No
me quedó más remedio que relacionarla con el sintagma “ per hoc” (por esto). Muy frecuente era este giro al
concluir un racionamiento silogismo en la secuencia resolutoria. Y utilizado
por los listos de turnos para imponer su criterio tras lanzar varias frases
encadenadas mediante un sesudo raciocinio. Mas, no lo consideraba como
conclusión o broche de oro de aquel sacristán afable, larguirucho y octogenario
. Ni creía que el aquel servidor del barrio y del templo afinara tanto que se
hubiera convertido en filólogo de la noche a la mañana en los cursos de
recuperación veraniega que frecuentaban por aquellos años.
No
tuve más remedio que echar mano al diccionario etimológico. Y he ahí mi
sorpresa. Per hoc se utiliza como
conector conclusivo para introducir la sentencia de la frase final. Sin embargo
la palabra pero se deformó en su
sentido original por la
degradación del mal uso del lenguaje, a través de la artificiosidad de los
hablantes. Se reutilizó para hipercaracterizar aún más una frase negativa en
una intervención retórica. Díganoslo claro, para convertirnos en meros sofistas
del lenguaje, para sacarle punta a lápiz, olvidando la obviedad final del
premio al trabajo bien hecho. Inmediatamente, reconocí la sagacidad y la
altura de miras de aquel cicerone de la cofradía de la Salud. Quería dar a
entender que el pero era como el pararrayos que anunciaba lo que
acontece a los miembros de una asociación “nunca llueve a gusto de todos”.
En medio del consenso de la mayoría, se asiste a la presencia de los personajes
que no dejaban títere por cabeza, levantan los castillos más altos o no dejar
en pie ni al más pintado. Las nuevas tecnologías son un claro testimonio de una
proliferación de cofrades de la hermandad del Pero por doquier y por
cualquier fórmula. Basta para que una persona se siente contento por asistir a
un acontecimiento colectivo, para que, de inmediato, salga del rincón maś
recóndito uno que lanza obuses y bolaños más grandes que los de la fortaleza de
la Mota. Los
hay en los ámbitos local ( proliferan sus seguidores), en los medios de
comunicación provincial y se encadenan con una mala uva, uno tras otro, en las
pantallas de los twiter y facebock y otros mecanismos que recogen los entes
televisivos. No sé si son víctimas de un
comportamiento sofista obligado por las circunstancias del teatro
político, o víctima de unas malas entrañas, donde se encierran las negras
asaduras del rencor, la envidia, el sarcasmo, el sadismo, la manipulación y la deformación más profunda que caben en
las vísceras humanas.
Y
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