño a lo largo del Cerro de la Luna y contemplar la ciudad que se dirige a Granada es un atractivo único y variopinto en el atardecer. Subir por la calle Utrilla, pasar por la Cruz de los Moros o de la Caserías de las Valencia y, por el camino de los molinos de la Ribera, dirigirse a los Llanos te invita a sumirte en la leyenda de la Mina y contemplar ante tu presencia en el frente la Carrera de los Caballos y el bosque que ocupa el Arrabal Viejo de Santo Domingo.

Recorrer la Corredera, junto al antiguo Tiro de la Barra, hasta llegar al Pilar de las Tórtolas es envolverse en la artesanía de la tejedora Mari Rosa y en el rincón la Cruz del Ecce-Homo. La noche incita subir la calle Real, descubriendo la falsedad del pasadizo leyenda de la Mora y contrastando las casas hidalgas de piedra de cantería con el caserón de la casa del Pecado hasta llegar al Arrabal Nuevo. Allí. me vienen aquellos veros del poeta Valente. Oscuros/ en la desierta noche por la sombra,/habíamos llegado hasta el umbral./La mujer era un haz de súbitas serpientes/que arrebataba el dios.El entorno del Centro de Reptiles y el parque del Arrabal viejo parece cuadrado a estos versos .Oh virgen, dime dónde/está el corazón del anegado bosque/el muérdago./ Hasta llegar al Anillo de la ciudad fortificada de la Mota y las Entrepuertas son vestigios y huellas de un ayer, de una sociedad que se nos fue envuelta entre leyendas de fantasmas, duendes, y cernícalos. Por eso. Volaron las palomas/a la rama dorada./Habíamos llegado hasta el umbral/(de mares calcinados, del infinito ciclo/de la destrucción)./Aquí desnudo estoy,/ante el espasmo poderoso del dios./ Y en el Anillo recorrimos la muralla del Trabuquete contemplando las plazas alta y baja, las casas de los caballeros, el barrio militar mientas en el horizonte nos besaba la Abuela con ósculo de fuegos artificiales en el horizonte de la noche de verano, palmeras de color nos acariciaban en el firmamento , bengalas y tracas sin sonido espantaban a la Osa Menor. Al llegar a la muralla del norte, la Mata y la Acamuña se vistieron de luto por el amigo perdido. En la muralla del Aire contemplamos el antiguo recinto , las caballerías y bajamos como decía el poeta . " Aquí está el límite./Ya nunca,/oscuros por la sombra bajo la noche sola,/podríamos volver./Pero no cedas, baja/al antro donde/

Tan sólo si sigues por el final del Anillo te espera el duende y la casa de las primeras dominicas. Allí te invita el poeta
a "Y bebe,/de bruces, como animal herido,/ bebe su tiniebla,/
al fin”
Cerrarás el círculo con el Gabán y el mirador de Pedro Martír de Anglería Alcalá Regale, super nubes erectum et in conspectu regni Granatae. Queé más se puede pedir en la noche alcaláina.
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