DE LA SOCIEDAD OBRERA LA PAZ A LAS SOCIEDADES REPUBLICANAS Y SOCIALISTAS
De la Cocina Económica vino el Auxilio Social |
La burguesía rural trató de
controlar toda la conflictividad rural por medio de la sociedad obrera de La
Paz y la
Asociación de Caridad, y fundando la Cocina Económica.
En sus dependencias se paliaban, a través de una importante partida del
presupuesto municipal, aportaciones de las personas influyentes y de la
beneficencia municipal las deficiencias y los momentos de miseria de este grupo
abundante de personas excluidas. Esta asociación tenía sesenta socios y se
instaló en el Hospital Municipal, donde estaba la farmacia y a cuyo cargo se
encontraban las madres mercedarias, que habían venido a administrarlo el siglo
anterior. Controlada por los conservadores, el presidente casi siempre recaía
en algún miembro o allegado de la familia del partido conservador Siguiendo esta línea de beneficencia, se paliaba la profunda pobreza mediante la Obra Pía del abad
Palomino porque todavía mantenía la tradición de dar cena a los pobres
transeúntes u otras fórmulas de reparto de pan en las fiestas públicas. Tan
sólo, comenzaron a surgir nuevas medidas alejadas de estos comportamientos,
como en 1908 cuando se concedieron algunas becas a dos estudiantes por parte
del Ayuntamiento. Hasta los años treinta, este grupo social (jornaleros y
braceros) estuvo totalmente sumiso a las orientaciones de la política de los
conservadores mediante las acciones sociales que le paliaban los malos momentos
de crisis de trabajo. Pues, por no tener, no podían ni ejercer el voto en la
democracia censataria. Por eso, no se advierten signos significativos de
conflictividad social; aún más, los
miembros de las nuevas sociedades obreras pretendían conseguir objetivos más bien internos y relacionados
con los servicios básicos de sus núcleos rurales que un auténtico cambio
revolucionario. Los centros y sociedades obreras de las aldeas procuraban la
instalación o la mejora de estos servicios en la aldea, ya sanitarios, ya
educativos que otros de tipo social como transformación, reformas y
administración de las tierras. Una de las primeras fundadas en el presente
siglo, fue la de Los amigos del trabajo, de la Rábita cuyos estatutos
fueron aprobados por el gobernador civil el veintisiete de abril 1901. Días más
tarde, se aprobaron las de la Sociedad Caridad y Progreso de
Alcalá la Real ,
que presentaban este carácter indefinido de las primeras asociaciones obreras,
donde se mezclaban los elementos de carácter de defensa de los derechos obreros
y los objetivos altruistas[1]
.
LAS SOCIEDADES OBRERAS
No obstante, en Alcalá a finales
del siglo XIX, se había extendido el movimiento anarquista, refugiado en las
aldeas a través de la difusión de algunos medios de prensa( y la llegada de
algunos misioneros anarquistas), principalmente, los periódicos partidistas,
que pretendían el cambio total de la sociedad con todos los medios posibles,
incluso, la violencia. Sin embargo, en Alcalá no hay constancia de ningún
enfrentamiento físico ni con las autoridades
ni con los patronos. Pues, acogiéndose
al derecho de asociaciones, surgieron una gran cantidad de sociedades en
aquella Alcalá, miedosa y controlada por
los partidos de los de siempre.
Todas las aldeas tenían una
sociedad con fin recreativo y cultural, imitando a las sociedades burguesas del
Casino Primitivo o el Liberal, pero estaba claro que en el fondo pretendían ser Sociedades de resistencia.
Pues el trasfondo de los organizadores eran reivindicaciones sindicales de los
campesinos braceros y la formación de los obreros en nuevo sistema
revolucionario que aspiraba a transformar aquella situación injusta. Al
principio, tan solo se reconocieron siete
(la primera ya comentada“Amigos del Trabajo de la Rábita en 1901[2],
posteriormente la de Alcalá, socialista,
y, finalmente, la de la Venta
de los Agramaderos, Ribera Alta y Baja, Mures y la Pedriza).
Sin embargo, el miedo a la clase
pegujarera o a la influencia del partido conservador impidió que se legalizaran
todas las demás sociedades obreras que funcionaban sin registro oficial. Su
cultura era una cultura libresca, en la
que el presidente o los miembros de las distintas sociedades ubicadas en
salones de tabernas, casas particulares, alquiladas o compradas, leían pasajes
de periódicos de los líderes del momento socialistas y anarquistas. Aquello despertaba en los
colonos, braceros o jornaleros y pequeños campesinos un deseo de romper con la
ideología imperante, basada en el orden y la paz, que en el fondo encubría la
injusticia de su situación. Sus principios básicos eran la revolución y la
igualdad social, que cada día despertaba más adictos entre los socios de sus
miembros.
La mayoría de las sociedades de
las aldeas eran, al principio,
anarquistas o republicanas federalistas
y seguían la línea del conocido Ferrer, cuyo cuadro, según Guardia
Castellano, presidía todos los centros
obreros. Sus actos públicos consistían en mítines y charlas formativas, que se
realizaban en los centros y en los
lugares abiertos, a donde, con sus banderas e insignias, se trasladaban cada una de las sociedades de
aldeas: Generalmente se concentraban en
algunos lugares al aire libre, donde exponían sus pensamientos y
reivindicaciones. Este tipo de manifestaciones era frecuente en otros muchos
puntos de la provincia, -en la capital, se concentraban en la Fuente de la Peña - y se editaba el
periódico del Defensor del Obrero. En Martos, Torredonjimeno y Torredelcampo
los miembros de las nuevas sociedades se concentraban en el paraje de San
Nicasio. La cifra de concentrados ascendía, a veces, en este lugar a los dos
mil obreros[1].
Para aquella sociedad conservadora,
significaba un gran impacto estas
sociedades que tenían una ideología laica
en lo religioso y luchaban abiertamente contra la burguesía, pues el
grito de las masas era tal como señalaba
Guardia Castellano: ¡Muera la religión y
todo el que tenga dos pesetas!
En la comarca alcalaína, comenzó
a surgir el movimiento socialista mezclado con el republicanismo, ocupando progresivamente el
papel que había representado predominantemente los segundos en el siglo pasado. Los principales puntos de reunión
eran en Charilla; en el cortijo de la
Mesa , para los vecinos de Santa Ana, Riberas, y Mures; en la Pedriza , por el dos de
mayo y el uno de mayo en las Grageras,
para zona de la Rábita
y Fuente Álamo.
Los primeros socialistas del casco alcalaíno se constituyeron en el
año 1904 a
través de la
Sociedad Obrera de Oficios Varios, cuyo germen
eran los antiguos republicanos de militancia obrera y de trabajadores artesanos
e industriales, convertidos a un socialismo que aspiraba a la abolición de
clases y la igualdad económica. En esta sociedad obrera se encontraron tantos
campesinos como herreros u oficinistas e, incluso, muchos eran personas
formadas con la lectura de escritores contemporáneos. La Sociedad Obrera de
Alcalá la Real
tuvo lugar más tarde, a mediados del
mayo de 1906, y al año siguiente tuvo que disolverse el Centro Agrícola que debió presentar su acta de constitución y
lista de socios aprobada por el gobierno Civil[2].
Mientras en Alcalá predominaba
la corriente socialista de este fenómeno societario, en las aldeas la mayoría de los miembros suelen ser los
obreros del campo que no habían adquirido formación algún, con un alto índice
de analfabetismo y continuando el gran movimiento anarquista y socialista que
ya se traslucía en el siglo anterior muy reivindicativo. No obstante todos
estos movimientos no fueron violentos en la sociedad alcalaína salvo algunas
agresiones de tipo verbal con signo anticlerical y defensa de la Primera República. Tan sólo se
ocasionaron algunos momentos de
violencia con relación al cobro de los impuestos en algunas aldeas y, así coincidiendo con el mes de mayo de estos primeros años de
siglo, debió intervenir la fuerza
pública en Valdegranada para proteger al agente ejecutivo que fue a cobrar los
impuestos a los aldeanos.
Un factor que debió influir
mucho en la propagación de todo este tipo de movimientos fue el contacto con
los miembros de las sociedades de las campiñas, sevillana y cordobesa, y con los trabajadores de la Costa , donde en 1903, sus
sociedades y agrupaciones socialistas y republicanas ya habían alcanzado actas
de concejales como en Palma del Río. Muchos campesinos solían acudir a estos
lugares, por la estación de la siega, y, por el otoño.
La aldea de Charilla es un claro
ejemplo de esta corriente, porque
manifestaban un alto índice de laicismo
y prueba de ello era el cementerio
civil, donde hacían su apostasía de la fe cristiana muchos vecinos; también en esta aldea se
constituyó en el veintiuno de noviembre de 1903 la Sociedad de
Obreros de Charilla, por cierto
muy reivindicativa. En
este año precisamente, comenzaron algunos conflictos entre patronos y
jornaleros, pues en el mes de septiembre llegaron a denunciar a José Sánchez
Serrano “Tintín”. Y, un año más tarde, tuvo que intervenir de lleno la guardia
civil enviando ocho parejas en el mes de septiembre para investigar el
apedreamiento de la casa del patrono anteriormente mencionado. Incluso, a
mediados del mes de junio, el día tres, se trasladó de lugar la Sociedad de
Obreros de la Ribera ,
lo que nos manifiesta de ser uno de los primeros núcleos obreros constituidos.
No debió ser muy del agrado su actuación para los gobernantes conservadores,
pues se le requirió que el presidente de la Sociedad Obrera se atuviera a
la legalidad[3]. Además, debido a que los
desórdenes se multiplicaban en todo el mundo rural, esto dio lugar a que las
autoridades municipales planificaran la postura a tomar ante estos enfrentamientos convocando a los
alcaldes pedáneos como en Santa Ana, o a conceder bajas o dimisiones de alguno de ellos como la de José Sánchez Serrano en Charilla o José Gregorio García Alcaide en Mures. En
1905, la situación alcanzó tal cariz
que, por orden de la alcaldía, llegaron a prohibirse cualquier tipo de
manifestaciones en las aldeas de Charilla y Santa Ana, a pesar de que las
intentonas del gobierno civil fueron importantes para solucionar la crisis
laboral de los jornaleros.
La historia de muchas sociedades
es un claro síntoma de una época marcada por su carácter transitorio, sin
permanencia de sedes ni estabilidad de sus miembros ni su estructura. Pues,
aparte de las dificultades intrínsecas derivadas de la formación de sus
miembros- analfabetismo, conciencia de servilismo clientelista etc.- se añadía
una gran cantidad la dificultad para su
permanencia por las continuas medidas represivas y conatos de agresividad por
parte de los grupos privilegiados instaurando un mecanismo de miedo contra las
nuevas sociedades, mediante el cual pretendían obtener todo tipo de información
y control de cualquier acto político que se apartara de sus cánones
conservadores, obligando para ello a la
comunicación de la celebración de
las asambleas, el traslado de su sedes y la presencia de una autoridad. Así, el
alcalde pedáneo, el jefe del orden público o los guardas de campo asistían a
las asambleas de las sociedades con el fin de que, con su presencia y
autoridad, dieran visos de la legalidad de que pudieran celebrarse, al mismo
tiempo que informaban a las autoridades
municipales y gubernativas acerca de las intervenciones y contenido de lo tratado en ellas. Las Sociedades iban naciendo una tras otra en
cadena. Muy relacionada con la problemática del mundo rural, el catorce de noviembre de 1904 la Sociedad de Amigos de la Agricultura de Cantera
Blanca reformó el reglamento,
aprobado días después por el gobernador
civil y, un año después, renace con el nombre de Sociedad de Agricultura de
Cantera Blanca. En 1905, nació la
Sociedad de La
Constancia , que envió el acta de constitución y la
lista de socios el dieciocho de marzo al alcalde de la ciudad.
En 1906, el ayuntamiento
conservador reclamó el aumento de los miembros de la Guardia Civil , ofreciendo los
propios concejales sus propios locales y aceptando, según ellos, las
sugerencias de los vecinos. Pero, el motivo no era otro que “teniendo en
cuenta que el movimiento social y las
exigencias de la época presente aconsejan dicho aumento”[4].
Al año siguiente, todas las sociedades obreras sufrieron las medidas represivas
de disolución, entre ellas La Sociedad “La Constancia ” y el Centro
Agrícola de Alcalá la Real.
y, Mures y
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